CAPITULO 2

Marieth se encontraba montada en el corcel que la llevaría hacía su destino, solo que su ánimo se encontraba decaído al abandonar a su padre, a sus hermanos, y a su única amiga de verdad. Su corazón no soportaba haberlos dejado, pero no tenía otra opción, era por el bien de su padre.

El tiempo pasaba, el corcel iba a todo galope, Marieth tenía que sostenerse fuerte, el caballo iba tan rápido que parecía que iba a volar en cualquier momento, su corazón se aceleraba a tal punto de imaginarse a ese monstruo que le había contado su padre, dejó de pensar en eso al sentir un rasguño en su mejilla y como su cabello empezaba a enredarse entre los arbustos enormes, poco después se dispersó una terrible niebla que ya no le permitía ver más allá.

Todo en su mente se puso en blanco cuando la niebla pudo dejar contemplar el Castillo a lo lejos, era enorme por lo que podía ver, lo que estaba a punto de pasar definiría su vida por completo, se congeló al darse cuenta que su corcel se había detenido al fin, bajo del caballo lentamente como si tuviese todo el tiempo del mundo, cada paso que daba su corazón palpitaba cada vez más rápido, incluso podía escuchar los latidos de su corazón, las manos le sudaban por el miedo y sus piernas le temblaban por el pánico, había demasiada niebla que no le permitía ver con detalle el Castillo, únicamente podía ver que era totalmente negro.

Daba pasos muy lentos, no quería llegar rápido, pero al escuchar ruidos entre los arbustos se apresuró en entrar. Al entrar se percató que estaba completamente oscuro, apenas podía diferenciar algunas cosas, decidió buscar de algún modo una vela, pero la oscuridad desapareció cuando unas velas se encendieron de la nada, a lo que ella pegó un pequeño grito, y suspiro pesadamente, odiaba sentirse tan indefensa.

Decidió mirar alrededor, en la entrada se encontraba más adelante una mesa enorme, la que contenía bocadillos, pavo, carne, vino, puré, queso cortados en cuadros. Todo le hacía agua en la boca,"Se ve delicioso", pensó ella, pareciera como si hubiesen servido un gran banquete para toda una reunión, se acercó a la mesa cuidadosamente para tocarla y sentir la madera, la mesa era de muy buena calidad, y lo sabía con esa actitud, ya que su hermano Albert le había enseñado carpintería para que aprendiera a ser independiente, de solo haber tenido ese recuerdo tuvo un nudo en la garganta, los echaba de menos.

Decidió seguir explorando más el sitio, al caminar alrededor había chocado con un objeto muy duro, haciendo una expresión de dolor, al bajar su mirada se percató que se había golpeado con un cofre hecho de oro puro, era igual al que su padre había tomado, "¿Qué habrá ahí?", preguntó, pero sabía que estaba mal revisar las cosas sin permiso, y sobre todo cuando son de personas que no conoces, negó con su cabeza para no caer en la tentación, giro un poco cerrando un ojo pero manteniendo el otro abierto para seguir observando el cofre, dudo por unos segundos, su curiosidad era aún más fuerte que ella, así que decidió abrirlo con algo de nervios, al haberlo abierto, se dio cuenta que contenía diamantes enormes, su brillo era espectacular, encontró vestidos con una seda demasiada moderna, joyas de diferentes tamaños, "Este cofre vale más de lo que yo gano en un año", creyó ella, no podía creer que alguien podía darse tantos lujos.

Unos pasos hizo que su concentración en el cofre desapareciera, no volteo, decidió dar la espalda por un momento, pudo sentir como había alguien detrás suyo, lo sabía con esa actitud, ya que una sombra podía reflejar a ese individuo.

Hubo un silencio eterno para ella, pero, ese silencio se había acabado cuando se escuchó un suspiro de parte de aquel individuo—¿Otro ladrón más?—Pregunto él—¿Acaso no trabajan?—Dijo el individuo quien lo decía en un tono ofendido, ella solo se congeló, la voz de esa persona se escuchaba algo molesta, estaba aún de espaldas, no sabía quién se encontraba detrás de ella

—No soy una ladrona—Respondió al fin con cierto tono de miedo, estaba a punto de darse la vuelta, pero escucho un golpe que causó que siguiera de espaldas.

