CAPÍTULO 18

Sus ojos se iluminaron a tal frase, su sonrojó se hizo notorio, las manos de Félix tocaron sus mejillas para intentar besarla pero ella rápidamente se levantó de la cama para irse el baño y de un portazo cerro la puerta, al momento de entrar se recargó en ella para después respirar profundamente, tratando de aclarar la situación.

Nerviosa se dejó caer sobre la puerta tocando su pecho para sentir como latía su corazón a tal punto de incluso sentirse agitada.

Lo que pensaba tal vez era una equivocación, su mente estaba llena de pensamientos fuera de lugar que hacían ver las palabras de Félix en doble sentido.

Dejo de reflexionar al escuchar como tocaban la puerta, Félix sin duda.

Soltó un suspiro y acomodó su cabello.

Mantenerse relajada era su plan, pero era más humillante tener que volver a la habitación, y aún más tener que explicarle el motivo por el que salió, su vista fue hacia la perilla, la giro lentamente sintiendo un escalofrío para tener en frente unos ojos rojos que reflejaban preocupación.

—Discúlpame, no era mi intención asustarte—Dijo Félix. Tomó las manos de la joven pero ella bajo su mirada algo avergonzada, su teoría se confirmó, lo que estaba creyendo era cierto, algo que le atemorizo pero a su vez la hizo sentir extraña.

No respondió nada, tenía cierta inquietud. Pero era de esperarse, puesto que anteriormente su cuerpo había sido visto incluso cuando no tenían comunicación, mucho antes de hacer siquiera un vínculo. Un roce fue lo suficiente como para llamar su atención, notó como Félix tomaba un mechón de su cabello.

—Desde que te conocí vi la mitad de tu cuerpo desnudo, pero jamás tuve ideas erróneas, al contrario, opinaba en cómo era posible que dejarán a una joven tan llena de vida en este lugar, pero con el tiempo no pude evitar agradecerle a tu padre por no haberte podido detener, ya que no te hubiese conocido y no me hubiera enamorado de ti—Sé detuvo para apreciar el rostro de su amada, la cual sus ojos se hacían cada vez más grandes debido a sus palabras—Jamás haría algo que tú no quisieras, lastimarte es algo que espero no volver a repetir, y digo espero, ya que mi actitud arrogante suele apoderarse de mí, pero tú me haces darme cuenta que todo en algún momento merece un perdón, me haces sentir relajado, me haces sentir simplemente feliz—

Se quedó perpleja, las palabras de Félix le daban calidez, sentía seguridad a su lado, se sentía halagada, las lágrimas empezaron a brotar, no por tristeza sino por la enorme felicidad que estaba sintiendo.

Se recargó lentamente en su pecho para escuchar un corazón latiendo, un beso fue lo que recibió a cambio, lentamente tomaron asiento mientras seguían devorándose los labios del otro, la joven fue la primera en perder el aire, así que se separó de él para tomarse un suspiro.

—Yo...—Marieth no podía pronunciar ninguna palabra, estaba un poco agitada, nunca había sido besado de esa manera—Yo jamás...—Respiro hondo—Jamás supuse eso de ti, solamente creí que estaba pensando mal, jamás me imagine que haría algo así, pero si es contigo soy capaz de incluso darte mi vida—Sus mejillas ardían de la vergüenza, su corazón se le salía del pecho, sus manos sudaban de nervios, le estaba proponiendo algo no tan decente, ¿Proponiendo?, si, eso era seguro, su mano tocó los labios de Félix quien daba unos pequeños besos como respuesta.

—Esa me la diste al llegar aquí, y yo fui un imbécil que no supo aprovecharla en su momento, dame la oportunidad de poder demostrar de que puedo cambiar—Agachó su cabeza en señal de súplica—Dame tu permiso por favor, lo haré únicamente si me dices que si—Ella asintió levemente mientras escondía el rostro en su pecho apenada, estaba decidido.

