—Oí que fuiste grosera con Erick, hija...—dice mi madre un tanto nerviosa y triste.
—Yo...¿voy a ser regañada?—pregunto.
Solo vi a mi madre poner esa expresión cuando falleció padre.
—No, no te regañaré. Es solo que si eres grosera con la familia del inversor de tu padre es un poco peligroso para la economía de la familia Bernolth.—es cierto, el dinero.
—Madre, puede que fui grosera al expresarme, pero no me voy a disculpar, si eso es lo que esperas dándome estos sermones.—miro por la ventana mientras el viento sopla mis cabellos.—No estuvo mal el hacer valer mi opinión.
—Hija, si no te disculpas me traerás problemas con tu padre. Ya sabes la mala fama que tengo, si me llego a divorciar de nuevo, quizás hasta la poca dignidad que me queda será pisoteada.—acaricia mi cabello.—sabes que nunca antes te pedí nada, Rose. Solo por esta vez.
—Yo...lo pensaré.—camino indiferente hacia la puerta de mi habitación y la abro.—por favor, me gustaría...estar sola. Que nadie me moleste por favor.
Ella sale por la puerta sin antes decirme, "has lo correcto, por favor. Mi reputación también te afecta a ti".
Me puse ropa de hombre, saqué una rosa de mi florero y salí por la ventana de la habitación.
Es la única manera de salir de noche, tengo que vestir de hombre para ello, o te toman como prostituta.
Camino sin rumbo, ese sin rumbo es falso, la idea es llegar a mi antiguo hogar, la casa del vizconde suicida.
Me siento en la entrada de la mansión que está cerrada con grandes candados.
Pienso en todo lo que me ha pasado y las lágrimas caen como si de cascada tratara.
Es cuando recuerdo algo de golpe.
Cuando era niña, mi padre hizo un túnel que da a la cocina, con Gao nos escondiamos allí para asustar a mamá.
Busco la entrada desde fuera, ya que está entre algunos arbustos y sin que nadie me vea, entro.
Al llegar a la cocina, me escabullo a la sala y veo que todo está prácticamente igual de cuando era pequeña, los recuerdos invaden mi mente.
Recorro todo hasta llegar al cuarto que era de mis padres en ese entonces.
—El olor...es el del perfume de papá.—corro al armario, y allí están sus ropas.
Las tomo entre mis manos y las abrazo.
—Papá, ¿por qué?. No sabes cuanto te extraño...no debiste haberte suicidado, entre los tres podíamos salir adelante.—digo sollozando.
Lloré hasta quedar sin lágrimas y sin darme cuenta me quedo dormida.
Al otro día, despierto con mucho dolor de cabeza y un poco desorientada.
Es cierto, vine a casa.
En esta época pasaba por aquí, cuando falleció mamá, yo estuve días desaparecida.
Pasé días aquí, sin comer, llorando...
¿Tengo que disculparme por lo que le dije a Erick?. No quiero que mi madre siga teniendo mala fama.
Dísculparme seria como darle la razón... Y él, no la tiene...
Salgo por el túnel, trato de tapar mi rostro con un sombrero para que no me reconozcan y así volver a mi cuarto.
De camino a casa, me encuentro con un festival y quedo hipnotizada por todos los colores que utilizan.
Son hermosos, parecen arcoiris.
En eso, me tropiezo con un mercader y éste me mira enojado.
—Ve por donde caminas, hombre.—se levanta y toquetea sus bolsillos.—pequeña rata, robaste mi dinero.—agarra mi cuello.—devuélveme mi dinero, bastardo.
—Yo, señor....—trato de explicar que es un malentendido, pero el hombre con suerte me deja respirar.
—¿No me lo vas a dar?.—levanta su mano para golpearme.
Me quedé espererando el golpe, pero nunca llegó.
Abro mis ojos lentamente, y hay un hombre parado frente a mí, sosteniendo la mano de aquel mercader.
—Suéltalo, ¿quieres que te muela a golpes?. Explica lo que está pasando o te vas al calabozo. —dice aquel extraño chico con furia.
—Me robó dinero, ¿quieres que me quede con las manos cruzadas?.—alega el hombre con furia.
—¿Cuánto es?.—saca mucho dinero y se lo avienta al piso.—ahí tienes, no lo vuelvas a mirar.
—Tu...—me agacho y comienzo a recoger el dinero del suelo.—él no es un perro ni nada menos, idiota. Señor, hubo una equivocación, yo no robe nada, puede que se le haya caído o algo por el estilo.—le paso el dinero en la mano.—exijo una disculpa.
—Eh...m-mil disculpas, joven.—se va asustado con el dinero.
—¿Y a éste que le dio?...—pregunto confundida.
—Veo que ama meterte en problemas, lady.—susurran en mi oído.
Volteo rápidamente y veo quien es la persona que me defendió.
—Eres tu, persona desagradable.—digo suspirando disgustada.
Esos ojos color jade, no lo volvería a olvidar.
—Recuerde que mi nombre es Gian, señorita Bernolth.—dice besando mi mano.
—No me toques como si nos conociéramos de siempre, Gian.—le golpeó la mano.
—Vaya, me acaba de tutear. Eso quiere decir que somos amigos, señorita.—sonríe arrogante.
—Nunca he aceptado tal amistad, señor.—le dejo solo, pero él me sigue.
—Vaya, volvió a ser formal. Es una persona extraña.—ríe.
—Déjeme en paz, no lo conozco.—camino sin mirarle, el chico me sigue.
—¿Se dirige a casa?, no creo que su padre le guste verla vestida así.— es cierto, estoy vestida como hombre. Tampoco traje un vestido, se supone que iba a llegar a la media noche. — Vamos, señorita Bernolth.—toma mi mano y me lleva con él.
—Oye, ¿ahora me secuestras?. Déjame en paz. —Le doy una patada en la pierna para que me suelte y después en la entrepierna para poder correr.
Gian retorciéndose en el piso del dolor, agarra mi brazo nuevamente y no lo suelta.
—Señorita, usted es de verdad increíble.—ríe falsamente.
—Que me sueltes.—forcejeo pero no quiere seder.—está bien, me rindo. ¿Qué quieres?.
—Ir por un vestido. Si no, la castigarán.—me lleva nuevamente con él.
Llegamos a una tienda de ropa, pero no a cualquiera, si no la más cara de toda la capital, incluso la realeza compra su vestuario aquí.
—Elija lo que más le guste, mi señorita.—habla Gian y después va con el dueño de la tienda a hablar a un salón que tiene la tienda para descanso de las personas.
Me acerco a los vestidos y todos los precios son muy elevados...
—¿300.000?... bueno, es mejor que 500.000—éste vestido tiene el precio de mi casa antigua sin los intereses.
Ya elegido el vestido, camino hacia los collares solo para verlos, no tengo interés con comprarlos ni nada.
Miro cada uno de los collares y son todos muy bonitos, pero hay uno en particular que es hermoso.
—Wow, este es el más hermoso que vi. Es del color de sus ojos...hay que admitirlo, es guapo ese ser desagradable.—río para mi.—La forma del collar es muy linda, quizás si es que no es muy caro, puedo venir luego y...—miro el precio.— Definitivamente no. No está dentro de mi presupuesto.
—¿Quiere un collar también, señorita?.—pregunta Gian llegando a mi lado.
—No es necesario, señor...
...Continuará......
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Un saludo y muchas gracias por leer. <3
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Comments
Las Patas Del Hobi Awebo
Muy, muy desagradable no le ha de parecer jajaja, ya anda recordando el color de sus ojos.
2022-01-04
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