—No te atrevas a mirarme, no quiero que me mires—Dijo aquel individuo como si Marieth estuviese a punto de cometer un pecado.

Ella asintió aún de espaldas, sus lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, tenía miedo, pero no podía irse y dejar a su padre en ese lugar—Tampoco deseo berrinches—Dijo el individuo—¿Qué es lo que quieres?, ¿Por qué estás aquí?—Preguntó mientras soltaba un fuerte suspiro lleno de molestia.

—Mi nombre es Marieth y…—Fue interrumpida.

—No te pregunte tu nombre, te pregunte qué ¿Por qué estás aquí?—Marieth empezaba a temblar, aquel hombre pareciera que perdía el control muy rápido, la ponía nerviosa.

—Estoy aquí por mi padre, usted lo amenazó con matarlo si no venía aquí, estoy dispuesta a tomar el lugar de mi padre—Hubo un momento de silencio, el individuo solo soltó una pequeña risa.

—¿Estás segura de esto?—Pregunto él—A tu padre lo pensaba matar rápido por viejo, pero a ti te pienso matar lentamente porque eres joven y aguantas más, ¿Segura que quieres pasar estos días sufriendo y agonizando de dolor por un viejo que me robo?—

Marieth solo apretó sus puños—Él no es un ladrón—Respondió molesta—Él solo quería hacernos felices como fuera…—

—No estás respondiendo a mi pregunta—Dijo el individuo sin prestarle atención por lo que había dicho—¿Estás dispuesta o no?—Preguntó para después soltar nuevamente un suspiro.

—Si—Contestó en seco mientras sudaba por el miedo.

—Créeme, no porque seas mujer seré gentil contigo o tendré compasión, no comerás en el tiempo que estés aquí, estarás en una celda en la cual te puede aparecer cualquier cosa, te preguntaré por última vez, ¿Estás segura de que estás dispuesta a ocupar el lugar de tu padre?—

Marieth recapacito, sufriría mucho, tenía mucho que vivir, quería cumplir sus sueños, pero estaba dispuesta a aceptarlo con tal de salvar a su padre, ella solo asintió, a lo que escucho un golpe nuevamente.

—¡Quiero que contestes!—Aquel grito se escuchó por todo el Castillo.

—Sí, estoy dispuesta—Afirmó Marieth mientras apretaba sus puños con fuerza, su elección había sido tomada.

—Bien—Contestó el individuo quien se acercaba a Marieth por detrás—Estarás aquí el tiempo en que me cansé de ti, no te trataré como una dama, me da exactamente igual si intentas escapar, si lo haces matare a toda tu familia sin pensarlo dos veces, no creas que iré a perseguirte o algo por el estilo—

La joven únicamente escuchaba como si se tratase de un juego al que le ponen reglas—No me gusta el ruido, así que no hables si no te lo pido, no te muevas si no te lo ordenó y no respires si no me gusta—"Mejor di que no te gusta nada"—Pensó Marieth mientras sus manos apretaban su vestido—Yo no tengo la intención de hacerte miserable, pero si estoy dispuesto de que pagues los pecados de tu padre—Dijo mientras la joven tocaba su cabello para poder mantener la calma, pero sintió como su cabello era tocado por aquel individuo, a lo que su respiración se empezó a acelerar.

—Responde—Dijo el individuo quien se acercaba al oído de Marieth mientras tomaba su hombro—¿Harás cualquier cosa que yo te ordene?—Marieth solo miraba al piso para poder concentrarse y dejar de pensar en el profundo miedo que sentía, ¿Qué le haría ese sujeto?, pensaba ella

—Responde—Repitió el individuo mientras apretaba el hombro de Marieth, pero no obtuvo respuesta de ella—Quiero que respondas—Ordenó él, sabía que la chica era una cobarde, solo intentaba asustarla para que ella se fuese de allí, no tenía la intención de torturar a alguien que no le había hecho nada, espero impaciente la respuesta de Marieth.

