14.2

Edgar se detuvo a mirarlo mientras que el príncipe agachaba la cabeza y se sonrojaba aún más. Luego levantó su mirada y se topó con los ojos de Edgar. Ambos se sorprendieron y giraron sus cabezas tan rápido como les fue posible.

Erika notó esa pequeña efusión y se quedó mirándolos. Benjamín todo rojo y con la cabeza agachada y Edgar miraba una mosca, todo muy normal. Por su parte, Lucien había encontrado algo mega entretenido; Frank, en el patio del colegio, estaba parado junto al árbol que daba hermosas y aromáticas flores para la primavera. No hacía nada más que mirar al otro lado del patio. Le pareció normal y sin importancia hasta que también miró en esa dirección. No se esperaba encontrar a Celio Briand hablando con una chica pelirroja. Briand, un joven de cabello negro e intensos ojos rojos, que para muchos resultaban una rareza repugnante, para otros eran una belleza indiscutible.

Celio era un secretario del Comité Disciplinario y un príncipe-duque. Príncipe porque su padre era un miembro de la asociación de Reyes que había creado hace algunos años el padre de Benjamín. Estos Reyes no imperiales eran los que controlaban diferentes países, por ejemplo: Gerald dejó a cargo de Canadá al papá de Celio. Otro caso parecido era el de Frank, su padre regía New York por órdenes de Gerald Thompson.

La mamá era una Duquesa, aunque su padre también, y de allí su título nobiliario. Un chico como Celio, tan desinteresado por su entorno y del que poco se sabía, hablando tranquilo.

—¿Qué miras tanto? —Quiso saber la Marquesa y miró fijamente a través de la ventana—. Es Celio. Ese chico es tan sensual. —Soltó y Edgar casi se atraganta con su desayuno, al igual que Benjamín.

—Aquí, entre nos, tienes razón… —agregó Lucien. Erika se volvió sentar y sonrió.

—Solo que está muy chiquito. Benjamín es enano, pero Celio lo es aún más —farfulló Erika mientras se cubría las mejillas con sus manos.

—¿Celio? —cuestionó Benjamín, observando por la ventana—. Aunque no lo creas, tiene la lengua filosa —comentó el príncipe, dándole un mordisco a su sándwich. Edgar miraba al patio en donde divisó a Frank.

—¿Cuánto mide? —preguntó Lucien, untándole kétchup a una papa.

—No lo sé. Aunque es un poco más bajo que Vénus. Es genético, sus padres no son de gran altura —respondió Benjamín.

—¡¿Vénus?! Ella es de primer año y él de último, ¡no puede ser! —exclamó impresionado el francés.

—Sí, está chiquito —afirmó Erika con los brazos cruzados y los ojos cerrados.

—¿Celio? —Logró decir Edgar entre tanto alboroto.

—¡Ah, es del Comité! —Soltó Erika con una sonrisa juguetona—. Seguro que rechaza el puesto de Adeline. Así que, si Edgar llega a entrar, será el primer secretario —comentaba la muchacha con toda la seguridad del mundo.

—¿Por qué siempre rechaza los puestos? —murmuró Lucien un poco molesto.

—Nunca me ha dado una respuesta más allá de su típico: “no, gracias” —citó Benjamín, encogiéndose de hombros.

El ding dong de la campana los alertó y se acomodaron en silencio al ver que la profesora de Educación física, Cristal, ingresaba al salón.

Ella los saludó y luego se acomodó en su asiento, tomó los anteojos y se los colocó.

—Veamos… —dijo entre dientes, escaneando a todos los alumnos—, vayan a cambiarse, haremos actividad física hoy. —Los chicos se levantaron y salieron con pesar del salón.

(…)

Las clases físicas habían finalizado y Edgar y Lucien estaban en los baños. Edgar aún respiraba agitado después de que la profesora lo obligara a correr veinte vueltas a la cancha.

—Odio Educación Física —se quejó Edgar, lavándose el rostro. Lucien río.

—Te tiene manía la profesora —se burló el francés al recordar que Cristal regañaba por todo a Edgar.

—Eso es culpa de Benjamín. —Siguió quejándose mientras salía del baño junto al Conde.

—Es verdad. Benjamín solo te hizo ir ese día porque sabía cómo terminaría todo —explicó el francés, riéndose por las penurias del ruso.

—Ahora que recuerdo, él me amenazó. —Soltó con desdén.

—Yo solo recuerdo que te vieron con Jonathan —agregó Lucien y se encogió de hombros—. Demonios, hombre, eso sí es meter la pata —comentó mirándolo con burla. Luego su expresión cambió a una de enojo. —¡Oye, bastardo por tu culpa, Frank le dio una paliza a Benjamín!

Edgar retrocedió un poco y se puso a la defensiva. Le tenía un poco de miedo al francés.

—E-escuché algo sobre eso, pero no fue mi culpa —se defendió el ruso dejando un espacio entre ambos para poder salir corriendo por si algo sucedía. Además, tenía un brazo roto.

—¡Pequeño bastardo! —Enfureció Lucien y luego cambió de repente—. Es cierto, no es tu culpa. —Sonrió y Edgar retrocedió aún más.

—S-sí… —murmuró bajando los brazos. Lucien siguió caminando hasta que se detuvo pensando.

—¿Te gusta Jonathan? —preguntó el francés, dándose vuelta. Edgar acomodó su cabello y se acercó al Conde.

—No. —Su negativa fue rotunda y dejó a Le Brun un poco confundido—. Él me pidió salir y yo solo acepté. Aunque algo era obvio, yo tampoco le gustaba —confesó el ruso, encogiéndose de hombros.

