William tomó con delicadeza aquel listón rojo que estaba atorado entre arbustos, Albert al notar eso se lo arrebato de las manos para verlo con atenciones, era de su hermana, ella siempre usaba listones, rara vez no se recogía su cabello, entendía que ese listón pudo pertenecerle a alguien más, pero algo le decía que era de ella. Solo una persona extrañará estaría en medio del bosque, así que no le dio tanta vuelta al asunto.
—Debe de ser por aquí—
Añadió William quien miraba hacia al frente, dio una pequeña palmada en el hombro a Albert para que este avanzara, continuaron caminando. "La siento cerca", pensaba Albert, sentía cada vez más la presencia de su hermana, ambos se detuvieron al percatarse que había un puente totalmente viejo, algunas de sus escaleras estaba rotas como si alguien hubiese corrido y tropezado—Chico—Albert miro a William quien le dio la señal de que se quedara ahí a lo que él negó—No dejaré que usted vaya, tiene una hija, quédese aquí—
—Te agradezco tu preocupación, pero créeme mi hija se sabe cuidar sola, solamente necesito que obedezcas Albert, hay veces en donde debes dejar tu orgullo y también debes de confiar en las personas—Tenía razón después de todo, si quería empezar de nuevo debía de empezar por escuchar a los demás, este se hizo a un lado—Si nota que es muy peligroso cruzar absténgase de hacerlo—
William le sonrió, sabía lo que hacía, se acercó lentamente al puente, dando paso por paso, el viento soplaba débilmente agitando las cuerdas, a lo que él se sostuvo, trataba de controlar su respiración, su mirada no pudo evitar irse hacia abajo, era muy alto, una pie en falso era la muerte segura.
Rocas gigantes y un río con una marea alta, no pudo evitar soltar una risa, era absurdo que un bibliotecario de la nada se encontraba en un puente tambaleando, "¿Lógico no?", sin duda estaba viviendo en la vida real uno de sus libros favoritos, era algo que le debía de decir a Jeanne, claro, si es que seguía con vida para contarlo.
Ya podía escuchar a su hija, ella le diría que dejara de bromear de esa manera, lo peor que pudo haber hecho y se lamentaba William, era que había comprometido a Jeanne con un desconocido que estaba tal vez económicamente bien pero sabía que su hija deseaba encontrar el amor, es por eso que en esas circunstancias debía de ayudar a Marieth, tenía que al menos compensar su error, ya que si estuviese en el lugar de George también se sentiría arrepentido, ya lo tenía todo planeado en su cabeza, cuando logre encontrar a Marieth iba a cancelar esa boda, y si no la hallaba lo haría de todos modos, no comprometerá a su hija a un matrimonio sin amor.
Soltó un suspiro de alivio cuando pudo sentir el suelo de nuevo, había podido cruzar el puente, su mirada fue dirigida a Albert para darle una señal de que se quedara ahí, a lo que él la entendió de inmediato.
William prosiguió por caminar entre el bosque, muchos árboles sin duda, de vez en cuando pisaba lodo que incluso presentía que se inundaría si lo pisará más fuerte, trago en seco al darse cuenta que había un pantano enorme, tomó una piedra y la lanzó directo él para notar como se lo tragaba al instante, no había otro camino, al menos que trepara los árboles, pero para su edad sería un poco complicado, cuarenta años, ya le empezaba a cobrar la factura.
Algo que le parecía Irónico era que ese camino trataba de evitar que personas entraran, como si alguien lo controlará, miró de reojo todo, tenía que pensar en cómo cruzar ese pantano, una tocada de hombro lo alertó al instante para darse cuenta que Albert estaba detrás suyo.
—Niño—Exclamó alterado—Me has asustado, ¿Qué te dije que hicieras?, no debiste de cruzar—
—Usted lo hizo primero, supuse que yo también debía de hacerlo, por algo vamos los dos—
William suspiro, era demasiado viejo como para pelear con un adolescente con terrible carácter.
—¿Cómo vamos a cruzar esa cosa?—
—No lo sé Albert—William solo rasco su cabeza, si con trabajo le costó cruzar ese puente no se imagina pasar por ese pantano—
—Digo que hay que escalar por los árboles—Albert los señaló, a lo que su compañero de viaje le dio un golpe en la espalda—
—Niño, ¿Cómo planeas que yo escale siquiera un árbol?, apenas logre pasar un puente literalmente viejo—
—Yo me encargaré de subirlo—
—No Albert, vamos a tardar mucho—
—Estamos tardando más en hablar que en escalar—
Ambos se miraron arqueando la ceja, no compartían las mismas ideas—Bien chico, veamos si aún estoy en forma, si Jeanne me viera se estaría burlando de mí—
Albert no pudo evitar acordarse de su hermana—Lo mismo digo, Marieth me estaría regañando por buscarla, me diría algo "Sigue tu vida hermanito, yo estaré bien", esa loca tiene un gran corazón—No pudo evitar derramar unas lágrimas, a lo que rápidamente se las limpio, William al notar eso lo abrazo del hombro.
