Novela de fantasía que relata las discriminaciones, el renacer. Las intrigas por la supremacía del poder. El triunfo del bien sobre el mal. Pero, sobre todo, la aceptación de uno mismo. ¿Encontrará Irina, la felicidad en su segunda oportunidad de vida, con un Dragón? ¿La Diosa podrá salvar a la humanidad de los demoníacos Morlos?
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Capitulo 10
Irina se ríe, ahora verá si siguen en contacto.
Egor al recibir la correspondencia, no puede creer lo que lee, comienza a investigar lo sucedido en el pasado con el eunuco Lucio. Descubre de la peor manera las perversiones de su padre. Egor llega al despacho de su padre:
- ¡Alteza, no puede pasar, por orden del Emperador- le dice con firmeza uno de los guardias imperiales.
-¡No hay reunión del Consejo! ¡Tamppco hay ningina comitiva de visita! ¿Por qué no podría pasar? ¡Necesito hablar un asunto de suma importancia con mi padre!- molesto Egor, le hace señas para que le permita entrar.
-¡Son órdenes del Emperador, nadie sin excepción, puede molestarlo!- se mantiene firme el soldado.
-¡Qué te apartes, te digo!- con su magia de viento, empuja lejos a los dos guardias, que caen dándose sendos golpes en sus cabezas, quedando noqueados, Egor entra y cierra la puerta de inmediato. No ve al Emperador en el despacho, luego se dirige a aquella habitación secreta, piensa que está descansando, cuando abre la puerta, una escena dantesca del Emperador con un niño de unos 9 años, jugando a los caballitos encima de él, lo dejan sin palabras.
-¡Padre! ¿Qué significa esto?- grita entre asqueado y sorprendido Egor.
El Emperador Pável, enseguida se levanta, aparta y despacha al niño, que se va con un juguete de madera era un caballito, sonriendo, dándole un beso en la mejilla a Pável. Mientras el Emperador le dice que se verán pronto. El niño a la salida, soba a Egor, tocandolo, lo que hace que le de un empujón con su magia de viento, el niño se levanta del piso y sale corriendo asustado, estaba acostumbrado a que los adultos les gustara sus caricias.
Egor, confronta a su padre, al estar en privado con él, grita rojo de la ira:
-Padre ¿Usted participa de estas costumbres en el palacio, con los niños eunucos? Entonces: esos niños son abusados por todos quienes tienen poder en este Palacio, bajo su mirada cómplice. ¡Ya veo, usted también participa activamente, en esos actos inmorales! ¡Ahora empiezo a entenderlo todo!- exclama horrorizado Egor, sin poder creer semejante monstruosidad.
- ¡Egor, te prohibo que te metas en los asuntos que no te conciernen! Ellos son simples plebeyos vendidos por sus padres, porque son extremadamente pobres y no tienen donde caerse muertos, antes de llegar aquí, no disfrutaban ni de una comida al día. Ellos saben, que esa es su función al entrar en Palacio, servir cuando se les necesita- Pavel continúa justificándose, despreciando a los plebeyos pobres.
- Ellos son recompensados con una buena vida, llena de lujos, no les falta nada, son bien alimentados y educados, siempre y cuando aprendan a servir a sus mayores. No te hagas el más moralista. Cuando seas Emperador, también harás lo mismo, como todos los que pasamos por acá, es casi imposible resistirse a tanta belleza y delicadeza de los chiquitos- dice el hombre confesando sus inmorales adicciones.
-¡Todavía, no puedo creer que usted sea cómplice de esas monstruosidades!- exclama Egor
- ¡Jamás aceptaré algo así! ¡Cuando sea Emperador, eso dejará de suceder!- grita indignado y asqueado Egor.
- ¿Y mi madre sabe de eso? ¿Y Cómo lo puede aceptar?- Egor no deja de cuestionar ese asunto.
- ¡Claro, toda Emperatriz conoce de eso y lo acepta! Por eso te escogí a una niña como tu prometida, te vi desde mi ventana, besándola en el patio, no te hagas el inocente y el santo moralista. Encontré las sábanas manchadas de sangre, no tuviste ninguna pizca de moralidad, cuando abusaste de ella aquí mismo, esa noche ¿Verdad? ¿Qué tienes que criticar si eres igual a mi?- Pável replica, para contraatacar:
-Es mejor que mantengas tu boca cerrada, si no quieres qee los reyes de Valkovia se enteren de lo que le hiciste a su Princesita. Ahora ella aprenderá a ver como normal, todo lo que sucede a puerta cerrada en este Palacio- amenaza el Emperador.
-Padre, eso es distinto, Irina es mi prometida, me voy a casar con ella, además ella también quería que pasara... Así que no compares, además jamás lo haré con un niño, no soy esa clase de persona- Egor, minimisa lo que pasó con Irina, sin remordimiento alguno, sigue consternado, juzgando lo que hizo su padre, lo mira con odio, ahora puede entender por qué Larisa y Lucio, se confabulaban en una venganza, para matar a su padre y hacerle daño a toda la familia Imperial, incluyendo a su madre, hermana y hasta a él mismo; todos seran sus víctimas, como lo predijo Irina.
- ¡Cuando seas Emperador harás lo que se te venga en gana! ¡Pero por ahora, no lo eres, y cuidadito con lo que haces o llegas a decir, porque Gareth también tiene los mismos derechos que tú! Asi que: "Ver, oir y callar", eso es lo que espero que hagas. ¡De eso dependerá, si obtienes el trono o no! ¡Ahora lárgate lejos de mi vista y deja lo que está quieto, en paz! ¡Ya me amargaste el día!- le grita el Emperador.
- ¡Ah y otra cosa! Ese asunto de despedir o trasladar a Larisa, la sobrina de Lucio, ve olvidándolo. Ella también calienta mi cama, y no voy a dejarla ir porque a ti se te ocurra esa loca idea. Más bien deberías aprovecharla, es muy buena en lo que hace- finaliza el depravado Emperador, con una sonrisa siniestra.
Al escuchar eso último Egor se siente aún más asqueado, no le da ninguna opción, sale tirando la puerta, rojo de la ira. Su ideal de padre recto, honesto y justo, se desmoronó, en un abrir y cerrar de ojos. Y en este momento, no puede hacer otra cosa que aceptar: "ver, oir y callar", haciéndose cómplice por omisión, de todas las aberraciones que le hacen a los niños eunucos, tras bastidores.
Ahora sabe, que su padre no es más que otro corrupto, que no le importa en absoluto el bienestar del Imperio, que lo único que le interesa es su propio bienestar y satisfacer sus depravadas adicciones, su corazón se llena de odio, un odio que lo carcome vivo.
A Larisa, tampoco la podrá echar. En el futuro, si algo les pasa a sus padres por culpa de esa mujerzuela, nunca lo lamentará.
Cuando sale, se tropieza con Larisa, se da cuenta de que esa mujer estuvo escuchando detrás de la puerta la conversación. Ella como siempre, se va a acercar y a propósito, se tropieza va a caerse, pero Egor, ya no la sostiene, y la mujer tiene un encuentro cercano con el piso:
-¡Majestad, me duele el tobillo, no puedo caminar, por favor ayúdeme!- Larisa, con ojos llorosos suplica, extendiéndole la mano, para que la ayude a levantarse.
Egor la mira con desprecio, pensando que es la amante del Emperador de 50 años, un hombre que puede ser su padre, ni siquiera llega al estatus de concubina. Sin inmutarse, se da la media vuelta, dejándola aturdida, por su indiferencia.