VENDIDA AL JEQUE ÁRABE

...RECUERDA TU LUGAR...

...********...

La noche siguiente casi había esperado encontrar la puerta de Malek cerrada, pero no fue así.

Por otra parte, instalar un candado para mantenerme fuera sería el equivalente a admitir que era lo suficientemente importante como para molestarlo, así que, por supuesto, ese idiota arrogante no lo haría.

Eso me vino bien.

No lo había visto en todo ete día (su helicóptero había partido muy temprano en la mañana y había regresado mucho después de la cena) y estaba... ansiosa. No podía esperar a verlo. Después de todo, no podría poner en práctica mi plan si el villano no estaba allí.

Malek estaba durmiendo boca arriba esta vez, su largo y musculoso brazo extendido a través del espacio vacío a su lado.

Fruncí el ceño una vez más ante su físico perfecto (de alguna manera parecía arrogante incluso mientras dormía, el idiota) antes de caminar y meterme en la cama nuevamente. Pero el brazo del arrogante me impidió acostarme. Después de pensarlo un momento, me agaché a su lado y le toqué el suave pecho. ¿Se lo depilaba? ¿O era naturalmente suave? Había pensado que con tanta abundancia de vello facial estaría todo peludo, pero ese no parecía ser el caso. Moví mis dedos hacia su brazo para comprobar si tenía pelo allí......

—Fuera — Me dice, sin abrir los ojos.

—Te estás volviendo repetitivo, ¿sabes? —Refunfuño, encendiendo la lámpara de la mesa de noche. —Entonces, ¿tu hermano prefiere estar arriba o abajo?

Malek suspiró. Fue el suspiro más sufrido que había escuchado en mi vida. Eso me hizo sonreír.

Sabía que había ganado.

—Probablemente lo último.— Contesta irritado, con los ojos todavía cerrados. —Una vez lo encontré mientras le lamían el culo.

–Entonces esperás que lo monte, mientras el está abajo y que sea yo quien le de todo el placer que el espera.¿Crees que tengo profesión de ser prøstituta?–El imbécil solo le encogió de hombros.

Hice una mueca de asco. Sólo imaginar a mis hermanos entrando mientras alguien me comiera el culo(o en mi caso comiera el coño) me hacía extremadamente incómodo.

—Sin embargo, eso no significa necesariamente que sea un pasivo. A algunos tops les gusta que les coman el culo. Por lo que e investigado

La expresión de Malek se volvió tensa. Claramente no era un tema que alguna vez quisiera contemplar o hablar.

—Samir nunca ha tenido que mover un dedo para conseguir nada en su vida. Puedo apostarte cualquier cosa a que es del tipo que se queda ahí tumbado y ordena a alguien que le dé placer. Estar arriba sería demasiado esfuerzo para un mocoso tan mimado.

—Es un poco extraño que te preocupes tanto por él cuando tu opinión sobre él es tan baja.

—Él es mi hermano —Contesto, como si eso explicara todo.

Quizás así fue.

—Hmm —dije, tamborileando mis dedos pensativamente.

—Deja de manosearme.

Sorprendida, miré hacia abajo. Mis dedos estaban en el "muy duro" estómago de Malek.

Aparte la mano al instante y me sonroje.

—No estaba..¡no te estaba manoseando, idiota engreído! Yo estaba pensando.

—Ve a pensar en tu habitación.

—No.

Sonreí cuando escucho al idiota suspirar entre dientes.

En serio, molestarlo era lo que más me gustaba en el mundo.

—¿Puedo preguntarte algo? —Murmure. —¿Cómo estás tan de acuerdo con que tu hermano sea bisexual? Pensé que era tabú en el Islam.

—No diría que estoy de acuerdo con eso. Pero sé que no puedo pensar que es algo que puedo cambiar.

—Pero es tabú en el Islam, ¿verdad?

Finalmente abrió los ojos y me miró por un momento.

—Hay muchas cosas que son tabú en el Islam, incluido el sexo consensual entre un hombre y una mujer que no están casados. Pero, siendo realistas, pocos hombres permanecen vírgenes hasta el matrimonio, a menos que se casen muy temprano. Ciertamente no soy virgen. Puede que no esté contento con el comportamiento de Samir, pero rechazar a mi hermano por hacer algo tabú sería el colmo de la hipocresía.

«Ciertamente no soy virgen.»

Mojándome los labios, miré el cuerpo fuerte y viril del hombre. No lo dude ni por un momento. Un hombre así no sería virgen. Probablemente acudieron en masa a él mujeres de todas las religiones, edades y razas.

—Eso es sorprendentemente razonable de tu parte —Digo.

Los ojos de Malek se entrecerraron.