—Yo seré tocada por el único hombre que me hace sentir como tú lo has hecho—Dicho esto una sonrisa llena de amor se formó en la cara de Félix—Yo te daré las oportunidades que sean necesaria siempre y cuando ames lo que yo amo, y siempre y cuando pongas de tu parte, y te esfuerces al cambiar—Su palma hizo subir la cabeza del pelinegro—Yo te prometo que pondré de mi parte para hacerte feliz, para aliviar tus heridas, deseo rascarte—

Ambos se miraron fijamente mientras nuevamente se besaban con pasión.... Ahora solo eran ellos dos...

El camisón fue lentamente retirado dejando ver una piel pálida frente a los ojos del hombre, un escalofrío recorrió el cuerpo de la joven, la piel se le erizó al sentir unas manos heladas tocando sus brazos, como era costumbre a pesar de usar unos guantes se sentía su frialdad, pequeños suspiros salían de la boca de la pelirroja, rezaba porque nadie los escuchara.

Pequeños besos recorrían su cuello hasta bajar lentamente hasta su abdomen.

La mente de Marieth parecía que estallaría en cualquier momento, nunca se imaginó hacer un acto tan indecente, mucho menos con alguien que no garantizaba que se casaría, pero no lo detuvo, ¿Por qué?, ni ella lo sabía, era tan gentil, cálido a pesar de tener una piel tan fría era imposible separó de ella, menos ahora que está entregándose al amor de su vida.

Llego a un punto donde ocasionó que la joven apretaba las sábanas con fuerza, suspiros salían de sus labios, una lengua recorría toda esa zona, podía sentir como sus mejillas ardían completamente, la mano de la joven deseaba agarrar otra cosa, Félix al notar eso tomó su mano a lo que ella lo apretó con fuerza.

Sentían deseo hacia el otro, los labios volvieron a chocar entre sí, a lo que unas risas se escuchaba entre ambos. No solamente estaban haciendo el amor, también les divertía el hecho de que estaban junto al otro, ya que ahora nada ni nadie los separaría.

Lentamente, unas piernas blancas y delgadas comenzaban abrirse.

—Marieth—La vista de joven fue hacia él—Quiero que aceptes algo—

—¿Si?—Preguntó algo apenada, cerraba sus ojos por medio de la vergüenza que sentía.

—Mírame por favor—Tocó las mejillas de ella para que lo volteara a mirar.

Unos ojos verdes se abrieron para contemplar a su amado dándole una sonrisa de amabilidad.

—Acepta todo de mí, tanto mi cuerpo, mi Castillo, mis tesoros, mi Rosa y sin decir más completamente mi vida.

Te amo, y si algo me pasara a ti te entregaré todo, solamente necesito que lo aceptes—

La vista de la joven cambió, se levantó para quedarse frente a él, incluso para sentir la respiración del otro.

—Yo lo aceptaré—Al decir eso una sonrisa se formó en los labios de Félix—Siempre y cuando estés a mi lado, porque lo único que me hace feliz es sentirte cerca, tú eres mi tesoro—

—Y tú el mío—Respondió sin dudar.

—Félix—Dijo entre susurros mientras miraba sus labios deseosa de más.

—Marieth—No esperaba más para besarla y tocar su pecho suavemente, la ropa le empezaba a estorbar a Félix quien lentamente se quitaba su camisa...

—¿Hola?—Se detuvieron, sus ojos se conectaron con los del otro, la mirada de él era de sorpresa, mientras que la de ella demostraba horror, era la voz de Albert, un escalofrío recorrió todo su cuerpo dándole un hormigueo, se apartó de un movimiento de Félix colocándose su camisón.

—Carajo—Dijo entre susurros Félix, un golpe vino de la puerta, seguía insistiendo aquel joven.

—¿Marieth?—Preguntó Albert, a la joven casi se le bajó la presión, se dio prisa para parecer lo más natural posible, se puso frente al espejo para ver su rubor en las mejillas, tenía un tanto de sudor en todo su cuerpo, a lo que tomó un pañuelo para limpiarse.

