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Entre Las Páginas Del Destino

Entre Las Páginas Del Destino

Status: En proceso
Genre:Espadas y magia / Romance / Viaje a un mundo de fantasía / Yaoi / Aventura / Fantasía LGBT
Popularitas:2.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Shion Miller

Cleoh era solo un nombre perdido en una línea secundaria de una novela que creyó haber olvidado. Un personaje sin voz, adoptado por una familia noble como sustituto de una hija muerta.

Pero cuando despierta en el cuerpo de ese mismo Cleoh, dentro del mundo ficticio que alguna vez leyó, comprende que ya no es un lector… sino una pieza más en una historia que no le pertenece.

Sin embargo, todo cambia el día que conoce a Yoneil Vester: el distante y elegante tercer candidato al trono imperial, que renunció a la sucesión por razones que nadie comprende.

Yoneil no busca poder.
Cleoh no busca protagonismo.
Pero en medio de intrigas cortesanas, memorias borrosas y secretos escritos en tinta invisible, ambos se encontrarán el uno en el otro.

¿Y si el destino no estaba escrito en las páginas del libro… sino en los espacios en blanco?

NovelToon tiene autorización de Shion Miller para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 10

Un leve golpeteo interrumpió el silencio de la habitación.

—Joven maestro Cleoh —anunció una voz contenida detrás de la puerta.

Cleoh, aún delante del ventanal, giro la mirada hacia la puerta.

—Adelante —respondió con suavidad.)

La puerta se abrió despacio.

Un sirviente joven entró, cargando una bandeja de plata de la que se escapaba el aroma cálido del estofado recién preparado. Sus pasos eran silenciosos, cuidadosos, como si temiera perturbar algo sagrado que flotaba en la habitación.

Cleoh lo observó acercarse.

El sirviente dejó la bandeja sobre la mesa auxiliar junto a la cama, manteniendo la cabeza inclinada.

—La cena ha sido servida —dijo en un tono casi inaudible—. Si requiere algo más, puede llamar.

Cleoh lo miró un instante, con calma, luego, sonrió. No la sonrisa vacía de la nobleza, no una máscara educada, sino algo cálido, humano, sencillo… y sorprendentemente luminoso.

La luz del ventanal, reflejada en la nieve, bañó su rostro.

Sus ojos parecieron volverse suaves y claros, sus labios se curvaron con una delicadeza que transmitía gratitud sincera.

El sirviente se quedó helado, su respiración tropezó. Sus mejillas comenzaron a encenderse con una tonalidad rosada que subió hasta las orejas.

La belleza de Cleoh no era común… había algo en ella que sobrepasaba lo terrenal, como si fuese una figura sacada de un cuadro antiguo: delicado, inaccesible, y ahora… inexplicablemente cálido.

Cleoh habló, suave:

—Gracias. De verdad… lo aprecio.

El sirviente alzó la mirada apenas, como si necesitara comprobar que aquello era real, que no había imaginado ese brillo en la voz, en los ojos, en la sonrisa.

—Y-yo… es un honor servirle, joven maestro —balbuceó, intentando recuperar la compostura y fallando por completo.

Cleoh inclinó la cabeza con gentileza, gesto que solo provocó que el sonrojo del joven se profundizara.

El sirviente se retiró casi de inmediato, tratando desesperadamente de no tropezarse al salir, mientras su corazón golpeaba contra su pecho como un tambor.

Cuando la puerta se cerró, Cleoh dejó escapar una exhalación tranquila y miró la bandeja humeante frente a él.

Sus labios aún guardaban aquella sonrisa pequeña, casi secreta.

Paso a paso, sin ruido, sin sobresaltos… Así empezaría su nueva vida.

No con grandes decisiones heroicas ni con batallas épicas. Sino con pequeñas conexiones humanas. Algo que había perdido en su vida anterior.

Y eso… también era una forma de nacer de nuevo.

...*********...

El amanecer llegó sin prisa, filtrándose en la habitación a través de las cortinas pesadas de lino. La nieve, que había comenzado tímida la noche anterior, ahora cubría todo el jardín como un manto espeso y puro. El mundo parecía haber sido silenciado bajo aquel velo blanco.

Cleoh despertó lentamente. No había pesadillas esta vez, solo un leve peso en el pecho, como si su corazón aún estuviera aprendiendo a latir en un lugar nuevo.

Se incorporó, con el cabello revuelto y la mirada aún adormilada.

La habitación estaba quieta. Cálida. Ajena al invierno que rugía tras sus muros.

