Stan despierta en medio de un planeta desértico sin recordar nada más que el rostro de su esposa, quien fue raptada por un pirata y ahora él junto a su compañera deberá emprender un viaje para salvarla.
Encontrándose en el camino enemigos que se creía que eran simples mitos de la Tierra, y algunos pocos aliados.
¿Podra salvar a su esposa? ¿podra sobrevivir a su propia odisea?
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Capitulo #10: Los Vientos que nos alejan
Habíamos logrado huir de la cueva con un sabor agridulce en la boca. Pues aunque habíamos conseguido lo que buscábamos, una parte de los elfereanos que nos ayudarían a rescatar a nuestros amigos habían muerto por ese monstruo.
—Hey, enana —dije sujetando el hombro de Roxy—. No puedes dejar que haya muerto en vano —Roxy se dejó caer en mis brazos para abrazarme y llorar por la muerte de su gente—.
—P-Por favor, Stan —volteó a verme con sus ojos brillantes y decorados con lágrimas recientes—. Prométeme que no dejarás que mueran más de ellos, que vas a protegernos, por favor —Los elfereanos se me quedaron viendo esperando mi respuesta—. No dejes que más de los nuestros mueran
—Mm —la envolví en mis brazos para corresponder su abrazo—. Te lo prometo, todos saldremos con vida de esto —la agarre de las mejillas con delicadeza—. Ahora salgamos de Elfer y vayamos a Andrómeda, ¿sí?
Los elfereanos nos llevaron a su nave, su nave era más grande que la de Erik y más imponente, era algo que se esperaba de una nave pilotada por los soldados de la realeza.
Dentro de dicha nave se encontraba Hermes, su rostro era el mismo de siempre, un rostro burlesco. Verlo a salvo y contento me hizo sentir un poco de alivio aunque la bolsa que sostenía me causó bastante curiosidad ya que la agarraba con mucho cuidado y delicadeza.
—Hermes… —susurré aliviado con un suspiro—.
Los elfereanos al verlo no reaccionaron igual que nosotros, sino que inmediatamente se pusieron de rodillas para mostrarle respeto, pues para ellos, él no era un ordereano o un compañero sino que era una deidad.
—Jajaja, veo que pedirle ayuda a mi tío Poseidón sirvió de algo, ¿no lo creen?
—¿Qué? ¡Maldito cabrón! Tú fuiste el que provocó la destrucción de mi Laisy —se quejó Erik mientras se acercaba a Hermes—.
—Jaja, obvio, al paso que íbamos, llegaríamos a Andrómeda en 20 años y no quieren ser los nuevos ody que buscan llegar a Itaca, ¿verdad? —se burló—
—¡Maldito capullo! —gritó enfurecido sujetando a Hermes de su ropa—. ¡¡Esa nave era mi compañera!! ¡¡Y la destruiste!! Dame una razón para no matarte aquí y ahora
—Yo solo sé decir… de nada —respondió burlándose—
—¡Eso es todo! ¡Voy a matarte!
—¡Erik! ¡Espera! —lo detuve antes de que golpeara a Hermes—. No podemos pelearnos entre nosotros, además aunque sea un idiota lo necesitamos
—Aww, gracias Capitán, pero soy tu idiota
—Agh, ¡Bien! —se quejó apartándose de Hermes—. Pero juro que vas a pagar lo que le hiciste a mi Laisy
—Hermes, ¿Dónde estabas todo este tiempo?
—Mientras estabas inconsciente fui con Eolo para pedirle ayuda —me dió la bolsa que tenía en la mano—. Cuídala bien, jajaja y úsala bien, ya que guarda un tesoro extraordinario que nos servirá más adelante
Confundido e intrigado observé la bolsa intentando averiguar que contenía, aunque la cara y risa de Hermes me causaba un mal presentimiento. Y no solo era eso, mis compañeros también quedaron intrigados con el contenido de la bolsa, por sus miradas clavadas en la bolsa, sabía que a ellos también los consumía la curiosidad.
Así que opté por guardarla en mi mochila para evitar que alguien más la abriera, Hermes en cuanto vio que guardaba la bolsa, se acercó a mi oído para susurrarme lo que contenía la bolsa.
—La bolsa de Eolos contiene los vientos más peligrosos del universo, úsalos poco a poco para llegar a Andrómeda en menos de 2 días, recuerda poco a poco o vas a alejarte más de nuestro destino —me susurró al oído—.
—Entiendo… —con un suspiro me di la vuelta para ver a mis compañeros—. Bien, es mejor que guardemos toda la comida y preparemos todo para irnos de Elfer cuanto antes
Para partir de Elfer tuvimos que ayudar a los elfereanos a crear combustible natural con la flor de loto, durante esos días que estuvimos haciendo el combustible, la Enana de Roxy conoció a una nueva amiga que se convirtió en su pequeña mascota.
—Tranquila chiquita, a partir de ahora yo voy a cuidarte, ¿sí?, la gran princesa de Elfer va a protegerte —dijo Roxy sujetando a una pequeña ardilla blanca en sus manos—.
La pequeña ardilla se metió dentro de la ropa de Roxy para esconderse y calentarse debajo de su ropa. A pesar de estar escondida, Roxy era capaz de sentir como temblaba y el chasquido de sus pequeños dientes.
—Debes tener mucho miedo pero descuida, yo voy a protegerte
Cuando los elfereanos terminaron de crear el combustible natural y de abastecer la nave, partimos hacia Andrómeda a toda velocidad, solo que aun con esa velocidad, tardaríamos en llegar al zoológico, por lo que con ayuda de Hermes tuve que usar la bolsa a escondidas de la tripulación, usarla con cuidado y con ayuda de Hermes fue la mejor opción, pues ya estábamos muy cerca de llegar, incluso podía ver el zoológico a lo lejos.
—Ya falta poco, solo un poco más —susurré con mi mano en la ventana— Solo espera un poco más, Flor…
Usar la bolsa a escondidas rápidamente alimentó la curiosidad de la tripulación, algunos creían que dentro de la bolsa había oro o reliquias que valían millones, otros se imaginaban algo más ancestral pero todos y cada uno de los tripulantes coincidían en una cosa, debían averiguar que había dentro.
Así que mientras dormía plácidamente, Roxy acompañada de los demás entró a mi habitación para hurtar la bolsa. A pesar de que su nueva pequeña amiga intentaba impedir que siguieran, Roxy con sigilo abrió mi mochila para sacar la bolsa.
La ardilla al ver que ellos la ignoraban, rápidamente se lanzó hacia mí para despertarme con sus pequeñas manitas.
—¡¿Qué?! —grité despertándome exaltado—.
Agitado voltee a los alrededores, pero fue demasiado tarde… Roxy había abierto la bolsa de Eolo, liberando los vientos dentro de la nave, haciendo que la nave fuera lanzada lejos de nuestro destino y que todos fuéramos lanzados hacia las paredes debido a la fuerza del viento.
Aun con los vientos golpeando todo mi cuerpo, pude acercarme a la bolsa para cerrarla, antes de que los últimos vientos nos alejaran aún más de nuestro destino. Me quedé sentado en el suelo con la mirada en la ventana, viendo cómo antes estábamos tan cerca de llegar y ahora… Estábamos más lejos que antes…