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Prisionera De Sus Ojos

Prisionera De Sus Ojos

Status: En proceso
Genre:Embarazo no planeado / Embarazada fugitiva / Malentendidos / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado
Popularitas:45.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Eliza Márquez

Jalil Hazbun fue el príncipe más codiciado del desierto: un heredero mujeriego, arrogante y acostumbrado a obtenerlo todo sin esfuerzo. Su vida transcurría entre lujos y modelos europeas… hasta que conoció a Zahra Hawthorne, una hermosa modelo británica marcada por un linaje. Hija de una ex–princesa de Marambit que renunció al trono por amor, Zahra creció lejos de palacios, observando cómo su tía Aziza e Isra, su prima, ocupaban el lugar que podría haber sido suyo. Entre cariño y celos silenciosos, ansió siempre recuperar ese poder perdido.

Cuando descubre que Jalil es heredero de Raleigh, decide seducirlo. Lo consigue… pero también termina enamorándose. Forzado por la situación en su país, la corona presiona y el príncipe se casa con ella contra su voluntad. Jalil la desprecia, la acusa de manipularlo y, tras la pérdida de su embarazo, la abandona.

Cinco años después, degradado y exiliado en Argentina, Jalil vuelve a encontrarla. Zahra...

NovelToon tiene autorización de Eliza Márquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La sentencia.

Mariana ingreso a la casa de campo, había hecho un esfuerzo por calmarse de camino a la casa, sabía el infierno que había desatado con sus decisiones.

— Excelencia bienvenida.

—Gracias Thaita. ¿Dónde estan mi esposo y mis hijos?, pregunto

— En el jardín jugando.

Mariana escucho los pasos y suspiro.

— Puedes retirarte dijo ella la empleada asintio y se marcho justo en el momento en que Amira ingresaba al salón seguida de Khalil.

— ¿Dónde está Jalil?, lo he estado llamando y no atiende.

Mariana miró a su madre.— No está en la mazmorra siendo azotado. Lo cual es todo un logro dijo con ironía.

— Entiendo que estés molesta, tú serás la reina, pero yo soy tu madre que no se te olvide, deja la ironía exclamó Amira.

Mariana bajo la vista.— Lo siento tiene razón, me disculpo. Con respecto a Jalil, esta preparando su viaje a Argentina.

—¿Lo exiliaste?, exclamó Amira.

— Madre la quiero y respeto pero el idiota de mi hermano cruzó todo límite razonable, le pedí de buena manera que dejara de exhibirse. Lo mandé a poner en orden su vida.

Asi que si lo exilie.— Amira nego con la cabeza.—Acabo de congelar sus cuentas y propiedades. Usted será la madre, yo soy la reina. Si se mete a apañar a mi hermano, lo haré azotar en la puerta del consejo y no estoy jugando, si me desafía no me temblará la mano.

Amira vio a su hija salir de la sala.

— Habla con ella a ti te obedecerá, no puede enviar a Jalil al exilio.

Khalil abrazó a su esposa, lo entendía era una madre afligida, pero su hija tenía razón.

Mariana se dirigió al jardín beso a sus hijos y luego se sentó junto a su esposo, Asher la notó afligida la rodeó entre sus brazos.

— ¿ Que tan malo fue?, pregunto.

—Pues no me extrañaría que mamá me diera una paliza. Congele sus cuentas y lo mande a un campo de Argentina a trabajar.

—¿Porque Argentina?, pregunto Asher.

— Por qué tendrá que esforzarse, además el no quiere trabajar con Malek y aqui aunque no tenga medios seguira de juerga.

— ¿Pues quien quiere trabajar con su hermano?, créeme colgaría a Olivia cada semana comento Asher.

Mariana sonrió mientras su esposo la besaba en el cuello y veia a sus hijos correr...

Jalil se quedó un largo minuto quieto en la habitación, como si su cerebro todavía intentara procesar lo que Mariana había dicho.

Exilio, sus cuentas estaban congeladas, decomiso y Argentina.

Sintió un zumbido en los oídos. Por primera vez en su vida, el ruido no provenía de una fiesta, de música o de su propia risa desbordada.