—¿Sorprendentemente? ¿Sólo porque soy musulmán?—Porque eres un idiota —contesto, resoplando. —No involucres la religión y los prejuicios. No tengo nada contra el Islam. Yo no soy religiosa, pero creo firmemente que cada uno debería creer lo que quiera creer. No esperaba que fueras razonable porque normalmente actúas como si supieras más que los demás.

—Soy muchas cosas, pero trato de no ser un hipócrita — Réplica, cerrando los ojos nuevamente. Sus labios se curvaron en algo poco divertido. —Según los estándares musulmanes, soy un pecador de la peor especie. He hecho lo suficiente para terminar en Jahannam en el más allá.

Lo miré con curiosidad.

—¿Y no te molesta?

Se encogió de hombros, somnoliento.

—A veces es así, pero no soy el musulmán más devoto que existe. No creo firmemente en todo lo que dice el Corán. Mi educación religiosa fue... irregular en el mejor de los casos. Digamos que desde el principio me desilusioné de la necesidad de seguir todo lo que dice el Corán. Los niños aprenden con el ejemplo.

Lo miró fijamente, ahora ardiendo de curiosidad.

—¿Qué quieres decir?

—Pensé que estabas aquí para aprender sobre Samir, no sobre mí — Respondió, muy secamente. —Me voy a volver a dormir. Si no te vas en los próximos quince segundos, te volverán a encerrar en tu habitación.

No quería irme todavía. Quería quedarme.

Quería (necesitaba) aprender más sobre este hombre, porque... "conoce a tu enemigo" y todo eso.

—Eso no sería muy justo, ¿verdad? ¿Cuando solo sigo tus órdenes y trato de aprender cosas sobre tu hermano para convertirme en la perfecta mascota sexual de sus sueños?

—Cinco segundos ahora. Y deja de decir esas palabras.

—¡Pero estoy siendo cooperativa aquí! ¡Hey!

Me saco de la cama y me dejaron caer de nuevo sin ceremonias en el suelo del pasillo.

—¡Ay! Me duele el trasero —Me quejé, frotándome mi trasero maltratado y frunciendo el ceño a Malek.

El bastardo me dio una mirada poco impresionada, de alguna manera logrando parecer increíblemente superior a pesar de usar solo un par de bóxers negros y su cabello oscuro arrugado por el sueño.

—Di gracias.

Apartando la mirada curiosa de su cuerpo alto y poderoso, parpadeó, completamente confundida.

—¿Qué?

Las cejas oscuras se arquearon levemente.

—No hago amenazas vacías. Si todavía estuvieras en mi habitación, me habría visto obligado a seguir adelante y encerrarte nuevamente. Así que di gracias.

Farfullando indignada, digo entre dientes:

—Eres un imbécil insufrible...

—Todavía no escucho un agradecimiento—. Sus ojos se entrecerraron en contemplación. Mientras hacia un sonido burlón y pensativo, o al menos eso me había pareció. —Ahora que lo pienso, un simple agradecimiento no sería suficiente. No podemos permitir que muestres esta actitud con Samir. Es mucho menos insensible que yo. A partir de ahora, cuidarás tu tono. No se tolerarán los insultos. Te dirigirás a mí con respeto. Recuerda tu lugar.

La rabia llenó mi pecho.

—¿Y cuál es mi lugar, MAJESTAD? —Solté, mirando al suelo con resentimiento.

Unos dedos anchos aparecieron en mi campo de visión, poniéndose debajo de mi barbilla y la levantó.

El contacto hizo que me estremeciera violentamente.

¿Fue repulsión? Quizás fue la rabia. De cualquier manera, no podía respirar. Quería alejarme del contacto, su piel ardía donde el hombre me tocaba.

—No tienes uno — murmuró, con los ojos taladrando un agujero en mi cara. —Serás lo que yo quiera que seas.

Sacudí la cabeza aturdida. Estaba temblando, me zumbaban los oídos y sentía la cabeza flotante y extraña.

—Correcto —gruñí. —Porque soy una humilde esclava y tú eres mi dueño—. Se suponía que mi tono era sardónico, pero me equivoqué por una milla.

Se hizo el silencio... y se sintió un poco extraño. Un poco apagado. Un poco algo.

—Eso es ridículo —contesta en voz baja y áspera. Sus ojos parecían negros. ¿No eran marrones? —Te dije que no eras una esclava. Mucho menos la mía.

Me humedecí los labios con la lengua. Se sentían secos. Quemados.

—Ve — Continúa, soltando mi barbilla y dando un paso atrás.—Vuelve a la cama, a tu propia cama. Si vuelves a perturbar mi sueño, te arrepentirás.

Me puse de pie y me alejó, con una sensación de calor retorciendo mi estómago hasta formar un nudo.

Me digo a mi misma que era odio, pero tenía un matiz extraño.

Algo que no podía identificar.