Cómo Proteger Al Protagonista

La noche envolvía el palacio en un manto de oscuridad, solo interrumpido por el brillo de las antorchas que iluminaban el camino de la entrada. El sonido de las ruedas de los carruajes sobre la grava anunciaba la llegada de los invitados al gran banquete. Uno tras otro, los carruajes se detenían frente a la entrada principal, dejando descender a elegantes damas y caballeros.

De repente, el carruaje de Diana junto a Beatrice había llegado. De él descendió la figura imponente de Beatrice, vestida con un elegante vestido azul noche, su rostro iluminado por una sonrisa amable, tras ella, emergió Diana, radiante en un vestido rojo escarlata que parecía arder en la oscuridad. El color intenso del vestido realzaba la belleza de su cabello rojo, creando un contraste impresionante. Su belleza era cautivadora, un punto único en medio de la multitud. Ambas se dirigieron hacia la entrada del palacio, donde los esperaba una multitud de invitados. Diana, con su vestido rojo escarlata, atraía todas las miradas, jamás habían visto a una mujer tan delicada como ella. La noche se comenzaba a llenar de murmullos y susurros, todos admirados por la belleza y el porte de la joven y su abuela.

Fueron guiada hasta la entrada de la sala donde es llevado el banquete. Sin embargo, a Diana le dieron otras indicaciones.

— señorita. El emperador la espera en otro lado.

Diana parpadeo varias veces, pensó que lo encontraría allá dentro. Aún así, su abuela le da un empujón y se adentra al salón.

La joven caminaba detrás de la criada, dejándola en la entrada de un balcón. Ahí, aguardaba Dorian, quién giro al sentir la presencia de Diana. En ello, él se acercó y le tomó la mano dándole una beso en su dorso como primer saludo.

— me alegra que hayas venido. Es un hermoso vestido.

— gracias. No podía faltar. No mucho menos ahora.

— sé lo que hablas. En esta noche debería conocer a Miranda. Pero eso jamás pasará, te lo prometí.

— aún así, vine también para verte. Es extraño, pero me gusta tu compañía.

Dorian le ofrece el brazo para disimular su impresión, y ambos comienza a caminar.

— ¿No te molesta que nuestro tiempo sea muy limitado?

— la verdad, aprecio mucho más los momentos y las cartas que recibo de tí... Pero, quisiera ayudarte a esto, al peso que cargas todos los días debe ser muy agotador, y me preocupa tu salud.

Dorian mira a un lado, un poco decaído, sabe que su mente y aveces cuerpo no tienen la misma energía de todos los días, trabajo tras trabajo es tan agotador que lo agobia al tal punto de darle jaqueca, como al comienzo de este día, y sin pensarlo a detalle, él le comenzó a decir como se sentía y que le gustaría hace.

— Diana... Aveces me gustaría jamás haber nacido como el emperador. No me importa el poder, la riqueza y el cargo de un monarca. Pero en cambio, tengo este camino que lo aceptó, con el costo de tan siquiera ser libre... Lo siento, no debí... No debería abrumarte con palabras tontas.

— no... Dorian, no. Lo que dices es algo que realmente sientes y por más que quiera no puedes ocultar. Explorarás si no eres sincero al menos contigo mismo. Yo quiero escucharte, no como un emperador, sino como un ser humano también. Sientes y quieres como uno, no eres un muñeco que dirige la nación.— se acerca a él, y le toma la mejilla superficial.— déjame entrar un poco más en tu vida. Ahora me doy cuenta que pides ayuda a pesar de que te la ofrecen.

Él la miró sorprendida, antes los ojos azules de ambos, el de Dorian brillaba más por él inmenso y curioso interés en ella.

— ¿Cómo?— preguntó él.

“de la misma forma que Miranda, pero al contrario de ella, yo no buscaré dañarte ni tomar el poder. Te ayudaré y protegeré si ese es el caso"

Había pensando Diana, a lo cuál, responde de inmediato.

— como tu secretaria o asistente, pero también puedo ayudarlo como un apoyo emocional.

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— ¿Ah?

“ya tengo uno. Pero... No de esos."— pensó Dorian.

Vio la oportunidad, vio un tiempo más junto con ella así que si este es el momento, aunque suene extraño, una asistente emocional. Así que asiente con un gesto.

— está bien, me gusta la idea.

— Ahora, hay un banquete al que asistir.— mencionó ella, con gran actitud.

El gran salón del banquete brillaba bajo la luz de cientos de velas. Las damas y los caballeros vestidos con sus mejores galas, conversaban animadamente, el murmullo de sus voces creando un ambiente de expectación. De repente, un silencio absoluto cayó sobre la sala. Dos figuras imponentes se acercaban a la entrada.

El enunciador, con una voz que resonaba en el silencio, anunció con gran fuerza.

"¡Su Majestad, el Emperador Dorian, y su acompañante, la señorita Diana Cauciel!"

Todas las miradas se volvieron hacia la entrada. Dorian, el emperador, irradiaba poder y autoridad, su serenidad y carácter imponía respeto. A su lado, Diana, radiante de belleza, caminaba con una gracia etérea, era tan diferente a las demás que el simple mirar de sus ojos eran muestra de ello.

El silencio continuo con una reverencias. La música llenaba el gran salón, una melodía elegante y vibrante que invitaba al movimiento. Era el inicio del primer baile de la noche. Cada quien tomaba a su pareja y danza al ritmo de los instrumentos. Diana y Dorian no era la excepción y dentro de la multitud, tomando de las manos, giraban con gran precisión.

Por primera vez, Dorian no se sentía como un objeto de la corona, se sentía más humano. Era verdad lo que Diana le mencionó, él siente como un humano, pero se limita a demostrar sus emociones al tener un cargo mayor. Sin embargo, ahora, en este momento, es totalmente diferente.

Miranda no había llegado aún, de hecho, se había retardado por modificando la esencia que es solo para Diana, pero está vez, también surtirá efecto en Dorian a favor de ella.

Ella baja del carruaje ya al frente del palacio y su madre le pide que se apresuré, era muy tarde. Miranda ríe.

— estamos a tiempo madre, solo fue el primer baile.

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Muchas gracias por leer. No olviden dejar su preciado me gusta en el capítulo 💕