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Bajo La Luz De La Luna

Bajo La Luz De La Luna

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Vampiro / Amor en la guerra / Fantasía épica / Mundo mágico / Polos opuestos enfrentados
Popularitas:742
Nilai: 5
nombre de autor: Gaelth

"El amor, al enfrentar la tragedia, no se desvanece: sangra, sí, pero también florece. Porque en su dolor más hondo descubre su fuerza, y en medio del caos se convierte en guía. Solo cuando el corazón se quiebra, el alma entiende que amar no es solo sentir, sino resistir, transformar y dar sentido incluso al sufrimiento."

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El rey de los Vampiros:Ayuda

Cádiz despertó. Sus alas habían desaparecido, su rostro estaba pálido como de costumbre, aunque sus mejillas tenían un leve rubor. Se sentía somnoliento, y un dolor de cabeza hizo que los recuerdos volvieran de golpe a su mente. Recordó lo que había sucedido la noche anterior...

Espera... ¿Qué mierda hice?

¿En serio mordí a...?

¡¡No puede ser!!

¡¡No!!...

Aunque ahora que lo recordaba, el sabor de su sangr era dulce... algo delicioso. No era amargo como los demás, era espesa, su olor también tenía un dulzor particular... me dio la sensación de querer devorarlo...

"...Espera..."

—se detuvo de golpe.

—¡¡¿En qué mierda estoy pensando?!!

Debo estar loco…

Murmuró Cádiz mientras se lleva sus manos al rostro, aún sentado en su enorme cama.

—Buenos días—una voz grave habló.

¿qué te pasa? —preguntó Mikhail al entrar en la habitación.

Mikhail Silva un hombre alto de piel pálida, cabello largo negro con tonos azulados hombros anchos y cuerpo escultural, con ojos brillantes y un rostro de una belleza intimidante.

—¡¡Eh!!

¿Qué haces tú aquí?

—Estoy aquí desde que llegaste volando. Anoche tenías fiebre y me encargué de cuidarte. Tu celo aún no ha desaparecido, deberías tomar tus inhibidores. Rowena te dijo que no fueras, y mírate— camino hasta la ventana y abrió las cortinas.

—Tus alas son más grandes de lo que recordaba.

—Estoy bien, solo es fiebre. Me tomaré los inhibidores...

Cádiz se detuvo, sorprendido por el comentario de Mikhail.

—Ignora el hecho que vistes mis alas. No quiero que hables de ellas a los demás.

—Esta bien...

Mikhail sabe que el rey Cádiz esconde algo, un secreto, y él lo sabe.

—¿Qué tienes?

Estás más sombrío de lo normal… ¿Es por lo de aquel día?

—¿Qué día?

¿De qué hablas?

—Anoche estabas hablando solo. Por eso también me quedé al lado tuyo. Tenías pesadillas, ¿cierto?. Hace una semana fuiste a la fiesta del cumpleaños del príncipe humano.

Por la noche, cuando regresaste, estabas confundido, no sabías cómo llegar a tu habitación. Tuve que traerte yo mismo en brazos. Te acostaste y dormiste profundamente. Hoy vine a ver si seguías durmiendo y noté que te quejabas. Fue entonces cuando supe que tenías pesadillas.

—Espera, ¿qué…? ¡¡¿Ya pasó una semana?!! No recuerdo nada de lo que pasó... Tampoco recuerdo haber tenido pesadillas. Lo único que tengo en mi mente es haber visto a mis padres

—susurró Cádiz, llevándose su mano a la frente.

—Las pesadillas continúan… No te despertamos por que pensamos que estabas recuperando energías.

Mikhail suspiró y recogió la ropa de Cádiz

—El desayuno está listo. Te espero abajo.

Cádiz ignoró lo que Mikhail le dijo.

El rostro del rey frío se tornó triste, sus ojos reflejaban melancolía. Mikhail bajó las escaleras con un sentimiento de culpa en su pecho.

"Sigues teniendo pesadillas… Jamás saldrás de ese hoyo, esos malos recuerdos aún siguen atormentando tú mente. ¿Aún tienes esperanza de volver a verlos?.

Lamento no haber estado ahí."

Sus ojos estaban casi rojos. Tenía la certeza de que, si se lo permitía, comenzaría a llorar.

—¡Señor, buenos días! —saludó una de las sirvientas del castillo.