—¿Planeas contestar?, mi paciencia tiene límite—Él ya sabía la respuesta de Marieth, solo quería ahuyentar a la joven, pero lo que contestó lo dejo completamente sorprendido

—Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por mi padre—Dijo Marieth decidida apretando sus ojos con fuerza a lo que cayó desmayada, a lo que el individuo la tomó antes de que ella tocara el suelo. No se esperaba esa respuesta, ¿Acaso la obligaron?, suponía él, ¿Tal vez está chiflada? O ¿Tal vez no tenga a donde ir?, pero se dio cuenta que la respuesta era más que evidente, sin duda era una joven bastante valiente a lo que no pudo evitar tocar su rostro con suavidad, sus dedos tocando su mandíbula y mejillas.

"Es interesante", murmuro mientras apreciaba el rostro de la joven.

.....

Mientras tanto, George se encontraba en su cama pensando en cómo había fallado tanto en alcanzar sus objetivos, no sabía cómo lograría recuperar a su hija, de únicamente pensar las cosas que le pasaría empezaba a llorar abrazando una muñeca entre sus manos.

Sally, así le había puesto Marieth, la muñeca tenía cabello pelirrojo como ella, por esa razón se la obsequiaron, los recuerdos se le venían a la mente, pero algo los interrumpió, su hijo Sebastián había entrado a su cuarto.

—Disculpa padre—Dijo mientras cerraba la puerta cuidadosamente.

—No hay problema hijo, me da gusto verte—Dijo mientras le daba una sonrisa, pero por el rostro de George era lo opuesto, sus ojos antes cansados estaban hinchados por tantas lágrimas derramadas.

—Vine a ver si necesitas algo, porque ayer habíamos preparado una tarta para tu regreso, es de chocolate, tu favorita—Dijo mientras se sentaba a su lado.

—Gracias hijo, pero no tengo mucho apetito ahora, no tengo ganas de nada—Dijo George mientras soltaba una risa—Marieth no quería que me fuera, pero fui un soberbio, y ahora ella está pagando por mis pecados, soy una persona terrible, ¿Qué clase de padre soy?—

Sebastián solo abrazo a su padre—Eres el mejor, simplemente eres una persona que cometió un error, no te castigues por lo que le ocurrió a Marieth, ella tomó su decisión, sabe que vales mucho, y por eso lo hizo, ella es muy inteligente y fuerte, verás que estará bien—Dijo tratando de animar a su padre.

—No hijo—Respondió George—Sé que mi hija es fuerte e inteligente, pero no creo que escape de ese monstruo, si lo hubieses visto, sabrías de lo que hablo, necesitamos rescatarla—

—¿Pero cómo?—Pregunto Sebastián quien lo miraba confundido.

—Hay que contratar a un cazador, tal vez ellos puedan rescatarla—Dijo George mientras se levantaba de la cama, la idea lo había iluminado.

—Pero no conocemos ninguno—Dijo el joven, no quería que su padre se ilusionara de y después se decepcionará, a lo se había levantado de la cama tratando de evitar que su padre hiciera una barbaridad.

—Nosotros no, pero Jeanne si—Contestó mientras se ponía su abrigo para salir.

—¿Por qué ella sabría?—

—¿Recuerdas a Hans?—Preguntó George quién tomaba su sombrero.

—Si—Respondió Sebastián—Es el hombre que quería casarse con Marieth—

—Exacto—Dijo George—Es el hijo del mejor cazador del pueblo, incluso Hans desea ser igual de bueno que su padre—

—¿A qué quiere llegar padre?—Preguntó Sebastián, no le gustaba a donde iba la situación.

—Recuperaré a Marieth—Dijo George mientras se disponía a irse a lo que sintió como un brazo lo tomaba, era Albert quien lo miraba firme, había entrando sin ser notado.

—Padre acabo de escuchar, y estoy de acuerdo contigo, pero te tengo una pregunta, ¿Cómo planeas conseguir dinero para pagarle al padre de Hans?—

Dijo Albert mientras tomaba los hombros de su padre, George se detuvo a pensar, tenía razón, ¿Cómo haría para conseguir a su amada hija?, a lo que respondió una joven quien se ponía bálsamo en sus labios, una joven rubia la cual sonreía.

—Fácil, Hans siempre ha querido casarse con Marieth, si le decimos que si rescata a nuestra hermana se casara con ella aceptara sin dudarlo, y si nos ponemos a pensar, si ambos se casan nuestro estado económico mejorará también, dos en uno—Dijo Jade mientras sus ojos se iluminaban, ya podía imaginarse siendo millonaria con ayuda de su hermana hasta que su imaginación se detuvo al escuchar a Sebastián.