—Está bien llorar, a veces lo necesitamos para sacar todo lo que tenemos dentro, y más si se trata de nuestros seres queridos, eres un joven muy fuerte Albert y listo, pero no escuchas a tu corazón, tu mente te habla todos los días, pero de vez en cuando escucha lo que tiene que decirte tu corazón, comprendo que tratas de ser fuerte por tu padre y hermanos, pero no debes de presionarte, nada más te terminarás lastimando, no es bueno guardarse lo que sentimos—William noto como Albert se quitó de su agarre, a lo que sintió tristeza al ver como negaba con la cabeza.
—Estoy bien, no necesito un abrazo en este momento—
Acomodó su cabello para luego sentir como lo tomaban del hombro.
—Niño, en este momento no hay nadie que te vea, tienes toda la libertad de sacar tu estrés—
Albert mordió sus labios, nunca le habían hablado de esa manera, su padre lo apoyaba pero hasta ahí, nunca había tratado a William, lo conoció debido a Marieth, nada más se daban el saludo, de todas las personas que había conocido nunca se esperó que lo ayudará en estas circunstancias, no había notado que sus mejillas estaban mojadas, está llorando sin darse cuenta, alzó sus manos para abrazarlo, tenía razón, llevaba muchas cosas en su cabeza que no lo dejaban dormir tranquilo, el dinero, su hermana, todo le estaba haciendo decaer.
—Todo estará bien, la vamos a encontrar, y tus problemas económicos van a mejorar, yo los voy a ayudar, te lo prometo hijo—
Ambos solo se separaron al escuchar un fuerte relámpago—Rayos—Dijo Albert, miraba como el cielo poco a poco empezaba a nublarse.
—Hay que refugiarnos, vamos hijo—Exclamó William, quien tomó a Albert, miraron a todas direcciones, pero no encontraban nada, William tomó varias piedras grandes para empezar a hacer un pequeño refugio, al menos para pasar la noche, o hasta que la tormenta pare, después de todo traían comida y mantas, pero las casas para acampar había salido volando anteriormente.
Albert empezó a colocar piedra por piedra para empezar a hacerla, William arranco varias hojas de árboles para cubrirla alrededor, tenía que asegurarse que no cayera dentro, tomó lianas para amarrar junto con un árbol, para que está no saliera volando.
Cansados se sentaron dentro de ahí, tal vez no estaban cómodos pero si podían refugiarse de la lluvia, mañana si esta paraba empezarían a escalar, no debían arriesgarse a resbalarse en los árboles y caer directamente al pantano, tenían que ser inteligentes y esperar a que se calmara la lluvia.
—Bueno chico debes de planear como escalar mañana—
—Debo de subir primero, lanzarle una liana y subirlo, de ahí empezaremos a brincar entre los árboles—William no pudo evitar reír por el comentario de Albert—Niño, no soy un mono, ¿Cómo planeas que este viejo salte?—
—Déjeme eso a mí, usted solo duerma, mañana hará mucho ejercicio—
William nada más trago saliva, ese niño le daba escalofríos—Bien.
.....
Ambos estaban avergonzados, y sobre todo el que dijo esa palabra, la pelirroja solo estaba ruborizada—Dios...—Murmuro, mantenía una sonrisa nerviosa, nunca se imaginó escuchar esa palabra de parte de él, cubrió su rostro con vergüenza—Esto es estúpido—
Dijo Félix quien se quitó la máscara a lo que la joven volteo rápidamente a otra dirección.
—Marieth.....de verdad desde que te conocí supe que eras alguien diferente, al entrar a mi Castillo pude ver tu valentía, esos ojos llenos de arrogancia fueron lo que me hizo darme cuenta que debías de quedarte a mi lado, pero mi orgullo me hizo ridículo e inaceptable, nunca pude hablar contigo de un tema agradable, sé bien que lo que te hice no tiene perdón, de verdad quisiera poder compensarte pero no puedo retroceder el tiempo....—
Marieth solo cerró sus ojos, no entendía el porqué se la quito de la nada, ¿Por qué se disculpa?, su tono de voz era de una persona triste, y sus palabras eran sinceras, tocó su pecho algo nerviosa, esa palabra que había mencionado ocasionó que sintiera mariposas.
