CAPITULO 9

Un día soleado alumbraba el Castillo, era de mañana, y la joven como era costumbre se había levantado temprano, despertó con mucho ánimo a pesar de sentirse algo adolorida por lo que había sucedido anoche, correr como una loca sí que la había cansado, se decía a sí misma, la joven cepillo su hermoso cabello pelirrojo y se hizo una trenza de lado, uso una diadema verde con un girasol, tomó un vestido rosa y lo uso, esta vez se había maquillado, se colocó un labial rosa con unas sombras claras, se dispuso a ponerse un perfume a olor a rosas, desde que llegó estaba allí, pero no deseaba usarlo antes, ya que no estaba ahí para verse bonita, pero en ese momento sentía que debía lucir hermosa, se miró detenidamente en el espejo, quería lucir maravillosa.

—Espero y lo noté—Sé Dijo mientras se acomodaba el cabello hasta que entró en razón.

Marieth....

Un momento, un momento, ¿Qué estoy diciendo?, ¿Desde cuándo me interesa verme bonita por alguien?, no puede ser posible que esas palabras hayan salido de mi boca, yo nunca diría eso, pero... de pensar en ese sujeto me hace querer verme hermosa para él.....

no, no, no, no, debo de estar confundida, eso es, solo debo de estar haciéndome ideas equivocadas, así es, solo eso, yo debo de saber todo sobre este sujeto, y hoy se supone que me lo contará todo.

Tengo muchas preguntas la verdad, ¿Qué le pasó a su Reino?, ¿Porqué vive solo?, ¿Quién le hizo esto?, ¿Porqué tanto le importa una rosa?, ¿Porqué oculta su rostro?, ¿Enserió iba a matar a mi padre?, todas estas preguntas me dejan muy mal sabor de boca, también debo de preguntar sobre esas personas que vi muertas, esos niños en el jardín.

Debo de pesar en eso, un beso... bueno dos besos no significan nada, bueno si cuento el de la máscara serían tres, pero no importa, no debo ilusionarme con alguien como él, después de todo me insultó recientemente, hirió mis sentimientos, e insultó a mi familia, no debo de desconcentrarme.

Narradora....

La joven a pesar de que tuviese sentimientos por él, nunca lo admitiría, su orgullo era demasiado grande, o tal vez no quería pensar diferente, ya que si ese sujeto no pensara lo mismo sería incómodo para ella.

La joven bajo de su cuarto, algo extraño es que no había sonado ninguna campanada, ella se percató que él no estaba en la mesa, la hizo entrar en pánico, rápidamente bajo, no era normal no verlo a esa hora, eran las ocho en punto y no está ahí, salió del Palacio en busca del hombre, pero no lo hallaba, regreso y aún no había rastro de él, rápidamente subió a la habitación de él, la cual estaba normalmente oscura, y ahí lo vio, acostado, llevaba un traje negro junto con una máscara igualmente negra, ella se acercó a él, ¿Se había quedado dormido?, se preguntó la joven, ella se sentó en su cama tratando de despertar al sujeto con un movimiento pero no obtuvo respuesta, ella lo vio por unos segundos...

Como quisiera poder....

Ver su rostro...

La joven lentamente fue retirando la máscara del hombre, hasta que se detuvo en sus labios, piel pálida, unos labios bastante bellos, Marieth soltó un suspiro, no era capaz de hacerlo, si se la quitaba solo demostraría que no es una persona de fiar, que a pesar de hablar con él no demostraba confianza, la joven solo beso la mejilla del hombre para después acomodarle su máscara.

—La verdad creí que lo harías—Ella se sobresaltó cayendo al suelo, se levantó sorprendida viendo al sujeto que se empezaba a levantar.

—Usted... ¿Estaba despierto?—

Preguntó la joven nerviosa, nunca había estado tan avergonzada en su vida, solo le dio la espalda esperando que el sujeto empezará con sus frases sarcásticas.

