Sinopsis:
En una ciudad donde los sueños y los secretos se entrelazan, dos hombres se encuentran en un camino lleno de amor, traición y autodescubrimiento. Tras un encuentro inesperado, Alex, un fotógrafo con miedo a vincularse, y Javier, un apasionado activista, son arrastrados a una intensa relación que desafía sus creencias, sus pasados y su propia identidad. Rodeados de amigos leales pero con problemas propios, y la presión de una sociedad que a menudo no entiende su amor, ambos deberán enfrentarse a sus demonios internos y decidir si están dispuestos a luchar por lo que realmente quieren.
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Capitulo 10: Una Segunda Oportunidad
Las semanas posteriores al encuentro con Marco fueron un torbellino emocional para Javier. Había transformado cada mirada y cada palabra de Alex en momentos de incertidumbre, pero también había algo palpable en el aire. Había una chispa que no podía ignorar, una conexión que, a pesar de los fantasmas del pasado, parecía fortalecerse cada día. Javier sabía que tenía que hacer algo especial para reconquistar el corazón de Alex, para demostrarle que su amor era verdadero y que estaba decidido a hacer las cosas bien.
Una tarde, Javier tuvo una idea brillante. Había decidido preparar una noche mágica, algo que los alejara de las tensiones recientes y les recordara la intensidad de su conexión. Comenzó a trabajar en su plan, enfrentándose a un aluvión de nervios pero también de esperanza. Quería que esa noche fuera inolvidable.
Reservó un restaurante acogedor en la azotea de un edificio en el centro de la ciudad, un lugar con una vista magnífica del horizonte y con una atmósfera acogedora, adornada con luces tenues y suaves melodías de jazz para crear el ambiente perfecto. Javier se aseguró de que todo estuviera arreglado. Las velas estaban dispuestas con cuidado, y una botella de vino espumoso estaba esperando para estallar y brindar por un nuevo comienzo.
Cuando llegó la noche, se arregló con una camisa que realzaba su figura y un par de vaqueros oscuros que le daban un toque más elegante. Quería que Alex sintiera lo especial que era para él. Al mirar su reflejo en el espejo, se dio cuenta de que no solo estaba armándose de valor para el encuentro; también se estaba preparando para abrir su corazón de par en par.
Alex llegó justo a la hora acordada, luciendo impresionante. Había optado por un vestido ajustado que acentuaba sus formas, y su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros. Javier sintió que le faltaba el aire al ver lo radiante que se veía. Se acercó, nervioso, y la tomó de la mano, conduciéndola hacia la azotea.
La vista era simplemente hipnotizante. Las luces de la ciudad parpadeaban como estrellas caídas, y el aire fresco de la noche traía consigo un susurro de nuevas oportunidades. En ese instante, todo lo que había sucedido entre ellos se sintió distante. Javier se detuvo, girando a Alex hacia él, y la miró a los ojos.
“Gracias por venir,” dijo, su voz apenas un susurro entre el murmullo del viento. “Sabía que necesitábamos un momento así, lejos de todo lo que ha ocurrido.”
Alex sonrió, una mezcla de curiosidad y felicidad iluminando su rostro. “Este lugar es hermoso, Javier.”
Javier le ofreció una copa de vino y, mientras brindaban, sus miradas se encontraron. El tiempo parecía detenerse, y el roce de sus manos al alzar las copas hizo que una chispa recorriera su cuerpo. “Por nosotros,” propuso Javier, alzando su copa en un gesto que encapsulaba la esperanza de un nuevo comienzo.
“Por nosotros,” repitió Alex, sus ojos brillando como si supieran lo que estaba por venir.
Mientras servían más vino y compartían risas y anécdotas, Javier sentía que el peso que había estado sobre sus hombros empezaba a desvanecerse. Había algo en el ambiente que se sentía mágico, como si el universo estuviera conspirando para unirlos de nuevo. Las luces de la ciudad los envolvían en un abrazo tenue, y el dulzor de la brisa de la noche les permitía soñar con un futuro en el que el pasado ya no tuviera poder sobre ellos.