—Eso es ridículo, Marieth nunca aceptaría estar con él, no puedes prometer algo que no sabes si pasara—Él joven solo frunció el ceño, no podía creer lo que estaba escuchando, para él era como si Marieth saliera de una prisión para entrar a una peor, sabía cuánto ella soñaba por estar soltera hasta en sus últimos días, jamás querría eso, era ilógico lo que decía.

—Ridículo es lo que estás pensando—Contestó Jade mientras se acomodaba su vestido—Marieth obviamente se va a sentir atraída por su salvador, no seas imbécil, cualquier mujer se va a sentir atraída por alguien que la rescate—

Sebastián simplemente hizo una mueca de disgusto, sabía muy bien lo que planeaba su hermana, las intenciones de Jade evidentemente se trataban de dinero, ya sabía de Hans por el interés de Marieth. Sebastián no era un tonto y no dejaría que eso sucediera hasta que escucho algo que lo desconcertó.

—Yo deseo recuperar a mi hija, a como de lugar—Dijo George mientras todos sus hijos lo miraban atónitos a excepción de Jade quien sonreía maliciosamente—Sé bien que Marieth no desearía esto, pero prefiero esto a perderla, mañana por la tarde iré a hablar con el padre de Hans, el Señor Edmond, así les guste a todos o no—Sebastián al igual que Albert se negaban a escuchar eso.

—Pero padre…—Fue interrumpido Sebastián.

—Sin peros—Afirmó George—Voy a recuperar a su hermana—Dijo dándoles la espalda mientras apretaba los puños.

...

Marieth abrió sus ojos los cuales se cerraron al instante por la luz que entró por las cortinas y pudo notar como una sombra se iba rápidamente, no se sorprendió, ya que apenas se iba levantando, creyó que era su imaginación, hasta que recordó lo que había pasado, observo el techo algo nerviosa, el techo era rojizo demasiado notorio, miró a su alrededor aún en la cama, podía observar como la cama tenía sábanas alrededor transparentes lo suficiente para notar todo, se levantó para darse cuenta que ya no tenía su vestido verde de limpieza, solamente traía su corset, a lo que su rostro se sonrojó, rápidamente se envolvió entre las sábanas que la cubrían para poder levantarse, camino alrededor mientras observo que había un gran espejo de cuerpo completo al frente suyo, lo toco suavemente, pero en ese instante se escuchó el sonido de una campana, a lo que se asustó dejando caer la sabana entre sus manos, rápidamente la volvió a tomar para cubrirse, tenía que encontrar ropa para poder caminar con más libertad.

Decidió explorar ese cuarto, el cual era sumamente grande, "ese cuarto podía ser usado para convertirse en una casa incluso", pensaba ella, camino en busca de muebles para hallar algo de ropa, a lo que noto que había cinco muebles en total, uno azul celeste demasiado grande tenía una totalidad de seis cajones, en la parte de arriba del mueble tenía la figura de un león, estaba a punto de abrirlo a lo que volteo para observar otro mueble de color salmón, este era un poco más pequeño, solo se hallaba un cajón grande, pudo percatarse que este también tenía una figura en el centro, tenía un caballo dorado el cual era muy llamativo, siguió observando los demás muebles, el siguiente era verde esmeralda, el cual tenía cuatro cajones y un espejo sobre él, arriba del espejo se hallaba otra figura, la cual era un dragón, el cuarto mueble era de color gris opaco el cual tenía una totalidad de doce cajones y traía una figura de un lobo en la parte de arriba a la izquierda y por último el quinto mueble, era de color café, el cual era el más grande de todos y tenía demasiados cajones los cuales no podía saber con certeza, pero ella había calculado unos cincuenta, en la parte de arriba se encontraba el símbolo de un corazón envuelto.