Era silencio, un silencio real, el silencio de la soledad que dolia.

Finalmente, caminó hacia la puerta.

El pasillo estaba vacío.

—¿Ahmed? —llamó, irritado.

Sin respuesta.

—¿Hassan? —Nada.

Bajó las escaleras y entonces lo vio todo.

Las empleadas que solían limpiar el penthouse habían desaparecido.

Los guardaespaldas personales habían desaparecido.

Los asistentes, los choferes, los cocineros… todos se habían esfumado.

La maquinaria que lo mantenía cómodo, intocable y entretenido había sido desmontada.

Quedaban botellas vacías, ropa tirada y el desorden habitual.

El ascensor se abrió con un sonido metálico. Jalil entró con pasos tensos, apretando la mandíbula. Cuando las puertas se abrieron en planta baja, un golpe de realidad lo atravesó.

La entrada del edificio estaba desierta.

Ni un guardia suyo.

Ni un asistente suyo.

Ningún modelo deportivo esperándolo, como siempre.

Solo un único coche, oscuro, discreto. Sin insignias reales. Sin lujo.

Y junto al vehículo, dos hombres.

No eran sus guardias.

Eran de Mariana, firmes, mirándolo como se mira a un reo que debe ser trasladado.

Jalil sintió la humillación quemarle la garganta.

—¿Dónde está mi personal? —preguntó, aún intentando imponer autoridad.

Uno de los hombres inclinó la cabeza con respeto.

—Señor Hazbun, por orden de Su Majestad, todos fueron retirados.

—¿Retirados? —Jalil dio un paso hacia ellos—. ¡Son mis empleados!

—No, señor —respondió el otro, con un tono neutro—. Estaban contratados con fondos del patrimonio familiar. Sus cuentas fueron congeladas esta mañana.

La frase lo partió en seco.

Mariana lo había dicho.

Y lo había cumplido.

Jalil tragó saliva.—Quiero otro coche —ordenó, simplemente por orgullo.

—Este es el que está asignado —replicó el guardia—. Tenemos instrucciones precisas de trasladarlo, a la conferencia de prensa y luego al aeropuerto de Heathrow. Su vuelo privado sale en unas horas.

Jalil sintió cómo su estómago se retorcía.

—No voy a irme a Argentina —murmuró, más para sí mismo que para ellos.

Los hombres se limitaron a abrir la puerta trasera del vehículo.

El gesto era claro.

Él podía negarse, pero las órdenes de la reina se cumplirían igual.

Jalil miró hacia atrás.

El edificio que había sido escenario de sus excesos.

Las noches interminables.

Los lujos y esa sensación de que nada tenía consecuencias.

Todo eso había desaparecido. En segundos.

Su vida entera había sido levantada sobre privilegios.

Y ahora era solo un hombre con una maleta, un apellido que ya no lo protegía, y un billete de ida a un campo abandonado al otro lado del mundo.

Jalil cerró los ojos un instante.

Y subió al coche.

La puerta se cerró detrás de él con un clic que sonó, por primera vez, como una ejecución.

Mientras tanto en la casa de campo Amira se había quedado quieta en el salón, todavía sin poder respirar con normalidad. Las palabras de Mariana le retumbaban en la cabeza.

Cuando Khalil salió a buscar un té para calmarla, Amira temblaba.

Tomó su teléfono, marcó el número de Hassan —el guardia de máxima confianza de Jalil— y esperó.

—Señora Amira… —contestó él, con voz apagada.

—Hassan, ¿qué está pasando? No localizo a mi hijo. ¿Dónde está?

Hubo unos segundos de silencio incómodo antes de que Hassan hablara.

—Excelencia… los empleados del príncipe están regresando a Raleigh. Todos. Las cuentas han sido cerradas y las propiedades… decomisadas.

Amira sintió que se le helaban los dedos.

—¿Decomisadas?… ¿Y Jalil? ¿Quién está con Jalil?