¿Qué hacía levantado?, no pasó mucho tiempo de cuando le dio la medicina. Pensaba la joven.

—¿Qué va a creer mi hermano?—Dijo en voz baja. Trataba de acomodarse lo más que podía, ni siquiera una gota de evidencia podía hallarse en su cuerpo.

—Considerará que eres una mujer irresistible como para solo hablar en unas semanas—Un guiño fue lo que siguió después del comentario de Félix, una expresión de molestia fue lo que tuvo de contestación.

—Di que no estoy, saldré por la ventana—

—Qué estúpido—Félix vio como la joven abría lentamente la ventana para salir con cuidado, tapo su boca para aguantarse la risa que le provocaba.

Se asomó por la ventana para ver como la joven se sostenía entre los pequeños adornos que se hallaban en su habitación—Te vas a lastimar, detente—

—No—Dijo mientras la lluvia la mojaba intensamente.

—Al menos el sudor ya no estará en tu cuerpo—Dijo tras darse otra carcajada que trato de hacerlo en silencio.

Una sonrisa de enamorado se formó en su rostro.

No pudo evitar tener un recuerdo que supuso haber olvidado.

....

"Entonces el joven alarmado salió por la ventana, no debían descubrirlo, pero antes de irse con su mano le lanzó un beso a su amada, a lo que ella colocó sus labios para recibirlo".

—Padre, yo no deseo oír eso—Dijo aquel pequeño rubio quien sentía asco ante tal cuento—No es importante ese tipo de detalles—Una risa soltó aquel Rey junto a su amada esposa.

—Querido, todo detalle es valioso en una historia, hasta el más pequeño y diminuto—Contestó una bella mujer rubia de ojos verdes llamando la atención de aquel niño—Es por esa razón que debemos prestar atención hasta el más mínimo detalle, el amor es valioso—

—¿Por qué?—Preguntó él niño con incredulidad a lo que la madre le dio una sonrisa cálida mientras lo sostenía entre sus brazos juntando sus mejillas.

—Lo que yo siento por ti es amor querido, daría la vida por ti sin pensarlo, el significado del amor es como tú lo quieras dar—El niño simplemente sonreía al sentir el cálido abrazo de su madre, no había escenario más perfecto como el que estaba viviendo aquel pequeño.

....

Una sonrisa se formó en los labios de Félix.

En este caso él era la damisela a la cual se le prohibía verse con el amor de su vida, y Marieth era el caballero terco que no la dejaba ni por un segundo, un suspiro de enamorado soltó nuevamente.

Un golpe lo hizo mirar hacia la puerta, se colocó su máscara para después ir hacía el muchacho.

—No está—Fue lo que dijo al abrir la puerta sin siquiera dejar hablar al joven—Ni te molestes en seguir preguntando por ella, tal vez debe de estar en la sala o yo que sé, y otra cosa importante es que deberías de estar en la habitación donde te dejaron para descansar—Era cierto, al menos se iría más rápido al ya estar recuperado, la medicina había funcionado como para ya verlo de pie. Sintió que su máscara estaba desacomodada de la boca a lo que esté se la acomodó apenas tuvo oportunidad.

Albert se quedó estupefacto, nuevamente ver a ese sujeto lo hizo sentir molesto.

Cuando despertó lo primero que se le vino a la mente era su hermana, miró hacía todas direcciones para encontrarse en una habitación demasiado grande y elegante, parecía el de una mujer, lo sabía por medio el olor y los roperos, ruidos se escucharon en una habitación, humo provenía de ella, olía a jabón.

"Baño", fue lo primero que pensó, noto como su vestimenta era otra, miró sus manos para verlas limpias, y se sentía con toda la energía posible como para incluso volver a escalar un árbol, se levantó para abrir la puerta y salir de la habitación.

