Regalo sorpresa.

Erick.

Thania después de la visita del prometido de mi hermana, quedó un poco mal.

—¿Te asustó mucho?...—le pregunta Minerva a la chica, ésta mueve la cabeza de un lado a otro en respuesta negativa.

—No, solo que me sentí intimidada por él y más cuando me habló...—dice entre sollozos.

—¿Ustedes dos se conocen?, es que te habló tan casualmente...—dice tratando de sacarle información.

—J-Jamás lo había visto...pero, su mirada era muy intimidante y fría...—le responde un poco más tranquila.

—¡Chicos, sigan con la fiesta!.—exclama Minerva sonriendo.—Al parecer, mi prometido tuvo que ir a atender algo urgente. Pero, vendrá en un rato.

Mintiendo de nuevo...

—Erick, cuida de tu futura esposa, yo iré a ver a mis invitados.—camina hacia mi, y con su tacón, me pisa el pie.—será mejor que comiences a conquistarla, aún no está segura del matrimonio. Y si no quieres que te deje en la calle, tienes que hacer que acepte.—susurra y me besa la mejilla.

Me quedo helado y miro a Thania.

—Señorita, ¿quiere dar un paseo conmigo?.—pregunto sonriendo.

...***...

Thania.

—Señorita, ¿quiere dar un paseo conmigo?.—pregunta sonriendo Erick.

"No te enamores de ese hombre". — las palabras de Rose siguen en mi cabeza.

Nunca antes había puesto esa cara...y mucho menos me había dado un consejo.

No, Beatriz dijo que solo está tratando de manipularme.

—Por hoy no, Erick. Muchas gracias, ahora estoy un poco cansada.—le sonrío.

—Está bien, señorita Thania. Me enteré que pronto cumplirá años.— comentó mientras buscaba algo en sus bolsillos.—Cómo éste año debuto por voluntad...Ten.—me da una pequeña cajita.—abrala.

Yo la abro lentamente y lo que me veo me sorprende.

Un colgante de oro con una esmeralda en el centro.

—Es precioso...—digo mientras lo admiro.

—Éste colgante era el de mi difunda madre...es por eso que en presencia de el...Señorita Thania Bernolth, ¿quiere usted contraer matrimonio conmigo?.—habla y se coloca de rodillas, mientras me toma de las manos.

Quedo en shock, es una propuesta demasiado precipitada.

—Yo...tengo que pensarlo. No es como si fuera fácil contraer matrimonio. Tienes que pedirme a mi padre y hacer algunas otras cosas. Aparte, es muy rápido, apenas nos conocemos.—trato de calmar la situación. El ego herido de un hombre puede causar hasta una guerra.

—El matrimonio es justo para eso, para conocernos y vivir como marido y mujer.—dice un poco cortante, pero después se anima.—¿Sabes?, puedes llevarte el colgante que es testigo de nuestro compromiso y pensarlo, si es una respuesta negativa me lo devuelves, ¿está bien?.

Yo lo pienso unos momentos y acepto.

—Bien. Lo llevaré y pensaré en tu propuesta.—sonrío nerviosa.

.........

...Rose....

Baje las escaleras para cenar, porque vino el joven Leorio.

—Hija, Thania no llegará a cenar hoy.—habla mi madre mientras se lleva una copa de vino a sus labios.—vendrá cuando termine la fiesta de la princesa Minerva.

—...—me quedo callada. Eso realmente no me favorece, que Thania tenga conexiones con la realeza, me parece algo realmente malo.

—Eso es algo bueno, así podre hablar a solas con la señorita Rose. Usted me ha llamado mucho la atención, Madam.—al escucharlo yo me atoro con el agua.

—Joven, ¿usted o su amo?.—consulta Rene.

—Ambos. Me resulta que es una chica bastante brillante e inteligente.—exclama alegre.

¿Es una broma?. Deberían estar interesados en Thania, no en mi.

—Cuando terminemos la cena, le llegará un paquete con un regalo dentro a su habitación.—me guiña un ojo.

—Ajá. Muchas gracias.—sonrío por cortesía.

Esto es malo. Si el amo de Leorio es el príncipe heredero, será algo muy malo.

Me meteré en un lío muy grande por saber todo lo que escribí en la carta.

No lo pensé bien, soy una tonta.

Golpeo disimuladamente mi cabeza.

Terminamos la cena con normalidad, me despido y subo a mi habitación.

En cosa de segundos golpean mi puerta. Abro y entra un hombre con un paquete gigante, le deja allí y se retira.

—Joder. No puede ser que de verdad trajo un regalo.—rasco mi cabeza y suspiro.—Si es un regalo muy grande, debo enviarle algo de vuelta.

Cuando me acerco al paquete escucho algunos ruidos y por curiosidad lo abro cuidadosamente.

—Quizás es algún animal.—cuando está más o menos abierto, la caja se abre sola, y algo salta y me asusta.

—¡Sorpresa!—grita un hombre con el rostro encapuchado y vestido de guardia.

—Tu...¡SI NO TE QUITAS LA CAPUCHA ME OLVIDARÉ DE QUE SOY UNA SEÑORITA!.—amenazo con navaja en mano.

El chico comienza a reír a carcajadas y se descubre el rostro.

—... ¡Gian, eres un idiota!—le empujo y le golpeo.—me asusté.—comienzo a llorar.—Eres un grandisimo tonto.

—Tranquila, Rose. Ya, ya.—acaricia mi cabeza.—Discúlpeme, mi lady.

Yo me aparto y le apunto con la navaja.—¿Cómo sabes mi nombre y por qué estás aquí?.—miro enojada.—...De casualidad, ¿eres el amo de Leorio?.

—...¿algo así?—ríe.—¿Eso te dijo?. Él es mi amigo, no soy su amo como tal.

—...—¿estaba preocupada por un don nadie?. Me siento ridícula.—¿Y...que quieres?.

—Ten...—me da una cajita.—ábrela, ese es el verdadero regalo. Aunque puedo ser yo también.

—Idiota.—abro la cajita y veo el broche de esa vez.—El broche hermoso.—admiro el broche, y sonrío.

—Ese día, vi que lo mirabas mucho. Y como es del color de mis ojos, te lo regalé para que cada vez que lo veas, te acuerdes de mi.—dice y saca un ramo de flores, las mismas que las del festival.

—Yo...—mis mejillas se comienzan a calentar. Es vergonzoso.—No puedo aceptarlos. Todo es mucho dinero...

—Te dije, puede que sea hasta un billonario hijo de un emperador del imperio del norte.—guiña un ojo.

Me carcageo.—Gracias...—sonrío.

Él saca el broche de la cajita, me lo coloca en el cabello y me acerca al espejo.

—Te va perfecto...Te ves hermosa.—habla en mi oído en apenas un susurro.—Rose Bernolth, no mueras nunca.

En el reflejo del espejo, logro ver sus ojos cristalinos.

Besa un mechón de mi cabello y se va lentamente de la habitación con la caja grande.

¿Que no muera...?

...Continuará......

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