Una novela romántica, que relata los infortunios de Sofia, quien reencarnara como Maribel, en una novela romántica que odia. Ella sólo quiere vivir pacíficamente,¿lo logrará?
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Capítulo 10
Capítulo 10
Llegó la tarde así que saldríamos a la feria, ambas nos vestimos cómodamente y mi padre nos despidió en el carruaje
-¿Seguras no quieren que las acompañe?-
-Si padre, sabes que Damián esta con nosotras, ya mostró de lo que es capaz, estaremos bien-
-Cualquier cosa, no seas la heroína, te quedas en un rincón y ya, donde no te vean-
-Si padre, volveremos sanas y salvas, solo vamos a la feria no nos iremos a otro reino-
Nos abraza a ambas y nos deposita un beso en la frente a cada una. Con el paso del tiempo ambos aprendimos, él a ser padre y yo aceptar sus muestras de cariño excesivas, al comienzo era incómodo. Pero me juré dejar de arrastrar traumas de mi vida pasada a esta. Cuando me di cuenta este gran ser me abrazaba y me decía todos los días lo mucho que me ama.
-No olviden que las amo-
Ambas contestamos
-Nosotras también te amamos-
Así nos dejó ir, nuestra casa está más alejada de la capital, por lo que pasamos a buscar a los hermanos insoportables y seguimos viaje.
El viaje fue bastante silencioso, cuando llegamos bajamos los cuatro del carruaje, comenzamos la caminata por el lugar.
Era una enorme feria similar a la de mi vida pasada, me encantaba venir los días como este, en mi anterior vida era un día de festejo, para olvidar los pesares de nuestras vidas, en honor a mis dos hermanos, sigo la misma rutina, busco el puesto de algodón de azúcar, luego la manzana con caramelo, más tarde los pinchos de carne y por último nos hacemos pasar por mayores para la cerveza. Claro que ya aquí no lo necesito, como los últimos años de mi vida anterior.
Ese mismo ritual lo mantuve con mi hermana de esta vida. Fue una conexión para no olvidar lo bueno, además sé que mis hermanos deben de estar haciendo lo mismo en cada feria.
Los colores alegres se veían por todos lados, este año mi hermana me pidió lanzar una linterna al cielo, quiere pedir un deseo para mí, por lo que dije que yo lanzaría una para pedir algo por ella.
Ni bien llegamos, hacemos unos pasos, mi hermana se aleja un poco con la joven para dejarme a solas con el muchacho, cosa que le pedí con anticipación, le dejaré en claro a mi estilo que se aleje, por lo que le digo con una sonrisa alegre
-Joven Baronet, ¿has traído dinero?-
Saca triunfante de su bolsillo una bolsa de monedas, lo miro de manera fría
-Te lo diré por última vez, deja de perseguirme, esta es mi última advertencia de buena manera y soy así de suave, porque quiero seguir viviendo pacíficamente-
Me toma del brazo con fuerza y me acerca a él
-Y yo te advierto que dejes de jugar y aceptes de una vez meterte en mi cama, tu estatus es más bajo, da gracias que llamaste mi atención, hasta capaz te deje ser condesa, si me atiendes bien o dirigirás a las concubinas…-
Me da asco este hombre, siempre fue así solo lo esconde detrás de buenos modales. Pero el que es un cerdo, tarde o temprano será descubierto.
Agarro la bolsa con la mano libre, la abro y la lanzo para arriba. Al tiempo que se distre por mi accionar, lo empujo, liberándome de su agarre y grito
-¡Monedas!-
En un instante lo rodearon un montón de personas y con mi hermana salimos huyendo dejando a esos dos hermanos insoportables, en medio del tumulto. Comenzamos a caminar hasta perdernos y poder dar inicio a nuestra rutina.
Cuando terminamos de hacer todo nuestro recorrido, nos sentamos en la orilla del rio cercano a la feria, con dos vasos de cerveza. Si alguien de la alta sociedad nos viera se sorprendería, bebíamos tranquilas, hasta que mi hermana recuerda
-¡Las linternas!-
Cuando quiero pararme para ir a buscarla, me sostiene del brazo y no me permite hacerlo
-No te muevas iré yo-
-¿Segura?-
-Sí, tu espera aquí, ya vuelvo-
-Está bien, elije una linda para mí-
Se fue sonriendo y al mismo tiempo hago una seña con mi mano, aparece Damián a mi lado, esta noche solamente vinimos con él, ya que al resto de las sombras le dimos el día libre...
-Síguela-
-Si señorita-
Vuelvo a disfrutar de la brisa de esa noche estrellada, me acomodo y me recuesto mirando al cielo, cuando abro los ojos veo un hombre parado cerca de mi cabeza mirándome fijo, si bien mi corazón late a mil por hora, dios me hizo asustar demasiado, no me moví ni un milímetro de mi lugar, parecía inmutable
-¡¿Pero qué diablos?! Sí que eres sigiloso-
-Me lo han dicho antes-
-¿Se te ofrece algo?-
-No, solo disfruto la vista-
Veo que se sienta a mi lado, por lo que vuelvo a mi posición habitual y lo miro
-¿Te molesta? Estaba yo aquí-
-No me molesta, si ya te veo-
-Tchs no entiendes las indirectas-
-¿Déjame preguntarte algo?-
-¿Siempre huyes de los hombres?-
-¿Disculpe?-
-Te vi hace un rato como dejaste a ese noble apestoso ahí parado sin saber que hacer-
-Solamente huyo de los que no valen la pena o me traerán problema-
-No te veo huir-
Lo miro de arriba abajo, la verdad que está muy buen mozo, tiene una cara que parece tallada por los ángeles, cabello negro, ojos tan negros como la noche y un cuerpo que por dios, si así se ve con esa ropa simple, no me imagino sin esa remera, creo que me pongo más grande y más obscena se pone mi mente.
Luego de analizarlo con mi vista, escucho que me dice de forma coqueta
-Terminaste de ver todo mi cuerpo-
Me sonrojo por el comentario
-¿Quién te mira? Solo analizaba si eras un soldado, un campesino u otro niñito de plata como aquel patán-
-¿A qué conclusión llegaste?-
-Parecerías un soldado, pero hablas de forma muy educada para serlo, cálculo que serías o un soldado que pertenece al imperio o un noble que le gusta entrenar mucho la espada-