Ofelia no ha tenido suerte en esta vida desde su llegada. A su corta vida no ha sabido más que de sin sabores.
Luego de años de abuso y violencia, encuentra una segunda oportunidad en el amor, de la persona que menos hubiera imaginado.
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Capitulo 10
Ofelia
La mañana transcurría normal, hasta que Mary envío a buscarme, ya que el señor Vicenzo me llamaba. Eso no significaba nada bueno, deje mis quehaceres y entré, hacerlo esperar solo alargaría mi condena. Entré y el señor me esperaba en la cocina, parecía calmo, lo que no me aseguraba nada. Le pide a Mary que se marche y que nos deje solos, en ese mismo instante empieza a hablar de una caja, una caja que llegaría ese mismo día por la mañana, y que al no estar nadie esperandola, el joven del correo no entrego, por lo cual él perdería tiempo yendo a la ciudad a retirar dicha caja. Me quede callada y solo escuchaba y asentía, ya que hablar solo empeoraría mi situación.
Me echa la culpa, de que esa caja se fue por que yo no estuve ahí para esperarla, en mi defensa, yo no estaba al tanto de dicha caja, ni de que debía esperar que llegue el correo, hoy era jueves y me tocaba ir al huerto a recoger las verduras y arreglar la tierra y el sembrado, pero decir eso no me iba a salvar.
Cómo no podía ser de otra forma, el señor estaba muy enojado, y desquitó ese enojo conmigo, ya que para él, la culpa era mía y de nadie más. Estaba parada erguida, con las manos en la espalda, la mirada al piso, pero sin dejar de seguirlo porque sabía que en cualquier momento llegaría el golpe, y así paso. Me dió un golpe de puño tan fuerte que caí al suelo, con una de mis manos me toque la cara y con la otra me cubrí la cabeza. Él, rebalsando en odio, me golpeó estando yo tirada en el piso. Me propinó tantos golpes de puño, que no me alcanzaban las manos para cubrirme, y eran tan fuertes que me lastimó mucho, sobre todo la cara. Me hice una bolita en el piso, y me agarre a la pata de la mesa con fuerza y me escondí debajo, para tratar de quedar más cubierta y no tan expuesta, él me agarró de los pelos bien fuerte, para sacarme de allí, tiro tan fuerte que pude sentir como me sacaba mechones de pelos enteros del cuero cabelludo, y mientras con una mano tiraba de mi pelo, con la otra seguía tirándome golpes. Me saco a rastras. Yo le pedía que por favor me suelte, que no habia sido a propósito, que no sabia y que me perdone. Cuando se canso de arrastrame por el pasillo y de darme patadas, me dejó tirada y se fue. Y mientras todo esto pasaba, uno de sus hombres había ido al correo a retirar el paquete que ya estaba en la puerta de la casa otra vez.
Me quedé en el piso un momento, adolorida y cansada, casi sentía que me faltaba el aire. La sangre que me caía del rostro era tal que tenía un charco en el piso, y todo mi uniforme y delantal estaban rojo. Me levanté como pude y fui hasta la pileta fuera de mi habitación a lavar mi cara, apenas podía tocarme por el dolor inmenso que sentía. Me parecía que la cara me iba a explotar, de lo hinchada que la sentía. La nariz no paraba de sangrarme, el labio ya se había hinchado y en todo eso me dí cuenta que también tenía un corte en la cabeza y quizás por eso era tanta sangre. Con el delantal que ya tenía manchado, intenté parar el sangrado de la cabeza, mientras seguía lavando mi boca y la nariz. Después de un instante desistí y simplemente me fui a recostar.
No sé cuánto dormí, en el momento en que apoyé la cabeza en la almohada fue como si me hubiesen desconectado, pero cuando me desperté tenía las sabanas pegadas en la cara, la sangre se había secado entre mi piel y la tela, tirar de ella hizo que algunos cortes vuelvan a sangrar. El dolor de cabeza que tenía era inmenso, el cuerpo me dolía como si un tren me hubiese pasado por arriba. No había hueso o lugar del cuerpo que no me doliera.
Me quedé ahí un momento, me daba vergüenza salir cuando estaba así de golpeada, nadie me iba a ayudar de todos modos. Solo si mi vida peligraba, era digna de ir al hospital, como si quisiera alargar mi vida para a su vez, alargar mi sufrimiento. Sabía que no estaba tan grave como para ir al hospital, me dolía el cuerpo si, pero porque me habían pateado con saña estando tirada en el piso, y me habían pegado sin piedad y con asco, pero podía respirar, parecía que no había nada roto. He tenido costillas rotas que han soldado solas, dedos quebrados, que han quedado magullados, los dos últimos dedos de la mano izquierda no puedo cerrarlos bien, de una vez que me los agarró con la puerta.
Me quedé en mi habitación, abrí la puerta, que era la única ventilación al exterior, y me senté en el piso a ver las estrellas. Era un lugar tan oscuro de noche, que se podían ver todas las estrellas, parecía que estaban ahí al alcance de tus manos. Y así me quedé hasta que me dió sueño y volví a dormir.
El que me preocupa es el profesor Tiziano, creo que no me quedan dudas de que el es el cómplice y espía de Graviano dentro de la casa