—Su relación era muy bella. —Soltó sarcástico el francés y retomó el camino al salón con el ruso siguiéndole más lentamente. Edgar se limitó a rodar los ojos y seguir al chico engreído que tenía en frente.

—Bueno, no duró mucho, tampoco —farfulló el ruso, restándole importancia al asunto. Lucien asintió en silencio y siguieron caminando hasta toparse con Frank, quien venía subiendo las escaleras.

—Vasiliev… —gruñó el rubio, apretando su puño. No era la persona que querían ver en ese momento y se notaba. Edgar se escudó detrás de Lucien, presentía que algo malo podía suceder. No pudo ocultar el miedo y la ansiedad que crecían dentro de él y hasta sintió que parte de su alma salió corriendo despavorida en cuanto vio a Frank.

El francés miró de reojo al ruso. “Fantástico, Edgar es un cobarde”. Se quejó internamente mientras volvía su vista a Frank. Este ni siquiera tenía la intención de irse o dejarlos bajar, pero tampoco tenía ganas de pelear, por lo que siguió su camino sin prestar atención a los chicos que se quedaron atrás.

—Genial… —murmuró Edgar. Suspirando, dejó caer toda la tensión de su cuerpo—. No estoy hecho para este tipo de situaciones —se lamentó, cerrando sus ojos mientras daba otro gran suspiro. Sentía como su alma volvía a su cuerpo.

—De eso me di cuenta, casi te haces encima —se burló el francés y le dio un golpe en la espalda—. No sé cómo pudiste golpearlo así en el rostro… —dijo, agitándolo.

—Fue puro impulso y cerveza en la cabeza —se defendió—. Ni siquiera me detuve a pensar en que luego Frank me colgaría de las pelotas —agregó y su mirada se oscureció al imaginar aquella aterradora escena.

Lucien no pudo evitar soltar una estruendosa carcajada ante los balbuceos del ruso. Era demasiado gracioso.

—¡Oh, cielos! —exclamó el francés riéndose.

—¿Qué es tan gracioso? —inquirió Edgar con una ceja levantada. El francés paró en seco y lo miró con desgano.

—Eres estúpido. —Escupió y bajó las escaleras con las manos en los bolsillos del pantalón.

—¿Eh… por qué? —Alcanzó a preguntar el ruso y bajó detrás de Lucien. Este simplemente alzó los hombros y siguió caminando.

Por fin llegaron a la cafetería, en donde los esperaban Erika y Benjamín sentados en una mesa del fondo. Se acercaron y ambos se sentaron mientras Erika reía junto a Benjamín.

—Fuiste regular en tu entrevista —informó Benjamín, mirando a Edgar. El ruso suspiró y se encogió de hombros—. Como sea, de todos modos, Vénus te dio una calificación… digamos que buena —explicaba, acomodándose en su asiento y devorando unas donas—. Fue una deliberación larga, pero ya tengo los resultados.

Edgar lo miró sorprendido y se enderezó para preguntar—: ¿Había más alumnos?

—Claro que sí. —Soltó el castaño, sin prestar mucha atención—. Solamente hacemos los exámenes por separado, al igual que las entrevistas —agregó, dejando el envoltorio del dulce en su bolsillo.

—Oh, claro, ¿por qué no? —musitó Edgar. “Tienen métodos muy extraños”

—Bueno, finalmente llegamos al resultado que tú deberías estar en el Comité. Tu puntaje fue mayor al del resto. —Finalizó Benjamín, poniéndose de pie—. Tienes que ir al Comité en el receso, estaremos esperándote. Bueno, me voy. La reunión del Consejo Estudiantil no empezará sin mí —se despidió con una sonrisa y salió corriendo de la cafetería.

—¡Genial! —gritó Erika, abrazando a Edgar y despeinándolo. El ruso se quejó, moviéndose debajo de los brazos de la Marquesa—. ¡Eres oficialmente un miembro del Comité Disciplinario! —exclamó, tomando su celular y mostrándole a Edgar la página oficial del colegio en donde se mostraban los nombres de los miembros de varios Comités. En el Disciplinario figuraba el ruso.

—Guau… —murmuró Lucien, mirando la página del colegio—. Es verdad. —Edgar tomó su celular y lo verificó. Lo confirmó, su nombre salía junto al de un tal Celio Briand de último año.

—Mañana empiezan las vacaciones, el papá de Benjamín nos va a llevar a la casa de campo —hablaba Lucien con Erika y el ruso alcanzó a escuchar—. Vénus me dijo que irá por su cuenta, al igual que Celio —agregó Erika, cruzando sus piernas.

—¿Celio? — Cuestionó el francés mirándola. Edgar suspiró y dejó su teléfono en la mesa para prestar más atención.

—Sí, sí, Charlotte y Ava también van a ir. —Sonrió, reposando su cabeza en el hombro de Lucien.

—¿Y tú, Edgar, vas a ir? —preguntó Lucien luego de sonreírle a la Marquesa.

—Tal vez… —respondió en un suspiro y Erika se enderezó para darle un coscorrón.

—¡Claro que vas a ir! —le ordenó la muchacha y el ruso se quejó mirándola.

—Está bien —musitó evidentemente molesto. Erika sonrió y lo abrazó asfixiándolo.

—¡Lucien, hay que adoptarlo! —exclamó la Marquesa, meneándose con el cuerpo inerte de su amigo.

—Como si quisiera tener un hijo tan feo. —Soltó burlesco el francés y Edgar lo miró con una ceja levantada. Erika río y apretó más al ruso.

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Comments

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Mix Mix

jajajaj ya lo habías adoptado desde antes jaja

2024-07-28

1

Mix Mix

Mix Mix

Fantástico /Hammer//Right Bah!//Facepalm/

2024-07-28

1

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Mix Mix

jajajja que bipolar 🤣

2024-07-28

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