CAPITULO 10

Un joven de ojos azules miraba hacia el cielo en el cual estaban pájaros, se encontraba en su balcón, adoraba mirar la vista, su mirada bajó para ver a sus trabajadores se encontraban limpiando el jardín de la Reina Isabela, aquella mujer era simplemente encantadora, no pudo elegir mejor esposa para su padre, cabello castaño el cual siempre estaba sujetado, ojos color avellana, piel algo bronceada, tanto aspecto como interior era sumamente especial.

Se encontraba también en el jardín, su vestido amarillo hacía que incluso brillará más, aquel joven solo sonreía, ya estaba feliz, ya no había nada que detuviera la felicidad de su padre, miró nuevamente el cielo, tan solo catorce años y ya pensaba como un Rey, algo que admiraba su padre de él.

—Príncipe Félix—Escuchó el joven mientras miraba a su mayordomo quien sostenía una libreta—Disculpe que lo moleste, pero debe de arreglarse, recuerde que a las doce en punto empezará el baile real, y usted debe de presentarse a las diez para atender a los invitados, el joven únicamente tocó su cabello algo cansado, era el quinto baile de esa semana, estaba agobiado, los bailes eran para aliarse con demás Reinos, pero para él era una pérdida de tiempo, ¿Qué tan difícil es llevarse bien con los demás?, ¿Por qué crear guerras sin sentido?.

—No molestas, me cambiaré y bajaré en veinte minutos, no te preocupes—El mayordomo exclusivamente sonrió y se retiró, aquel joven abrió su armario, no se decía que usar.

—¿Rojo tal vez?, ¿Qué dices Félix?, recién lo utilizaste, tal vez uno azul marino, después de todo adoro ese color—

Aquel joven se decidió por el traje azul marino, se hizo una pequeña cola de caballo para sostener su cabello, él siempre había preferido tener su cabello hasta sus hombros, ya que su madre siempre lo peinaba así, aquel joven rubio había derramado una lágrima, su madre, la extrañaba tanto, sus canciones, sus cuentos, sus abrazos, él únicamente limpio su rostro, hasta que escucho la puerta abrirse, era su padre.

—Hola hijo, ¿Ya estás listo?, sabes bien que no puedo hacerlo sin ti—Dijo el Rey mientras le daba una sonrisa a su hijo, en cambio, solo Félix asintió mientras se seguía acomodando su traje, su padre noto eso a lo que se acercó a él—¿Sabes?, Isabela nos invitó a ir a su Reino, ¿No te gustaría ir?, al igual que tú también me encuentro cansado, aparte está cayendo nieve, ¿No te gustaría verlo?—El pequeño príncipe solo lo miro—Me gustaría ir pero no tengo ánimos padre, aparte ya he visto la nieve—El Rey tomo el hombro del joven—Hijo, no deseo que te la pases lamentando la muerte de tu madre, no deseo verte en tu cuarto, yo estuve así y tú me ayudaste a salir de ahí, yo quiero hacer lo mismo por ti—El príncipe abrazo a su padre—La extraño tanto—Las lágrimas le empezaron a brotar, el Rey solo le devolvió el abrazo—Yo igual hijo, pero debemos ser fuertes, cuando termine todo esto nos iremos a Inglaterra, y verás que la pasaremos bien, estoy haciendo lo mejor que puedo, y créeme que estoy dando todo por ti, solo dame tiempo para que esto termine—Aquel joven solo le asintió, la mirada de ambos voltearon a la puerta al escucharla abrirse, era la Reina Isabela.

—Querido...—Ella al ver a ambos se sorprendió bajando la mirada.

—Disculpen por interrumpir, es que preguntan por el Rey.—Ambos se miraron para después darse una sonrisa—No te preocupes amor, iremos en seguida—El Rey únicamente tomo el brazo de su hijo y le acomodó sus botones—Ahora si estamos listos—Dijo el joven, ambos salieron de la habitación, Isabela solo beso la frente de Félix y se fue junto a su esposo a recibir a los invitados. Félix miraba a la multitud, sí que había demasiadas personas, el chico únicamente miro a sus primos jugando, él deseaba volver a tener cuatro años para no preocuparse de la vida, soltó un suspiro para tratar de disfrutar la noche.

Todo eran risas y halagos eran las doce en punto de la noche y el joven ya se encontraba cansado algo que su padre noto.

—Hijo, ve a tu cuarto a dormir, desde aquí se ven tus ojeras—Dijo el padre mientras acariciaba la cabeza de su hijo—No padre, no te preocupes, aparte tengo que escribir los horarios para nuestro próximo baile, también debo cuidar a mis primos para que no rompan nada y también debo de...—Fue interrumpido por Isabela quien acariciaba su mejilla—Yo ya me he desocupado, encárgate tú de dormir, yo haré lo demás, tú preocúpate de descansar cariño—Él solo la abrazo, no negó, simplemente fue a su habitación, esta vez no tenía ganas de desobedecer, vio su cama y este se tiró de una, ni siquiera se había quitado su traje, solo se aflojó su moño, al momento de tocar la cama quedó rendido el príncipe.

