El trato

Una vez mi hermana y mamá se hubieron retirado a la cocina, el chico de ojos verdes apareció ante mis ojos. Por alguna razón no me sorprendió. Era un ser especial.

—¿No dijiste que volverías? —Inquirió con una tranquilidad incómoda para mí.

—Yo jamás te prometí nada. Aléjate. —Yo también permanecía tranquilo de pie. A pesar de que era mucho más grande que yo, sentí que no sería capaz de lastimarme.

En ese instante su sonrisa desapareció, en su lugar mostró una mirada amenazante y molesta. Dijo:

—Tu madre es muy agradable, podría perdonarle la vida si no desconfiara tanto de mí.

—¿Qué? ¡Qué estás diciendo! ¿Qué es lo que buscas? —Asustado.

—Lo acabas de oír. 

—Mira, siento mucho no haber vuelto, haré lo que quieras, te regalo esa frazada de felpa, pero no la lastimes, por favor.

—No necesito una frazadita, además, no es que quiera lastimarla, es que necesito hacerlo, pero… —Dijo con una pequeña sonrisa maliciosa—. Hay otras dos opciones, la primera es que tu madre confíe en mí, claro que eso será muy, muy complicado.

—¿Y la otra?

—Es que tú hermana sea la que salga lastimada, claro ella es muy desagradable y es lo mínimo que se merece, entonces cuál de las opciones elig…

—Obviamente la opción dos —dije con suma confianza.

—¿Pero qué… estoy oyendo? 

—Justo lo que acabo de decir —Respondí seriamente.

—Es que le tienes mucha bronca a tu hermana ¿ah?

Miré a los lados alerta. Mi madre y hermana no vendrían muy pronto.

—Es simple, el mundo no necesita a alguien como ella, yo no la necesito.

—¿Pero qué hay de tu madre?

—Ella me tiene a mí, no necesita nadie más que yo.

—¿Con qué eres egoísta, entonces me das a tu hermana?

—Claro.

—Muy bien, ahora sí, ¿cerramos el trato?

—¿Trato? ¿De qué estás hablando?

En ese momento mamá y Laurent ya entraban, por lo que no pudimos seguir hablando.

Nos despedimos, la abracé, un tanto tranquilo de que se vaya y estaría fuera de peligro, al menos allá podría mantenerse con vida y luego tener más tiempo para mí.

Una vez de haber despedido a mamá, nos dirigimos a las habitaciones, en un momento de distracción de Laurent, Ghoter ( así le puso mi hermana) me tomó del hombro y me introdujo en el cuarto, cerró la puerta tras sí y tomó la palabra.

—Verás paúl. Cuando nos encontramos por primera vez, no fue porque viera algo de especial en tí, es más, a diario veo a mucha gente y a muchos niños, incluso menores que tú, el caso aquí es que yo te salvé y estás en deuda conmigo.

—Que recuerde, ¡tú jamás me salvaste!

—Oh no, sí que lo hice. Estabas tan cansado por el sueño que te dormiste mientras andabas por la orilla, por lo que veía lo hacías a menudo, pero esta vez te encontrabas tan cerca de la orilla que caiste, y con lo pequeño que eres, la corriente te llevó con facilidad, casi muero de la risa, si no es porque dijiste:  " aléjate, muérete si puedes, estaremos mejor sin tí ".

Luego abriste los ojos, no sé si estabas consciente, pero comenzaste a gritar brutalmente, ugh! Fue insoportable, ví que te hundias así que me sumergí. Recuerdo que al verme, solo te alteraste aún más, perdías más oxígeno, así que tuve que darte branquias. Bueno, branquias internas, por eso no se notan.

Lo miré pasmado.

—¿Eh?

—Sí, ahora tienes branquias, pero aquí lo que importa es el trato, antes de salvarte, te pregunté: 

"¿Necesitas ayuda?"

 Tu contestación fue afirmativa,

 "¿quieres que te ayude?"

 En esa pregunta también asentiste, mientras comenzabas a ahogarte. "Okey, una pregunta más: ¿Aceptas darme algo que te pediré en otro momento?"

y afirmaste de igual modo,

"es un trato entonces"

volviste a señalar un sí antes de que pudiera terminar la oración, y así fue cómo te salvé de la muerte.

En el instante en que terminó de relatar, recordé de una sola, toda la experiencia vivida, el porqué de mi sudor frío esa noche, no era sudor, era el agua del río del que estaba empapado.

No estaba seguro de qué pediría a cambio por un salvamento tan tonto. Era apenas un niño. Solo sé que al día siguiente no lo volvimos a ver, ni mi hermana ni nadie. Ella parecía triste de su ausencia; a mí me tranquilizaba pero también me preocupaba el porqué de su repentina desaparición. Algo podría estar tramando.

Las cosas a partir de aquí empezaron a ir demasiado rápido, hay sucesos que no recordaría hasta los 17 más o menos, una aventura dolorosa y emotiva.

Me marcaría por el resto de mi vida, y corrompería mi alma incluso muerto.

Tendría que cruzarme con otros personajes. Algunos me apoyaron en mi travesía, otros solo fueron acompañantes, pero una de ellas fue aquella que me dió una puñalada inesperada.

Por alguna razón, alguien había roto la frontera entre la realidad y la locura.

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