Debía encontrar a su hermana, lo más probable era que la persona en la ducha era William, lo había notado, ya que su ropa sucia la había dejado en una silla, pero no quería decirle que había despertado, sabía que lo haría volver a la cama, y por supuesto por las ideas que tenía en su mente, ¿Dónde estaba?, se preguntaba una y otra vez...

Se detuvo al escuchar unos ruidos.

—¿Hola?—Preguntó a la nada, a lo que escucho un fuerte golpe, provenía de una puerta azul marino, camino hacia ella para tocar la puerta—¿Marieth?—Preguntó, siguió insistiendo pero no recibió respuesta hasta que la puerta se abrió dejando ver a un hombre más alto que él, usaba una máscara totalmente negra, notó que estaba mal puesta de su boca pero se la acomodó apenas le termino de hablar.

Después de que le diera el sermón de que Marieth no estaba en su habitación se dispuso a no bajar la guardia.

—¿Entonces dónde puede estar?, Dudo mucho que ande paseando ante esta lluvia—Dijo de una manera altanera.

Félix recordó por fin, Marieth había salido por la ventana con esta tormenta, rápidamente dejó hablando solo a Albert para ir hacía su ventana, miró a ambos lados pero no vio nada, se dirigió a su espejo colocando su mano.

—¿Dónde está Marieth?—Preguntó algo preocupado pero tratando de mantener la calma.

—¿Qué carajos?—Dijo Albert asombrado ante tal cosa como un espejo mágico, vio como su hermana estaba secando su cabello mientras hablaba con William—¿Así que estaba afuera?, ¿Haciendo qué?—Preguntó, pero se relajó al verla a salvo.

Un suspiro salió de ambos.

—Puesto que está en la misma habitación donde tú recientemente estabas puedes retirarte—Dijo Félix viéndolo con indiferencia, pero este no se fue—¿Qué esperas?—Preguntó arqueando la ceja.

—Lo siento—Sé sorprendió al oír esa palabra viniendo de él—Fue mi culpa que mi padre viniera a este lugar desesperado, no lo estoy defendiendo ni nada de eso, solamente quería pedirte una disculpa, y también por dispararte—Félix estaba atónito, siempre estaba a un paso de las personas, esperando lo mejor o lo peor, pero esta vez no se esperaba algo así—Te suplico que nos perdones—

Ya lo había entendido por fin, todo se estaba aclarando a como se veía la situación, comprendió que este tipo significaba algo para Marieth, lo noto al dispararle, sus miradas demostraban todo el afecto del mundo, también el que su hermana se quiera quedar, era muy orgullosa como para aceptar algo así, en otra situación ella hubiese sido la del plan, pero esto era diferente y lo sabía con esa actitud.

Ver la preocupación de ese hombre hacía su hermana significaba algo más que incluso cariño mutuo.

Mientras descansaba su mente lo ayudaba a aclarar sus ideas, malentendidos, lo que planeaba era tratar de volver a matar a ese sujeto, pero al sentir la nueva atmósfera decidió cambiar de opinión, sintió que debía de actuar como lo que era, un joven adicto a las apuestas, pero en su interior se hallaba a un hombre trabajador por lo que quería.

—Comprendo—La vista de Albert fue hacia él—Yo...—Antes de que Félix continuará hablando la puerta se abrió de golpe dejando ver a una pelirroja enojada.

—Albert, ¿Por qué estás levantando?, debiste de seguir descansando—La joven le dio un pequeño golpe en su cabeza a lo que esté se la toco adolorido.

—No iba a dormirme en una habitación desconocida—Sé defendió Albert, mientras tocaba su cabeza mirándola adolorido.

—De igual manera, te dieron la oportunidad de dormir esta noche y salir por la mañana, debiste de descansar—

—Mejor explícate, ¿Qué hacías afuera en la lluvia?, ¿Es alguna clase de castigo o qué?—Marieth se quedó callada por unos segundos mientras disimuladamente observaba a Félix quien miraba el techo indiferente, apretó sus dientes un tanto molesta, sabía que no tendría apoyo de parte de él. Y era bueno en cierto modo, prometió cuidar si carácter así que suspiro para mirar a Albert.

