—Cómo sabrá el príncipe heredero está buscando una solución a todo esto del casino ilegal...—le hablo y cruzo mis piernas.
—¿P-Puedo preguntar quién es usted?, se ve bastante joven y de buena familia...—yo le sonrió.
—Según leí, las identidades de los apostadores son secretas. Eso quiero decir que no pueden saber ni mi edad, señor. —bebo café mirándolo directo a sus ojos.
—Es cierto. Mi error, señorita...—dice el hombre un poco nervioso.
—Bien, como venía diciendo...las tropas del príncipe heredero vienen hacia acá. Le vine a avisar para que pueda esconderse y ocultar evidencia. No lo hago por usted, si no por mi. No quiero que me atrapen por andar en esto, señor.—le doy una carta.—vaya a este lugar. Ahí estará esperando mi jefe para que puedan hablar con calma y evitar que se entere el príncipe de todo esto.
Eso, y estuvo exquisito su café. Tenga buena tarde.
Me levanto, tomo el dinero y salgo del lugar.
Suspiro y miro la tienda.
Lo demás se lo dejo a usted príncipe.
—Lázaro, ¿hizo lo que le dije?.—pregunto mientras miro a mis alrededores.
Estamos más o menos lejos de la casa de empeño, el lugar que le di al señor de la tienda es una poco lejos, le dará tiempo para llegar al príncipe.
—Si, señorita Bernolth. Estamos esperando a David quien fue a recoger su otro pedido. Pero, podemos irnos si usted desea.—hace una seña para que suba al carruaje.
—No subiré aún, esperaré a David aquí.—me saco la capucha y me suelto el cabello que arreglé antes de venir a la casa de empeño.
El trabajo que le di a Lázaro fue que debería ir a llevar una carta de urgencia al príncipe heredero con la ubicación de uno de los que da información sobre el casino, así podrá actuar mejor, todo fue anónimo, el trabajo de David es traer la respuesta y unos vestidos que le pedí.
Espero venga enseguida, así logra atrapar a uno de los peces de todo éste mar.
Para no dar sospechas, estoy haciendo que caigan primero los más débiles, para así, llegar al más grande, que es el general mayor de la armada junto con uno de los sacerdotes mayores.
Pasaron algunos minutos y llegó David.
—Señorita Bernolth, traigo buenas y malas noticias...—dice suspirando y dejando el paquete de vestidos en el carruaje.
—Ven.—lo llevo a un lugar un poco lejos de los demás.—¿qué pasó?.
—La carta fue recibida con éxito, lo malo es que el príncipe no está en el castillo. No pude hacer más. Disculpe.—yo coloco mi mano en su hombro.
—No es tu culpa, volvamos al carruaje.—le sonrío.
Ese príncipe idiota. Con razón su popularidad cayó tanto.
Estaba subiendo al carruaje, cuando toman fuertemente mi muñeca.
—¿Quién eres?.—pregunta el encapuchado con quien tropecé antes.
—Señorita Bernolth.—Lázaro saca su espada.
—Baja tu espada.—le ordeno.—encuentro de muy mala educación preguntar a una dama su nombre sin antes haberse presentado, señor.—con el viento su capucha se baja y veo el rostro de un joven un poco enojado.
Sus ojos...son de un color jade.
Esa cara, la he visto antes. Pero, ¿en qué lugar?...¿será algún compañero de la academia en la que entraré el próximo año?.
Parece extranjero...bueno, no es nadie importante.
—Discúlpeme, mi dama. Mi nombre es Gian. ¿Quién es usted?, ¿y porqué el hombre de la casa de empeño salió tan deprisa?.—dice un poco más calmado.
—Soy la hija del vizconde Bernolth, no creo que lo conozca, digo porque a la vista usted es extranjero. Y sobre lo del hombre, no sé porqué salió tan rápido, yo solo vine a empeñar unas joyas y él me invitó a beber café oriental, nada de otro mundo, señor Gian. —suspiro.—si me permite, tengo que irme.