—Nadie, señora. Su Majestad ordenó retirarnos esta mañana, segun nos informaron el ya no es un príncipe de Raleigh. Por lo tanto él está sin protección.

Amira se dejó caer en el sillón, ahogando un sollozo.

—Es un peligro, Hassan… —murmuró, con la voz rota—. Mi hijo está solo…

—Lo sé, señora Amira. Pero no podemos contradecir una orden de la reina.

Amira colgó con manos temblorosas. Khalil regresó en ese instante.

—¿Qué te dijeron? —preguntó él, preocupado.

Ella levantó la vista, con los ojos llenos de angustia.

—Que Jalil está… completamente solo. Mariana retiró a todos. Lo dejó sin guardias, sin asistentes, sin nadie…totalmente desprotegido.

Khalil la abrazó.

Era una madre, y su dolor era legítimo.

Pero él también era realista.

—Amira… nuestra hija es la reina. No podemos intervenir en sus decisiones. No podemos humillarla delante del consejo. Jalil se excedió demasiado esta vez.

—¡Pero es mi hijo! —rompió Amira—. ¡Es nuestro hijo!

Khalil suspiró hondo.

—Y justamente por eso… Mariana espera que no interfieras. El castigo es duro, sí… pero no injustificado.

Amira se cubrió la boca, intentando contener el llanto.

—No sobrevivirá allá afuera —susurró—. Jalil no sabe vivir sin privilegios. No sabe cuidarse solo…

—Quizás eso es lo que Mariana quiere que aprenda —dijo Khalil con suavidad—. Que madure. Que crezca. Que deje de avergonzar a la familia y al país...

Una hora después el ambiente en el salón principal de la casa de campo estaba cargado, pesado, casi irrespirable. Amira caminaba de un lado a otro con evidente desesperación; Constanza y Rosse estaban a su lado indignadas.

Malek permanecía en silencio, con los brazos cruzados, intentando mantener la calma. Khalil observaba desde detrás de su esposa, serio, atento.

La puerta se abrió y Mariana entró.

— ¿Qué pasa ahora? —preguntó con una calma que crispó a más de uno.

Amira dio un paso al frente.

— Lo exiliaste. Mandaste a mi hijo a un país desconocido, sin un centavo, sin protección. ¡Es tu hermano, Mariana!

— Era príncipe de Raleigh —corrigió Mariana con frialdad—. Y actuó como un idiota con poder. Ahora va a comportarse como un hombre sin él.

Constanza frunció el ceño.

— Le quitaste todo. Hasta sus guardias regresaron a Raleigh. Tu no puedes quitarle su dinero dijo Amira.

— Así aprende. —Mariana no pestañeó—. La irresponsabilidad tiene consecuencias.

Rosse, que casi nunca alzaba la voz, explotó.

— ¡Es cruel! Jalil cometió errores, pero es nuestra familia. ¡Tú no puedes… no puedes aislarlo así!

Mariana la miró sin alterarse.

— Soy la reina, Rosse. Claro que puedo.

— Eso no te da derecho a ser despiadada —saltó Constanza—. Jalil siempre protegió a la familia, incluso a ti. Creo que lo de reina se te subió a la cabeza.

Mariana soltó una carcajada corta, seca.

— ¿Proteger? ¿Embriagarse en público? ¿Escándalos con modelos? ¿Apuñalar la dignidad de la familia cada semana? No confundas vergüenza pública con protección, Constanza.

Malek levantó una mano, tratando de mediar.

— Mariana lo entiendo pero… quizás fue demasiado. Exiliarlo, congelar las cuentas. Podrías haberlo sancionado de otra forma.

Ella lo miró largo rato, con esa mezcla de cansancio y autoridad que había adquirido desde la coronación.

— Malek, tú sabes mejor que nadie lo que Jalil ha hecho. Estoy cansada, tuve que hacerme cargo de algo que no me correspondía, ¿ para que?, para que el pobre Jalil viva la vida loca, se terminó.

Malek bajó la mirada. No podía negarlo y en cierta forma se sentía responsable, el había abandonado la corona y todo había recaido en Mariana.

— Lo sé —admitió con sinceridad—. Pero sigue siendo nuestro hermano.