—No para nada, únicamente sentí como una bella mujer besaba mi mejilla, ¿Pero yo despierto?, na—Respondió él, ella tenía que inventar una escusa para poder salir de ese aprieto—¿En qué estabas pensando?, ¿Cómo se te ocurre entrar de nuevo a mi habitación?—La joven se quedó callada, sabía lo que tenía que hacer.

—Yo la verdad deseaba volver a besarlo—Tal vez con ese comentario perdió la dignidad, pero no iba a perder la confianza de él, ella solo se sonrojó tapando su rostro, de verdad que por más que le pasaban situaciones así no aprendía la joven, solo hubo silencio de parte de él.

—Si desea un beso, me lo hubieses pedido, pero ¿Por qué tan temprano?, son las siete en punto, se me hace extraño que te levantes de mañana, por lo regular desayunamos a las ocho, incluso te doy treinta minutos más—¿Tan temprano se había levantado Marieth?, ella únicamente se maldecía una y otra vez, no podía creerlo.

—Yo pensé que ya eran las ocho, lo busque por todo el Castillo, excepto en su habitación, creí que estaba afuera, creo que debí tocar, lo lamento—Él no pudo evitar reír, le causaba gracia, ya que no entendía ni una sola palabra de ella, por más que hablaran nunca la entendía.

—Nunca me había sentido tan conmovido, deseabas tanto verme que incluso te arreglaste para mí, no nada más eso, te levantaste temprano para verme, y para terminar, querías besarme, nunca me terminas de sorprender Marieth—La joven se quedó estupefacta, hasta que entró en razón—No, no, no, no, no, yo no me vestí bien para usted, yo me vestí así porque me gusta, no se haga ideas raras sobre mí—La joven estaba roja como un tomate.

—Por favor mono, en el tiempo que has estado aquí jamás habías usado maquillaje ni tampoco perfume, lo haces ahora, ya que nos besamos ayer—La joven simplemente lo negó rotundamente—Bien, bien, di lo que quieras, pero nunca me vas a hacer cambiar de opinión—

—Usted tampoco a mí—Respondió al instante.

—Aparte, yo lo busque porque como no tengo reloj no sé que hora es, no me puede culpar por eso, admito que me preocupe de no verlo, pero solo eso—

La joven solo miro hacia otro lado apenada—Bueno, solo me queda hacer el desayuno—El hombre se levantó mientras se acomodaba su traje, Marieth solo lo miro confundida.

—Perdona, ¿Pero usted suele dormir con traje?—La mirada de él volvió hacia Marieth, solamente se acercó a ella tocando simplemente el cabello de la joven.

—No, yo no duermo, rara vez lo hago, nada más me acuesto, me cambio de ropa, y con esa yo amanezco, hay días en donde no me acuesto, solo limpio mi Castillo, y espero ver a una joven mono que se despierte—La joven solo sintió tristeza, ¿Qué tan cansado debe estar?.

—Entiendo, pero, ¿Por qué no duerme?—Preguntó la joven—¿Sabes?, lo que se me hace divertido es que un día me hablas en usted y otro día me tuteas, es gracioso, yo también suelo hacer eso, hay que hablarnos con confianza, ¿No crees?—Dijo él, ella solamente podía sentir como tocaba su cabello, pero le resultó extraño que no le respondiera a su pregunta—Me parece bien tenernos confianza—La joven solo volteó a mirarlo, sus ojos simplemente lo miraban con cariño, y los ojos de él reflejaban demasiado sentimiento.

—Me alegra saber que ya no me tienes tanta indiferencia, la última vez que toque tu cabello te hiciste aún lado—

La joven solo le sonrió—Creo que era muy obvio, ven conmigo—Dijo tomando la mano del hombre, se dirigían al comedor.

La joven únicamente jaló al hombre para bajar de las escaleras y lo extraño era que la comida ya estaba ahí—Dijo que usted cocinaba—Lo miro la chica.