Sus ojos se abrieron como platos al escuchar alboroto en el Palacio, las mujeres gritaban horrorizados, los niños lloraban, los hombres pedían refuerzos, aquel joven corrió rápido hasta que chocó contra una persona, una mujer que vestía un vestido rosa salmón quien llevaba un collar de oro alrededor de su cuello, era su abuela.

—Querido, vuelve a tu habitación—La anciana simplemente detuvo al joven, pero este quería saber que es lo que pasaba—Abuela, ¿Qué está pasando?—El joven empezó a alarmarse, tenía que bajar, pero su abuela no lo dejaban pasar—No puedes bajar, primero toma siento para darte la noticia—El pequeño príncipe solo empezó a agitarse, la abuela nuevamente lo llevó a su cuarto, para que él tomara asiento—¿Qué sucede?, ¿Por qué todos gritan?—Fue interrumpido por su abuela—Silencio Félix, déjame hablar primero—El joven asintió, la mujer simplemente cerró sus ojos, se acomodó su vestido y aclaro la garganta—Han secuestrado a la Reina Isabela—

Se quedó sin palabras, su corazón latía rápido, simplemente sus pupilas reflejaban miedo—Se llevaron a la Reina unos guardias, no sabemos quiénes eran o que querían, solo sabemos que su objetivo era ella, tu estúpido padre se interpuso y le clavaron una espada en el pecho, cerca de su corazón, pero no está muerto, los doctores hacen lo mejor que pueden, la gente quedó horrorizada, ya que mataron a todos los guardias del Castillo, solo cuatro tuvieron la suerte de sobrevivir, lo más probable es que si hubieses estado ahí estarías igual de herido que tu padre—Aquel joven no podía creer lo que estaba pasando, recién querían viajar juntos, y ahora su padre, su única luz, la persona que más amaba en esta vida, estaba cerca de morir, las lágrimas brotaron de sus ojos, el joven quedó hecho pedazos—Félix no llores, así es la vida, tu padre debió de dejar que se la llevarán, después de todo ya perdió a su antigua esposa, que la pierda de nuevo no es la gran cosa—Félix miro a su abuela con odio, su sangre le hervía, se levantó y golpeó bruscamente su escritorio, su abuela solo lo miro impactada—Mi madre no es ningún juguete, no hables de ella como si lo fuese, esto no es como cambiarse de vestido abuela, si tu atuendo se rompió cambias otro, cierra la boca si no tienes idea de cómo me siento—La anciana sorprendida estaba a punto de hablar pero el joven salió de la habitación corriendo, llegó donde estaba la fiesta y noto sangre por todos lados, cuerpos de personas, no solo estaban muertos los guardias, también sus primos, su único tío, su mayordomo el cual amaba tanto, el joven cayó de rodillas llorando, miraba a su alrededor no había gente, más que cuerpos sin vida, pudo notar como un oso de peluche lleno de sangre estaba entre los cuerpos, se acercó para tomarlo, las lágrimas no paraban de salir hasta que sintió como alguien lo tomaba del brazo, noto que ese no era un guardia de los suyos—Tú vienes conmigo niño, si te resistes no dudaré en matarte, de todas formas no te quieren vivo, así que mejor ruega para que no te mate—

Félix soltó el peluche para que sus ojos se abrieron más, no dudo en zafarse del agarre del guardia, a lo que él alzó su espada para darle directo al príncipe, el joven retrocedió unos pasos, no logro hacerlo a tiempo, la sangre solo deslizaba, le había dato casi en su ojo—¿Ya tuviste suficiente niño?—Le preguntó el guardia mientras soltaba una carcajada, el joven se limpió la sangre, noto que no había perdido su ojo, pero si dejaría una marca.

—Ven conmigo, ¿O prefieres terminar como el imbécil de tu padre?—Félix apretó sus puños con fuerza, se abalanzó ferozmente hacia el guardia a lo que la espada salió girando, Félix corrió hacia ella pero el guardia tomó su pierna jalándolo hacia él, el joven seguía resistiéndose hasta que por fin la había alcanzado, tomó la espada y se la clavo en la cabeza, matando al hombre, Félix tembló mirando la sangre entre sus manos, rápidamente fue agarrado por uno de sus guaridas quien lo llevó arriba, se dio cuenta que iban a la habitación de su padre, y así fue, los doctores estaban a su alrededor de manera que no lo podía ver—¿En qué estado está mi padre?—Preguntó Félix asustado, noto como un doctor tomaba su hombro.

