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Amatista

Amatista

Status: Terminada
Genre:Completas / Elección equivocada / Pareja destinada / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media / Polos opuestos enfrentados / Bestia
Popularitas:185.9k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Segundo libro de la saga colores.

Prisionero de los campos de sal de Hilaria, O'Brian Adaleón es liberado por un hombre de negocios antes de cumplir su condena, con el fin de ofrecer trabajo como escolta de su revoltosa hija. Lo que al principio le parecerá una auténtica molestia, se convertirá en el comienzo de una hermosa historia de amor.

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AMENAZAS Y PROPUESTAS

...O'BRIAN:...

La Señorita Roguina se quedó en silencio, con las mejillas como fuego y los ojos inquietos. ¿Qué rayos le ocurría? Estaba tan nerviosa que parecía temblar.

 Su mano era tan cálida y pequeña a través del guante.

Sus labios rosa se separaron y frunció el ceño como si mi pregunta le pareciera ofensiva. Solo intentaba darle sentido al comportamiento de la señorita durante la celebración, no me quitaba los ojos de encima, como si ella resultara ser la guardaespaldas en lugar de mí. No le gustaba que la vigilara, pero ella sí se atrevía a hacerlo, incluso bailando con el desconocido, se había atrevido a provocarme.

— ¿Se quedará callada? — Cuestioné mientras seguíamos bailando.

Elevó su barbilla.

— Usted es tan arrogante, no tengo idea de lo que habla — Mintió, zafandose de mi agarre para huir de la pista de baile.

Le seguí con la mirada, sin comprender absolutamente nada de aquella actitud. Me detestaba, pero al mismo tiempo intentaba llamar mi atención. Era mejor no seguir su juego e ignorar sus actitudes.

— ¿Y la Señorita Roguina? — Preguntó el desconocido, tan joven que su piel no tenía ni una marca.

— Iba a buscar un trago.

La siguió como perro faldero.

— ¿Seguimos bailando? — Preguntó la Señorita Liana.

— Mejor vamos a sentarnos en una de las mesas — Sugerí y asintió con la cabeza, entrelazó su brazo con el mío y nos sentamos, nos sirvieron dos copas con vino.

— Señor Alfred, me percaté de que la Señorita Roguina es un poco rebelde con usted — Dijo, e intenté no escupir el vino — ¿Le causa muchos problemas esa niña?

— No nos llevamos bien — Confesé, de una manera prudente.

— ¿Por qué?

— No lo sé, no confía en mí por la forma en que me veo.

Frunció el ceño — Es bastante inmadura para su edad, se comporta inapropiado y es muy rebelde, es normal en ella ser despectiva... No me gusta hablar mal, pero es un caso perdido... Debe ser porque le hizo falta la figura de su madre... Dudo mucho que encuentre un esposo de la nobleza — Entornó una expresión de pena.

No quería hablar de la Señorita Roguina, ya era suficiente vivir bajo el mismo techo y soportar su mal carácter.

— ¿Usted por qué no se ha casado? — Pregunté y se sonrojó.

— No me casaré hasta que encuentre a alguien que me ame, sé que es casi imposible casarse por amor en estos tiempos, pero tengo las esperanzas — Dijo y alcé mis cejas — Tengo veinticinco, a esta edad las cosas son más difíciles y con mi trabajo, no puedo asistir a muchos eventos sociales.

— Es joven y bonita, encontrará a alguien.

Sonrió — Muchas gracias, Señor Alfred y dígame ¿Por qué usted no se ha casado?

— Me dediqué de lleno a mis negocios, así que no he tenido tiempo para buscar una esposa — Mentí, sería afortunado si ese fuera el caso, no quería casarme y tampoco tener hijos, tenía miedo de que nacieran como yo — Tenemos el mismo problema, a mi edad es un poco complicado.

— Es usted joven, habla como si tuviera cincuenta años.

Me reí — Casi — Abrió sus ojos como platos — Es broma — Suspiró aliviada — Tengo treinta y cinco años.

— Los hombres envejecen más lento, así que no debería preocuparse, aún tiene mucho que vivir.

Sonreí, si supiera quien era realmente, no sería tan amigable.

El Señor Robert estaba hablando con varios desconocidos en el mismo sitio en el que se había quedado desde el comienzo de la celebración. Me debatí en si volver con él, pero no me parecía necesario.