—Y tú dijiste que me ibas a hablar con confianza, ambos mentimos a nuestra manera, yo, por otra parte, muevo el Castillo a mi antojo, y pues si digo que haya pavo con puré en la mesa ten por seguro que estará allí—Él se acercó a la mesa mientras jalaba la silla de la joven para que ella tomara asiento, ella solamente le dio una sonrisa y se sentó—No sabía que podías ser un caballero—Dijo la joven mientras miraba al sujeto tomar asiento junto a ella mientras tomaba un vaso con agua.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí—Respondió acariciando el cabello de la pelirroja.

—Es cierto—Contestó la joven—Es por eso que me contarás—Él solo le dio un trago a su vino—Todo con calma niña, no comas ansias—Ella solo empezó a reír.

—No, para nada, no comeré ansias, lo que si comeré es este delicioso pavo, por cierto, el puré es delicioso, al igual que la salsa—

La joven únicamente le dio una mordida a su comida, él la miraba completamente feliz, su corazón duró como una roca ahora estaba latiendo rápido, esa niña rara había robado su corazón, pero él no deseaba que la joven se lo devolviera, él quería que ella se lo quedara.

—¿Te gustaría dar un paseo conmigo?—La joven solamente miro al hombre con comida en su boca. —Lamento decirle que no salgo con extraños, a menos que sepa su nombre, claro, su verdadero nombre—Contestó la joven mientras le daba una mirada coqueta, a lo que él sonrió de bajo de la máscara, acercándose a la joven.

—Félix—Dijo en seco—Félix por ahora, porque próximamente me dirás de otra manera—Ella solo tomó la mejilla de él—¿Cómo?—Preguntó la joven mientras se acercaba a él.

—Lo dejaré a tu imaginación—Término para después alejarse la joven—Termina de comer y me ves en mi jardín—Ella solo asintió, se retiró sin más que decir, la joven solo tocó su pecho, ¿Será amor?, se preguntó, ella solamente negó con su cabeza y decidió seguir comiendo para poder verlo de nuevo.

La joven terminó de comer para después salir, se acomodó su cabello y vestido, era la primera vez que Félix la invitaba al jardín, ella solamente soltó un suspiro de enamorada, miraba el cielo en el cual había muchas nubes que cubrían el sol, de vez en cuando el clima era agradable, algo que no terminaba de comprender era en el ataque de ira de él, recién ayer estaba molesto con todos, y ahora, parecía un sujeto totalmente nuevo, alguien más agradable, alguien más tierno, la idea de únicamente imaginarse estar con ese hombre le hacía sentir mariposas, pero, a pesar de toda la felicidad que sentía no podía sentir un nudo en la garganta.

Camino hacia el jardín para encontrarse al hombre sentado en la fuente mientras miraba las flores, ella vio que estaba distraído así que lo intento asustar, se colocó detrás de él y le tapo los ojos.

—Sería tonto si preguntaras "¿Quién soy?", ya que solamente estamos tú y yo—Dijo Félix quieto.

Ella soltó su rostro—Bueno, ¿Pero al menos te asusté?—Preguntó a lo que él negó con la cabeza.

—Te quiero dar algo—Dijo él mientras ocultaba algo detrás.

—No es necesario—La joven no quería recibir nada, por el hecho de que no se sentía cómoda, pero las ansias de ver que era la emocionaba.

—Cierra tus ojos Marieth—Le pidió él, a lo que ella los cerró, Félix tomó las manos de la joven para después darle su obsequio, la joven lentamente empezó a abrir sus ojos.

—Esto....—Dijo la joven mientras miraba un ramo de flores rojas, lo interesante era que en cada una de ellas había pequeños diamantes, era lo de menos para ella, solo con mirar esas rosas se sentía conmovida, nunca nadie le había regalado flores, sus mejillas se sonrojaron mirando al hombre quien miraba hacia otro lado.

—Gracias, te prometo que te lo compensaré—Dijo la joven, a lo que él negó con su cabeza.

