Solo Elena Mirel puede ser la asistente de Maximiliano Kade Deveron. Uno de los hombres más poderosos a nivel internacional.
Visionario, frío. Muchos le temen. Otros lo idolatran. Pero solo ella puede entender su ritmo de trabajo.
Pero la traición del novio de Elena hace que Maximiliano descubra que Elena le interesa más de lo que él se pueda imaginar.
Acompáñame a descubrir que pasará con este par.
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Aceptando
Elena se disponía a ir al baño cuando escuchó un golpe fuerte en la puerta.
Seco.
Directo.
Imposible de ignorar.
Elena se congeló.
Otro golpe.
-- Elena. -- La voz de Maximiliano, profunda, grave cargada de algo que no supo identificar.
-- Ábreme. --
El corazón le saltó dolorosamente en el pecho.
-- No. --
-- No ahora. --
No cuando estaba en su punto de vulnerable.
-- No estoy para nadie. -- dijo en voz baja, aunque sabía que él no podía oírla.
Tercer golpe. Más fuerte.
Agresivo, pero si urgente.
--Elena. -- Repitió Maximiliano, esta vez más bajo. Cómo conteniendo algo. -- Sé que estás ahí. Favor, ábreme. --
Elena cerró los ojos.
No debió escaparse tan rápido . No debí huir. Él no era tonto; sabía perfectamente lo que estaba pasando.
Respiro hondo, intentando recuperar la postura. Camino hacia la puerta y apoyó la frente en ella sin abrir.
-- Maximiliano, no es un buen momento. --
Silencio del otro lado.
Luego, su voz:
-- No me voy a ir. --
Elena abrió los ojos.
Por supuesto que no se iría. Cuando él quería respuestas, no aceptaba evasivas.
-- Maximiliano, estoy cansada. Quiero dormir. --
-- Estás evitando mirarme. Y ambos sabemos por qué.
-- No inventes cosas. No estoy evitando nada. --
-- Elena. -- Maximiliano suspiro, pero no era un suspiro de cansancio. Si no era uno de esos que él daba cuando estaba frustrado. -- Estás mintiendo. --
Eso la hirió porque era cierto. Y también la enojó.
-- Maximiliano, déjame tranquila. --
-- No. -- le respondió Maximiliano firme. -- No hasta que hablemos. --
Elena retrocedió Un paso, sintiendo una mezcla de rabia, vergüenza y un dolor demasiado familiar.
-- Te dije que no quiero hablar. --
-- Y yo no estoy preguntando si quieres. -- contesta Maximiliano, con una calma que no calmaba nada. -- estoy diciéndote que necesito entender qué pasa. Y tú necesitas decirlo. --
Eso fue la gota que rompió lo que con tanto esfuerzo ella había intentado mantener controlado.
Giró sobre sus talones, apretó los puños.
Él no tenía derecho a "necesitar"nada de ella.
Él no podía exigir la explicación de sentimientos que ella no debía tener.
No podía reclamarle una relación en una escena de la que él era parte.
Volvió a la puerta, la abrió de golpe.
Y ahí, estaba Maximiliano.
Impecable a pesar de la cena.
Chaqueta oscura.
Camisa ligeramente desabotonada del cuello.
Mirada intensa.
Y preocupado.
Realmente preocupado
Elena tragó saliva.
Él la observó unos segundos, estudiándola, leyendo cada detalle de su expresión.
-- ¿Podemos hablar adentro? -- preguntó Maximiliano, sin brusquedad, pero con esa autoridad natural que lo acompañaba siempre.
-- Estaba bien . -- respondió Elena sin mientras maximiliano entraba le dijo . -- No hay nada de qué hablar. --
Maximiliano arqueó una ceja.
-- Entonces explícame por qué saliste corriendo de la cena, ya lo admististe, y ahora por qué tratas de negarlo. Por celos. --
-- No salí corriendo. -- Dijo Elena, cruzándose de brazos. -- Estaba cansada. --
-- Mentira. -- replicó Maximiliano. No levantó la voz, no tenso el rostro, simplemente lanzó una palabra con precisión. -- Te fuiste cuando viste a Caroline tocándome. Vi tu mirada, y tu rostro. Te conozco muy bien cuando algo te molesta. --
Elena sintió que el aire se le volvía más frío.
