Annie jamás pensó que podría llegar a hacer algo tan descabellado como ayudar a secuestrar al presidente del país.
Durante todo un mes es la Encargada de mantener en buena forma al cautivo y aunque al principio el mandatario, John Meyer es una persona dura, fría que solo la insulta, poco a poco se deja llevar por la personalidad dulce y tierna de su secuestradora.
Después de varios días en cautiverio Annie lo ayuda a escapar, arriesgando su propia vida y la de su familia.
Jonh esta agradecido por su sacrificio por lo que la lleva con el, además, es la única que puede ayudarlo a llegar al final de todo este asunto.
¿Lograra John acabar con los planes de magnicidio en su contra? ¿Annie conseguirá su propia Venganza?
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Capitulo 9: Eres una niña.
—¡Oh, por Dios! —Exclama Annie, asustada llevándose instintivamente las manos a su rostro, dándose cuenta de que el presidente acaba de descubrir su identidad —Señor presidente... yo—esta tan nerviosa que las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas sin poder controlarlas.
John no puede creer lo que esta viendo, es que es imposible... Su secuestradora es... Solamente una niña. Sin embargo, nunca había visto a una niña tan increíblemente hermosa, maravillosa, dueña de un cabello castaño claro ondulado y unos ojos celestes impresionantes, que podría perderse en ellos por horas, de donde salió esta belleza de mujer, que no puede dejar de mirarla.
—Así que no te llamas Noreen —manifiesta John cuando logra por fin que las palabras salgan de su boca.
—Lo siento, no quería mentirle—Annie baja su mirada, avergonzada —tenía miedo de que descubriera mi identidad, pero ya no puedo esconderme de usted.
—Hicimos un trato, no tienes porque tener miedo de mí —le recuerda John, sin poder dejar de mirarla, tiene un rostro tan angelical, dulce, como diablos podría meter a esta niña a la cárcel.
—Si, lo se, pero luego de que todo esto termine usted me enviará a la cárcel y quizás si no sabía mi verdadera identidad no podría encontrarme fácilmente, ahora ya sabe quien soy.
—Olvídate de eso por el momento, sin embargo... No puedo creer que seas una niña... ¿cuántos años tienes?
—21 años, señor presidente —realmente es una niña, piensa John, quien se regaña por estar teniendo esos pensamientos impuros frente a una jovencita que podría ser su hija.
—Dios mío... Annie ¿Qué es lo que te llevo a hacer semejante locura? —pregunta John sintiendo pena por ella, asustada, más que nunca, al haber sido descubierta.
—Ya le dije, necesitaba el dinero, mi madre...—en ese momento el teléfono celular de Michel, que se lo había olvidado sobre la mesa comienza a sonar. Annie lo toma en sus manos y en la pantalla logra ver un número desconocido, por lo que duda en contestar.
—Atiende, Annie, puede ser algo importante —la incita John. Ella, haciéndole caso al presidente, atiende la llamada.
—¿Hola? ¿quién habla? —pregunta Annie, escuchando solamente una respiración del otro lado del teléfono.
—Tú debes ser Annie, la amiga de Michel—contesta una voz después de varios segundos.
—Si, señor —responde aterrada, en ese momento siente qué John la toma de la mano para darle fuerzas.
—Bien, supongo que Michel no está, dile que llame a este número cuando regrese.
—¿Quiere que le diga algo más? Puede confiar en mi—Annie intenta parecer segura, si la siente nerviosa podría no confiar en ella.
—Esta bien, no te preocupes, solo dile que me llame.
—¿Puede decirme quien es usted?
—¿Por que quieres saber tanto? —pregunta confundido —No hablaré contigo, solo con Michel —responde y luego corta la comunicación.
—Lo siento, señor presidente, acaba de cortar —exclama muy desilusionada.
—Descuida, Annie, lo hiciste muy bien. Son profesionales, saben que no pueden confiar en cualquiera.
Tienes que hablar con alguien más, con alguien de confianza que sepas que no te va a mentir—le aconseja John, necesita saber quien está detrás de todo esto.
