Los Placeres Del Engaño

No te quieres cruzar con un Blackwood. Todo de ellos, su expresión fría y altiva, su forma de verte, y su solo porte te dejaría estático por unos segundos. No solo por el aura despiadada que emanan, el poder y perfección que refleja cada detalle al que mires de ellos toma desprevenido a quien sea. Nadie se mete con ellos, pero los envidian en secreto.

Por ellos cuando los tres grandes hicieron acto de presencia en la sala de conferencias, la habitación queda en silencio, todos sorprendidos por su presencia.

Los Blackwood no negocian, no invierten en conjunto.

¿Qué hacían ahí?

Algunos de los presentes se miraron entre sí, entre emocionados y aterrorizados. Los Blackwood solo se dejaban ver en este tipo de conferencias cuando estaban en busca de un gran proyecto que este a la altura de trabajar con ellos, 《esta es mi oportunidad》, pensaron algunos; otros se lamentaron el no haber preparado bien sus propuestas.

Tres de los espectadores se miraron entre sí con interés, adivinando lo que el otro pensaba.

Los de cabellera castaña tomaron asiento en sus respectivos puestos, los cuales se habían hallado vacíos por mucho tiempo; hasta entonces.

—Buenas tardes

La voz firme de uno de ellos resonó en la sala, firme pero manteniendo los modales. A pesar de ser un hombre joven, el hombre emanaba un aura tenebrosa que hacía tensar los hombros inconscientemente; ni siquiera su mirada veía hacia alguna parte en específico, pero los inversionistas y demás empresarios interiormente se preguntaban que diablos hablaba en susurro con la mujer a su lado.

—Es un placer unirnosles

Completo la mujer, cuya mirada era más asceptica o más glacial que la del mayor. Algunos se quedaron algo turbados por su belleza, asimismo, se sintieron demasiado intimidados como para darle una segunda mirada; otros tres pares de ojos la repasaron con perspicacia y para que negarlo, admiración.

—Es un placer al fin contar con su presencia

Respondió el mayor de los presentes, acomodándose las gafas al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa afable.

La deslumbrante joven depósito sus ojos verdes sobre el rubio cenizo, dejándolo algo pasmado por el contacto visual tan fugaz. Realizo un leve asentimiento:

—Estamos interesados en colaborar con un proyecto en conjunto con alguna empresa que tenga los mismos intereses y enfoque empresarial, esperamos que esta reunión rinda frutos..

Presento calmadamente, pero sin tomarse la molestia de mirar a uno solo de los presentes. La cabeza del clan Blackwood, quien se había mantenido en silencio hasta el momento, soltó una risa ronca que descolocó a todos menos a los del mismo apellido.

—¿No se supone que uno viene aquí a presentar proyectos?

—EH, si volveré a empezar..

El pobre hombre salio de su estupor y su asistente regreso las diapositivas hasta el inicio:

—Como antes mencioné, la propuesta de empresas Swift consiste en una nueva sede de restaurantes precisamente...

No pasó desapercibido para nadie como la castaña tachada algo en su IPad.

Con el pasar del tiempo y las siguientes presentaciones, el ambiente tenso se fue disolviendo, aun que de igual manera los presentadores evitaron hacer contacto visual con alguno de los Blackwood en primera fila.

Llego el turno de empresas Green, el trío se planto al frente mientras una colaboradora colocaba las diapositivas.

—La propuesta del proyecto de empresas Green consiste en una nueva cadena de hoteles internacionales. Es una gran inversión y demanda mucho dinero, así que buscamos una empresa para trabajar en conjunto con sus inversionistas e ingenieros. Si alguna empresa está interesada, discutiremos los detalles y asuntos legales en privado..

Los presentes asintieron interesados. Los dos jóvenes inexpresivo se miraron entre sí, inclinando la cabeza hacia un lado como hablaran en un lenguaje de miradas conocido por nadie más que ellos.

El mayor de los tres inspeccionó con la mirada al director de empresas Green, finalmente negando hacia sus sobrinos. Entonces los tres se levantaron y con una leve despedida, se marcharon de la sala, dejando a los extras conmocionados y al clan rival algo desilusionados.

Salieron algo cabizbajos, pero no lo demostraron tras la finalizacion de su presentacione. Después de todo, empresas Blackwood seguía fuera de su liga; aunque era algo decepcionante.

Alexander Morgan, quien acompañaba al señor Green no pudo apartar la mirada en toda la reunión de la castaña. La reconoció y supo de inmediato como esta evitaba en todo momento en no verlo, siempre que sus ojos hubieran podido conectarse, los cerraba o los escondía tras una mirada a su iPad o a su tío y hermano. Solo fue saludado por los dos varones quienes únicamente se limitaron a sonreírle al reconocerlo detrás del viejo Green.