Recorrí con la mirada a los invitados.

Me percaté de que la Señorita Roguina se alejaba del jardín hacia el costado de la mansión, mis hombros se tensaron cuando vislumbre la presencia del vizconde, siguiéndola.

— Disculpe, Señorita Liana, voy a ver si consigo un baño, ahora vuelvo — Me excusé y asintió con la cabeza.

— No se tarde mucho, está muy entretenida la plática.

Me alejé con prisa, cruzando entre la multitud que se apartaba de golpe a mi paso.

Entré en el jardín del costado, observando a todas partes cuando hallé a la Señorita Roguina apoyada en la pared. Fruncí el ceño al encontrarla alterada, con los ojos brillantes de la furia, pero no me acerqué porque en ese momento el vizconde salió del otro lado de unos arbustos.

Me oculté atrás de una escultura.

La Señorita Roguina se apartó de la pared e hizo ademán de volver a la celebración con rostro de pánico, pero el infeliz le interpuso el paso.

— ¡Señorita Roguina, espere, no se asuste, no le haré daño!

La señorita retrocedió.

— ¿Qué es lo que desea? — Preguntó con cautela — ¿Por qué me siguió?

— Necesitaba hablar con usted a solas — El anciano recorrió con sus ojos el cuerpo de la señorita.

— ¿De que tendría que hablar un vizconde conmigo? — Ella le dirigió una mirada seria.

— Conozco a su padre y se que es un buen empresario.

— ¿Y? — Gruñó ella, con tono altanero.

El vizconde se sobresaltó.

— Debe parecerle muy extraño mi intromisión, pero solo deseo ayudarla — Sonrió el infeliz.

— En ningún momento le pedí ayuda ¿En qué tendría que ayudarme?

— Se que su padre necesita que se case con un noble para ampliar sus negocios.

— ¿Qué está insinuando? — Ella se alteró nuevamente y el hombre enseñó sus palmas.

— Tranquila no se enoje, solo le plantearé una solución muy simple, ningún noble joven querrá casarse con una señorita cuyos modales y linaje son comunes, ninguno excepto yo — El lord tomó una postura erguida, Roguina soltó un gemido de indignación — Soy un vizconde, tengo mucho prestigio y podría mover mis influencias para que su padre crezca en el mundo de la realeza, que gane más piezas y que sus productos y su nombre lleguen incluso al castillo del rey... Tan solo debe casarse conmigo.

— ¡Viejo asqueroso, podría ser mi abuelo, jamás me casaré con usted! — Gritó ella y el vizconde mantuvo la calma, riéndose.

— Dentro poco le haré la misma propuesta a su padre y usted se tragará sus palabras.

Ella resopló — Mi padre jamás consentiría casarme con un anciano y menos tan asqueroso.

El vizconde se cruzó de brazos.

— Su padre es muy ambicioso y está desesperado, cuando se lo proponga le parecerá un gran trato y no se dará el lujo de rechazarla, porque ningún noble estará dispuesto a ofrecerle tanto por su hija.

— Se tragará sus palabras, mi padre no aceptará semejante cosa — Dijo ella, intentando esquivarlo, pero el infeliz la tomó de los brazos y la presionó contra la pared.

Intentó zafarse, empujando al idiota.

— ¡ Usted será la que se trague todas esas palabras cuando la tenga en mi cama! — Gruñó el anciano, oliendo su cuello, la Señorita Roguina gruñó y se removió del asco — ¡Estoy tan ansioso de estar dentro de usted!

Me aproximé y lo tomé de la nuca, tiré tan fuerte que cayó al suelo.

El viejo me observó con los ojos abiertos de par en par mientras intentaba levantarse.

Le di una patada en el estómago y soltó un grito de dolor.

Me agaché, lo tomé del cuello para levantarlo. Los meses cargando toneladas de sal hicieron efecto, ya que para mí no pesaba absolutamente nada.

— ¡No la vuelva a tocar o...

— ¡No es su problema, que sea amigo del Señor Robert no le da derecho! — Gruñó, pero apreté su cuello y lo empujé contra la pared, Roguina se alejó, posicionándose detrás de mí.