—Buenos días. El rey Cádiz está por bajar.

Mikhail entregó la ropa sucia de Cádiz a otra sirvienta que lo esperaba.

—Sí, señor. El desayuno ya está listo para su majestad.

Mikhail se sentó en una de las sillas que rodeaban la gran mesa del comedor. Era un espacio amplio, con capacidad para quince o más personas.

—Bien, tráeme un poco de vino —ordenó con voz serena.

(…)

Cádiz, aún en su habitación, se quitó la ropa y se miró en el espejo. Su marca estaba creciendo y propagándose más hacia su espalda. Sus ojos lo decían todo. Se dio cuenta de que las cicatrices que tanto ocultaba habían vuelto a aparecer. Su verdadera apariencia había regresado, aquel rey frío de siempre tenía un semblante apagado y melancolíco.

"Estoy muriendo lentamente... Mamá, papá, ya no sé qué hacer. Ya no sé por dónde buscar. He revisado todo el reino y sus alrededores, me he infiltrado en castillos vecinos y no los encuentro... ¿Qué debo hacer?. Mis soldados buscan por todos los países, pero solo encuentran piezas que no encajan… Estoy muriendo y ustedes no están aquí.

Quiero llorar, pero no puedo. Mis lágrimas no salen.

Cuando los perdí a ustedes, deseé tanto la muerte… Y hoy que la muerte está por llevarme, lo único que quiero es verlos una última vez."

Cayó de rodillas frente al espejo y cubrió su rostro con ambas manos. El sentimiento de tristeza lo asfixiaba, quería llorar, pero no podía.

Después de derrumbarse, se puso de pie, se bañó, se vistió y vendó su brazo izquierdo, y la parte baja de su torso.

—Estoy listo —murmuró antes de bajar a la sala.

Tenía que ser firme y frívolo , no quería que nadie viera ese lado vulnerable de él.

(…)

En el comedor, los sirvientes se inclinaron ante su rey.

—¡¡Buenos días, su majestad!!

Cádiz no respondió.

—Dejen de alardear y sírvanme vino. Llévense la comida, hoy no tengo apetito —dijo fríamente mientras se sentaba.

—Sí, mi señor. La tiraré —respondió una sirvienta.

—No la tires —ordenó con voz intimidante.

—Perdóneme, la apartare para los necesitados—respondió la sirvienta, llevándose el plato con cuidado.

—Su majestad, llegaron cartas de distintos reinos —anunció otro de los sirvientes uno con pecas.

Cádiz no respondió de inmediato. Tomó las cartas y comenzó a leerlas. La primera era del rey Leorinc de Davia.

"Los demonios destruyeron el almacén de comida."

"Bueno, ese no es mi problema. Ellos pueden arreglárselas..."

Pensó.

Después, tomó la carta del rey Gilh.

"Tal vez quiera darme las gracias por salvar a su estúpido hijo… Espera... ¿Qué?"

Terminó de leerla y se quedó en silencio. Mikhail notó su expresión.

—¿Qué pasa, Cádiz?.

¿Qué dicen los reyes?.

Cádiz inmediatamente cambio de actitud, pasó de ser fría a siniestra.

—¡Nada! Solo que los demonios destruyeron el almacén de comida y la sequía está aumentando estos últimos 10 días...

—Si la sequía sigue así, la gente morirá. Este año se está volviendo más grave que el anterior.

—No solo es eso… Los demonios están detrás de esto. Su magia oscura alteró el clima, y los humanos y elfos no pueden resistirlo. Son débiles ante el veneno demoníaco. La falta de lluvia está afectando las cosechas. El rey Leorinc está intentando elaborar una cura.

—¿Por qué no ayucura.

Tu poder puede eliminar la magia negra. Después de todo, tú puedes crearla y manipularla, también podrías destruirla… podríamos encargarnos de los demonios.

Cádiz sonrió de forma inquietante.

—No quiero. No tengo tiempo para eso... Por ahora, debo divertirme con un "juguete" que encontré —su sonrisa malévola cubrió su rostro, y sus ojos se entrecerraron.

El camino hasta Valaquia había sido largo, pero los caballos de los caballeros reales acortaron la distancia con su velocidad. La ciudad estaba sumida en una atmósfera de inquietud; la sequía y la amenaza de los demonios se reflejaban en los rostros preocupados de los ciudadanos. Cádiz, con su mirada fría e impenetrable, observó la escena desde su montura.

