Sombras Del Poder

**Capítulo 15: El Ultimátum**

El amanecer traía consigo un aire fresco y renovado en la ciudad, pero en la mansión Santoro y en la mente de Valeria, Antonio y Elena, la tensión era palpable. La seguridad había sido redoblada y cada movimiento era meticulosamente planeado. Sabían que Mario no se detendría fácilmente, y cada día que pasaba sin un ataque directo solo aumentaba la sensación de que algo grande estaba por venir.

En la prisión, Mario Santoro estaba más decidido que nunca. Su intento fallido de ataque no había disminuido su sed de venganza, sino que la había intensificado. Desde su celda, planeaba meticulosamente su próximo movimiento, utilizando a sus pocos contactos restantes para coordinar un golpe final y decisivo.

Una noche, mientras la mansión Santoro parecía sumida en una calma inusual, Antonio recibió una llamada anónima. Al responder, la voz al otro lado de la línea era inconfundible.

—Antonio, sabes quién soy. Esta será la última vez que hablemos así —dijo Mario, su voz fría y calculadora—. Tienes una semana para entregar todo lo que me pertenece. Si no lo haces, enfrentarás consecuencias que no puedes ni imaginar.

Antonio sintió un escalofrío recorrer su columna.

—Mario, no vas a ganar. Todo lo que has hecho solo te ha llevado más cerca de tu destrucción. No cederemos a tus amenazas.

Mario soltó una risa amarga.

—Veremos quién ríe al final. Una semana, Antonio. No lo olvides.

Antonio colgó y se dirigió rápidamente a Valeria y Elena, quienes estaban en el salón, preocupadas por el inusual silencio de la noche.

—Era Mario. Nos ha dado un ultimátum de una semana —dijo Antonio, su expresión grave.

Valeria apretó los puños, tratando de contener su miedo.

—No podemos ceder. Tenemos que preparar una defensa sólida y asegurarnos de que todos estén protegidos.

Elena, preocupada por la seguridad de sus hijos, se acercó a Antonio.

—¿Qué podemos hacer? No podemos vivir bajo esta amenaza constante.

Antonio, tomando un respiro profundo, respondió.

—Vamos a aumentar la seguridad y trabajar con el inspector Gómez para planificar nuestra defensa. No dejaremos que Mario nos manipule.

En los días siguientes, la mansión Santoro se convirtió en una fortaleza. La policía y los guardias de seguridad patrullaban día y noche, mientras Valeria, Antonio y Elena trabajaban estrechamente con el inspector Gómez para anticipar cualquier movimiento de Mario.

El inspector Gómez, consciente de la gravedad de la situación, reunió a su equipo para una reunión urgente.

—Mario Santoro ha demostrado ser un enemigo formidable, pero esta vez no permitiremos que nos supere. Debemos estar preparados para cualquier cosa —dijo Gómez a su equipo—. La mansión Santoro es nuestro punto focal. Necesitamos estar alerta y listos para actuar en cualquier momento.

Mientras tanto, Mario, desde su celda, coordinaba su plan final. Utilizando a sus contactos y antiguos aliados, había organizado un ataque múltiple que tenía como objetivo no solo la mansión Santoro, sino también varios puntos estratégicos en la ciudad. Su intención era sembrar el caos y recuperar el control a través del miedo.

El día del ultimátum llegó. La tensión en la mansión era palpable. Valeria y Antonio se mantenían en constante comunicación con el inspector Gómez, listos para cualquier eventualidad.

—Mantengan a todos adentro y preparados —ordenó Antonio a los guardias—. No podemos permitirnos ningún error.

Mientras tanto, Elena, cuidando a los gemelos en una habitación segura, rezaba por la seguridad de todos. Sabía que el destino de su familia dependía de lo que sucediera ese día.

Al anochecer, el primer indicio de peligro se hizo presente. Un grupo de hombres armados se acercaba sigilosamente a la mansión, pero los guardias, alertados por las cámaras de seguridad, estaban listos.

—¡Están aquí! —gritó uno de los guardias—. ¡Prepárense para el combate!

El enfrentamiento fue intenso. Los disparos resonaban en la noche mientras los atacantes intentaban abrirse paso. Sin embargo, la preparación y la determinación de los defensores demostraron ser superiores. Los guardias repelieron el ataque inicial, pero sabían que esto era solo el comienzo.

—Antonio, hay más movimientos en la ciudad —informó el inspector Gómez por radio—. Mario ha organizado ataques en varios lugares. Estamos redirigiendo fuerzas, pero necesitamos mantener la mansión segura.

Antonio y Valeria, sabiendo que la situación era crítica, se unieron a los guardias, coordinando la defensa y asegurándose de que todos los puntos vulnerables estuvieran protegidos.

Horas después, el sonido de sirenas y helicópteros llenó el aire. Las fuerzas policiales, lideradas por el inspector Gómez, llegaban para reforzar la defensa. Con la ayuda adicional, lograron controlar y neutralizar a los atacantes restantes.

Al amanecer, la mansión Santoro, aunque marcada por el enfrentamiento, permanecía en pie. Valeria, Antonio y Elena se reunieron con el inspector Gómez, agotados pero aliviados.

—Lo logramos, al menos por ahora —dijo Gómez, su rostro mostrando señales de cansancio pero también de satisfacción—. Mario ha perdido gran parte de su fuerza.

Valeria, abrazando a Antonio, susurró.

—Este es solo el comienzo de una nueva era. No dejaremos que el miedo controle nuestras vidas.

Antonio, besándola en la frente, respondió.

—Así es. Estamos juntos en esto, y nada nos detendrá.

En la prisión, Mario recibió las noticias de su fallido ataque. Aunque frustrado, una sensación de resignación comenzó a asentarse en él. Sus recursos y aliados se habían agotado, y la realidad de su situación se hacía cada vez más evidente.

—Es el final del juego, Mario —se dijo a sí mismo, mirando por la ventana de su celda—. Pero quizás, después de todo, hay un camino diferente.

La ciudad, habiendo sobrevivido a la tormenta, comenzaba a sanar y reconstruirse una vez más. La mansión Santoro, símbolo de resistencia y esperanza, se erguía como un recordatorio de la fuerza y la determinación de aquellos que lucharon por la paz.

Con la amenaza de Mario finalmente bajo control, Valeria, Antonio y Elena sabían que aún había desafíos por delante, pero también sabían que juntos, podían enfrentar cualquier adversidad. La historia de la familia Santoro continuaría, marcada por la lucha, el amor y la esperanza de un futuro mejor.