—El punto es que nos conocimos por medio a las circunstancias, o mejor decir, por medio de una rosa, la verdad nunca espere que una rosa me diera lo más preciado, y no me refiero a la magia que me ayudo, me refiero a ti, tú me has enseñado toda la magia que hubiese querido conocer a mi edad, es una lástima que seas menor que yo pero eso no cambia mis sentimientos hacia ti—
—¿Por qué me dices esto?—Por más que trataba de mantener sus ojos cerrados su curiosidad le estaba ganando al voltear, pudo sentir como era tomada de las manos, una nariz estaba frente la suya, respiraciones casi juntas—Marieth quiero que te quedes por voluntad propia, a lo largo de mi vida he tenido maldiciones, pero lo que de verdad sería una es que no te vuelva a ver—
¿Era una propuesta de amor?, si, ¿Había cautivado a la joven?, por supuesto, ella acercó su mano al rostro de Félix, una piel suave al igual que helada.
—Antes de conocerte nunca me importo algo como el amor, esos temas jamás fueron de mi agrado, no tenía tiempo para eso, trabaja todos los días, apenas tenía tiempo para estar con mi amiga, pero al estar a tu lado me hizo valorar lo poco o mucho que tenía me hizo...—
Se detuvo por un instante para acercarse más a él.
—Darme cuenta que debí de apreciar más lo que tenía cerca, debí de tomarme un descanso, te amo Félix, me enamore de ti sin darme cuenta, daría todas las flores del mundo para que encuentres tu felicidad, no tengo dinero pero sería capaz de darte el mejor obsequio de todos con tal de estar a tu altura—Por fin se dijeron lo que se tenían guardado, ella le tenía curiosidad, y él le tenía respeto, una rosa había hecho que ambos quedarán atados, uno junto con el otro, al tratar de escapar se lastimaban con las espinas sin darse cuenta, mientras más jalaban más se les clavaba, hasta que por fin entendieron que debían de quitar una por una, tal vez había una que otra que dolía más pero debían de aprender a vivir con el dolor porque de eso se trata la vida, de sentir dolor, felicidad, tristeza y amor.
El roce de sus labios fueron como el besar un pétalo de una flor, cuando todo parecía que estaría tranquilo bruscamente se apartó de la joven colocándose su máscara y dirigiéndose a su espejo—¿Qué te sucede?—Preguntó la joven molesta tras el comportamiento de su amado, él soltaba leves suspiros—Presiento a alguien por aquí, una persona tuvo el valor de cruzar mi puente, ¿Pero cómo?—Se quedó pensando por unos segundos hasta que miró su espejo, coloco su mano ahí con una mirada de molestia—Enséñame—Le ordenó al espejo el cual apareció a un señor con un abrigo rojo con pantalones de un tono café algo arrugados porque parecía que llevaba mucho tiempo ahí, se veía ya mayor de edad. Miró con atención y noto como el hombre tomaba un listón de color rojo, el cual les dio la señal de que era por ahí.
—Eso es tuyo Marieth—La joven solo guardo silencio, no quería tener malentendidos.
—No te pido explicaciones, se te debió de haber caído cuando intentaste huir, creo que fue cuando me coloque arriba de ti, no lo sé, pero no es tan importante como para preguntarle al espejo—La joven alzó su vista al espejo y logró distinguir quién era ese hombre—El padre de Jeanne—Dijo sin pensar, miró también al otro sujeto el cual era su hermano Albert—Mi hermano, dios mío—Cubrió su boca con preocupación—Eso significa que sigue ese horrible pantano—
—Exacto—Contestó Félix sintiéndose aliviado.
—No, no, no, no—La joven rápidamente tocó el espejo.
—Enséñame a mi hermano Albert—Dijo algo alterada a lo que le mostró como se encontraban tanto William como Albert tratando de subir a los árboles, parecía como si hubiese llovido por ese lugar, estaba tan concentrada en Félix que no noto que estuviese lloviendo.
—Sé pueden lastimar, yo estuve a salvo porque así lo pediste, pero en este caso tú odias el contacto con las personas, van a hacerse daño, debes de hacer algo—
Le pidió la joven agobiada, por eso estaba en ese lugar para que su familia estuviera a salvo, no creyó que la siguieran buscando, ya se lo sabía, pero nunca pensó que llegarían tan lejos, por otro lado, Félix no parecía importarle ni un poco esas personas, los veía como lo que eran, unos intrusos los cuales estaban invadiendo su propiedad, ya conocía al vicioso pero no al otro, que ni quería saber que es lo que ocultaba, solo apreciaba la vista de como ambos se les hacía complicado tratar de subir, notó como el joven era algo flexible como para poder trepar los árboles, por otro lado, no podía decir lo mismo del otro, le calculaba unos cuarenta, pero algo que admiraba era que a pesar de estar cansado seguía intentando.