Después de la cena, Javier vio el momento. Con el corazón latiendo en su pecho, decidió dar un paso más. “¿Te parece si hacemos una caminata por el borde de la azotea? La vista es absolutamente impresionante desde allí,” sugirió, guiando a Alex hacia el borde, donde el cielo parecía estar al alcance de la mano.
Una vez allí, Javier tomó la mano de Alex, rodeándola con cuidado, como si temiera que un movimiento brusco pudiera desvanecer todo lo que habían reconstruido. “Mira hacia arriba,” le dijo, y ambos levantaron la vista al cielo. Las estrellas relucían en la inmensidad oscura, cada una un destello de luz en la vastedad del mundo.
“Es hermoso,” murmuró Alex, sus ojos reflejando el resplandor estelar. “Es como si el cielo estuviera celebrando nosotros.”
“Sí,” respondió Javier, sintiéndose más vivo que nunca. “Esta noche es especial, Alex. Quiero que sepas que estoy aquí, que siempre lo estaré. He estado pensando mucho… sobre cómo me he sentido contigo y cuánto significas para mí.”
Alex se giró hacia él, sus ojos llenos de emoción. Javier dio un paso más cerca, hace tiempo había deseado este momento, y sintió que ya no podía contener más sus sentimientos.
Sin más palabras, se acercó lentamente y besó suavemente a Alex. Era un beso cargado de pasión reprimida, una mezcla de deseo y ternura que desbordaba en el aire entre ellos. El mundo se desvaneció a su alrededor, y el roce de sus labios encendió una chispa ardiente, como si el universo entero se alineara por aquel instante perfecto.
Fue un beso que contenía promesas, anhelos y arrepentimientos, uniendo sus corazones en un solo latido. Alex se aferró a Javier, sus manos buscando el refugio en su cabello, y él la envolvió con sus brazos, desbordando amor y deseo.
El abrazo se intensificó, y ellos se entregaron a una danza ardiente, cada caricia a través de sus cuerpos mostrando todo lo que habían esperado. Javier, con la pasión que había sentido reprimida durante tanto tiempo, besó a Alex con fervor, como si quisiera grabar ese momento en su memoria.
Las estrellas observaron desde arriba mientras sus cuerpos se encontraban en una unión perfecta. Javier exploró cada rincón de su ser, sumergiéndose en la calidez de Alex mientras ella correspondía cada roce, cada susurro, cada beso. El calor de su piel y el roce de sus labios hicieron que todo lo demás se desvaneciera.
“Te quiero,” susurró Javier mientras se separaban para tomar aire, sus frentes aún tocándose, sintiendo la electricidad que los unía.
“Yo también te quiero,” respondió Alex, los ojos brillantes de amor y deseo. “No sé cómo llegamos a perdernos, pero estoy tan feliz de estar aquí ahora.”
Fue todo lo que Javier necesitó escuchar. Sin pensar, el deseo lo llevó a capturar nuevamente los labios de Alex. Era un fuego abrasador, como si un nuevo volcán hubiese entrado en erupción en sus corazones. Ambos se perdieron en el momento, dejando que el pasado se desvaneciera mientras se aferraban a lo que tenían entre manos.
La noche se volvió un borrón de besos, caricias y susurros, mientras las sombras de la ciudad los envolvían. Sus cuerpos se movían al compás de una música que solo ellos podían escuchar. Javier la levantó en brazos, mientras Alex reía y lo abrazaba con fuerza, su risa marcando el tono de una noche que prometía ser inolvidable. Se movieron hacia un rincón íntimo de la azotea, un espacio que había permanecido vacío y en el que ahora resonarían sus suspiros.