—No estamos hablando de mí, sino de ti, y tampoco estás respondiendo a mi pregunta—Fingió sentirse ofendida ante las preguntas de su hermano.

Era claro que no le contaría la razón.

Al salir por la ventana, la lluvia caía con fuerza, miraba el tejado demasiado resbaloso, así que cuidadosamente bajo su pie derecho para caminar lentamente mientras se sostenía de la pared que tenía pequeñas aberturas, la lluvia la empapó completamente.

Se sentía estúpida al salir como si estuviese cometiendo un delito, pero no dejaría que su hermano la viese como una cualquiera, no entendía que ese hombre la hacía feliz incluso como para llegar a tal límite.

Una luz provenía de su habitación, a lo que está se acercó rápido, se sostuvo de la ventana para no caer, a lo que vio a William tembloroso al verla. Una sonrisa se formó en Marieth mientras que al pobre de William se le salía su corazón, rápidamente fue a auxiliarla.

—¿Qué hacía ahí?—Preguntó desconcertado mientras le llevaba una toalla para qué se secará mientras temblaba del frío que sentía.

—Es una larga historia, mejor no pregunte—Seco su cabello hasta que recordó por qué salió.

Entró en razón, su hermano se encontraba en la habitación de Félix—Espéreme aquí—Dijo mientras colocaba la toalla en una silla.

—Aún sigues mojada—Dijo William tomando la toalla—

—No se preocupe, es lo de menos—

—¿Vas en busca de Albert?, te juro que cuando salí él no estaba, y mientras me bañaba me trate dar prisa, ya que escuche ruido—Decía la verdad, y Marieth lo sabía con esa actitud, su hermano era muy terco como para quedarse a dormir en una habitación extraña a la cual no conoce.

—Así es—Contestó cansada, estaba en un momento demasiado especial como para qué lo arruinará.

—Déjame término de acomodar e iré a alcanzarte—

—Claro—Contestó.

La joven no perdió tiempo alguno y se fue a prisas a la habitación de su amado para abrir la puerta de golpe y encontrarse a ambos.

Y llegaron a esta situación.

—Ya, lo siento ¿Si?—La joven soltó un suspiro de vergüenza, no le creía la disculpa pero era bueno darle la razón para no revolver el asunto.

—Regresemos—Tomó el brazo de Albert para sacarlo de ahí pero este se quedó quieto.

—No hay manera, ¿Verdad?—Le preguntó a Félix mientras bajaba la mirada, pero este se quedó callado.

—Albert—Llamo la atención del joven aquella pelirroja—Como te dije anteriormente estoy bien, a salvo, no te preocupes por mí—

—¿Puedes serme sincera?—Preguntó Albert mientras sujetaba sus manos.

—Por supuesto hermano—

—¿Eres feliz aquí?—

Se quedó sin palabras. Incluso aquella pregunta ocasionó que Félix mirara a Marieth de forma penetrante, también tenía dudas acerca de su respuesta.

Mientras tanto la joven no podía formular su respuesta, ¿Qué tanto le costará responder?.

Tomó aire y miró de manera determinada a Albert.

—Soy completamente feliz, y no deseo ofenderte hermano, pero aquí me siento mejor que en nuestro hogar—

Albert se quedó atónito, podía imaginarse cualquier tipo de respuesta, pero jamás se esperó eso.

—No entiendo—Sé sentía confundido.

—Yo tampoco, pero me he enamorado de él—Con la palma de su mano señaló a Félix quien tenía un sonrojó intenso por aquella afirmación.

—¿Qué carajos?—Preguntó Albert desconcertado.

Ya lo sospechaba pero no creyó que se lo diría tan pronto, pensó que iba a titubear o a negar.

