Él se acercó lentamente tocando sus mejillas.
—No entiendo, ¿Acaso son de felicidad?—
Su voz empezaba a temblar, la joven no encontraba las palabras correctas, trataba de hayarlas.
—Yo me le declaré hace unos veinte minutos, y ahora me está alejando de usted, ¿Qué tan cruel puede ser?—Preguntó Marieth, Félix por primera vez no supo que responder al instante.
—No dice nada, no me haga elegir entre mi familia y usted por favor—
La miró detenidamente hasta que la siguiente pregunta hizo que la joven bajara la mirada.
—¿Por qué?—Preguntó, no entendía, desde que llegó la joven no hacía más que enojarse e insultarlo, ya se habían declarado pero creyó que si la dejaba ir se iría al instante, su corazón latía al escuchar su respuesta.
—Porque tengo miedo de elegirlo a usted y que me haga a un lado de su vida—
Félix se abalanzó hacia la joven para besarla, la boca de él no la dejaba respirar.
De solo pensar en que la joven quería elegirlo a él le hacía darse cuenta que aunque quisiera alejarla no podría soportarlo, su mente y su corazón solo deseaban a la joven, pero debía dejarla ir, no quería hacerla decidir.
—No me hables en usted Marieth, ya te lo dije—Dijo separándose de ella, notó como la joven respiraba con dificultad, tocaba sus labios algo sonrojada, a lo que ella se apartó avergonzada.
—Disculpa, pero fue tu culpa hablarme de ese modo, yo anteriormente te dije que no me dijeras "Usted", sabes que no me gusta—La joven lo fulminaba con la mirada.
—Primero me corres y ahora me besas, por más que lo intento no puedo entenderte—Los ojos de ambos se miraron fijamente, la joven no sabía con esa actitud que es lo que quería él, pareciera que le costaba trabajo tomar una decisión, cerró sus ojos soltando un suspiro.
—Tú me amas y yo a ti, lo menos que quiero, al menos yo, es alejarme de ti, que nuestros caminos se separen, nunca creí sentir algo así por alguien, pero tú causaste algo en mi—Camino hasta llegar al espejo para ver a su hermano, mientras hablaba perdía tiempo valioso, debía tomar una decisión por más que le doliese.
En cambio, aquel joven estaba mirándola atentamente, la respuesta que recibiría afectaría tanto como su vida como la de ella, algo que le causaba de algún modo nervios—De acuerdo Félix, me iré, no volverás a saber de mí o de mi familia, solo te suplico que ayudes a mi hermano a bajar de ahí, por favor—
Juntó ambas manos en modo de súplica, Félix negaba con su cabeza, eso no quería, ver a la joven entrar en una crisis era lo que menos se esperaba, no podía perderla, nunca había hablado con alguien respecto a lo que sentía, tenía la necesidad de tenerla junto a él, pero no podía dar marchar atrás, en ese momento no.
—Bien—Un dolor de estómago se hizo presente en Marieth, era un sentimiento extraño, pero ya presentía de que se trataba, se dirigió hacia la puerta para abrir lentamente la perilla, pero se detuvo.
—Puesto a que no te das prisa tendré que hacerlo yo—Quería llegar al punto, si la joven no se daba prisa, iba a cambiar de opinión, se consideraba débil al no poder controlar sus sentimientos.
Marieth suspiro tratando se verse lo más desinteresada posible, pero era imposible, no quería alejarse de él.
—Me deseo quedar a tu lado Félix, no pienses que lo hago por mi promesa, lo hago también de voluntad, lo único que te pido es que me permitas ver a mi hermano para aclarar nuestra situación, eso es todo, por favor—
—Cambias de opinión muy rápido, ¿Acaso te diste cuenta que tienes mejor vida aquí que allá?—Félix como era de esperarse saco nuevamente su lado arrogante, la pelirroja le dio un empujón que causó que se molestara pero era evidente que no se lo devolvería a lo que solo chasqueó la lengua.
