Cegada por el primer amor confío en que era correspondida dando paso a lo que fue y lo que será la vida de Diana, una adolescente que comienza a experimentar una vida de maltratos
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Capítulo 10
Al fin terminé de vender por hoy, Josué ya está dormido el pobre, nos marchar a casa, no hay nadie, voy a mi habitación, Josué de despierta un poco pero logro dormirlo nuevamente luego de darle el biberón repleto de leche, lo acomodé en su cuna. Voy hacia la puerta para verificar que estoy sola en casa, en efecto lo estoy , me apresuro por leer la nota queda guardé antes q Javier regrese.
Una vez que logro leer hasta el final voy a la cocina, prendo un fósforo y lo quemo completamente hasta que no queda solo cenizas del escrito, las cuales termino de desaparecer con la ayuda del agua por el tragante, entonces regreso a mi cuarto.No quería rastros de lo que allí decía.
En esta ocasión la misiva trataba de un plan de rescate, para mí y mi pequeño, el mensaje era claro, estaba citada para el día primero, aún faltaban dos días, debería tomar un coche rojo que me iba a estar esperando en la esquina de una tienda, Las Delicias se llamaba, a las once de la mañana con el objetivo de sacarme de ese lugar para siempre, no decía quien era el que me iba a ayudar, así que estaba un poco indecisa, tal vez era otra prueba de Javier.
Decidí jugarme el todo por el todo, de todas formas si seguía en esa casa junto a Javier terminaría muy mal, ya sentía una mirada extraña de él hacia mí, su mirada daba miedo, sentía que mi vida corría peligro allí igualmente, más tarde que temprano lo más probable era que terminara muerta en manos de Javier. No intente investigar más sobre la nota, seguí mi rutina tranquilamente hasta que llegó el día pactado.
La mañana del día primero estaba sola en casa, no había rastro ni de Javier, ni de mi suegra. Aproveché y salí apresurada vi. el corazón en la boca de tantos nerviosismo. No hice maletas ni nada, solo mi bolso habitual con algunas cosas del pequeño Josué, salí sin mirar atrás hasta la dirección pactada. Al llegar tal y como decía la nota había un auto rojo esperando, fui con mi pequeño hasta él, al llegar la puerta se abrió, tomé asiento y cerré la puerta.
El auto se puso en marcha automáticamente, no se dijo una palabra, mi corazón estaba acelerado por la incertidumbre, por el retrovisor pude ver un hombre, que lo supe por la voz, ya que usaba un pasamontañas, el cual me indicó deshacerme del teléfono, lo arrojé por la ventana, esas fueron todas las palabras que se dijeron en el trayecto del viaje.
Luego de varias horas de viaje mi Josué cayó rendido entre mis brazos, inconveniente del peligroso que corríamos, yo solo me dediqué a confiar, por fin llegamos a nuestro destino, lo supe porque el auto entro a un garaje dentro de una vivienda, se detuvo y el incógnito hombre que conducía se bajo y me abrió la puerta.
Al abrirla se quitó el pasamontañas y pude ver su rostro al fin. Tenía un rostro angelical pero a la vez con aire familiar a Javier. Entonces se presentó.
Primeramente me pidió perdón por la manera en que me trajo, enmascarado, temía ser visto y descubierto. Resulta que era el hermano de Javier, del que tanto hablaba mi suegra. Su nombre era Rubén. Mi suegra le pidió de favor que nos ayudara, el cumplió el pedido sin reclamos.
Luego de su presentación yo me quedé paralizada, solo lo miré, era incapaz de decir algo, mi mente era un lío. Al cabo de u rato pude ser capaz de agradecerle al fin y ser capaz de presentarme formalmente, también a mi pequeño. Pero las sorpresas no acaban aún, mi suegra se encontraba allí esperándonos.
En cuanto nos vió me dió un beso y un abrazo enorme, luego al pequeño. Me explicó que esta era la única manera de protegernos, con Rubén estaríamos a salvo. Rubén viajaría a España al día siguiente, fue contratado por una universidad y ella le pidió que nos llevará con el lejos de todo esto, temía por mi vida y la del pequeño, Rubén acepto por ella, incluso le pidio que fuera con nosotros pero ella se negó a dejar a Javier solo. Lo único que pude hacer luego de todo era agradecerle a ambos el gran favor que me hacían, este había sido un gran acto de amor hacia nosotros y una nueva oportunidad de comenzar de cero lejos de armas, drogas y golpes.