Mi nombre es Rosalie Montana, fui comprometida con el hombre que creí sería mi gran amor, pero todo ha sido un gran error, después de la muerte de mi padre todo mi mundo se vino a bajo hasta el punto de tener que desaparecer.
ahora tres años más tardes he regresado para reclamar lo que por derecho me pertenece y hacer sufrir al asesino de mi padre.
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CAPITULO 10
ROUSSE
-como que despedida?- grite con asombro.
-esto debe ser un error.
-me va a decir como debo manejar mi empresa señorita?- dijo Hugo con soberbia.- no creo que sea oportuno tener una secretaria que trabaje también para una empresa enemiga.
-señor Herrera, yo ya no trabajo para el señor Villasmil.- le confesé
-es una lástima, porque yo ya he tomado una decisión y no pienso cambiarla, por favor retirese de mi oficina.
-señor Herrera, por favor necesito estar aquí.- mis palabras salieron sin pensar.
él me miró confundido, esperando que me explicará mejor.
-es decir, necesito el trabajo, tengo cosas que pagar, no quiero ser una carga para mi tío.
-en ese caso, llame entonces al señor Villasmil y dígale que la vuelva a contratar.- dijo restándole importancia.- tengo entendido que el cargo que le había asignado era mucho más importante quizás la despidió porque se dió cuenta que la sobrevaloro.
Y diciendo esto se sentó en su escritorio y se sumergió en el computador, dejándome parada e ignorada en la mitad de la oficina.
quería echarme a llorar tenía algunas pocas pistas sobre la muerte de mi padre, necesita indagar más, averiguar lo que algunas personas que trabajaron con mi padre y aún seguian ahí sabían.
pero ahora está decisión de Hugo me había arruinado los planes, pero algo si estaba segura no le iba a volver a insistir; ya buscaría la forma de seguir con mi investigación.
tome el celular y marque el número de Ana, mientras comenzaba a recoger las cosas de mi escritorio.
-hola Rossi.- dijo con normalidad.
-Hugo me ha despedido.
-QUE?- escuché su grito al otro lado del teléfono.- por qué te ha despedido?.
-no lo sé, está mañana apenas llegué fui llamada a su oficina para darme la noticia.
-esto es muy extraño amiga, aunque ese hombre es un patán y un machista de lo último.- dijo al caer en cuentas que probablemente su machismo allá sido la razón.
-volveras al corporativo de ese señor entonces?-pregunto luego de una pausa.
-te dije que no quiero ni pienso trabajar con ese señor.- dije de mal humor.
-Rousse, hoy llegan los demás equipos que has mandado a pedir, con que podemos pagarlo si apenas y cubrimos los gastos del mes.
-pero la empresa está creciendo dentro de poco podemos mantenernos solos.- le recordé.
-pero mientras tanto, necesitamos seguir invirtiendole capital... Aunque lo otro sería, que vendieras acciones y...
-ni lo pienses Ana- la interrumpí- no vendere acciones, ni seré socia de nadie... -tome aire y lo medite por un segundo- está bien, regresaré al corporativo, solo hasta que la empresa pueda sostenerse por si misma.
-perfecto Rossi, ya estaba pensando en cancelar el envío.- me dijo con un poco de preocupación.
-no, no tendrás que hacerlo, iré a hablar con el hijo del diablo.
-no seas tan exagerada, además has dicho que es todo un Adonis, no puedes comparar un semidiós con un demonio.- sabía a dónde quería llegar, pero no iba a dejar que Ana se saliera con la suya.
-está bien, me retracto, no es un Adonis, es un demonio, horrible, malhumorado, explotador e inconformista.
-ok, vale, vale, tú ganas, es todo eso, pero igual necesitas el trabajo así que ponte bella y anda a pedirle que te contraté de nuevo.
Estaba a punto de decir algo cuando la llamada se cortó.
-uuuuy Ana, te odio como puedes dejarme en este momento...- trague grueso y prosegui mi camino al corporativo Villasmil.
