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Maten A La Más Bella Del Mundo

Maten A La Más Bella Del Mundo

Status: Terminada
Genre:Completas / Mujer poderosa / Malentendidos / Traiciones y engaños / Mi novio es un famoso
Popularitas:5.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Edgar Romero

Ser la más bella del mundo no es fácil. Mil enredos, aventuras, romances, amor y buen humor, se suscitan en la vida de la mujer elegida como la más hermosa del planeta. Luego de ser proclamada Miss Sideral, Marisol pondrá en riesgo el amor que siente por Jonathan, su novio, viéndose acosada por hombres millonarios, deportistas campeones y cotizados actores que intentarán conquistar su corazón, atraídos por su belleza. Deslumbrada por una vida de ensueño, lujos, viajes y rodeada de grandes personalidades, Marisol se verá tentada de mil maneras para dejar su tranquila vida de estudiante de abogacía, pero también encontrará engaños, traiciones, proposiciones indecentes y de matrimonio convenido, de parte de hombres de toda posición social, queriendo conquistar a la más hermosa del mundo. Ella deberá enfrentar a todas esas tentaciones pero también tendrá que lidiar con el peligro, pues su vida correrá peligro atacada por mafias de apuestas, tratas de personas y políticos corruptos y maquiavélicos que la ven como una rival influyente en la opinión pública. Marisol, igualmente, pondrá a prueba su temple envuelta en guerras y conflictos y saldrá en defensa del bien contra la maldad en todas sus formas, aprovechando su vigencia como belleza mundial. Una novela apasionante, diferente, audaz, divertida y con mucha adrenalina, que cautivará al lector de principio a fin. En sus capítulos encontraremos amor, romance, peligro, crímenes, mafias y toda suerte de enredos e hilarantes situaciones que hacen de "Los enredos de la más bella del mundo" una novela imperdible.

NovelToon tiene autorización de Edgar Romero para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 10

Esa mañana, después de hacer gimnasio en el hotel,  me dirigí a ducharme, cuando Sandra recibió un paquete con un listoncito rojo y una tarjeta que decía "To the most beautiful woman in the world, her admirers".

-Mejor te haces a un lado, Marisol-, me pidió. Puso la cajita en una de las camillas de pesas y lo manipuló con mucho cuidado. Melissa ordenó desalojar el gimnasio. Yo no salí. Me quedé mirando con los brazos cruzados, sudando aún, y la toalla colgada en mis hombros. Margot me jalaba. -Mejor nos vamos, Marisol, podría ser una bomba-, estaba aterrada, pero yo no me moví.

Usando un corta uñas, Sandra mutiló las cintas y con las pinzas la abrió. Estaba vacía, pero había una nota doblada en cuatro. Se puso unos guantes quirúrgicos que siempre llevaba en el bolsillo, desenredó la hoja y encontró un  mensaje escrito con sangre: "You're going to die, bitch, your friends responsible for immigration".

Sandra y Melissa me miraron en silencio. También Margot. Me incomodé.

  -¿Qué es lo que dice?-, pregunté.

  -Es de las mafias que trasladan inmigrantes. Dicen que te van a matar-, dijo Sandra.

  ¿Qué podía decir? Soplé mi fastidio. -Ya saben dónde encontrarme-, dije y me fui a ducharme, como si nada hubiera pasado.

*****

   No me gustan las pasarelas de moda.  Ya lo había hecho en la universidad y me sentí fuera de lugar. Me encantan los vestidos de moda, las últimas creaciones de los genios del diseño, pero soy más aficionada o admiradora que protagonista en la pista de modelaje. Soy bien coqueta, me gusta lucir mis encantos, tengo buena figura, muy curvilínea, generosos pechos y magníficas posaderas, cualquier vestido me cae a pelo y me vuelvo seductora, sensual y sexy, toda en una, pero, como les digo, no es lo mío.

-Amadeus Babington es quien se encarga de los vestidos de Miss Sideral-, me dijo Margot. Ella chupaba un caramelo de limón y se me hacía agua la boca.

-Lo siento, señorita, nada de dulces mientras sea Miss Sideral-, se interpuso la señora Reynolds. Ay esa señora me caía muy pesada y siempre estaba pendiente de mi línea. Me había prohibido todo tipo de azúcar y grasas, que eran mis predilectas. Molesta le saqué la lengua.