"Pensé que no podría ni escalar ni el primer árbol, vaya que tiene esperanza de encontrar a la bella de Marieth",
No pudo evitar reír al verlos tan desesperados, después de todo sabía que no eran unas monedas de oro, por esa razón no sentía remordimiento.
En cambio, la pelirroja sentía pánico, ver a su hermano de nuevo le causaba una sensación de ansiedad, tenía que ir por ellos, estaba a punto de irse pero fue tomada del brazo, su mirada volvió a su querido Félix.
—Si vas a algún lado al menos invítame—Lo miro con frustración, no tenía tiempo para sus comentarios sarcásticos—Déjame ir, debo de....—
—Nada, no puedes irte, ¿Qué harás?, ¿Trepar también en los árboles?, solo caerás y te lastimarás, comprendo que llamarte mono por un largo tiempo debió de afectarte pero recuerda que eres una persona, pero bueno, parece que tu familia te enseño esos hábitos—
—Ayúdalos por favor, te lo suplico—La joven iba a arrodillarse pero él la tomó de los hombros—Puedo soportar todo menos eso Marieth, no haré que pierdas tu dignidad—Suspiró molesto—Iré personalmente—Soltó a la joven y se dispuso a ir a la puerta, al momento de girar la perilla fue detenido por la joven.
—¿Personalmente?, ¿Habla de ir frente a frente?—Ella sabía claramente el desagrado hacia las personas de parte de Félix, si el iba hacia allá amenazando a ambos era evidente que Albert no se quedaría callado y buscaría pelea, lo menos que quería la joven era un enfrentamiento entre ellos—Si mono, iré en persona, acabemos con esto, parece que no saben el significado de un trato—Dijo a lo que hizo un gesto de desagrado, para él era una molestia que lo interrumpieran en un momento bastante placentero.
—Sé cuales son tus intenciones Félix, no piensas ser respetuoso—
—Ellos tampoco lo fueron Marieth, desde el principio entraron en mi territorio sin permiso mío al igual que tu padre, pero a diferencia de que él tomó los cofres que me habían dejado el mío, ropa de mis primas, y oro que tenía la estúpida de mi abuela—
Marieth guardo silencio por unos segundos, después de todo tenía completamente la razón, no habían hecho las cosas bien desde el principio, era seguro que él se sentiría ofendido, bajo su mirada con algo de pena.
—¿Tratas de darme lástima?—Preguntó Félix tomando el rostro de la joven haciendo que ella lo mirara.
—Es una pena que nos interrumpieran, lo más probable es que ni siquiera quieras volver a besarte conmigo—
La joven no le respondió, solo observaba el espejo el cual seguía mostrando la imagen de su hermano, se miraba cansado, y ni hablar de William, el pobre hombre ya no podía escalar otro árbol más sin tropezar, la boca de Marieth empezaba a temblar, deseaba llorar.
—De acuerdo, puedes irte—
La joven lo miro confundida.
—¿Qué dices?—Preguntó incrédula. ¿Acaso era lo que tenía en mente.
—Te prometí no volver hacerte llorar, así que estoy cumpliendo mi palabra—
—Entonces... ¿Me dejarás ayudarlos?—Félix se apartó para dale la espalda, chasqueó su lengua con algo de disgusto, soltó un suspiro pesado, miró fijamente la ventana donde se reflejaba la joven, su mano únicamente se poso en el reflejo.
—Marieth, te estoy diciendo que te libero del trato, se que si hago que se vayan no dudarán en regresar, es por eso que estoy tomando esta decisión—
La joven se quedó sin palabras, ese momento lo había esperado desde que llegó, rezaba las noches por irse, pero no sentía lo mismo, no se sentía satisfecha.
—Eso si, después de que te hayas ido no volverás aquí nunca más, mantén tu vida alejada de la mía—
Eso le destrozó el corazón por completo, no quería apartarse de él, ella ya estaba enamorada, no lo quería dejar ir, él volteo a verla y noto como los ojos de él parecía sorprendidos, ella lentamente tocó su mejilla para darse cuenta que estaba llorando...
Pero la pregunta era ¿Por qué?.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 23 Episodes
Comments
Natalit
ellos dos a pesar de haber resultó ciertos inconvenientes aun así les falta más comunicación y expresar mejor sus deseos y sentimientos
2025-01-13
1