—¿Tú consideras que me sentía bien en casa?—Su voz empezaba a quebrarse—Mis hermanas no hacen más que menospreciarme siempre cuando pueden, estoy cansada tanto mentalmente como física—El silencio de su hermano fue la respuesta que obtuvo, su mirada bajo al suelo—No esperaba que me entendieras, solo quiero que entiendas que él—Señaló nuevamente a Félix —Él es el único que me entiende de verdad, me ha mostrado más afecto que mis hermanas en toda mi vida—Albert tocó su rostro, sentía su dolor.

—Como lo siento Marieth, pero te prometo que eso puede cambiar—Trataba de rescatar sus palabras.

—Te amo hermano, pero no volveré a lo mismo, tú trabajas siempre al igual que Sebastián, mis hermanas cada noche se van en busca de maridos—Limpió su mejilla la cual tenía una lágrima—Mi padre se la vive en el trabajo, es mejor separarme de ustedes, así les alcanzará el dinero—

—No me importa el dinero, me importas tú—Contestó destrozado.

—No quieren a una hermana o hija, lo que quieren es tener a una esclava sumisa, la cual nunca cuestiona nada, escucha como la critican hasta por respirar—

—Yo jamás te he visto como una—Cuestionó, las palabras empezaba a arder en su pecho, todo lo que sentía Marieth nunca se lo espero, siempre la miraba completamente feliz, nunca decía nada acerca de lo malo que se comportaban sus hermanas, sabía como eran pero jamás se esperó ese tipo de reacción de parte de suya.

Todo era una máscara la cual usaba para tapar su dolor, se sentía arrepentido, vacío...

—Tal vez tú no lo vez así, pero yo si—Sentía que debía de sacarlo todo, porque si seguía ocultando lo que su corazón sentía no podría ya vivir como le apeteciera. Félix era la persona que quería el resto de su vida, lo que más apreciaba de él era que tuviese una mente tan abierta, que no la menospreciara por el simple hecho de ser mujer, nunca le puso a hacer tareas de casa incluso siendo una prisionera—Cada día de mi vida no era perfecto, y sé que tampoco pueden serlo siempre, pero rezaba para que uno al menos lo fuera, lo lamento—Sé acercó para acariciarlo de la mejilla—Pero no puedo volver, tanto por mi promesa como porque he hallado un hogar aquí—Sentía una enorme tristeza, pero no debía de cambiar de parecer aunque le estuviera rogando, no abandonaría su felicidad para hacer felices a quienes no se lo mereciera aunque hubiese personas que si la querían como su amiga Jeanne—Quiero que sigan esforzándose cada vez más, en especial tú Albert, eres terco, sé que la situación ahora debe de estar difícil, pero eres fuerte y podrás resolverlo, tanto como Sebastián, has que pongan de su parte mis hermanas, y que mi padre no olvide el gran hombre que es—

Félix escuchaba atentamente a esa mujer determinada, su perspectiva había cambiado, no la miraba indefensa jamás lo hizo, pero cuando discutieron acerca de su familia y la suya notaron todo sus rasguños que no habían sido cuidados adecuadamente.

Lloraba con facilidad al tocar el tema.

Tocó su pecho para escucharlo retumbar como si se le fuese a salir. Estaba decidido, deseaba pasar toda su vida a su lado, la haría su esposa, así sea el mismo demonio quien e interpusiera.

Una sonrisa de oreja a oreja se le formó.

—De acuerdo—Bajo su cabeza Albert—No he sido el mejor hermano y lo acepto, ¿Pero estás segura de tu decisión?, tal vez estés confundida, ¿No te lanzó un hechizo?—Aquel comentario ocasionó una fuerte risa de Félix sorprendiendo tanto a Marieth como a él.

—¿Qué me crees? ¿Bruja?, y si lo fuera desde hace tiempo te hubiese convertido en sapo—La joven únicamente se acercó a él para darle un empujó.

—Basta—Dijo entre susurros.