Se levantó y se acercó al ventanal, apartó las cortinas y apoyando la frente suavemente contra el cristal frío.

Un ligero golpeteo en la puerta.

—Joven maestro Cleoh, ¿puedo pasar?

Era la misma voz del sirviente de la noche anterior.

Cleoh respiró hondo, enderezándose con una serenidad casi natural.

—Puedes entrar.

El joven entró con un cuenco de agua tibia y toallas finas para el aseo. Su porte era respetuoso, pero no pudo evitar mirarlo apenas levantó la cabeza.

Los ojos del sirviente se ensancharon un poco.

Como si temiera que la sonrisa de la noche anterior hubiese sido un sueño.

Cleoh le ofreció una mirada tranquila y, suavemente, aquella pequeña sonrisa volvió a florecer en su rostro.

El sirviente se sonrojó de inmediato, golpeado de nuevo por aquella belleza inesperada y cálida.

Mientras el sirviente preparaba la mesa pequeña junto al ventanal para el desayuno, Cleoh se lavó el rostro con el agua tibia.

El reflejo en el espejo devolvió una imagen sutilmente distinta a la del día en que llegó

No eran los rasgos, era la mirada, lo que antes era miedo, ahora era anticipación y emoción por un nuevo comienzo.

Cuando terminó, el sirviente ya estaba listo para retirarse.

—Volveré cuando termine la clase matutina del joven maestro —informó con un tono más firme que antes, aunque sus orejas aún permanecían rojas.

Cleoh asintió con suavidad.

—Ah. —Se dio la vuelta antes de que el joven alcanzara la puerta— ¿Puedo hacerte una pregunta?

El sirviente se detuvo de inmediato.

—P-por supuesto, joven maestro.

—¿Sabes dónde está Anne? —preguntó Cleoh, ladeando apenas la cabeza. Era extraño no haberla visto desde la noche anterior.

El sirviente parpadeó, sorprendido por la mención.

—Anne… oh, sí. —Acomodó sus manos detrás de la espalda, en un gesto respetuoso— Le han concedido tres días libres. Parece que su hermano ha regresado a casa después de varios años trabajando en la capital. Su excelencia la duquesa aprobó su permiso para que pudiera visitarlo.

Cleoh asintió lentamente, comprendiendo.

—Ya veo. Entonces está con su familia.

—Sí, joven maestro.

— entiendo, puedes retirarte

—Hizo una reverencia casi torpe— Entonces, joven maestro, me retiro. Que tenga una mañana tranquila.

—Gracias —respondió Cleoh.

...********...

El aula destinada a la educación de los jóvenes maestros era amplia, iluminada por la luz pálida del invierno que entraba a través de los ventanales altos. Las paredes estaban revestidas con estanterías repletas de libros ordenados con precisión, y una gran mesa de madera oscura ocupaba el centro, pulida hasta el brillo.

Cleoh llegó puntual.

La puntualidad no era una virtud que el antiguo Cleoh necesitara demostrar: era simplemente parte de él. Un hábito tan arraigado como su silencio.

El tutor ya lo esperaba. Un hombre de mediana edad, con cabello recogido en una coleta baja y lentes de montura fina. Su nombre era Lévant Cortés

—Buenos días, joven maestro Cleoh —saludó, inclinando apenas la cabeza. Su voz tenía el tono respetuoso, pero también la sutil firmeza de quien ha sido encargado de pulir a un heredero de la nobleza.

—Buenos días —respondió Cleoh con serenidad, su tono suave, casi etéreo.

—Continuaremos desde el punto en el que lo dejamos —dijo el tutor, desplegando sobre la mesa un voluminoso tomo de geopolítica imperial, sus páginas densas como muros de piedra.

Cleoh tomó asiento frente a él. Su espalda permaneció recta, sus dedos entrelazados con naturalidad sobre la mesa. No hubo esfuerzo en su postura: era una elegancia que parecía surgir sola, como si el cuerpo recordara algo que la mente aún no terminaba de comprender. Perfecto, pulido, Impecable. Como una estatua que hubiese aprendido a respirar.

La mañana avanzó lentamente entre explicaciones, mapas, tratados y reglas de etiqueta que parecían interminables. Política, historia regional, geografía fronteriza… Una sucesión de nombres, fechas y linajes que se superponían unos a otros.

Cuando la lección por fin concluyó, Cleoh sintió su mente densa, cargada, como si la memoria hubiera sido sumergida en un río profundo.