Al llegar era como si todo mundo me esperara, enseguida fui citada a la oficina del presidente.
-adelante - oí decir del otro lado de la puerta.
-buenas tardes, señor, aquí está la señorita Lascuráin.- informo Fabián al anunciar mi llegada.
-hazla pasar- respondió con naturalidad.
-buenas tardes, señor Villasmil- dije al padre por al lado de Fabián y adentrarme a la boca del demonio.
-si dígame, en qué puedo ayudarla?- dijo con cortesía, pero sin levantar la vista de la computadora.
-señor, yo... la verdad es que el señor Herrera... Y pues sé lo que le dije, pero... necesito... Y así, entiende.- sabía que me había vuelto un ocho al tratar de explicarme, pero no encontraba las palabras para pedirle que me regresará mi trabajo.
-a ver, quizás si me lo explicas con plastilinas de colores pueda entender señorita.- había dejado a un lado el computador y ahora me miraba con furia.
-puede explicarme qué hace en mi oficina, si usted había dicho que no iba a regresar jamás?
-si, no... Bueno la verdad es que necesito el trabajo.- le solté de una vez.
-pero si usted es feliz siendo una simple e incompetente secretaria.- podía notar el tono de desagrado en su voz.
-lo era, pero el señor Herrera ha decidido prescindir de mis servicios.- respondí con algo de nostalgia al saber que estaba más lejos de descubrir al asesino de mi padre.
-mmmm ya veo, entonces viene a mí como segunda opción.- dijo con desagrado.
-no señor, jamás, es que tenía asuntos pendientes que debo resolver con los Herrera y necesita el trabajo para eso.
-hay algún secreto que deba saber?- dijo ahora con curiosidad.
-no señor, en lo absoluto.
-mmmm ya veremos, por el momento, no creo que seas capaz de ocupar de nuevo tu antiguo cargo.
-señor villasmil, le prometo que daré lo mejor de mí está vez.
-en ese caso ganátelo.- dijo con una sonrisa ladeada.
-y como puedo hacer eso?- respondí con curiosidad
-comenzaras como mi asistente, personal, agendaras mis citas, buscarás mi comida, planearas mis reuniones, entre otras actividades que también tendrás a cargo.
apreté mis puños a los costados y respiré profundamente.
-la paga será igual a la de antes, incluso puede ser un poco más beneficioso, según tus horas extras.
-horas extras?- pregunté confundida.
-se me olvidaba decirte lo más importante, tienes que estar disponible para mí las 24 horas del día.
-Señor, pero yo tengo una vida.- me queje- no puede pretender que esté en la oficina a tiempo completo.
-no todas tus tareas son en la oficina, algunas se hacen en mi casa - su mirada era ardiente y feroz, podía jurar que me estaba comiendo con la mirada.
-señor pero...
-me basta con que contestes el celular y estés ahí cuando yo lo necesite.- dijo tajante.
-es lo que te puedo ofrecer por ahora.
Estaba a punto de decir que no, cuando me llegó un mensaje de texto de Ana dónde decía que debíamos 12 millones en equipos nuevos para la empresa.
Casi me desmayo, pero reaccioné a tiempo
-está bien señor, acepto, cuando debo comenzar?
-ahora mismo, si no hay problema.
-claro que no señor, que necesita?
-lo primero es decirle a Fabián que mandé a servicios generales a qué instalen un cubículo en la entrada de la mi oficina.
-pero ya hay uno señor.- le recordé.
-si el de Fabián, lo se muy bien, pero este será para ti, necesito que mi asistente personal este cerca, para que sea más eficaz al satisfacer mis necesidades.- cada vez que decía esas palabras quería salir corriendo, porque sabía que sus palabras tenían un mensaje oculto.
-y lo segundo sería un café, ah y por favor revisa algunos planos que voy a enviarte a tu correo.
-muy bien señor, es todo?
-una cosa más Rousse.
-si señor.- dije lo más pasiva que pude.
-no sigas llamándome señor, mi nombre es Axel.