No sabía por cuál empezaría a revisar, su presentimiento le decía que fuese por el mueble de color azul celeste, dio unos pasos apresurados para abrirlo, y en efecto, en ese mueble se hallaba la ropa, había demasiado que tomar, tanta que no supo que usar, hasta que se decidió por el primero que le llamara su atención, uso uno de color rojo manzana, el cual tenía un listón en su cintura para que se pudiese ajustar a ella, el listón era de encaje color verde, el vestido era de lo más sencillo, algo que Marieth le parecía perfecto, era delgado, pero no había zapatos en ese mueble, así que decidió ir al siguiente que era de color salmón, al abrirlo encontró los zapatos, se había asustado en ese instante, como es que todo lo que presentía era cierto, se preguntó, sin más que pensar decidió buscar unos zapatos y encontró los ideales, unos zapatos rojos con un poco de tacón, decidió observarse en el espejo de cuerpo completo, pudo notar que el vestido era hermoso, su cabello era el único problema, al ser ondulado le costaba mantenerlo agarrado, así que decidió ir al mueble verde el cual tenía un espejo mediano, empezó a buscar entre los cajones y miró que había diademas, broches, listones, todo para sujetarse el cabello, tomó un listón verde y amarro su cabello, ya estaba lista para bajar, pero se quedó quieta, había recordado ya su situación, no estaba en cualquier lugar, estaba en una prisión en la cual no tenía permitido hacer nada, pero no podía recordar con esa actitud que fue lo que paso, ni siquiera había pensado en porque estaba en ropa interior, o en porque se desmayó.

Suspiro pesadamente y se acomodó la ropa, vio la puerta la cual era de color rojo que le parecía un tanto grande, ya se estaba volviendo loca por el rojo, giro la perilla con algo de nervios, a lo que se asustó al escuchar la segunda campanada, presentía que tenía que bajar, sin más que hacer abrió la puerta decidida mientras tocaba sus manos nerviosa, su corazón latía demasiado rápido, cada latido representaba cada segundo que le quedaba.

...

George se recostó en su cama a reflexionar un poco, sabía que sería egoísta de su parte casar a su hija con un hombre el cual solo tomaba a las mujeres como objetos, solo cerros sus ojos, quería rescatarla, pero si la casaba con ese monstruo seguiría siendo una prisionera, a pensar que por dentro odiaba sentir ese sentimiento, una parte de él decía, "Al menos podré verla", un mundo en donde pierda a uno de sus hijos es como perder un pedazo de corazón. No lo soportaría, tenía que hacerlo, ya tenía planeado como hablarlo con Hans, George estaba muy confiado de que él aceptaría sin dudarlo, no perdería esa oportunidad, suspiro, decidió dormir aunque le pesará la conciencia, ya no quería reflexionar más en el asunto.

Mientras tanto en la última alcoba de la parte de arriba se encontraba Jade quién se miraba en el espejo mientras se ponía una mascarilla, su hermana Rubí ya se había acostado, es por eso que seguía despierta, tenía que planear todo para mañana, su hermana Marieth debía casarse con Hans, después de que logre salvarla debía casarse para agradecerle a Hans, y como era tan buena e ingenua hará que otra vez su fortuna suba y ella podrá ser nuevamente una Lady, todos los hombres volverán a llamar su atención, tenía que hacerlo, no soportaba estar en la pobreza, tomó su cepillo para acomodar su cabello antes de dormir, preparo su ropa de una vez para acompañar a su padre, no quería que cambiase de opinión enseguida, se recostó fatigada por la situación, cerró sus ojos esperando que ya fuese el día siguiente para acabar con su pesadilla.

...

Marieth bajaba por las grandes escaleras las cuales llevaban a distintivas habitaciones, pero algo que llamó su atención es que había un camino con listones dorados alrededor, "¿Será que me quiere enseñar el camino?", se preguntó a si misma en su mente, decidió seguir los listones, hasta que por fin terminó de bajar las escaleras para poder mirar hacia al frente, y noto que se hallaba la misma mesa en la cual inició todo, solo de recordar a esa persona se le hizo un nudo en la garganta.

—¿Qué te tomó tanto tiempo?—Dio un salto al escuchar esa voz, busco entre todos lados y pudo ver que el individuo estaba sentado de espaldas en una silla de color negra y dorado en los bordes, delante de él estaba una gran mesa donde Marieth anteriormente había visto los alimentos.

—Contéstame, ¿Por qué tardaste tanto?—Repitió él, Marieth sabía que tardar en contestar solamente lo haría enojar como antes.

