El Legado Del Fénix

La biblioteca de Eldara era un monumento al pasado. Las estanterías se alzaban hacia el techo abovedado, cubiertas de libros antiguos y pergaminos. Una luz tenue, como un resplandor cálido sin fuente aparente, iluminaba el lugar. El aire olía a pergamino viejo y piedra húmeda, impregnado de un silencio reverente.

El grupo avanzó con cautela, sus pasos resonando suavemente contra el suelo de piedra.

—Esto es increíble… —murmuró Lucas, sus ojos recorriendo las filas interminables de volúmenes.

—No tanto si no sabemos por dónde empezar —dijo Flora, aunque su tono no podía ocultar su fascinación.

Elein caminó al frente, su mano descansando sobre el medallón del fénix en su cuello. Sentía que algo en ese lugar la llamaba, un eco de una verdad que había permanecido oculta durante demasiado tiempo.

—Tenemos que ser rápidos —dijo Elein, mirando a su alrededor—. Peter no nos dará ventaja. Si sabe que estamos aquí, ya estará en movimiento.

El mapa de las estrellas

Mientras exploraban, Lucas se detuvo frente a una mesa central donde descansaba un gran mapa cubierto de runas y líneas conectadas como constelaciones.

—Miren esto —dijo, llamando la atención del grupo.

Daniel lo observó con atención, sus cejas fruncidas.

—Este mapa no solo muestra lugares. También parece marcar momentos. Como si cada punto estuviera ligado a un evento.

Lucas ascendiendo, deslizando sus dedos sobre las líneas.

—Es un mapa estelar, pero también una cronología. Esto podría ser la clave para entender cómo el poder del fénix ha sido protegido o usado a lo largo de los siglos.

Elein inclinó la cabeza, fijándose en un punto que brillaba más intensamente que los demás.

—Aquí —dijo, señalando el mapa—. Este símbolo es el mismo que está en mi medallón. ¿Qué significa?

Lucas estudió el grabado, sus ojos iluminándose con un destello de emoción.

—Es una referencia a la Forja del Fénix. Según las leyendas, está oculta en el corazón de las Montañas Ardientes, en una región conocida como La Garganta de Fuego Eterno .

El nombre provocó un escalafrío colectivo. Las Montañas Ardientes eran famosas por su terreno volcánico y la constante actividad sísmica, un lugar donde la vida apenas podía prosperar.

—Entonces, ¿por qué no se ha mencionado hasta ahora? —preguntó Eric, cruzando los brazos.

—Porque no todos quieren que este poder sea descubierto —respondió Daniel, su tono cargado de gravedad—. Mi familia… siempre ha temido lo que podría pasar si alguien lo usara para el mal.

El peligro acecha

Mientras analizaban el mapa, un ruido sordo resonó desde las sombras. Todos se tensaron, llevando sus manos a sus armas.

—No estamos solos —dijo Luna en voz baja, desenfundando su arco.

De las sombras surgieron tres figuras encapuchadas, similares a los Guardianes que habían encontrado en el exterior, pero estas no llevaban máscaras. Sus rostros estaban cubiertos por sombras que parecían moverse como humo.

—Han pasado las pruebas, pero aún no han demostrado que son dignos del conocimiento que buscan —dijo una de las figuras, su voz resonando como un eco.

Elein dio un paso adelante, su espada lista.

—No hemos venido a robar. Queremos proteger lo que representa este poder. Si eso no es digno, entonces diganme qué lo es.

Las figuras permanecieron en silencio por un momento. Luego, una de ellas levantó una mano, y el mapa brilló intensamente. Las runas comenzaron a moverse, reorganizándose.

—El mapa no es solo una guía. Es una prueba en sí misma. Si logran descifrar su mensaje antes de que se desvanezca, el camino hacia la Forja será revelado.

—Y si no lo logramos? —preguntó Flora, apretando su arco.

—Entonces se perderá para siempre —respondió la figura antes de desvanecerse en la oscuridad, junto con los demás.

El enigma del mapa

Lucas fue el primero en reaccionar, estudiando el mapa con ojos críticos.

—Esto es un rompecabezas. Cada línea representa un evento, pero también un lugar. Tenemos que conectarlos en el orden correcto para que el mapa nos muestre la ubicación.

¿Cómo sabemos cuál es el orden? —preguntó Eric, mirando los puntos que brillaban.

—Miren las runas —dijo Lucas, señalándolas—. Cada una parece estar asociada a un símbolo del fénix: alas, fuego, renacimiento… Son las etapas del ciclo del fénix. Si seguimos ese patrón, deberíamos encontrar el camino.

El grupo se dividió las tareas. Luna y Flora se encargaron de encontrar referencias en los libros cercanos, mientras Daniel ayudaba a Lucas a conectar los símbolos en el mapa. Elein y Eric mantenían la guardia, atentos a cualquier movimiento en las sombras.

—Esto es más complicado de lo que parece —murmuró Flora, pasando rápidamente las páginas de un libro lleno de runas.

—Lo lograremos —dijo Elein, su tono firme—. No hemos llegado hasta aquí para fallar.

El tiempo se agotó

El mapa comenzó a desvanecerse lentamente, las líneas y runas apagándose como brasas que se enfrían.

—¡Lucas, rápido! —gritó Luna, viendo cómo el brillo de los puntos se apagaba uno a uno.

—¡Casi lo tengo! —respondió Lucas, moviendo sus dedos frenéticamente sobre el mapa.

Finalmente, con un movimiento decisivo, conectó dos runas clave que formaron el símbolo del fénix completo. El mapa emitió un destello cegado, y luego las líneas desaparecieron por completo, dejando solo un único punto brillante.

—Ahí está —dijo Lucas, señalando el punto en el centro—. La Garganta de Fuego Eterno, en las Montañas Ardientes.

Una revelación inesperada

Antes de que pudieran celebrar, Daniel se apartó del grupo, su rostro tenso.

—Esto no será tan simple —dijo, mirando a Elein—. La Forja no solo es un lugar. Es una prueba. Y no todos saldrán de ella siendo los mismos.

Elein lo observa fijamente, intentando descifrar sus palabras.

—¿Qué sabes sobre esto, Daniel? —preguntó.

Daniel tardó en responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—Mi padre siempre dijo que el poder del fénix tenía un precio. Y quienes lo buscan deben estar dispuestos a enfrentarlo.

Elein ascendió, apretando el medallón en su cuello.

—Entonces lo enfrentaremos. Juntos.

El próximo paso

Con la ubicación de la Forja grabada en sus mentes, el grupo sabía que el tiempo no estaba de su lado. Lord Peter también estaba buscando el poder, y cada minuto que pasaban allí los acercaba más al peligro.

—Nos vamos al amanecer —dijo Elein mientras se preparaba para descansar en el exterior de la biblioteca.

— ¿Estás seguro de que estamos listos para esto? —preguntó Luna, su voz cargada de preocupación.

Elein la miró con determinación.

—No lo sé. Pero lo averiguaremos. No tenemos otra opción.

El grupo avanzaba en silencio, mientras el cielo comenzaba a oscurecerse sobre el bosque. La Forja del Fénix los esperados, oculta en el corazón de las Montañas Ardientes. Con ella, un desafío que cambiaría sus vidas para siempre.