—No, y tal vez tengas razón, espero no querer cambiarlo más adelante—Rodó sus ojos con algo de molestia.
—Si no me vas a ayudar no me detengas—La joven salió de la habitación a tratar de ayudar a su hermano.
En cambio, Félix se quedó quieto, tocó su rostro dando a entender que se sentía molesto de que Marieth fuera tan terca, ¿Cómo los iba a tratar de ayudar?, no tenía idea, pero sabía que ella sabría que hacer, era muy astuta, algo torpe pero astuta. Soltó una pequeña risa, sabía que debía de ayudarlos, o tal vez terminarían muertos, la realidad era que nada más lo haría por la joven, la idea de ayudar de nuevo a personas extrañas le parecía abrumador, no deseaba recordar aquellos momentos.
Albert ya estaba cansado y ni hablar del pobre de William, tal vez sus cuerpos estaban débiles, pero ambos eran de voluntad fuerte. Las ramas se empezaban a trozar, en un movimiento rápido salto Albert hacia otro árbol, William prosiguió a hacerlo pero no fue lo suficientemente ágil para hacerlo igual resbaló a lo que el joven tomó su brazo, de poco a poco lo fue levantando. Aquel hombre miró hacia abajo, para ver como cada vez más el pantano subía debido a que recientemente la lluvia había hecho de las suyas, ocasionando que tanto el lodo como el barro estuviesen creciendo de poco a poco.
Tuvieron que escalar de una vez por medio que la lluvia era demasiado fuerte, inclusive había deshecho el pequeño refugio que les había costado hacer.
Las manos le sudaban aquel rubio, uso todas sus fuerzas para jalar al padre de Jeanne, al hacerlo se recargaron en un árbol agotados, pudo notar Albert como sus manos estaban rasgados, el sudor le resbalaba por su frente, su vista comenzaba a nublarse—Niño—Alzó la mirada, William lo miró dándole una sonrisa agotada—¿Estás bien?—Notó como su voz se escuchaba cansada, no tenía edad para seguir, y le sorprendía que había podido pasar los cuatro árboles, sin contar que eran completamente enormes.
—Yo estoy bien, la pregunta verdadera es que si tú estás bien— Se levantó con algo de dificultad, miró a su alrededor tratando de encontrar la solución, sabía que su respuesta no iba a caer directamente a sus pies, pero esperaba que así fuera, "Dios", susurro al notar que una liana estaba enredada en una rama del árbol más grande de todos, debía de cruzar otros dos para llegar a ese.
—Carajo—Dijo al ver que sería complicado.
—Podemos usar esto niño—Su vista se dirigió a William quien sostenía una roca—La rama parece vieja al igual que las demás, se nota porque tiene una que otra manzana que ocasiona que se venga más hacia abajo, las manzanas empiezan a pesarle cada vez más, la lluvia ocasiona que se vuelva cada vez más frágil, con la suficiente fuerza podemos hacerla caer—Lo miro algo incrédulo, pero era eso o quedarse hasta que volviese a llover y caer al pantano para únicamente morir—Al momento de que caiga la liana por inercia vendrá hacia nosotros, tal vez no se libere por completo pero si nos ayudara al menos a pasar la mayor parte del pantano, debemos de saltar juntos, de todas maneras se romperá aunque solo uno lo haga—
—¿Lees mucho, verdad?—Una risa se formó en sus labios, ese anciano sí que tenía una imaginación tremenda, pensaba Albert.
—Lo necesario como para estar listo si un gigante viniera a atacarnos—
William le entrego la única roca que tenía en su alcance, solo había una oportunidad, si fallaban su vida correría riesgo, Albert suspiro, limpio el sudor de su rostro y arrojo la roca con todas sus fuerzas haciendo que esta fuese hacia la liana desamarrándola un poco, pero no lo suficiente como para que por inercia fuese hacia ellos, no había bajado lo suficiente, si tan solo hubiese otra cosa la cual lanzar sería más que suficiente, cerró sus ojos para pensar, por un momento se decepcionará, miró a William el cual bajo su cabeza, la vista de Albert volvió hacia la liana tratando de pensar en otro plan.