Ahora mismo la veía, no había podido reparar en su atuendo estando sentado, recargado en la pared la recorrió de pies a cabeza. Esos tacones de aguja que la hacían ver más alta, esas medias negras que cubrían la blancura de su piel, esa falda gris a la rodilla que le quedaba como una segunda piel, es camisa negra que se encontraba abierta al ras de sus pechos, mostrando el nacimiento de estos.

Su cuello se encontraba totalmente pulcro a excepción de su nuca donde un pequeño tatuaje de media luna y estrella se veía debido al recogido de su cabello. Se veía algo ocupada tras la llamada, daba vueltas de un lado a otro sin apartarse del ventanal.

Hizo un gesto hacia la izquierda para evitar que una sonrisa apareciera en su rostro. Se impulsó de la pared y decidido camino hasta la mujer que hablaba en un perfecto italiano.

En todo el tiempo en que compartieron una misma reunión, esa fue la primera vez en que ambos se miraron a los ojos. La castaña se detuvo al verlo obstruir su camino, su corazón se aceleró con evidente nerviosismo, su cuero cabelludo se crispó al oler su perfume. Se giró rompiendo todo contacto visual y continuo con su charla hasta que finalizó.

Lo ignoraba olímpicamente, se dio cuenta de ello al verla querer marcharse. Antes de que pudiera irse, la tomó por el codo y la trajo consigo hasta una oficina vacía que pudiera darles privacidad.

—Basta, a que se debe este comportamiento tan infantil

—No entiendo de que habla señor Morgan

La azotó sin delicadeza contra la pared rompiendo el distanciamiento que los separaba.

—Suficiente Celine, deja este comportamiento tan irritante de niña ofendida

—¿Ofendida?

—Si, tu manera de verme, de dirigirte a mí es como si aun estuvieras molesta conmigo

—Aléjate

Se miraron a los ojos con una tensión que pronto lleno la habitación, él la retaba y ella lo retaba, estaba claro que ninguno de los dos iba a ceder.

—No hay nada que discutir Alexander, el paso quedo en el pasado, tú y yo somos como dos extraños y punto

—No es razón para dirigirte de esa manera petulante conmigo Celine

—Y como esperas que me dirija a ti, eres el prometido de una de mis clientes, eres mi cliente, mi ética me exige guardar distancia, más si se trata de mi ¡Ex novio!

Reclamo lo último con una lentitud que por una milésima de segundos Alexander enfocó su mirada en sus labios, viendo esos rojos y carnosos labios que le hicieron fruncir el ceño.

—Así son las cosas

—Así son, Alex, por favor, te pido de la manera más cortes que puedo, en que no fuerces una conversación conmigo porque no pienso tenerla…

—Por qué, es debido a tu exmarido

—Eso, no es asunto tuyo...

—Lo es, cuando se trataba de mi amigo

—Por favor Alex, no finjas que te importa, porque no te va, nunca te importe, salías conmigo únicamente por el sexo, no vengas a decirme que te importo porque no te creo

La habilidad que había adquirido al contestar más directa y cortante lo sorprendieron, le quedaba claro que de la antigua Celine ya no había nada en esta nueva Celine.

—Ahora, si me disculpas, debo retirarme, debo atender los asuntos de la construcción que tu prometida pidió...

La gota sobrepasó el vaso derramándolo por completo, la tomó por el cuello con ambas manos y se pegó a ella al grado de sentir como aquellos esponjosos senos que pegaban a su torso.

—No la llames así, lo detesto...

—Hasta donde sé, te casaras con ella dentro de seis meses

Soltó un jadeo al sentir como un enorme muslo separa sus piernas provocando que su falda se levantara.

—Y que con ello, ya lo dijiste, me importa únicamente el sexo, el que esté con una sola mujer no significa que me ate a ella

—Eres un imbécil

La sujeto con más fuerza provocando que sus ojos se cerraran al sentir un presente mareo por el aroma a madera de su perfume, eso y el hecho de sentir que el aire le faltaba.

—Ah, pero mira esto, la pequeña tiene palabras sucias, me gustaría averiguar que más diría

—Idiota ego centrista, déjame tranquila, suficiente tengo con el otro imbécil como para lidiar contigo

Sus glaciales ojos se enfocaron en aquellos labios entre abiertos que se veían tan apetecibles, el olor a vainilla lo golpeo desde el momento en que estuvo a escasos centímetros de ella, el olor a cereza que desprendían sus labios lo incitaban a probarlos, a desquitar ese sabor, o más bien, para averiguar a que sabían.

Una extraña sensación resurgió dentro de sí, que sintió la confusión y que por su ayuda se alejó de ella antes de que pudiera ocurrir un error del cual pudiera arrepentirse después.

Su respiración se había acelerado al igual que la de ella. Con sus sentidos alterados y una tensión horrible salió del lugar con una rapidez casi indescriptible dejándola inmersa o aún más peor de lo que ella se sentía.