—No encontraba que ponerme—Respondió casi en susurro.

—Bien—Contestó en seco mientras suspiraba—Toma asiento, pareces una estatua—Dijo, a lo que ella se sentó delante de él, la mesa era enorme, era difícil escuchar a la otra persona en esa distancia, pero como solamente eran dos y había un silencio eterno no sería del todo difícil escucharse entre sí.

Marieth miraba con atención su comida, era una tarta de chocolate y un café, ambos alimentos fueron servidos en utensilios de oro, a lo que sus ojos se no perdían detalle de lo que estaba a punto de consumir.

—Sabes—Dijo él para llamar la atención de la joven—Sé me hace extraño que uses esa ropa, es tarde para usarla, quiero decir—Se corrigió él—¿No me digas que te confundiste de luz?—Marieth se detuvo a pensar.

—Mire una luz en mi cuarto, ¿Acaso no era el sol?—Dijo ella con algo de nervios.

—No querida, no era el sol, quería que despertarás por eso me encargue de ponerte yo mismo una lámpara en el rostro y decidí mejor empezar a hacer algo para que cenaras, no sé cuando fue la última vez que comiste—

Ella bajo la mirada, ya era de noche, eso no era lo importante para ella, lo que de verdad importaba era saber el cómo se le pasó por la cabeza en quitarle sus prendas estando dormida.

—¿Por qué me quito mis prendas?—Dijo algo molesta a lo que se escuchó una risa de parte de él.

—¿Disculpa?, ¿Quién te crees para hablarme así?—No contesto Marieth, solo hizo un gesto de enfado, no podía ver su cara, ¿Acaso se había molestado?, o ¿Solo estaba siendo sarcástico?—Te dejaré algo en claro, tu misma me dijiste que yo te podía hacer lo que a mí se me apeteciera, no te quite tu vestido de sirvienta por gusto, lo hice porque supongo que por venir aquí quedó dañado, no creas que tampoco vi la gran cosa—Marieth estaba a punto de hablar pero él continuó.

—Agradece que estoy siendo amable contigo, porque si te pones a pensar, recuerda que tú eres una prisionera, no tengo por qué darte un trato especial, y algo también importante es que no tengo por qué darte explicaciones de lo que haga, ¿Te quedo claro querida?—

Marieth no le contestó, su sangre hervía de la furia pero tenía que tolerar eso, pero sabía que él tenía razón, él estaba siendo demasiado amable de cierto modo—No te escuchó querida, ¿Te quedo claro?—Pregunto nuevamente.

—Me quedo bastante claro—Respondió Marieth mientras apretaba las servilletas, no tenía apetito de nada, y a pesar de que le gustaran demasiado las tartas, no se las comería al ser hechas por él—Me voy a retirar—Dijo Marieth a lo que se levantó dándole la espalda, pero se detuvo al escuchar un fuerte golpe que causó que se quedará helada.

—¿Cómo te atreves a dejarme en la mesa?, te dignaste a llegar a la hora que tú querías, y aun así te vas, y me tome la molestia en prepararte incluso comida que ni siquiera te mereces—Dijo a lo que Marieth seguía de espaldas, no tenía ninguna intención de escuchar a ese sujeto, pero sintió como unos pasos se acercaban hacia ella.

—Tú, estás siendo demasiado altanera, no voy a permitir que seas así—Dijo cercas del oído de la chica, Marieth solo sintió como tomaban sus hombros, las manos de aquel hombre a pesar de llevar guantes eran demasiado frías—En tu vida no intentes mandarte sola, porque mientras estés aquí, tú me perteneces—Dijo, a lo que ella apretó su vestido con fuerzas, podía ser todo lo que él quisiera pero jamás le pertenecería a alguien y menos a alguien como él.

—No le pertenezco a nadie—Dijo Marieth mientras sentía como su corazón se salía, en cambio, se escuchó una risa de parte de él.

—Eso ya lo veremos—Dijo para tapar los ojos de Marieth y hacer que sus rostros estuvieran cerca del otro—Ya veremos quien tiene razón.

Más populares

Comments

Natalit

Natalit

jajajaja hay enserió que ingenioso

2025-01-13

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play