Mariana suavizó apenas su tono.

— Y precisamente por eso lo mando a trabajar, no a morir. Argentina no es un castigo eterno. Es una oportunidad para que se reconstruya lejos de las tentaciones. Si se queda aquí, es lo mismo y nos hundira a todos.

Amira apretó los puños, tenia las lágrimas contenidas por puro orgullo.

— Eres igual a tu padre cuando decides algo.

Khalil dio un paso adelante, cansado de ver a su esposa rodeada de apoyo y a su hija defendiendo sola su decisión.

— No la compares conmigo —dijo con voz firme—. Ella es más fuerte que yo. Y más valiente. Mariana hizo lo que yo debí hacer hace años.

Todos lo miraron, sorprendidos.

— ¿Apoyas esto? —susurró Amira, herida.

— Lo apoyo —respondió Khalil sin titubear—. Jalil tendrá que crecer. Y tú, Amira, tendrás que aceptar que no puedes salvarlo de sí mismo.

Amira abrió la boca, pero no encontró réplica.

Finalmente, Mariana habló.

— Jalil regresará cuando esté listo. No antes. No porque me presióne . No porque ustedes lloren y se enfurezcan.

Se va a Argentina, a trabajar. A comportarse como un hombre.

—No sé en qué te convertiste, pero esta no es la hija que críe le reprocho Amira.

— Pues lo siento por usted madre. Si intenta volver sin permiso… Lo hago azotar frente al consejo y lo mando de vuelta con escolta militar. Es un asunto cerrado. Pobre del que le de dinero a Jalil...

La advertencia cayó como una sentencia final.

La reina había hablado...

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neumidia ruiz
uff esto se pone bueno entre zhara y Jhalil 🤣
jmlanena
Los custodios salieron al rescate del ex princeso!!!😂😂😂
jmlanena
Por algo hay que empezar para perdonar y sanar!!!! 🙄
Marielba Carrasquel
Pobre Zahra 🤦‍♀️🤣
Marielba Carrasquel
Lo disfruto realizando ricos platillos 🤣
Marielba Carrasquel
Descarado 😤
Marielba Carrasquel
Sopresss🫣🤣
Marielba Carrasquel
Upaaa ,ya por aquí estamos con los Azzarini ,🤗
Marielba Carrasquel
Jajaja extrañas tus comodidades 🫣
Marielba Carrasquel
Tienes mas suerte, Mariana lo castiga y otros le permiten que siga siendo sinvergüenza 🤣
Eliza Marquez: 😂 también es como darle un caramelo y sacárselo
total 1 replies
Marielba Carrasquel
La emoción no te durará mucho Zahra , la alegría durará poco.🤦‍♀️🤣
Mabel Sandra Arias
Espero que no se cruce con Elena.....
Blanca Idalia España Lozano
Hoy me dió una alegría leerte , te extrañaba no se porque si escribes regularmente, Pero al ver el capítulo, me dió singular alegría , me hacía falta leerte
Blanca Idalia España Lozano
Creo que se le amargo la feliz mañana a Zhara 🤦, que pasará ahora ???.
Blanca Idalia España Lozano
Me encantó la frase, - Pero si es la señora Hazbun - Que bonito se oye 🥰 , estoy loca , Verdad ????
Blanca Idalia España Lozano
Apareció tu tormento Zhara , 🤦 que más puedo decirte 🥰
Blanca Idalia España Lozano
Me da mucho gusto que te Retes a ti mismo a salir adelante
Blanca Idalia España Lozano
Y no solo Raleigh, Kalill y todos ustedes , que no son una perita en dulce que digamos 🤦
Blanca Idalia España Lozano
Que bueno que te das cuenta , del reto tan grande que tienes por delante , déjate de ....... y se serio y trabajador y buena persona
Blanca Idalia España Lozano
Te darás cuenta, lo que cuesta ganarte esos privilegios, que gosaste siempre , sin que te costaran a tí . Eran privilegios de ser hijo de quién eres , Pero que no valoraste , ni supiste cuidar .
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