  Apenas llegué al vestidor de  las modelos, se desató el caos. Las  chicas gritaban, aullaban y todas querían tomarse selfies conmigo, que les firmase los sostenes  y los calzones, hasta las pantimedias.

Ellas estaban casi desnudas, peinándose, con los pechos al aire, flotando como globos, esperando la hora de vestirse.

  -Es la primera vez que una Miss Sideral modelará en la pasarela-,  se entusiasmó Amadeus Babington que era el encargado del vestuario de las chicas, mirándome de pies a cabeza, deleitándose con mis pelos y mis curvas resaltadas en el estrecho vestido naranja que me había puesto. Desorbité los ojos. -¿Qué hace él aquí?-, refunfuñé.

-No seas cucufata, mujer, me dijo Amadeus haciéndome un gesto coqueto, he visto muchos bustos al aire en mis treinta años de diseñador-

Ay, no, eso sí qué no. Yo no me iba a desnudar delante de ese sujeto, menos mostrarle mis pechos. Crucé de brazos y le dije a Margot que se fuera.

Jaclyn intentó convencer a Amadeus que me dejara sola, pero él tampoco dio su brazo a torcer. -Esto lo he hecho toda mi vida-, alzó él su nariz, tirando, incluso, sus largos pelos rubios a la espalda.

  Andrea Monroe, la jefa de mis maquilladoras, tuvo la solución. -Consigan un biombo, chicas, rápido-, ordenó a Nancy,  Fanny y Daysi y las tres salieron corriendo, como almas que se lleva el diablo. Al rato, no sé de dónde consiguieron un biombo. Lo acomodaron junto a un espejo, en un rincón, donde yo me pondría los dichosos vestidos de Amadeus Babington.

  -Eres una pesada-, me dijo, Babington y girando en sus talones, fue donde las modelos, seleccionando sus creaciones.

  En honor a la verdad sus vestidos eran súper lindos. Para empezar me puse un minivestido color violeta, bien entallado, sin mangas, drapeado y estilizado que me quedó ufff, una maravillas. No lo podía creer. Me miraba sorprendida y eufórica, hermosísima y seductora. Hice mil gestos delante del espejo y me tomé muchos selfies que mandé de inmediato a Jonathan y a mis amistades a Lima.

Por supuesto, Jonathan me mandó una carita llorando. -¡¡¡¡Hombres!!!!-, alcé mi mirada al  techo.

Fanny acomodó mi cetro y Daisy me puso la banda. -¿tengo que llevar eso?-, reclamé. A Margot le dio risa, incluso hasta las carcajadas. -¿No puedes dejar de quejarte un minuto?-, siguió riéndose.

   Pese a que odio las pasarelas, me sentí en una nube con el vestido, ufff,  muy sexy y sensual. Me cimbreaba igual a palmeras en un oasis y me encantaba sentir todas las miradas imantadas a mis sinuosas curvas que resaltaban en el vestido entallado. Ay suspiraba encantada. Flexioné las rodillas, me toqué el mentón, hice resbalar mis pelos a la espalda, igual a una femme fatale. La multitud que atiborraba el escenario donde se hacía la pasarela, prorrumpió en una estruendosa ovación.

   -Miss Sideral regalándonos toda su belleza y encanto en esta divina creación de Amadeus Babington-, dijeron en tres idiomas. Jaclyn, bien atrincherada al borde de la pasarela no dejaba de tomarme fotos. ¿No les digo? esa mujer parecía una hormiga.

Las modelos compitieron conmigo en belleza y encanto y la velada salió de maravillas. Modelé cuatro creaciones de Babington y cada vestido era más hermoso que el otro, también leggins  reveladores y hot pants insinuantes y microscópicos me sentía en las nubes.

Ya casi al final, cuando me había puesto un encantador vestido de noche, escuché cuchichear a Sandra y Melissa. -Es una bomba-, le escuché decir a una de ellas.

-Que Marisol se quede aquí, afuera corre más peligro, podrían haber francotiradores-, dijo la otra.

  ¿Uh? Intenté colar mi naricita detrás del biombo. Vi a Babington alterado.

-No, no, no, no puede ser, ¿por qué a mí? malos-, decía y regañaba, golpeando sus tacones catorce en el suelo.

  Fanny había terminado de peinarme y me acomodaba la corona. -Algo pasa-, me inquieté.