— ¡Ya sé lo que pretendes, maldito saco de mierda, si fuiste capaz de faltarle el respeto a la Señorita Roguina, eres capaz de atacar al Señor Robert y destruir una de sus propiedades! — Gruñí cerca de su rostro, enrojeció por la falta de aire.

— ¡No sé de qué rayos hablas, soy un hombre respetable, jamás haría algo como eso! — Gritó y me reí.

— ¿Ultrajar a una joven lo hace respetable?

— ¡Ella será mi esposa, tengo todo el derecho a tocarla, a diferencia de ti maldito infeliz, no eres nada para meterte!

— ¡Si seré algo para ti, me convertiré en tu peor pesadilla si vuelves a acercarte a la Señorita Roguina! — Encajé mis dedos y empezó a ahogarse.

— ¡Adelante!.. Si me haces algo... ¡Irás a un calabozo, eso te lo aseguro, eres un recién llegado, todos sospecharían de ti y más con esa apariencia tan horripilante! — Gruñó, riendo y le di con la rodilla en la entrepierna.

Cayó al suelo, agonizando de dolor.

— ¡Usted quedará como la peor escoria si vuelva a tocarla!

Se rio entre la agonía del dolor — ¡Tengo tanta reputación que nadie va a creer en la palabra de la hija de un simple empresario y su metiche socio, póngalo aprueba, si salgo a decir que recibí un ataque de su parte, me creerán a mí y no a usted, hundiré tanto la reputación de la Señorita Roguina que destruiré su futuro!

La Señorita Roguina se acercó, echa una furia le pisó la mano con el tacón de su zapatilla.

— ¡Jamás será mi esposo, maldito asqueroso!

El viejo la observó furioso después de soltar un gruñido.

— ¡Largo de aquí o lo dejaré más eunuco! — Gruñí y se levantó a prisa, dando tumbos por el miedo.

— ¡No crean que han ganado! — Advirtió y di un paso con amenaza, salió a toda prisa de los jardines.

Solté una larga respiración y observé hacia la Señorita Roguina.

— ¿Se encuentra bien?

Ella no respondió, se quedó unos instantes apretando su boca, me percaté de que sus ojos se humedecieron y empezó a llorar.

Cubriendo sus ojos con las manos.

Me acerqué.

— Señorita Roguina, no se preocupe — Intenté consolarla, jamás fui bueno para eso.

Siguió llorando y apreté mis puños.

Alejó sus manos y me observó, las lágrimas humedecieron sus mejillas.

— ¿Cree qué mi padre le dé mi mano a ese asqueroso? — Preguntó entre sollozos.

— El Señor Robert es su padre, se ve que la ama, no creo que se atreva a venderla por prestigio y oro — Dije y negó la cabeza.

— Mi padre es ambicioso... ¿Si resulta ser cierto y termino casada con ese hombre tan desagradable?

De solo imaginarlo se me calentaba la sangre.

— No piense en eso, ese viejo no se acercará a usted de nuevo.

— ¿Cómo está tan seguro? — Se limpió las lágrimas

— Porque yo no le dejaré hacerlo — Dije y me observó detenidamente.

— ¿Me lo promete?

Promesas, no me gustaba hacerlas.

— Es mi trabajo protegerla.

Bajó su mirada.

— Muchas gracias por intervenir.

— No se aleje tanto — Le advertí para volver a la celebración, pero me tomó del brazo y la observé — ¿Qué sucede?

Se colocó de puntillas y depositó un beso en mi mejilla.

Todo mi cuerpo reaccionó con un escalofrío gracias al toque cálido y suave de su boca.

Mi masculinidad pegó un bote.

La Señorita Roguina se alejó, tomando la delantera, dejándome tan alterado con esa inocente acción.

Esto no podía seguir así, haría todo lo posible para resolver la situación de los ataques del Señor Robert y marcharme cuanto antes.

La Señorita Roguina se acercó a su padre y se quedó a su lado. El vizconde se encontraba sentado en una de las mesas, disimulando bastante bien el dolor en sus pelotas y en sus dedos magullados.

Al verme desvió su mirada.

La Señorita Liana se acercó a mí.

— Al parecer se hizo difícil encontrar el baño.

— Más de lo que se imagina, pero ya estoy de vuelta.