—Entiendo—Dijo por fin Albert—Está bien, no les contaré el porqué te quedarás, le daría un ataque a nuestro padre, vamos a evitar decirlo, ya sabré que decirle—

Marieth abrazo a Albert fuertemente que ni siquiera lo dejaba respirar, a lo que él movió los brazos rápido.

—De acuerdo, suéltame, no puedo respirar—La joven al notarlo se soltó mientras reía.

—Lo siento—

—Nos vemos hermanita—Acarició su cabeza como era costumbre—Te cuidas demasiado, y si te hace algo malo quemo el Castillo—Risas provinieron de ambos.

—¿Por qué mejor no te quedas?, puedes irte mañana temprano—Insistió Marieth pero él negó.

—No te angusties, es mejor retirarme de una vez, tengo demasiada energía como para dormir—

—¿Y William?—Arqueo la ceja poniendo sus manos en la cintura—Él debe de estar cansado—

—Para nada, no te angusties—Dijo sin importancia.

—Albert—Cuestionó.

—Tengo que saber que paso con nuestro padre—

—¿De qué hablas—Preguntó. A lo que sintió algo en su espalda, al mirar traía una toalla.

—Estás mojada, si no me equivoco seguirán hablando, te pongo eso para que evites enfermarte—Dijo Félix mientras hacía que tomara asiento—Tú—Señaló a Albert

—Toma asiento en otro lado—Trato de sonar lo más amable posible pero la mirada de Marieth reflejaba otra cosa, no tan agradable que digamos.

—De acuerdo—Dijo Albert incómodo, miró a Marieth para respirar hondo—Nuestro padre piensa en pedir un préstamo en el banco para al menos salvar la casa, e iremos pagando por meses—

—Entiendo—Contestó la pelirroja. Cubrió su boca algo pensativa.

—Lo mejor por ahora es ir a ver que todo esté bien, pero tardaré un poco, solo deseo verlo ahora—

—Créeme que les estará yendo de maravilla, no te angusties hermano—Secaba su cabello mientras le daba una mirada agradable a Albert, pero este no parecía igual de alegre.

—Necesito verlo, tengo que ver que está bien—

Marieth giro hacía Félix, a lo que él entendió a la perfección, pero negó, ella asintió, pero él volvió a negar, ella siguió insistiendo a lo que desconcertaron a Albert.

—¿Qué?—Preguntó confundido.

—Félix—Ordenó Marieth.

—No—Negó.

—Félix—Subió su tono de voz.

—No—Volteo su cabeza a otro lado.

—¡Félix!—Grito a lo que asustó a ambos.

—De acuerdo—Dijo al fin—Sígueme—Le dijo a Albert a lo que esté se levantó enseguida.

—¿Recuerdas lo que viste hace un momento?—

—¿El espejo mágico?—Dijo alzando una ceja Albert.

De solamente imaginarse la magia que tenía le causó un par de escalofríos.

—Así es—Respondió—Necesito que coloques tu mano en el espejo y le pidas a quien deseas ver y enseguida te aparecerá—Algo andaba mal, presentía que no estaba del todo bien, pero trataba de negarse a que él padre de Marieth no estuviese en su mejor situación.

Albert lo miro incrédulo, pero lo que vio hace unos segundo y todo lo que le ha estado pasando últimamente lo hizo cambiar respecto a la idea.

Su vista volvió a Marieth quien le sonrió, sabía que lo trataba de animar a hacerlo.

—Carajo, lo haré entonces—Dicho esto colocó su mano en el espejo mientras sudaba de los nervios—Quiero ver a mi padre—Pidió, a lo que una luz blanca lo cegó.

La joven estaba emocionada de ver a su padre, su sonrisa se hizo presente, verlo era lo único que necesitaba.

Pero para su mala suerte lo que se encontraría no era algo del todo agradable, tanto Albert como Marieth se quedaron perpetuos al ver como su padre estaba en un hospital, estaba siendo atendido mientras que Sebastián se encontraba a su lado, su rostro estaba pálido, podía notarse que el joven estaba angustiado.