Condenadamente observador.
Elena lo miró directamente directo.
-- Eso no tuvo nada que ver, con lo que te dije. -- mintió otra vez.
-- ¿Ah, no? -- Maximiliano dio un paso hacia ella.
Elena retrocedió sin querer.
-- Estás mintiendo otra vez. --dijo Maximiliano, acercándose un paso más. -- Y tú no mientes, Elena. No así. --
Elena apretó los labios.
-- Llevas días evitándome, desde lo sucedido. -- dijo Maximiliano. -- Que no puedes ni siquiera mirarme a los ojos.
Y tenía razón.
Elena levantó la barbilla, obligándose a sostener la mirada.
-- Te estoy mirando.
-- ¿Y qué ves?. -- preguntó Maximiliano, avanzando un poco más, hasta que casi podía tocarla. -- Dímelo. --
-- Veo a mi jefe. -- Logró decir con voz temblorosa.
Maximiliano la miró como si acabara de escuchar. La mentira más absurda del mundo.
-- No. --
Su voz fue un golpe suave pero definitivo.
-- No solo me ves como tu jefe. No después de lo que pasó. --susurró Maximiliano.
Elena volvió a apretar los puños.
-- Lo que pasó estuvo mal. -- Dijo Elena, sintiendo un temblor en el pecho. -- Fue un error. --
Maximiliano tensó la mandíbula.
-- ¿Eso crees realmente? --
-- Sí. -- Mintió otra vez, cada vez peor.
Maximiliano la estudió un largo segundo. Luego, su voz bajó, tornándose más íntima, más peligrosa.
-- Sí fue un error... ¿Por qué estás celosa? --
Elena sintió que el mundo se le congelaba.
-- No estoy celosa. -- respondió Elena demasiado rápido, demasiado rápido.
Alexander acercó una mano y la apoyó suavemente en el marco de la puerta, inclinándose un poco hacia ella. No la tocó, pero se acercó lo suficiente, para que su voz la envolviera.
-- Elena... -- Su tono de voz era casi una caricia, es una advertencia. -- Si no estuvieras celosa, no habrías huido. No estarías temblando. No me evitarías.
-- No estoy temblando. -- susurro Elena.
-- Sí lo estás. --
Elena apretó los ojos. -- Maldita sea. --
Maximiliano bajó la voz incluso más. Cómo sí temiera romperla con el volumen incorrecto.
-- Solo, dímelo. --
Elena abrió los ojos, el corazón martillando.
Una mezcla de impotencia, deseo, vergüenza y frustración explotaba dentro de ella.
Pero sin darse cuenta.
-- ¡Porque no quiero verte con otra mujer! -- Soltó al fin, quebrándose.
El silencio cayó como un peso brutal.
Elena se llevó una mano a la boca, horrorizada de escuchar lo que ella misma acababa de decir.
Maximiliano la miró. Cómo se acabara de escuchar algo que llevaba demasiado tiempo esperando.
Se acercó aún más a Elena que podían sentir el calor de sus cuerpos, Maximiliano le dio un ligero beso en los labios.
-- Gracias. -- Dijo Maximiliano casi que n un susurro.
Después se dio media vuelta, dirigiéndose a su suite, quedando Elena parada junto a la puerta. Sin poder articular una sola palabra.
Elena sabía manejar negociaciones corporativas, negociaciones financieras, trabajar con inversionistas exigente. Pero no sabía manejar lo que Maximiliano había despertado en ella. Aquella noche Maximiliano en su penthouse.
Él hombre poderoso, inteligente, intenso... y profundamente herido, por cosas del pasado, nunca había admitido que alguien le gustara tanto como Elena.
Pero Elena tenía muy claro, que no quería ser una más de tus aventuras temporales. No quería arriesgarse a ilusionarse con alguien que no conocía el concepto de compromiso. No después de haber terminado una relación que ella creía que era estable y que en su momento, habían hablado de matrimonio, en un futuro.
no está enamorada ni tampoco necesita esa acuerdo matrimonial 🤔🤨