La miro, estupefacto. Se ve tan hermosa con esa bata blanca, y la blancura de la habitación contrasta con su hermoso cuerpo latino que me enloquece. Siento que estoy soñando, pero se ve muy real. Cuando ella nota mi mirada, me quedo helado. La mirada que me daba antes era de amor... ahora es como si estuviera viendo a su peor enemigo.
—Por tu culpa mi vida se jodió —me dice, con la voz llena de rencor.
—No, Morgan, nena, yo traté de salvarte, te amo. Fui lo más sincero que pude contigo a pesar de lo que pasó con Madison —le respondo, desesperado.
—Por tu culpa estoy así.
—No, sabes que no es verdad —le insisto.
—Sí, estoy muerta por tu culpa. Solo tú tienes la culpa por haber entrado en mi vida. ¡TE ODIO! —me grita con todas sus fuerzas.
Trato de acercarme para abrazarla, pero cuando al fin la tengo entre mis brazos, se deshace, como si fuera de humo.
Me despierto sobresaltado, empapado en sudor. Mi respiración está agitada y siento mis mejillas mojadas por las lágrimas
NovelToon tiene autorización de Mar-4538 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo: 10
CALEB.
El horrible sonido de los pájaros cantando y la luz directa en mi cara hacen que me despierte totalmente desorientado. Cuando intento levantarme, alguien me lo impide. Miro a la chica a mi lado y me doy cuenta de que tiene puesta mi chaqueta de cuero.
Pequeños fragmentos de lo que pasó ayer regresan a mi cabeza. Recuerdo que fuimos por mi motocicleta, que conduje un par de minutos hasta llegar a comprar alcohol. Luego, llegamos aquí y bebimos toda la noche. Recuerdo que ella tenía frío y sueño, pero no queríamos irnos en estado de ebriedad, así que nos quedamos dormidos en la playa. Sí, los dos queríamos estar a solas y beber hasta ponernos hasta el culo.
—Sofi —la remuevo para ver si se despierta, pero está completamente dormida. Creo que la resaca le va a dar una buena paliza—. Sofi, ya amaneció, tenemos que irnos.
—Shh, déjame dormir, Caleb. Eres un grano en el culo por las mañanas —murmura.
—Un grano en el culo es la resaca que te espera.
Y, como por arte de magia, se cubre los ojos como si su vida dependiera de ello y suelta un gran gruñido.
—Mierda, puta resaca —gruñe.
—Te lo dije. Levanta el trasero —ella gruñe en respuesta—. Vamos, Sofi, tengo que ducharme. Tengo arena en lugares que ni te quieres imaginar.
—Dale, qué pesado eres. Vamos.
Se levanta y se quita mi chaqueta. Como la malagradecida que es, me la lanza.
—Ya no me sirve, quédatela.
—Gracias, me encantaría quedarme con
ella —le digo, con sarcasmo.
—Diablos, Caleb, deja el sarcasmo.
—Y tú deja de ser un puto grano en el culo.
—Mejor vámonos —hace una pausa y me mira, confundida—. ¿A dónde vamos?
—¿Vamos? Nena, yo voy a mi casa y tú a la tuya.
—No, no puedo ir ahí —dice, con una voz triste.
—¿Y eso por qué?
—Me trae malos recuerdos. No he ido ahí desde la muerte de mis padres.
—¿Cómo harás para cambiarte?
—No lo sé. ¿Tal vez puedo ir a tu casa?
—Claro —le digo, con demasiado sarcasmo.
—Vamos, ¿me dejarás tirada a mi suerte?
—Bueno, tampoco es como si fuéramos
amigos.
—¿Y por qué no serlo?
—Porque de todo esto solo sacarías una cosa.
—¿Y cuál sería el problema?
—Que lo único que sacarías es salir lastimada, y de la peor manera. Así que deja de hacer preguntas y aléjate si quieres tener una vida tranquila y sin problemas.
—¿Tanto daño le hiciste a alguien que amabas? —pregunta, con una expresión de curiosidad.
—¿Qué? —le digo, sin entender.
—Pudo haber sido a tu exnovia...
—No sé de qué mierda hablas.
—Por eso me quieres alejar, porque la lastimaste y te sientes culpable por su muerte, ¿no? —continúa—. Pero no te preocupes, no me lastimarás.
—¿Cómo estás tan segura de eso?
Ella acorta la distancia entre nosotros y toma mis manos.
—Porque lo veo en tus ojos. Soy una desconocida y, sin embargo, anoche me ayudaste a olvidar mis penas. Si fueras a lastimarme, ya lo hubieras hecho. Tuviste más de una oportunidad anoche.
—¿Y qué te hace pensar que no estoy esperando a que confíes más en mí para después destruirte?
—Sea lo que le hayas hecho, créeme que, esté donde esté, te perdonará —me dice, con voz segura.
—Lo que le hice no se puede perdonar.
—Yo te perdonaría —susurra.
Y sin más, se lanza a mis labios. Me besa lento y torpe, como si temiera mi reacción. Por un momento, me olvido de que no es Morgan, de que no son los labios que quisiera besar y que nunca más podré besar. Me alejo rápidamente.
—Vayamos a mi casa. Te quedarás ahí hasta que estés mejor con lo de tus padres, pero no esperes que corresponda a tus sentimientos si es que comienzas a sentir algo por mí. En mi corazón ya no hay lugar para nadie más.
—Me conformo con que me permitas entrar en tu vida como tu amiga —responde, con una pequeña sonrisa.
Ya no dice nada más. Pasa por mi lado y camina en dirección a mi motocicleta.
Cuando llego, ambos nos montamos y arranco, emprendiendo el camino a mi casa. Al llegar, me doy cuenta de que los autos de los chicos están aquí, así que supongo que anoche no bebieron tanto como yo.
Bajamos de la motocicleta y caminamos en dirección a la puerta de entrada. Al abrirla, me encuentro con los chicos paseándose por toda la casa, solamente en bóxers.
—Hola, chicos —les digo.
—Hola, Caleb —responden todos al unísono, sin prestar atención a la chica que está a mi lado.
—Chicos, ¿podrían dejar de hacer lo que sea que estén haciendo en sus teléfonos y prestarme un poco de atención?
Justo en ese instante, todos voltean a verme. Sé que lo que les diré desatará más de una discusión sin fin, pero creo que es lo correcto. Lastimé tanto a Morgan que, tal vez, ayudar a Sofía es una manera de remediar lo que no pude con Morgan.
—Ella es Sofía, y vendrá a vivir con nosotros por un tiempo —sentencio, con voz firme.