ANGEL O DEMONIO

Gabriela no podía evitar el temblor en sus manos, pero aun así jaló aire para armase de valor y abrió la puerta lentamente tratando de hacer el menos ruido posible con la perilla para no poner sobre aviso de su presencia a la persona que estuviera adentro, para su suerte la habitación estaba vacía sintió como su cuerpo se relajaba en ese instante y comenzó a temblar como gelatina dio gracias al cielo y dejó caer su cuerpo en la fina alfombra de aquel lugar.

Cerro la puerta rápidamente con pasador para evitar ser tomada por sorpresa y lo primero en lo que pensó fue en darse un baño rápido pues aún tenía en el cuerpo rastros de aquel líquido negro y sin mencionar el mal olor que tenía impregnado en toda la piel.

Abrió la regadera y se dio una ducha súper rápida pues tenía que estar en mejores condiciones para poder pedir ayuda o de lo contrario pensarían que estaba loca y que se había escapado de algún sanatorio con las fachas que traía.

Salió de la ducha y busco en los cajones algo de ropa para ponerse y desgraciadamente la ropa que había en el lugar era de hombre toda la ropa que estaba en esos cajones era nueva y muy fina por cierto así que con más confianza tomo unos bóxer y una camiseta para cubrir su desnudes.

Estaba en ello cuando escucho un estruendoso golpe abrió la puerta de la habitación y unos gritos se dejaron escuchar.

No me importa si quieres asistir o no Rashid es una orden y hasta que te conviertas en rey podrás hacer lo que se te dé la puta gana grito un hombre de voz gruesa, ¡era el mismo hombre de hace unos momentos!.

He dicho que no quiero asistir a esos dichosa fiesta padre, para mí da igual cumplir trescientos o mil años tú mataste lo único que le daba valor a mi vida así que no asistiré y punto.

—Me importa una madre si quieres o no Gritó Naím mientras sujetaba el cuello de Rashid, no me obligues a mostrarte porque aún soy el rey de nuestro clan Rashid he dicho que estarás presente y así va a ser aunque tenga que llevarte arrastrando a dicho evento así que date un baño que pareces un miserable pordiosero.

No puedo creer que hayas permitido que ese maldito te pusiera una mano encima nadie puede tocar a los jeques del desierto y descansa que quiero que estés al cien para recibir la sorpresa que te tengo preparada dentro de unas cuantas horas.

Dijo Naím y soltó el cuello de su hijo odiaba tener que ser tan duro con él, pero ya le había aguantado bastante tiempo su mal humor y sus berrinches ya era hora de que se convirtiera en un hombre de verdad.

Rashid no dijo nada ya no quería discutir con su padre a pesar de todo lo amaba y respetaba y su madre tenía la culpa de ello, ya que le había inculcado un gran amor y devoción por su padre.

Naím salió de la habitación refunfuñando lleno de ira al ver el rostro maltratado de su hijo, cerró la puerta con un fuerte azotón pues tenía que saber quién se había atrevido a golpear a su hijo, eso no se podía quedar así pensaba en sus adentros y desapareció en aquel corredor para ir directo al lado opuesto a sus habitaciones, pues faltaban unas cuantas horas para el gran evento y moría de ganas de ver a las jóvenes mujeres que Willard había conseguido para él.

En cuanto Gabriela escucho que la puerta se había cerrado no sabía que hacer pues había dejado el tubo de lado cuando se metió a bañar daba vueltas como un ratón asustado pues no sabía que hacer estaba a escasos pasos de unos vampiros que podían arrancarle la yugular de un mordisco lo único que se le ocurrió fue meterse debajo de la cama en espera de que aquel hombre se perdiera en un sueño profundo y pudiera escapar.

Rashid se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada y le puso pasador de seguridad esa era una de las peticiones que había hecho Naím de que sus habitaciones se pudieran cerrar por dentro con su huella además de estar construidas con metal sólido para evitar que cualquier sonido entre o salga de ellas al ser vampiros no podían arriesgarse a ser tomados por sorpresa así que se aseguraban de que nadie los molestará mientras dormían.

Rashid se quitó la ropa que aún estaba húmeda pues se había detenido a beber un poco de sangre antes de regresar a su habitación odiaba tener que meter mujeres a la privacidad de su habitación ese sitio era solo suyo así que bebía la sangre en cualquier otro lugar a diferencia de su padre y de todos los que pertenecían a su Clan ellos eran tan bárbaros y con sus ideas antiguas y salvajes pues solían meter en sus camas a las mujeres que servirían como su cena para hacerles el amor y después acabar con ellas.

