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Fuego Desatado: Libro #3 De La Trilogía Fuego

Fuego Desatado: Libro #3 De La Trilogía Fuego

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Reencuentro / Matrimonio arreglado / Completas
Popularitas:755
Nilai: 5
nombre de autor: Mar-4538

Reviví de entre los muertos, eso suena descabellado pero es prácticamente lo que sucedio.

NovelToon tiene autorización de Mar-4538 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo: 24

MORGAN.

Mi vista estaba fija en el gran ventanal de la habitación. Un suspiro pesado escapó de mis labios mientras me masajeaba la sien, intentando disipar el dolor de cabeza.

Ayer, después de la conversación con mi supuesto tío, no pudimos llegar a un acuerdo que nos beneficiara a Caleb y a mí, así que me despedí de él sin haber tomado una decisión. Levanté la mirada y vi el reflejo de Hunter en el cristal. Me di la vuelta para encararlo.

—¿Aún no se te va el dolor de cabeza?

Negué con desgano y me encogí de hombros. —No lo sé, tal vez se deba al cambio de horario o a la gran ducha que me di cuando la tormenta me atrapó mientras corría —Caminé hasta la cama y me senté en la orilla, poniéndome mis sandalias—. ¿Sabes algo de Megan? Hace mucho que no sé nada de ella.

—No sé, la última vez que la vi estaba un poco… mal.

—¿Mal? ¿Qué le pasó? ¿Está involucrada con la mafia?

—No... no sé, hace mucho que no hablamos. Me alejé un poco de los chicos.

Su voz salió con un titubeo. Fruncí el ceño. Parecía que el tema le incomodaba, pero yo en verdad necesitaba saber qué había pasado entre ellos.

—¿Por qué te alejaste?

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y Caleb entró. Su rostro se mantenía neutro, pero su cuerpo expresaba todo lo contrario. Sus manos estaban hechas puños, con los nudillos blancos por la fuerza. Sus hombros se veían tensos y sus ojos reflejaban una gran molestia.

—¿Estás lista?

No respondí a su pregunta. Solo lo miré expectante, intrigada por su estado de ánimo.

—Sí, ya voy. Solo me falta empacar mi maquillaje.

—Date prisa, abajo te espera una sorpresa.

Levanté las cejas con asombro. Antes de que pudiera preguntar qué clase de sorpresa, salió tan rápido como entró, sin saludar ni despedirse.

—Vaya, alguien se levantó con el pie izquierdo.

Rodé los ojos, divertida por el comentario de Hunter. Me di prisa en terminar de empacar.

Una vez lista, salí de la habitación, seguida por Hunter, que llevaba mi equipaje.

Al llegar a la planta baja, fruncí el ceño, confundida. Desde donde estaba, podía ver la espalda ancha y tensa de Caleb. Caminé hacia él, y al llegar, me quedé quieta.

—¿Qué demonios llevas en esto? Pesa como si cargaras rocas.

La voz de Hunter se apagó de repente. Sentí su cuerpo impactar contra el mío. Reaccioné y posé mi vista, nerviosa, de un chico a otro. Esto probablemente terminaría en una pelea.

—Buenos días, señor Elijah.

La voz de Hunter perdió todo rastro de diversión. Su postura juguetona se desvaneció y sus modales aparecieron como por arte de magia.

—Tú y yo hablaremos después, Hunter. Por ahora… —Su mirada se posó en mí. Sentí un pequeño cosquilleo de nervios antes de forzar una sonrisa—. Hola, Elijah.

—Hola, Morgan. ¿Cómo estás?

Intentó dar un paso hacia mí, pero la mano de Caleb se envolvió en su brazo y lo detuvo, susurrándole algo al oído. Elijah me miró con una sonrisa disimulada antes de zafarse de su agarre.

—Te traje un regalo de bodas.

—¿De bodas? Pero no me caso aún, la boda se pospuso. Podrías haber esperado.

—No, me iré del país. Tengo unos asuntos pendientes que resolver y no podré estar el día de tu boda.

Por alguna razón, sus palabras me causaron una punzada en el pecho. Quise pedirle que se quedara, pero eso sería totalmente egoísta, dado que caminaría al altar del brazo de otro hombre.

—De acuerdo, entiendo. ¿Qué regalo es?

Extendió su mano. Miré,

nerviosa, a Caleb y Hunter, que nos observaban con atención.

Uno de ellos sonreía con entusiasmo y el otro mantenía una mirada asesina. Acepté la mano del chico y me dejé guiar hasta el estacionamiento. Frente a nosotros, había un auto cubierto con una enorme sábana blanca.

—Feliz vida de casada.