—Realmente eres una mujer muy inteligente. Esa excusa no me la creo para nada, señorita. Harás a los demás tontos, pero a mi, jamás. Aunque, si es verdad lo que dijo, tendré que disculparme como se debe, espero vernos pronto, bella dama.—besa mi mano y se va con unos hombres de por allí.
Ese tipo Gian, espero nunca encontrarmelo de nuevo.
Me subo al carruaje y después nos bajamos para dar un par de vueltas por el comercio
—Mira, Misty. Es un patito de barro.—apunto una pequeña figurita.—Es muy linda.—dijo sonriendo como una niña.
—Veo que aunque se esconda tras esa máscara de mujer madura, aún es esa pequeña niña de siempre, señorita.—dice sacando una bolsa con dinero.—se la daré como regalo.
—No es necesario, Misty. Yo la compraré. Ese es tu salario...—digo arrepentida de haber dicho que ese patito me gustaba.
—Insisto, señorita.—la compra y me la da con una sonrisa sincera.—usted es lo único que tengo desde que mis padres fallecieron. Puede ser algo insignificante para usted quien está llena de joyas y riquezas, pero-
Yo la interrumpo.—Misty, muchas gracias. Lo atesoraré.
...
Íbamos de camino a encontrarnos con el cochero de mi carruaje, cuando escucho unos niños riendo y se me viene una especie de recuerdo a la cabeza.
""—Madre, iré a ver a Gao.—le dijo a mi madre y salgo corriendo a ver al pequeño amigo de papá.—Gao, papá está muy enfermo.
—Rose, tu papá estará bien, así como mi mamá se recuperó, él igual.—veo solo la sonrisa de un pequeño niño.
—Gao, ten cuidado que viene un caballo.—le grito a ese niño, pero él me escucha tarde y lo arrolla el animal.
—¡Gao!...""
Ni siquiera recuerdo el rostro del amigo que tenía antes de papá se suicidara.
Gao...al final nunca te volví a ver.
—Señorita, suba al carruaje.—me habla Lázaro sacandome de mis pensamientos.
.....
Literal ya pasaron cuatro meses y aún no hago nada sobre mi venganza, hace meses estaba tan motivada, ahora solo quiero dormir y dormir.
Mañana cumplo los dieciséis y en algunos meses más entro a la academia.
Mi madre está bien, a Erick no le he visto desde la ultima vez y Thania no sale de su habitación.
Desde el ataque falso revisan hasta el agua que bebemos.
Supongo que eso está bien, así no hay envenenamiento de parte de nadie.
Me quedé sin ideas para hacer mi venganza, aunque creo que más o menos ya tengo algo, solo necesito pensarlo bien.
....
En otro lugar.
—Gian, es imposible que una persona como la señorita Bernolth esté metida en todo esto del casino. Ella es una señorita con clase.
—Leorio, si tu padre está en banca rota, ¿qué harías?. Es lógico. O está haciendo apuestas ilegales para ganar dinero o simplemente nos está ayudando por la recompensa.—digo mientras firmo unos papeles.
—Bien, pero necesito que la describa físicamente son dos señoritas Bernolth. Una es solo hija de nombre del conde Bernolth y la otra es hija de sangre. La mayor es hija de una prostituta, eso es lo que se rumorea, también dicen que tiene pésimos modales.—dice mi amigo.
—No recuerdo bien su rostro, pero sé que es hermosa, tiene el cabello castaño, no tan claro, pero tampoco tan oscuro. Es más o menos alta.—sonrió.—y tiene un alto coeficiente intelectual, se le nota solo en su forma de hablar.
—Investigaré bien sobre ella, aunque por su descripción , ya se cual de las dos es. A propósito, Gian. ¿La quieres de aliada o la quieres para interrogarla?.
—Solo quiero conocerla, se me hace un chica bastante inteligente y si no me equivoco es ella quien mandó la carta anónima para el príncipe. Aunque creo que esa carta llegó tarde, porque nosotros ya teníamos todo listo, ella solo complicó las cosas.—suspiro.—¿Qué haría la familia real sin mí?, nada.
Ya veremos la sorpresa que te daré, señorita Bernolth.
...Continuará......
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