—No lo hago para recibir algo a cambio, lo hago porque quería dártelas, tu sonrisa es mi único regalo—Dio una sonrisa algo avergonzada, se recargó hacia él para luego mirar sus rosas encantada, pero no se sentía a gusto de recibir algo y no dar nada, la joven se levantó de su asiento.

—¿Paseamos?—

Preguntó la joven mientras escondía su rostro algo apenada, Félix solo desvío la mirada mientras se levantaba—Adelante—Dijo haciendo señal de que ella avanzará primero, a lo que Marieth empezó a caminar, de ahí le siguió él, la joven miraba a su alrededor, se alejaban cada vez más del Castillo, pero algo que siempre había eran flores de distintos colores, los árboles eran enormes, ella presentía que era el mismo lugar donde había tomado la manzana, y no se equivocaba, miró el árbol donde la había tomado, era mucha más grande a lo que recordaba, ella solo se dirigió a él y se recargó—Este árbol es donde tome una manzana—Dijo la joven riéndose, ya que recordaba también cuando ella cayó de la ventana.

—Si, lo sé, este es el único árbol cerca de tener manzanas rojas, no te pudiste alejar más, así que era muy evidente—Aquel hombre se acercó a la joven para también recargarse en el árbol—Cuando era niño me subía también en este árbol, me divertía hacerlo, pero mi abuela me decía que eso no era lo que un príncipe debía de hacer, así que deje de hacerlo desde entonces—La joven solo lo miro, podía notar como le afectaba eso, pero por su máscara no podía ver su expresión—Pero la verdad no entiendo por qué te subiste ahí, digo, ya hay manzanas rojas en el Castillo, ¿Por qué arriesgarse por una manzana?—

La joven solo le sonrió—Pues, créeme que me pareció divertido, y antes no disfrutaba comer a tu lado, cuando vi esa manzana roja mi niña interior me dijo que subiera, sabía que podía caer pero no me importaba—Él solo la miraba posando su mano sobre su rostro.

—¿Entonces porque gritaste cuando te caíste de la ventana?—Dijo el hombre riéndose de la chica, ella nada más se acercó a su rostro.

—Creo que la respuesta es más que obvio, no le tenía miedo a caer, le tenía miedo de verte enojado—El hombre se puso frente a ella.

—No consideré que…—

Sé detuvo al ver a la joven, tocó su mejilla para después besarla, la joven se retiró al momento de sentir los labios de él.

—¿Qué te sucede?—Preguntó la joven alterada, ella solo se había hecho a un lado, él solo soltó un suspiro de molestia.

—Disculpa, solo que esa reacción me parece dramática, digo, tú me besaste mientras "dormía"—La joven solo se colocó detrás del árbol, ese hombre hacía que ella sacará su monstruo interior, sintió como tocaba su hombro, ella se movió hacia otro lado, a lo que él nuevamente tocó su otro hombro, como si se tratase de un juego, ella solo le sonreía.

—Lamento tenerte con esa perspectiva de mí, pero era evidente, nunca decidí poner de mi parte—La joven se detuvo, ella miró el suelo.

—No te preocupes, no importa lo que hiciste, sino lo que haces para arreglarlo, descuida, yo tampoco puse de mi parte—

Él únicamente quería volver a besar a la joven, pero era evidente que esa joven no era solamente de un beso, no era únicamente de un abrazo, ella era más que eso, pensó en un instante de pedirle matrimonio, pero se estaba acelerando, debía de ganarse el corazón de aquella jovencita—Marieth te contaré más respecto a mi infancia—La joven simplemente se sentó en el suelo algo ansiosa, deseaba saber todo, él solo le sonrió, había funcionado su plan, era como si tuviese a una niña esperando un cuento.

Ambos nada más se miraban, ella esperaba respuestas, pero esta vez no tenía su plan, esta vez no era para irse, ni ella misma lo sabía. Él planeaba enamorar a la joven, ya había aceptado la había aceptado en su corazón, tomó asiento a un lado de ella tomando su mano, a lo que ella escuchaba atentamente.

—Bien....es hora de que sepas de mi pasado, Marieth....

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