La sábana fue arrancada, revelando un Mustang Eleanor plateado con dos franjas azules.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Sonreí antes de mirarlo a él.

—¿Qué significa esto?

—Recuerdo que cuando nos conocimos hablamos mucho. Un día te dije que mi jefe me había ordenado llevarte a un lugar, y tú sonreíste y me dijiste que, si mi auto no era de los buenos, no te subirías.

—Sí, lo recuerdo a la perfección… Entonces tú dijiste que era un Mustang y te pregunté si era el que salía en la película Need for Speed. Dijiste que no.

—Exacto. Después dijiste que te conformabas con que tuviera el mismo color, y te decepcioné diciéndote que era completamente rojo. Entonces, te dije bromeando que el día de nuestra boda te regalaría un auto con ese aspecto. Y bueno, no es nuestra boda, pero esto es para ti.

Me extendió las llaves y las tomé con manos temblorosas. Suspiré, tratando de contener las lágrimas. Me lancé a sus brazos, recargué la cabeza en su hombro y lo abracé con fuerza.

—Este es el mejor regalo que alguien me ha podido dar. En parte es como tener una parte de ti y algo con lo que siempre soñé.

—¿Sabes qué es lo mejor?

Negué, sin tener idea. Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro al sentir que dejaba un beso en mi coronilla.

—Que es el mismo auto donde todo comenzó. Aquí mismo es donde todo terminará.

Su voz sonó con nostalgia. Sentí un pequeño pinchazo de dolor en el pecho. No quería que fuera el final, pero lo entendía. Después de unos segundos, sus palabras cobraron sentido y me alejé, mirándolo con incredulidad.

—Espera… ¿es tu auto?

—¿Por qué no lo compruebas por ti misma?

Sin pensarlo dos veces, rodeé el auto hasta el lado del copiloto y abrí la puerta. Me senté y posé mi vista en el tablero. Una sonrisa divertida apareció en mi rostro cuando mis dedos rozaron el tablero intacto, excepto por tres pequeñas letras grabadas con una navaja de bolsillo: M & E.

Esa fue la primera vez que tuvimos una discusión, porque arruiné la perfección de su auto con mi rebeldía y travesura por no haberme querido comprar un frappé.

—Ahora me podrás llevar contigo a donde sea que vayas.

Lo miré de reojo sin dejar de acariciar el tablero. Ladeé la cabeza, confundida. Ni siquiera me di cuenta de cuándo se había acercado.

—Esto es maravilloso, Elijah. De verdad me encanta.

Su mano se acercó a la mía y la tomó para depositar un breve beso en el dorso. Pero de la nada, su cuerpo se tensó y su mandíbula se apretó bruscamente. Bajé la mirada hacia donde él estaba mirando y me maldije internamente por no haberme dado cuenta antes.

—¿Una 'C'? Ahora llevas joyas con la inicial de tu dueño. Qué irónico.

—No es mi dueño.

—¿No? Al menos yo no necesitaría ponerte un anillo o un collar para demostrar mi amor por ti. Tampoco para marcarte como mía cuando, claramente, no le perteneces a nadie más que a ti misma.

—No es eso. Él no lo puso ahí. Lo hice yo.

—¿Qué?

—No lo entenderías, Elijah.

—Sí lo entiendo. Siempre fue él. No sé por qué sigo perdiendo mi tiempo con esto. Me tengo que ir.

Apenas pude salir del auto cuando vi que él se subía a su motocicleta. Mi voz se quedó atorada en la garganta y me maldije. Cuando desapareció de mi vista, mis labios se entreabrieron en un titubeo.

—T-te amo, te amo, Elijah.

1
Rosemary Hernandez
cómo sabe Caleb dónde está Morgan?
Liliana Barros
Viendo tu perfil, entendí que ésta historia viene por partes. No soy de seguir historias, así que creo que debería haber un pequeño prólogo en esta tercera parte, para ubicar al lector.
Liliana Barros
Me gustó lo que leí, pero fue como leer una historia a medias. Faltó contexto y quedaron cabos sueltos. Que pasó con el padre de Caleb? Sentí como que empecé la historia a la mitad.😔
Liliana Barros
A Morgan le falta carácter para la venganza. Todavía se tienta el corazón por quienes la dañaron, en lugar de amarla.
Liliana Barros
Me parece estúpido el plan de Caleb. Solo ocasionó más daño.
Liliana Barros
Vaya amor que le tenía Caleb, metiéndose con su hermana 🤷
Liliana Barros
Pobre Morgan, le hicieron mucho daño. Espero que se empondere y no tenga lástima de nadie que quiera lastimarla
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