Sin embargo, no resultó tan abrumador como había imaginado. Gracias a los recuerdos del cuerpo que ahora habitaba y a las lecturas previas que el Cleoh original había acumulado diligentemente, pudo seguir el ritmo sin titubear, sin tropezar, sin mostrar ignorancia alguna.

Había logrado mantener la imagen.

La imagen de Cleoh Caisent:

sereno, equilibrado, casi inaccesible.

Cuando el tutor se retiró, la habitación quedó en silencio. Un silencio amplio, pulcro, casi solemne. Cleoh permaneció sentado unos instantes, respirando con calma mientras sentía el latido tranquilo de su propio pecho.

Podría simplemente regresar a su habitación y descansar.

Podría quedarse dentro y pasar desapercibido, como siempre lo hacía el Cleoh original.

Pero él —el Cleoh de ahora— necesitaba reconocer el terreno.

Se levantó despacio, alisando la tela impecable de su ropa, y salió al corredor.

Los pasillos de la mansión Caisent eran vastos, iluminados por amplios ventanales que dejaban entrar la luz dorada de la mañana. Las paredes estaban adornadas con retratos ancestrales: duques, duquesas, guerreros, figuras elegantes que observaban desde marcos de oro viejo. Cleoh paseó su mirada por cada uno.

A medida que avanzaba, se cruzaba con sirvientes y personal de la mansión. Algunos se detenían para saludar, rectos y respetuosos; otros simplemente bajaban la mirada, evitando contemplarlo más de lo necesario —quizá por hábito, quizá por nerviosismo.

Cleoh mantenía su expresión tranquila, serena. Pero, muy de vez en cuando, sus labios se curvaban en una ligera sonrisa.

Una sonrisa breve, suave, cálida. Y cada vez que lo hacía, ocurría lo mismo: el sirviente que la recibía se detenía en seco, como si hubiese visto algo irreal. Sus mejillas se encendían. La mirada se desviaba. Las palabras se enredaban.

La belleza de Cleoh, tan quieta y silenciosa la mayor parte del tiempo, adquiría vida cuando sonreía, y era deslumbrante.

Finalmente llegó a los jardines internos, rodeados por altos arcos de piedra. La nieve caía con lentitud, cubierta por el sonido distante del viento entre las copas de los árboles.

Había rosales invernales aún sin podar, estatuas antiguas que mostraban héroes del pasado, bancos de hierro que guardaban recuerdos en silencio.

Cleoh respiró hondo, aquí, el aire era limpio, amplio y libre.

—Joven maestro Cleoh.

La voz vino de uno de los jardineros. Un hombre mayor, espalda curva pero manos firmes como raíces.

Cleoh se giró hacia él, inclinando la cabeza a modo de saludo.

—Buenos días —respondió, con esa misma sonrisa suave que había comenzado a surgir con naturalidad.

El hombre parpadeó, como si hubiese recibido un rayo de sol de frente.

—Es… agradable volver a verlo por aquí, ¿ha venido a ver los rosales?

—Si, son hermosos —dijo Cleoh, mirando las ramas llenas de nieve— incluso ahora.

El jardinero bajó la mirada, como si ese elogio fuera un regalo inesperado.

Después, Cleoh siguió caminando hasta la zona de entrenamiento.

Allí, el suelo no estaba cubierto de nieve: había sido despejado, y caballeros entrenaban espadas con disciplina rigurosa. El golpe del metal resonaba como el latido de un gigantesco corazón.

Cleoh se mantuvo al margen, bajo el techo del corredor techado, observando.

Nadie parecía darse cuenta de su presencia… hasta que uno de los caballeros lo vio.

Se detuvo, los demás lo imitaron. Todos hicieron una reverencia respetuosa, no por afecto, sino porque Cleoh era el hijo adoptivo del duque. Aunque nunca había empuñado una espada, aunque siempre había sido frágil, aunque su presencia había sido la de una sombra silenciosa.

—No se detengan —dijo Cleoh, con voz tranquila. Su tono no era una orden, era una invitación.

Los caballeros se miraron entre sí. Uno asintió y el entrenamiento continuó.

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Arin Wang
🥰
Shian Leen
muy buena historia, estaré esperando más capítulos
Lex
Me encanta💕
Lenn
me encanta
BodySnatcher
Me encanta como escribes, me hace sentir parte de la historia. Espero poder seguir leyendo más de tus obras.
Shoot2Kill
más capítulos porfavor
Zorro Rojo
Muy buena historia🎉✨ a mi me gustó hasta ahora, y quería saber si podrías leer alguna de las mías y darme tu opinión 😅
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