Miró a todos lados tratando de encontrar un objeto el cual lanzar, si era necesario también usaría uno de sus zapatos, pero sus pensamientos fueron interrumpidos, notó como una roca caía del lado izquierdo del árbol, causando que la liana se liberara al instante, a lo que por inercia se dirigió hacia ellos a lo que Albert tomó de inmediato, no entendía que es lo que había pasado, su vista volvió hacia abajo para mirar una pelirroja la cual estaba agitada, parecía como si hubiese corrido hasta allí, su cabello estaba suelto algo desordenado, traía puesto un traje de jardinero, los ojos de aquel joven estaban algo vidriosos, no podía creer que es lo que estaba viendo.
—Marieth...—Dijo William, formó una sonrisa en sus labios, la habían encontrado, o tal vez ella los había encontrado a ellos.
La joven tomó un pequeño suspiro, estaba cansada, se había cambiado de ropa a prisas para correr más rápido, no iba a llevar un vestido enorme el cual no la dejaría ni siquiera brincar una roca, observo como su hermano estaba impactado, no debía perder tiempo, tenía que darse prisa—¡Albert!—Grito—Date prisa, debes de bajar de ahí—El joven había entrado en razón, agarro a William y lo subió a su espalda.
—¿Qué haces?, te romperé la espalda—Dijo preocupado a lo que escucho como Albert reía.
—Tendré que tomar el riesgo—
Dicho esto se lanzó directo hacia adelante impulsándose con ayuda del árbol, como era de esperarse la liana se rompió debido al peso de ambos, estaban a punto de caer pero una nueva liana había aparecido tomando a ambos y empujándolos hacia el suelo, Marieth trago en seco, sabía quién los había ayudado, y no era malo, para nada, le aterraba que es lo que pasaría después.:
Albert y William se levantaron algo desconcertados, el joven pareciera que vomitaría en cualquier momento, era la primera y última vez que hacía tal cosa, su mirada fue hacia William que apenas podía respirar, parecía que no tendría otra aventura por ahora.
Sintió como una mano cálida tocaba su cabello rubio que estaba totalmente revuelto por la caída, fue así cuando miro a su hermana, unos ojos verdes los cuales reflejaban nada más que amor puro, no pudo ni decir nada cuando ella lo había abrazado sonriendo y derramando una lágrima, el joven estaba sorprendido, creía que era un sueño, todo era tan irreal que no podía creer que su hermana estaba con él, tantas semanas, casi el mes buscándola como loco, para tenerla en frente suyo. Sus manos comenzaban a alzarse para devolverle el abrazo.
William se había sentado, estaba aliviado, al menos pudo lograr su cometido, añoraba ver a su hija feliz de nuevo, pero deseaba aún más comer esa deliciosa tarta de calabaza que le había prometido Jeanne, todo había acabado, o al menos eso era lo que él estaba pensando, pero para su desgracia no era así.
—Marieth, te extrañé tanto hermanita, perdóname por ser un imbécil, no debí de dejarte ir, yo debí de esforzarme más con nuestro padre....—Una mano le tapo la boca, la joven lo miro con tristeza, negó con su cabeza, ella ya lo había entendido, todo lo que había ocasionado Félix no era del todo malo, al menos hizo entrar a su hermano en razón, y esperaba lo mismo de su demás familia, esto era una lección dura, pero no un castigo.
—No debes de disculparte, yo también cometí errores, después de todo es cosa de humanos, ¿No?—
—Pero...—
—Nada, todo está bien, yo estaré bien, tú logra tus metas, yo estaré aquí apoyándote—
No entendía lo que le estaba tratando de decir, ¿Acaso no iría con ellos?, se separó un poco de Marieth tomando sus manos.