—Su padre está muy herido, la espada rozó su corazón, no le queda más tiempo, lo lamento majestad, hicimos lo que pudimos—El joven tocó su cabello mientras mordía sus labios con fuerza haciendo que sangraran, un doctor se acercó a él para revisar que no estuviese herido, notaron al instante el ojo del príncipe, a lo que empezaron a limpiar la herida—¿Cuánto le queda?—Preguntó él joven quien estaba siendo atendido, el doctor que cuidaba a su padre solo lo miro—Le calculo una hora su majestad—Después de ser atendido Félix se sentó en la cama de su padre para tomar su mano, el Rey al notar su presencia acaricio la mejilla de su hijo—Te pareces...tant…o a tu madre—Dijo con dificultad, el príncipe solo le sonrió—¿Qué deseas decirle a tu madre?... yo… Estaré pronto... con ella...—Félix soltó un suspiro, no deseaba llorar en frente de su padre—No digas eso, padre—Le pidió Félix, noto como se habría la puerta, era la mano derecha de su padre—Bernard—Dijo el príncipe—Su majestad, no queda mucho tiempo, su padre decidió que se hiciera un testamento antes de su muerte—Félix miro de vuelta a su padre, las lágrimas brotaron, desde que era pequeño quería ser Rey, pero ahora no deseaba ni por todo el oro del mundo serlo.

—Hijo...no llores, me haces sentir mal—Dijo el Rey, el joven únicamente escondió su rostro en el pecho de su padre—Bernard, escribe... con atención... por..fa...vor—Cada vez la respiración del Rey era más débil, Bernard quien aguantaba sus lágrimas sacó un papel y una pluma.

—Adelante su majestad—

Debido al accidente del Rey, el príncipe Félix tomará el puesto de su padre con tan solo dieciséis años, debido a la ausencia de la Reina Isabela su reino también quedará en manos del joven, lo que él decida hacer con él será solamente cosa del joven, quien lo cuidara y acompañará será su abuela Anastasia, la madre del Rey Edwards, cuidará su bienestar, será su asesora, su abuelo Patrick se encargará administrativamente de que es lo que le corresponde al joven, el príncipe deberá siempre de estar en su reino, no se le permitirá salir solo, tampoco puede dejar su puesto hasta que cumpla la mayoría de edad".

Palabras dichas por el Rey Edwards.

Escrito por Bernard, su mano derecha.

Fecha: 24/12/1956

—¿Desea añadir algo más su majestad?—No obtuvo respuesta del Rey, Félix sintió la mano fría de su padre noto como se soltaba del agarre del joven, el príncipe empezó a agitar a su padre gritando por él, pero no tenía respuesta, los guardias tomaron al joven para sacarlo de ahí, el Rey había fallecido, la abuela del joven rápidamente entró a la habitación ha ver a su hijo—Lo lamento su alteza—Dijo uno de los doctores, la mujer no soltó ninguna lágrima, se dirigió a Bernard, le arrebato el testamento para después leerlo, noto como Félix lloraba en el suelo, sus sirvientes solo abrazaban al joven, la anciana simplemente lo miro detenidamente.

Esa noche fue un infierno para el príncipe.

Después de lo ocurrido, los sirvientes comenzaron a limpiar, los guardias se encargaron de avisar al pueblo del fallecimiento del Rey y de los guardias que murieron en combate, las familias fueron por los cuerpos, había sido una catástrofe, Félix se encontraba en su habitación en el balcón con lágrimas en sus ojos, sus ojos demostraban un vacío, miró sus manos las cuales estaban limpias, recordó la sangre que tenía anteriormente, tomó asiento mientas cubría su rostro, no deseaba ver a nadie, absolutamente a nadie, solo sollozaba, no había nada quien lo consolara, ni deseaba ser consolado, se dirigió a su espejo de cuerpo completo y pudo notar la cicatriz en su ojo, habían dicho los doctores que fue un milagro que no haya perdido un ojo, se recostó en su cama rezando que ese solo fuese un mal sueño, que había comido muchos dulces, y simples era una pesadilla, que el día de mañana despertaría viendo a su padre, que vería a su nueva madre recogiendo flores, pensaba en la Reina, ¿Qué le estarán haciendo?, ¿Estará viva?, las preguntas hacían que el joven se sintiera pésimo, decidió tratar de dormir con lágrimas en sus ojos...

Todo su cuento feliz había cambiado de dirección...

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Comments

Natalit

Natalit

que triste pobrecito solo tenía hasta ahora 14 años y enfrentarse a la muerte de tantos familiares queridos debió ser muy duro para el

2025-01-13

1

Natalit

Natalit

bueno es como otro mundo por que para esos años ya hecistian las armas

2025-01-13

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