— Está un poco despeinado, déjeme arreglarlo — Dijo, peinando con sus dedos mi cabello — Ya me estoy aburriendo ¿Por qué no vamos al estanque que está por allá? — Señaló hacia un camino bordeado por arbustos floreados.

— No, estoy seguro de que pronto terminará la celebración.

— Oh, vamos, no es muy lejos, solo serán unos minutos y ya — Insistió, dejar a la Señorita Roguina sin cuidado después de aquel encuentro indeseado no me parecía buena idea, pero estaba con su padre y no sería tan tonta como para volver a alejarse de la multitud.

— ¿Por qué no?

Sonrió y caminé con ella por el pequeño camino, nos llevó hacia un lugar alejado de la mansión, a un pequeño estanque con patos y cisnes que se bañaban y flotaban en el agua.

En la orilla había bancos para sentarse y flores de todo tipo.

Todo era muy hermoso.

La Señorita Liana tomó asiento y palmeó el espacio a su lado.

— Aquí tenemos más privacidad.

Me senté — ¿Qué es lo que pretende al traerme aquí?

Se tensó — Es muy directo.

— Me gusta serlo.

— Solo quería... — Se acercó tanto, pegando su costado al mío — No es un secreto que me atrae.

— Por supuesto que me percaté... Pero debo dejarle algo en claro, no estoy buscando esposa.

Se rio como si fuese ridículo.

— Es cierto que sueño con casarme, pero también me gusta divertirme... Me gusta ser libre para experimentar... No tengo padres que me impongan cosas y no soy una mujer de la nobleza, no tengo que preocuparme por la reputación... Llevo las riendas de mi vida y descuide no lo amarré a un matrimonio.

Alcé mis cejas — Es la vida que llevaría un hombre soltero.

— Una mujer también puede.

— Es cierto, no soy de los que ven a las mujeres con menos valor.

Posó su mano en mi mejilla y se acercó.

Me besó en los labios, correspondí, moviendo mi boca a ritmo lento, abrí su boca y deslicé mi lengua por ella, pero la Señorita Roguina se apareció en mi mente.

¿Qué tenía que hacer para que se saliera de mi cabeza?

Un movimiento brusco en los arbustos me hizo separarme de la Señorita Liana.

Giré mi vista hacia el camino, pero no había nadie.

— De seguro fue un pato — Susurró la Señorita Liana, volviendo a atrapar mi boca.

1
AMANECER
siii, por que andas besando a otras y no se da cuenta de que me atrae 🤭🤭🤭💗💗
AMANECER
Que buena manera de separarlos 🤭🤭
Norma Angelica Saldaña Reyes
/Smile/
Blanca Ramirez
Excelente
AMANECER
🤭🤭🤭 claro
adri péraza
👍
Sara Rojas Retamal
noooo, qué pasó con marta? me hubiese gustado saber si se enamora del conde
Thailyng: la novela de Marta ya está disponible, se llama Celeste
total 1 replies
Suleima Rengifo Londoño
excelente novela, como las anteriores....felicidades autora
adri péraza
que no se haga tonta ella sabía que ocultaba algo y ella así lo acepto
Jovis Feliz
estuvo linda la historia, pero siento como que quedó inconclusa,
Veronica Caglia
O'brian guau a mi me gustan mayores esos que se dicen señores 🎶🎶
H.M.R
Me encanto
Lizzie Cedeño
me quedé con la boca abierta al leer está línea
Lizzie Cedeño
jajaja me muero de la risa 🤣🤣
Jackeline Gaido
Son 16 años de diferencia, el tiene 35 y ella 19.
Yesenia Ortega
Escritora sensacional sin palabras que Dios te siga bendiciendo y sigas escribiendo tan bonito como siempre voy por la próxima.
BAE :) Mage
;)
Flavia Claramunt
ame las 4 historias,tanta creatividad para crear los personajes,la narración impecable y tan descriptiva,los detalles en los paisajes,vestuario,maquillaje,casas y paisajes,y siempre las historias de amor tan hermosas,una fan más de tu forma de escribir fue un placer de principio a fin,y voy a releerlas más de una vez porque sin dudas valen la pena 👏👏👏👏👏👏👏,
Flavia Claramunt
una obra maestra como todo está saga
L34578
Muy bonita
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