—¿No iras con nosotros?—Preguntó, Marieth soltó sus manos y se levantó para dirigirse hacia William para ayudarlo a levantarse a lo que esté asombrado acepto, al igual que Albert también estaba confundido.
—Me temo que no, lamento haberles quitado valioso tiempo, pero hice una promesa al quedarme aquí, no puedo dar marcha atrás—Retrocedió unos pasos hacia atrás mientras movía sus manos nerviosa. Temía lo que estaba a punto de suceder.
—Podemos huir—Dijo Albert. La joven únicamente negó.
—Con trabajo cruzamos el pantano, ¿Qué te hace pensar que podemos salir?—Comentó William.
Albert tocó bruscamente su cabello, debía de sacarla de ahí, pero no encontraba el modo de hacerlo, tenía razón el padre de Jeanne, con trabajos lograron cruzar, y todo fue con ayuda de quien sabe que cosa.
—De todos modos aunque no vinieras con nosotros no tendríamos manera de irnos, ¿Cuál es la diferencia?—Dijo, su lógica era buena pero no la suficiente para la joven quien seguía moviendo sus manos.
—El bosque no me va a permitir salir de aquí, a ustedes si, si hablo con él tal vez me ayude—
—¿Él?—Preguntó William.
—No me digas que te refieres a ese monstruo—Marieth no pudo evitar sentirse molesta por su comenzaba, pero no debía mostrar sus sentimientos, en ese instante no.
—No es un monstruo, y sí, hablo de él—
Albert no podía creerlo, si estaba en lo cierto diría que su hermana se había encariñado con esa cosa, pero se negaba a esa explicación, tal vez solamente era su imaginación debido al golpe cuando cayeron.
—¿Hablas del que te encerró en un calabozo?—Mencionó el joven, pero recibió un golpe en su cabeza por parte de su hermana la cual lo miraba molesta.
—¡Oye!—Mencionó molesto. Era lo que extrañaba de ella.
—Si no te sabes el cuento no lo cuentes—El joven estaba a punto de mencionar algo pero la lluvia se había hecho presente, pequeñas gotas empezaban a caer, a lo que se levantó y tomó a su hermana del brazo al igual que a William, trataría de encontrar la manera de irse, así sea incluso rodeando todo, pero temía que no hubiese salida, por otro lado, Marieth sin pensarlo se zafó del agarre de su hermano.
—Entiende, no me puedo ir, en este momento no lo puedo hacer, tengo que cumplir mi promesa—Albert agarro a su hermana de los hombros con ojos tristes.
—No dejaré que te quedes en este infierno—Marieth levantó su mano hacia la mejilla de Albert tomándolo con delicadeza.
—Estaré bien, no te preocupes por mí, volveré a verlos, eso ten por seguro—Albert se negaba al no ver de nuevo a su hermana, no se iría sin ella, tampoco William, le prometió a su hija que su mejor amiga estaría con ella, no la decepcionaría.
—Entra en razón querida, puede que hayas hecho una promesa, pero tu padre te necesita al igual que las personas que te quieren, debe de haber otra manera—
A Marieth se le empezaba a romper su corazón, pero no podía dar vuelta atrás, amaba a Félix y gracias a él entendió el valor de la familia, y no lo dejaría nuevamente solo, estaría a su lado. Tal vez su familia la necesitaba, pero los había ayudado mucho tiempo, era hora de que ayudase a alguien más.
—Lo siento, pero no puedo irme—Albert estaba angustiado, tenía miedo de que ese monstruo la hubiese amenazado y tal vez por eso no quería irse de allí.