—Si, hablaré con Michel cuando regrese, él tiene que saber algo —contesta Annie haciendo muecas de dolor, que no pasan desapercibidas para el presidente.
—¿Estas bien? —pregunta John, un poco preocupado, se da cuenta que ella no está bien, no solamente por el dolor que se ve reflejado en su rostro, si no que además está débil, pálida, y muy delgada.
—Si, descuide, estoy bien—Annie intenta levantarse de la silla, pero al apoyar el pie junto con todo el peso del cuerpo, lanza un grito de dolor y vuelve a sentarse.
—¿Qué sucede? ¿Que tienes? —John intenta buscar de donde viene el dolor, hasta que divisa su tobillo, completamente hinchado y con un hematoma muy grande—Por el amor de Dios, ¿Qué te sucedió? Tienes un desgarro Importante, deberías ver un médico.
—No se preocupe, Michel fue a la farmacia por analgésicos —John observa que el dolor de Annie es casi inaguantable y por compasión hacia ella intenta aliviarselo con hielo, que apoya sobre su tobillo.
—¿Qué sucedió Annie? ¿quien te hizo esto? Escuche unos gritos y pelea hace un rato—Esa niña lo confunde, no sabe porque tiene tantos deseos de protegerla.
—Uno... De los amigos de Michel... Estaba borracho y comenzó a molestarme, luego Michel quiso defenderme y se golpearon entre ellos, y a mi me arrojó al suelo, caí con todo el peso de mi cuerpo sobre el tobillo, nunca senti tanto dolor en mi vida —responde Annie, con lágrimas en los ojos.
—Tranquila... Todo estará bien —John acerca su mano libre hacia el rostro de ella y seca sus lágrimas con una dulce caricia de sus dedos —Debes descansar, no puedes caminar en ese estado, tendrías que tenér algún elemento que te ayude a movilizarte.
—No tengo, señor presidente, sería imposible conseguir unas muletas—contesta Annie casi sin respiración por las caricias De John. Aun no puede salir de su asombro hacia lo que siente por ese hombre, una atracción indescriptible, que jamás había sentido por alguien. Nunca había visto a una persona de la altura del presidente, con esas manos grandes y fuertes y su semblante cálido y armonioso, nada parecido a cuando esta enojado. Pero debe caer en la realidad de que él es el presidente de la nación y ella una simple vagabunda, además que, sin dudas él la dobla en edad, jamás se fijaría en una niña como ella.
—Por favor, cuantas veces tengo que decirte que me llames John
—Lo siento... —es lo unico coherente que sale de su boca en este momento.
—Escucha Annie, debo volver a mi habitación, tu amigo podría volver en cualquier momento y no quiero que nos descubra, ponte hielo y si necesitas ayuda solo tienes que gritar ¿Si? —ella mueve su cabeza en señal de afirmación.
—Gracias... John.
Media hora más tarde, Michel regresa a la casa con los analgésicos y una venda, que envuelve en el tobillo de Annie para que esté quede inmóvil. Un rato después de tomar el medicamento, se siente un poco mejor, por lo que decide ponerse a cocinar para el presidente. Pero en ese momento recuerda la llamada del desconocido
—Michel, olvide decirte, cuando te fuiste llamo alguien para hablar contigo.
—¿Sabes quien era? —pregunta confundido, desde que el presidente había sido secuestrado MMG no se había comunicado más con ellos.
—No quiso decir quien era, pero en el registro de llamadas esta su número, dijo que lo llames allí.
—Gracias, Annie, iré afuera a hablar con él.
—Esta bien, vuelve pronto o se enfriará tu comida.
Michel sale al exterior de la casa, toma el celular y marca el último número, minutos más tarde la misma voz de siempre contesta la llamada
—Hola, Michel.
—Hola señor, MMG. ¿Llego el momento de liberar al presidente? —pregunta.
—No... Los planes han cambiado, Michel. Quiero que dentro de una semana, cuando yo les indique, acaben con el presidente—responde sin vueltas.