El aire estaba impregnado de fragancias frescas, y cada caricia insinuaba volúmenes de deseo y amor. Javier colocó a Alex suavemente sobre un par de cojines que habían sido dispuestos para que pudieran disfrutar de la vista, y, mientras se acomodaban, sus cuerpos se entrelazaron como si estuvieran destinados uno para el otro.
Cada beso se volvió más profundo, más necesitado, y cada toque aumentaba la combustión entre ellos. Javier contempló el rostro de Alex iluminado por la luz de las estrellas, cada centella reflejando la belleza de su esencia. Su corazón latía ferozmente mientras inclinaba su cabeza para seguir el camino de su cuerpo, dejando un rastro de besos ardientes por sus labios, sus mejillas y su cuello.
“Javier…” murmuró Alex, su voz temblando entre la risa y el deseo. Las palabras eran un desafío y un anhelo al mismo tiempo.
“Shh,” respondió Javier, su voz suave y cargada de ternura. “Solo déjate llevar.”
Y así lo hizo. La noche continuó dándose paso, como un suave lienzo en el que podían dibujar su amor. Cada beso envolvía el aire, cada caricia hablaba de un deseo desbordante, y Javier sentía que se perdía en el océano de los ojos de Alex, donde podía ver su futuro.
La conexión que compartían se hacía más intensa, y sin mayores palabras, ambos sintieron que era el momento de abandonar miedos y confusiones. Javier la miró a los ojos, y en ese instante, todo lo que había estado en pausa se desató.
Sus cuerpos se movieron en una sinfonía erótica, cada roce de piel influyendo en el universo de sus sentidos. Javier sentía como si cada centímetro de piel de Alex le perteneciera, y se entregó por completo a esa pasión desenfrenada. Cada beso era telón de fondo a un deseo que había esperado demasiado tiempo para liberarse.
La noche fue testigo de cómo se entregaron el uno al otro en el conclave más puro de la intimidad y la conexión emocional. Era un baile de amor en el que exploraron la esencia de lo que significaba estar juntos: se olvidaron del mundo exterior, de los celos y de las sombras del pasado. Solo existían ellos, entregándose mutuamente la confianza, el amor y la pasión en un acto que parecía espiritual.
El clímax de su encuentro no fue solo físico; fue el estallido de la unión de sus almas, el momento en que cada latido y cada susurro resonaron en el universo y se unieron en un eco eterno. Las estrellas brillaban en lo alto, y el viento acariciaba sus cuerpos como una bendición, mientras el amor que habían recuperado mantenía su fuego ardiendo, iluminando la noche mágica que serían recordados por siempre.
Cuando finalmente se abrazaron, con sus cuerpos apretados y su respiración uniforme, habían dejado atrás las sombras del pasado, y el amor que compartían parecía más eterno que cualquier otra cosa. Al mirar hacia el horizonte iluminado por las estrellas, Javier supo que no solo habían recuperado su conexión, sino que habían formado un lazo aún más fuerte, uno que podría resistir cualquier prueba que pudiera venir.
Estaban listos para enfrentar el futuro juntos, con la promesa de que el amor siempre encontraría la manera de renacer, incluso en las noches más oscuras. Cada estrella en el cielo reflejaba un nuevo comienzo, una segunda oportunidad que estaban decididos a aprovechar.
El Amor entre personas del mismo sexo, sean hombres o mujeres, siempre ha sido muy criticado y mal visto,. Pero también hay quienes como ALEX Y JAVIER a pesar de sus miedos y certeza de que su Amor, no sería fácil de entender, tanto para sus familias como para amigos.
La vulnerabilidad de ambos, fue su centro y en base a eso lograron aceptar que lo más importante era estar juntos en todo y para todo.
AUTOR@ te FELICITO, he leído historias como esta pero en ninguna sea hablado de la aceptación personal. Gracias por compartir tu talento, inspiración y trabajo,, creo que es la primera historia de tu creación qué he encontrado, espero poder leer mas de tu inspirado talento!!!