Cielo Astrada de 23 años, ha soportado el desprecio de su esposo Gabriel Romero y su familia por años, creyendo que su amor y sumisión eran la clave para mantener su matrimonio. Sin embargo, cuando Gabriel decide divorciarse para casarse con su amante y la familia de él la humilla, Cielo revela su verdadera identidad: una mujer poderosa con un pasado oculto de riquezas e influencias.
Despojándose de su rol de esposa sumisa, Cielo usa su inteligencia y recursos para construir un imperio propio, demostrando que no necesita a nadie para brillar. Mientras Gabriel y su familia enfrentan las consecuencias de su arrogancia, Cielo se convierte en un símbolo de empoderamiento y fuerza para otras mujeres
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capitulo 2: La vida de Gabriel y el ultimátum hacia su nuevo destino
Gabriel Romero disfrutaba de su vida universitaria con una despreocupación característica. Como estudiante de Administración de Empresas, se movía con facilidad entre las élites de la universidad, rodeado de amigos y mujeres que admiraban su atractivo y carisma. A pesar de su fama de mujeriego, Gabriel había encontrado una compañía constante en Isabel, una joven que, a primera vista, parecía perfecta para él.
Isabel era dulce y encantadora, proveniente de una familia adinerada que se mezclaba bien con la sociedad de los Romero. Todos en la familia de Gabriel, excepto su abuela Matilde, la aprobaban como una buena pareja para él.
Isabel no solo compartía el estatus social de los Romero, sino que también tenía una personalidad tranquila y complaciente, algo que Gabriel apreciaba. Para él, su relación con Isabel era fácil y sin complicaciones. No había grandes exigencias ni expectativas de su parte, lo que le permitía seguir con su estilo de vida despreocupado. Gabriel se sentía cómodo y seguro con ella, y aunque no estaba profundamente enamorado, disfrutaba de su compañía y del respaldo que su relación le proporcionaba en el círculo social de la universidad.
Sin embargo, esta aparente tranquilidad fue sacudida cuando Matilde Romero, la formidable abuela de Gabriel, intervino con una noticia inesperada. En una reunión familiar privada, Matilde, conocida por su autoridad indiscutible en los asuntos de la familia y la empresa, hizo un anuncio que dejó a Gabriel atónito. Con su tono firme y una mirada que no admitía objeciones, Matilde le ordenó que debía casarse con Cielo Astrada, una joven de su universidad.
Cielo, una estudiante destacada conocida por su inteligencia y belleza, no era una extraña para Gabriel, aunque nunca habían tenido más que interacciones superficiales. Para él, Cielo siempre había sido una figura lejana, alguien que parecía demasiado perfecta y distante para su estilo de vida. La noticia de su abuela lo dejó perplejo y enojado. No solo le estaban pidiendo que rompiera con Isabel, una relación que le brindaba comodidad, sino que también lo estaban obligando a casarse con una mujer a la que apenas conocía.
Matilde no dejó espacio para negociaciones. Le dejó claro que si no aceptaba casarse con Cielo, perdería su herencia y cualquier posibilidad de controlar la empresa familiar. Este ultimátum fue un golpe bajo para Gabriel, quien se había acostumbrado a la vida de privilegios y riqueza. La idea de perder todo lo que consideraba suyo por derecho le resultaba intolerable.
Para Gabriel, la decisión de su abuela no tenía sentido. Isabel era una elección mucho más obvia: tenía el estatus social, el dinero y la aprobación de la mayoría de la familia. En cambio, Cielo, aunque respetada por sus méritos académicos, era vista como una huérfana sin conexiones aparentes. No podía entender por qué su abuela insistía en este matrimonio. Comenzó a sospechar que Cielo debía tener alguna carta oculta para haber logrado una posición tan favorable ante Matilde. Esto lo llevó a desconfiar profundamente de ella, viéndola como una manipuladora que había sabido jugar bien sus cartas para atrapar a su abuela.
La percepción de Gabriel sobre Cielo cambió drásticamente. Donde antes veía a una chica inteligente y reservada, ahora veía a una conspiradora astuta. No podía evitar sentir que ella había manipulado a su abuela para forzar este matrimonio, y esta idea lo enfurecía aún más. La veía como una amenaza a su libertad y una impostora que intentaba apoderarse de su vida y herencia.
Así, Gabriel se enfrentó a un dilema que amenazaba con alterar radicalmente su vida. Por un lado, estaba Isabel, la novia que encajaba perfectamente en su mundo, y por otro, Cielo, la mujer que su abuela había elegido para él por razones que él no podía comprender. Con una mezcla de rabia y resignación, Gabriel comenzó a aceptar la realidad de su situación, sintiéndose atrapado en una red de manipulaciones y secretos que aún no entendía del todo.