—Perdón hermana por desobedecerte otra vez, pero no cargarás los errores de este vicioso a las apuestas—
Dicho esto jaló a su hermana para salir corriendo, ella trataba de frenarlo, pero tanto el cómo a William la tomaban uno de cada brazo a la joven.
—Espera—Le pidió ella, pero no era escuchada, no le daba miedo salir lastimada, le causaba terror pensar en que Félix apareciera.
William miraba a todas direcciones para tratar de encontrar la salida, pero llegaron a tal punto de que hubiese una pared de rocas gigantescas, los tres miraron hacia arriba, parecía no tener un límite aproximado.
Marieth dio un suspiro de alivio, pero para su sorpresa una sombra se reflejaba detrás de ellos, temía lo peor, ella fue la primera al voltear para ver a Félix quien se quedó quieto en silencio, los ojos de ambos ardían, era un nuevo sentimiento el que ellos empezaban a sentir, pero dudaban en sentirlo tan pronto como para avergonzarse, Marieth no pudo evitarle sonreír, y noto como sus ojos expresaban también una sonrisa de parte de él. Pero se les olvidó que no estaban solos, al momento de que Albert volteo colocó a su hermana detrás de él dándole protección al igual que a William.
—¿Quién carajos eres tú?—Preguntó Albert mientras trataba de sonar lo más rudo posible para tratar de ahuyentar a esa persona o cosa, eso tenía cautiva a su hermana y quien sabe que cosas le había hecho como para que ella no quisiera irse de ahí, algo que le hizo hervir la sangre.
Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al notar como se acercaba a ellos, ocasionando que dieran pasos hacia atrás, paró cuando Albert había sacaba una pistola de su abrigo, algo que horrorizó a Marieth.
—Te acercas un poco más y disparo maldito—Dijo amenazante.
—¿Dónde sacaste eso niño?—Preguntó William quien miraba con asombro aquella pistola.
—De algo debía de servir el inútil de Hans, me la dio para cuando apareciera esa bestia, ¿Me crees tonto?, era bastante evidente que no vendría aquí sin alguna clase de arma la cual defenderme—
—Baja eso—Le ordenó Marieth quien lo tomaba del brazo el cual sostenía el arma, pero este la hizo a un lado empujándola hacía William para que este la sostuviera para que no tratara de frenarlo.
—Tú no eres asesino Albert, no lo hagas—Pidió ella.
—Marieth, créeme que si tengo que convertirme en uno lo haré con tal de defenderte, no te dejará a tu suerte, eso jamás, porque si debo de elegir entre él o tú, te escogería mil veces a ti—
Marieth se sorprendió por las palabras de su hermano, no creyó que llegaría tan lejos, en ese instante no sentía nada más que dolor, odiaba la idea de elegir entre dos personas que les importara.
Se asustó al ver como Félix seguía avanzado, algo que estremeció a Albert, sabía que no tenía el valor para hacerlo, pero aun así no quería arriesgarse, trataba de liberarse de William pero este no la soltaba.
—No des otro paso, te lo advierto, defenderé a mi hermana a toda costa infeliz—Dijo, pero era ignorado, su pulso iba disminuyendo al ver como se acercaba cada vez más, no tenía elección...
Marieth abrió sus ojos como platos…
Una bala se escuchó entre todos, los pájaros al escuchar un ruido tan fuerte volaron a otro lado en busca de refugio, la pelirroja veía a su amado el cual había recibido una bala en el pecho, al notar que William estaba distraído por lo sucedido se liberó rápido para ponerse delante de él, escuchaba a su hermano decirle que se fueran de ahí, pero la joven hizo caso omiso, lágrimas brotaron de sus ojos completamente rota...
Sorprendida notó como Félix se acercaba a su oído...
—Vaya impresión que le di a mi cuñado—
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Updated 23 Episodes
Comments
Natalit
hay que susto y este acá todo tranquilo y yo un manojo de nervios
2025-01-13
1
Isel Mojarro
más capitulos autora
2023-04-01
1