Amor En La Mentira

-No sé si alguna vez podré perdonarte Daniel, y en este momento no sé si quiero intentarlo siquiera, necesito espacio, necesito tiempo... para mí y te pido, te exijo que no vuelvas a casa hasta que tome una decisión – un poco de tranquilidad se instaló en el corazón de Daniel

No tendría que verla cada día y podría comenzar a hacer su vida con Mia, así esta no lo seguiría presionando, solo debía buscar como hacer para sacar la empresa a flote después de que la familia de Camila sacara sus inversiones, ya pensaría en que hacer, un divorcio no sale de un día para otro y el tenia tiempo de sobra para envolver a Camila cuando las cosas se pusieran difíciles.

-Te entiendo y respetaré cualquier decisión que tomes, si necesitas que me vaya, lo haré, solo quiero que sepas que estaré aquí para lo que necesites, aunque sea desde la distancia – una leve sonrisa que Camila no supo ver apareció en el rostro de Daniel

-Necesito estar sola ahora, necesito procesar esto... todo esto – Camila estaba realmente triste

-Lo haré y de verdad lo siento Camila, nunca quise que nada de esto pasara – las palabras de Daniel sonaban triste, pero el mostraba todo lo contrario

El corazón de Camila estaba dolido y herido, su mente era un campo de batalla donde el amor que aún sentía por Daniel luchaba contra la traición que no podía ignorar, haciendo que su mundo se redujera a ese pequeño fragmento de su realidad donde debía decidir entre el perdón y el adiós.

Ella se levantó y salió de la oficina de Daniel, pensó que sería más difícil lidiar con él, pero solo se echó la culpa y aceptó cada cosa que ella le estaba pidiendo, creyó que le pediría perdón y que lucharía para que ella no lo dejara y fue todo lo contrario.

Fue otra de sus discusiones rutinarias en las que él aceptaba ciegamente lo que ella pedía y todo quedaba allí, entonces ¿él no la quería?, ¿solo estaba con ella para…?, ¿para qué?

Con esas ideas en la cabeza Camila volvió a su departamento y al entrar allí sintió como si ese lugar que tantas veces había llamado hogar ahora era un espacio de recuerdos que solo le generaba dolor y tantas preguntas que no tenían respuestas.

En cada esquina y en cada pared había algo que le recordaba a Daniel, lo que hacía que su dolor y su rencor creciera, cada segundo que pasaba se sentía terriblemente traicionada, sin pensarlo tomó cada cuadro que consiguió con las fotos de ellos dos juntos y lo lanzó contra el piso haciéndolos añicos.

La destrucción de cada imagen la hacia sentir un poco mejor, era como si con esa muestra de ira botaba un poco del dolor que estaba sintiendo en su alma, por lo que luego de unos minutos cada espacio del departamento estaba totalmente revuelto.

Escuchó a alguien tocar el timbre, pero lo ignoró, no quería dar explicaciones a nadie acerca de su vida y mucho menos de sus sentimientos en ese momento, ya debía hablar con sus padres y explicarles lo que estaba sucediendo para que ellos le dieran una respuesta dirigida a las finanzas de la familia.

Solo su hermano la entendía y solo él le diría que todo iba a estar bien, solo el se preocupaba sinceramente por ella y no veía en ella una ficha en ese gran juego de la vida que ayudaría a la familia a ganar un poco más de dinero.

No sabía cuánto tiempo había pasado sumida en sus pensamientos y de pronto notó que empezaba a caer la noche, por lo que su primer pensamiento fue que debía prepara la cena para Daniel y una risa histérica comenzó a salir de ella para después comenzar a llorar como una niña pequeña.

Aun entre tanto dolor se preocupaba por él, aun pensaba en las cosas que debía hacer para él y fue en ese entonces cuando se dio cuenta de que él nunca la había querido, él, al igual que sus padres la veían como una moneda de intercambio para hacer dinero y por eso nunca le discutía nada, ni siquiera cuando le pidió que no volviera a casa él le discutió.

El timbre volvió a sonar y ella nuevamente se quedó en silencio, escuchó a alguien entrar a la casa, pero se sentía tan cansada y tan triste que no se movió de donde estaba, de todos modos, no había nadie que pudiera entrar a la casa.

A lo mejor si Daniel la viera así se daría cuenta del daño que le había hecho y vería en él un poco de ese sentimiento que supuestamente tenía por ella.

A lo mejor si no se movía él pensaría que ella ya no estaba y se iría de nuevo, no tendría que explicar porque había destruido todo de esa manera y se iría dejándola sola, como había estado desde que se había casado con él, porque si lo pensaba bien él nunca había estado para ella, todo era un espejismo, una ilusión que él le había creado y que ella misma había creído.

Escuchó unas voces y los vio, eran su hermano German y su mejor amiga Ana, alguien los había llamado al escuchar lo que sucedía dentro del departamento.

-Cami, hermosa, ¿estas bien? – preguntó su hermano con el corazón pequeñito de verla así

Ella solo negó con la cabeza y un montón de lágrimas comenzaron a salir nuevamente, él la abrazó tratando de darle consuelo, mientras Ana hacia una revisión de los daños y a juzgar por el desastre que había generado su amiga se sentía terriblemente.

Uno de los vigilantes del edificio había entrado con ellos y al ver que todo estaba “bien” se fue dejándolos solos.

-Me engañó… Daniel me engañó… lo admitió y cuando le dije que nos separáramos el lo aceptó sin decir nada más – Camila lloraba como nunca antes lo había hecho

-¿Has tomado una decisión? – preguntó German suavemente

-Si, pero primero quiero sacarme todo este dolor que llevo dentro