"Ya se dieron cuenta... Tontos que solo piensan en su bienestar, dejando fuera a los más necesitados", pensó con desdén mientras veía a los mercaderes inflar los precios de los pocos alimentos que quedaban.

Al llegar a la entrada del castillo, los guardias reales de Valaquia les hicieron un gesto para que pasaran. Cádiz desmontó con elegancia, sacudiéndose el polvo del viaje de su capa oscura. Sus caballeros lo siguieron en formación, manteniendo una postura imponente.

Uno de los guardias se adelantó y se inclinó respetuosamente.

—Su majestad, el rey Cádiz ha llegado.

Las enormes puertas del castillo se abrieron, revelando una majestuosa sala iluminada con lámparas de oro y ventanales altos que dejaban entrar la tenue luz del atardecer. En el centro, rodeado de otros monarcas y figuras de importancia, estaba el rey Gilh, quien se levantó de su asiento con una sonrisa diplomática.

Cádiz entró con calma, su rostro sin ninguna emoción aparente, su capa ondeando con cada paso. Sus ojos adormilados escanearon a los presentes con un aire de indiferencia. Cuando habló, su voz resonó con autoridad en la gran sala.

—Buenas tardes.

Los presentes intercambiaron miradas antes de inclinarse ligeramente en señal de respeto.

—Bienvenido, rey Cádiz. ¿Cómo estuvo su viaje? —preguntó el rey Gilh con cortesía.

Cádiz alzó una ceja y esbozó una ligera sonrisa que no alcanzó sus ojos.

—Le agradezco su cordial bienvenida. Llegamos bien. Gracias por su preocupación.

A su alrededor, algunos monarcas murmuraban entre ellos. Pero entre todos, Khyber Collin, el representante del Reino de Arcai, no podía apartar la mirada del vampiro.

"El Rey de los Vampiros... Cádiz Silva", pensó Khyber, analizándolo. "Una belleza peligrosa, un gobernante de temer. Algunos lo ven como un dios, otros como una maldición. Ha matado a miles y salvado a cientos. Mi hermano decía que no es malo, pero sí un sádico que disfruta infundir miedo... Es un líder de la guerra sangrienta, un estratega despiadado. Y sin embargo, nadie sabe nada de su vida personal. No se sabe si tiene esposa, o herederos. Siempre ha gobernado desde las sombras. Pero ahora está aquí en persona. Algo grande debe estar ocurriendo".

Cádiz notó la mirada insistente de Khyber y sonrió con malicia antes de fijar su vista en él.

—¿Qué tal, Khyber? Luces algo distraído. ¿Acaso tengo algo en la cara?

Khyber, sorprendido por haber sido descubierto, intentó disimular.

—Estoy bien. Solo me distraje un segundo, pero ya he retomado.

Cádiz soltó una pequeña risa burlona antes de dirigir su atención al anfitrión de la reunión.

—Bueno, ¿a qué se debe esta invitación? —dijo con un tono de fingida curiosidad. Se acomodó en su asiento, cruzando las piernas y apoyando un brazo en el reposabrazos del trono que le habían preparado. Su sonrisa adquirió un matiz peligroso—No me han llamado solo para preguntar por mi bienestar. Rey Gilh... ¿qué necesitas de mí?

El salón cayó en un silencio tenso. El peso de la pregunta y el tono ensordecedor de Cádiz hicieron que algunos sintieran escalofríos.

El rey Gilh tragó saliva antes de responder.

—Necesito su ayuda.

Los labios de Cádiz se curvaron en una sonrisa siniestra mientras sus ojos brillaban con un destello oscuro. El ambiente en la sala se volvió denso, pesado, como si algo peligroso estuviera a punto de desatarse.

CONTINUARÁ

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Maby
Me gusta mi trabajo, por eso le doy 5 estrellas

☺💛
Apollogurl_01
Por favor, actualiza pronto, no puedo soportar la espera. 😩
Maby: Muy pronto
Espera un poco /Smile/
total 1 replies
Delwyn
Esta buena para pasar el rato
Maby: muchas gracias.
prometo que será mejor
/Smile/
total 1 replies
Yaky De la rosa
👏Continúa, es maravilla.
Maby: muchas gracias por el apoyo, ya les estaré publicando el resto de capítulos
total 1 replies
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