Despertar

Ha pasado mucho tiempo desde que recuerdo haber sentido algún tipo de terror. No recuerdo lo que pasó exactamente, a veces en mis sueños esos recuerdos borrosos invaden mi mente, pero aún así… pienso que es algo superficial.

Tengo 17 años, ya estoy a puertas en la universidad. Durante mi adolescencia, en mi educación secundaria solo recuerdo rostros femeninos. Lo normal. Pero como en Barum no se encuentra "la mejor universidad" según mamá, era necesario esta vez alejarme del escenario de casi un tercio de mi vida. De todos mis recuerdos vacíos. Es así, no recuerdo algún momento memorable o de importancia, siento que mi vida es una pérdida de material. Nada emocionante, pero no me importa.

Estoy por mi cuenta, al menos en el aspecto de transporte y refugio. Sé que puedo contar conmigo mismo si algo se complica, eso es más que suficiente.

He crecido bajo ideales, los ideales de Barum. Por ello, desde chico he dejado de ser "problemático" sobre todo enérgico, pero no se me ha dado el hablar con nadie. Solo ignoraba a las niñas, con el tiempo todos fueron acostumbrándose a mi nuevo yo. Y yo mismo también, mi vida aburrida de por sí.

Soy inmune al encanto femenino hasta que yo mismo diga lo contrario.

Tomo el metro que me lleva a la cede universitaria, por primera vez veo a personas de mi mismo género. No es tan impresionante como lo imaginaba, pero sigue siendo irreal.

Mantengo la compostura en todo momento —como siempre lo he hecho, hasta con mi familia— las personas me miran raro, siento que pueden tener alguna idea de mi vida infantil. No puede ser. ¿Será lo formal que vengo?, ¿será qué me bañé con el jabón incorrecto?, ¿será lo alto que soy?, Talvez mis zapatillas sucias. Veo un poco de polvo en ellas, y las limpio con un paño. Uso guantes para agarrarme de las barras del tren y no caer. Me molesta la suciedad porque a todo Barum le fastidiaba un desechó en plena pista. Cuando niño, no entendía el afán de las chicas a ordenar hasta el más minucioso espacio. Tenía que hacerlo yo también.

Mis guantes son blancos, he de cambiarlos cuando baje del tren por unos limpios.

La puerta de mi Universidad está al frente mío. Siento nervios, pero los controlo —los nervioso generan sudor, no puedo mancharme. Los varones sudamos más que las mujeres—. Entro con la frente en alto, hay grupos de amigos conversando que me miran extraño, los ignoro. Hay otros estudiantes desaliñados, parecen ser igual de nuevos que yo. Puedo asegurar el hecho de ver a otros jóvenes impecables y formales también, pero yo puedo destacar de entre ellos.

...Este sería el comienzo de una historia continuada....

Nada más entrar, alguien choca conmigo. Qué torpe. Es una chica desaliñada, con ojeras levemente infladas, bronceada, vestida de ropa holgada; no es guapa, talvez estándar, levemente fea, eso es destacable.

—¡Ups! Lo siento —masculla.

Yo solo asiento y me separo lo más rápido que puedo. A esta chica parece no gustarle la ducha. Más tarde descubriría que su nombre es Gadah, como una muchacha especial, pude haberla visto en algún lugar, es como un deja vu. Puedo ver su pelo brilloso, algo de caspa y olor sudoroso. Espero que no se me acerque demasiado. Me alejo hasta mi asiento, iré al sanitario más tarde.

Y bueno, la chiquilla parece haber notado mi molestia; puedo ver su rostro enrojecer y mirarme mal desde lejos. A nadie le gusta ser ignorado, ni despreciado mucho menos. Pero no me importa; porque no me afecta en lo absoluto.

Al frente mío, un escalón más abajo, se sitúa una hermosa chica; sus cabellos son finos, lacios y sedosos. Tiene una separación perfecta por el medio de su cabeza. Su ropa está bien limpia, y su sonrisa deslumbra. No es gran cosa, pero es la chica más pulcra que he visto en este nuevo mundo.

Siento sonrojarme un poco, creí no sentir ninguna atracción así por ninguna afeminada; pero no. Ella es... ¿diferente? Pues sí.

La contempló por un largo tiempo, cuando ella hace ademán de girar la mirada; yo desvío la mía hacia la ventana, con el mentón apoyado en la palma de mis manos.

No sé lo que sucede después, pero hice lo correcto. Nadie puede saber que yo soy… ¿enamoradizo?. Parecer que no me interesa nadie además de mí mismo. No decir nada de mí con tan solo verme, que no sepan qué estaré pensando. Y me esfuerzo por ser asentimental. No me importa nada.

Continuará....

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