—Tengo que ir con él—Dijo Albert sin siquiera titubear.

—¿Qué le sucedió?—Preguntó Marieth mientras sus manos cubrieron su boca. No podía entender lo que estaba pasando, ¿Cómo llegó a esa situación?, se cuestionaba.

—Debió de ser que no le dieran el préstamo, era nuestra última oportunidad, eso pasó—

—Dios—Dijo en un tono preocupado, a lo que está se abrazó a sí misma tratando de relajarse, sintió como era abrazada por Félix quien acarició su espalda.

—No te preocupes, todo estará bien—Dijo, pero notó que Albert ya no estaba en la habitación, había dejado la puerta abierta.

—Debo de ir con él, tiene que saber por mí que estoy bien, debo de….—Fue interrumpida por un beso corto en los labios.

—Les daré la medicina, y créeme que al solo sentirla en su cuerpo quedara como nuevo—La joven sonrió mientras Félix lentamente limpiaba las lágrimas de aquella pelirroja.

Albert había salido de la habitación y vio a William en el pasillo observando unos cuadros.

—William—Dijo Albert acercándose a él agitado.

—¿Por qué te levantaste niño?—Preguntó, pero noto el semblante pálido de Albert.

—Debemos irnos ya, mi padre está grave—

—¿Qué sucedió?—Preguntó.

—No hay tiempo, vámonos—Dijo este sin prestar atención, si habría que correr lo haría sin pensarlo dos veces.

—¿Y tú hermana?—

—Sé quedará aquí—Ya no importaba eso, debía de ver a su padre ahora.

No podía razonar, todo se estaba juntando y le causaba una sensación de horror, corrió por el Castillo para tratar de encontrar la puerta, antes de que siguiera corriendo fue detenido del hombro para ver a Félix.

—Basta, si crees que corriendo por todos lados vas a resolver la situación estás muy equivocado, piensa con la mente fría estúpido—Hizo molestar a Albert pero tenía razón, ¿Qué haría?, ¿Llorar?, era evidente que no sería así, suspiro pesadamente y se tiró al suelo cayendo de rodillas para mirar el piso decepcionado.

—Albert—Llegó Marieth para abrazarlo—Todo estará bien, la medicina puede ayudarlo—

Tenía razón, la única manera de ayudarlo era la medicina, si pudo con él, también podría funcionar en George.

Se levantó para limpiar su pantalón.

—Claro, Marieth irá contigo—Afirmó Félix.

Todos lo miraron sorprendidos, en especial la pelirroja cuyos ojos verdes se iluminaron.

Era un decir, no pensó que sus palabras harían que Félix la dejara ir a su pueblo, creyó que su relación no cambiaría su trato, pero por lo visto estaba equivocada.

—¿Qué dices?—Preguntó la joven consternada.

—Necesito que tú tengas la medicina, no confío en nadie más—

—Pero...—

—Nada—Interrumpió—En este momento el trato cambió Marieth, debes de ir con tu padre y la única manera de hacerlo es saliendo de aquí, unos caballos nos llevará hacia el pueblo—

—Te lo agradezco—Dijo la joven.

William confundido tocó su cabello, no había escuchado bien, o tal vez él joven se equivocó de palabras.

—Disculpa—Llamo la atención de los tres—¿Acaba de decir "Nos llevará"?—Todos se quedaron en silencio, hasta que Félix actúo.

Lentamente, la máscara se retiraba para apreciar su rostro sorprendiendo a la pelirroja.

Una sonrisa se formó en sus labios.

—Por supuesto, porque yo también iré—

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Comments

Natalit

Natalit

Noo, enserió yo si dije esto esta muy bueno para ser real
Este man como viene a interrumpir así por Dios y yo acá bien contenta

2025-01-14

1

Natalit

Natalit

wow el por fin va a salir del castillo hay que bueno cada vez más interesante esta historia muy buena

2025-01-14

1

Natalit

Natalit

no pensé que fueran tan rápidos

2025-01-14

1

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