Se resignó a obedecer a su padre y quitó su gabardina la coloco en un cesto de basura al igual que toda su ropa era estrictamente ordenado y pulcro en su espacio personal así que ya una vez desnudo camino hacia la habitación, hacía unos momentos no pudo distinguir el aroma a jabón pues estaba en la acalorada discusión con su padre, pero ahora que ya estaba más calmado ese ligero aroma de su jabón de baño prevalecía en el aire.

La vena de su frente se marcó en su rostro pues odiaba que alguien más usará sus cosas personales esto lo hizo enfurecer y abrió la puerta de la habitación esperaba encontrar a alguno de los invitados de su padre que se hubiera equivocado de habitación o de lo contrario a alguna mujerzuela que su padre le había dejado ahí para qué se alimentará antes de dormir.

Recorrió la habitación cuidadosamente sin encontrar a nadie pero el aroma inundaba la habitación camino hacia la ducha y en efecto su baño había sido usado por alguien más hace muy poco pues el vapor aún no se disipaba.

Eso quería decir que no era vampiro, se metió a la ducha como sin nada para darse un baño pues sabía que fuera quien fuera no podría salir de su habitación hasta que él lo decidiera así que continúo con lo suyo con toda la calma del mundo.

Gabriela estaba temblando de nervios pues le pedía a Dios que noqueara al hombre que estaba en la regadera, ya que no sabía si era el padre o el hijo el que estaba en la habitación.

No tuvo la oportunidad de ver más allá de la ropa interior.

Las ropas de la cama cubrían a la perfección toda la base así que por el momento no podía descubrirla y sería paciente en esperar a que cayera en un profundo sueño como los vampiros de las películas.

Aún en sus pensamientos más profundos se preguntaba en qué lugar se encontraba el ataúd con tierra de panteón donde solían dormir los vampiros.

Rashid salió de la regadera y envolvió su cuerpo en la toalla y al salir del cuarto de baño vio que estaba recargado en la pared un tubo oxidado.

No pudo evitar sonreír al imaginarse siendo atacado por algo así pues estaba seguro de que no le haría ni cosquillas, en ese momento reaccionó de inmediato al darse cuenta de que sí se tratará de un ser humano podría escuchar sus pensamientos y oír el latido de su corazón además de oler su miedo pero en aquella habitación solo se podía oler el olor de su jabón de baño y todo estaba en un profundo silencio.

¡No puede ser!

Nadie pudo haber escapado de esta habitación no al menos alguien vivo.

Se puso seco su cuerpo y se puso el bóxer para cubrir su desnudes y sin más se recostó en la fina cama, no podía negar que extrañaba su ataúd pero sabía que no podía cargar con el cada vez que viajaba así que se acostumbró a usar las camas como cualquier persona.

Con un chasquido de sus dedos las luces se apagaron.

Así que así es como funciona, pensó Gabriela en su interior al darse cuenta de que todo en aquel lugar era de primer nivel como en las películas.

Rashid se mantuvo quieto por un buen rato para ver qué era lo que sucedía, pero Gabriela no pensaba dar un paso en falso así que espero con paciencia el tiempo necesario para que aquel hombre cayera en los brazos de Morfeo.

Al cabo de una hora Gabriela pensó que era el momento perfecto para salir de su escondite.

Dio un chasquido con sus dedos y las luces se encendieron al instante busco el tubo que traía consigo para usarlo si era necesario, lo tomó y dio la vuelta para ver de quien se trataba y al ver a aquel hermoso rostro supo que era el mismo que la había salvado hacía unas horas.

No sabía exactamente cuánto tiempo había pasado desde lo ocurrido, pero eso no importaba en aquel momento lo importante era escapar de aquel sitio.

Rashid se hizo el dormido para ver quién era la intrusa que estaba en su habitación, aunque no podía leer sus pensamientos eso ya lo estaba molestando pues pensaba que tal vez había perdido su poder de leer la mente de los demás y al abrir los ojos se dio cuenta de que era la misma chica del parque.

¡No puede ser!

Dijo Gabriela al ver que aquel apuesto hombre la estaba mirando fijamente.