  Daysi llegó con el chisme. -Alguien llamó diciendo que hay una bomba debajo de la pasarela y que cuando tú pases, la harán volar-, fue lo que me dijo.

Como bien imaginarán, todo mi entusiasmo se congeló. Mi quijada se cayó al suelo y desorbité los ojos. Imagino que me puse muy pálida porque Margot me dio un vaso con agua.

  De inmediato pensé en los apostadores a los que les había arruinado el negocio.

  -¿Te imaginas? Saldremos en todos los medios-, reía, como siempre, Margot.

  -No es cosa de risa, Maggi-, me molesté.

  -Ay, ya están los policías buscando la bomba-, me dijo sin embargo distendida.  Había tomado uno de los vestidos de Babington y se veía en el espejo. -Hermosa, hermosa, hermosa-, se repetía coqueta. Le jalé el pelo molesta.

-Devuelve ese vestido que no es tuyo-, le reclamé.

  Pasó, creo, una hora. el auditorio donde se hizo el desfile de modas fue desalojado y el evento fue cancelado. Vi a Babington llorando. Me dio mucha lástima. Me acerqué a él y me arrodillé junto a sus pies.

  -Esto te dará mucha publicidad, saldrás en revistas, diarios, las webs, habrán videos y hablarán de ti-, intenté darle ánimo. Él levantó su mirada remojada por el llanto, acarició mis pelos y sonrió.

  -¿Lo crees?-, parpadeó.

  -Por supuesto, a esos saboteadores les salió el tiro por la culata-, le besé la mejilla.

  No me equivoqué. Babington se convirtió en tendencia.  Gracias a la amenaza del explosivo, sus créditos subieron como la espuma. Él no perdió la oportunidad y aprovechó lo viral que se había tornado presentado sus exclusivas ropas como "la moda bomba", desatando una inusual fiebre que le deparó millones de dólares de ganancia.

  Tiempo después, luego que entregué mi corona, lo encontré en el aeropuerto de Bangkok, cuando yo me aprestaba a regresar a Lima. Tembló de emoción al verme. Lloró, incluso. Había mucha gente, me tomaba selfies con bastantes personas, y apenas pude saludarlo alzando la mano. Me fue imposible alcanzarlo y solo me alcé de hombros coqueta.

  -¡Te adoro, Marisol!-, me gritó cuando ya llamaban para su vuelo a Estados Unidos.

   El jefe de la unidad de desactivación de explosivos entró, luego de un rato. Habló en inglés con la señora Reynolds. Yo estiraba mi cuello tratando de escuchar algo. el oficial le mostró un papel a mi chaperona y ella sopló su fastidio.

  Sandra y Melissa me sacaron casi cargada por una puerta trasera. No pude despedirme de las modelos ni de Amadeus. Fuimos por un pasadizo hacia la salida  y allí subimos a la limusina blindada que usaba. James Hank el chofer nos esperaba con el motor encendido. Todo mi séquito entró desconcertadas, mirándose unas a otras, ciertamente asustadas.

-¿Estás bien Marisol?-, preguntó Hank.

-Confundida, James-, le dije arremolinando en el asiento.  Margot me sirvió un brandy. Hank se comunicó con Schelott. -Ella está bien, vamos a la base-, dijo y luego arrancó.

-Era una bomba casera, mal hecha, pero que hubiera causado conmoción-, nos informó Reynolds.

  Yo me sentía fastidiada. No quería hablar. Me hundí en el cuero del asiento.

-¿Quién puso la bomba?-, preguntó Andrea.

  -No sé, pero había algo escrito en ruso, YMepeTb cyka-, nos contó.

-¿Y qué significa eso?-, se interesó Jaclyn.

  Reynolds me miró, corrió sus lentes a la punta de su nariz y sopló su enfado. -Muérete perra-

1
Alcira Lezama
se hizo muy larga la historia.
Alcira Lezama
😬🫣🫢🫢
Alcira Lezama
Relato velado pero explícito.
Alcira Lezama
si de verdad hablara así la miss en la realidad seria removida del cargo por algún motivo .
Alcira Lezama
Un tema diferente . Encantado con gran despliegue de buen relato . felicitaciones.
tiburuncin
pues fiel no fuiste
Quién sabe de que tamaño tiene los cuernos que le pusiste
y sin remordimiento
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