Solo Elena Mirel puede ser la asistente de Maximiliano Kade Deveron. Uno de los hombres más poderosos a nivel internacional.
Visionario, frío. Muchos le temen. Otros lo idolatran. Pero solo ella puede entender su ritmo de trabajo.
Pero la traición del novio de Elena hace que Maximiliano descubra que Elena le interesa más de lo que él se pueda imaginar.
Acompáñame a descubrir que pasará con este par.
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Más que preocupación
Maximiliano dejó a un lado los documentos que revisaba.
-- Elena, estos días serán pesados. No podemos permitir llegar al límite el segundo día. --
Elena cerró su laptop, respiro hondo y lo miró directamente.
-- Maximiliano, de verdad estoy bien. Solo estoy enfocada. --
-- Y yo estoy preocupado. --
La confesión salió más rápido de lo que hubiera querido. Elena lo observó con sorpresa. No era común que él expresara emociones tan transparentes.
-- No quiero que te excedas. -- Añadió Maximiliano, suavizando el tono.
-- No lo haré. Lo prometo. --
Pero la promesa estaba teñida ya, por un cansancio que ella intentaba ocultar.
A su llegada a Seattle, fueron recibidos por un equipo de ejecutivos listo, para la presentación. Visitas a laboratorios, demostraciones tecnológicas, análisis de inversiones. La jornada se extendió hasta las nueve de la noche.
Maximiliano caminaba a su lado, completamente consciente de que ella estaba a punto de colapsar.
-- Ve a descansar. -- Le ordenó Maximiliano con suavidad cuando se detuvieron frente al ascensor.
-- Todavía tengo que enviarte el resumen de... --
Maximiliano la interrumpió. -- Yo puedo hacerlo. --
-- No. Es mi trabajo. --
-- Elena.. --
Elena negó, delicada, pero firme.
-- Solo. Necesito una ducha. Y en media hora tendrás el resumen en tu correo. --
El ascensor llegó con un sonido suave. Maximiliano la observó entrar, con una mezcla de admiración y preocupación grave.
Cuando las puertas. Se cerraron, Maximiliano murmuró algo que jamás admitiría en voz alta.
-- Deberías dejar de demostrar que eres más fuerte que todos nosotros. --
Esa noche, Maximiliano no durmió. Él tampoco estaba ajeno al estrés. La imagen de Elena, esforzándose hasta el límite, para mantenerse impecable.
Había algo que él nunca le diría, pero que sentía profundamente Desde hacía años:
Sin ella, su imperio no funcionaría. Y no hablaba solo de logística o eficiencia... hablaba de sí mismo. De su estabilidad. De su vida.
El martes en Chicago.
El miércoles, de regreso a Seattle.
El jueves, una conferencia internacional donde Maximiliano era el invitado principal.
Elena seguía su ritmo, impecable, aunque por dentro se iba agotando más con cada hora. Sus ojeras eran casi visibles gracias a su habilidad para maquillarse, pero Maximiliano notaba todo: la rigidez de su cuello, la simulación de su sonrisa, el silencio más prolongado en los proyectos.
El viernes por la mañana, en el vuelo de regreso a Nueva York, ocurrió algo que Maximiliano no olvidaría.
Estaba revisando un informe cuando escuchó el sonido suave de una respiración profunda. Giró la cabeza y encontró a Elena completamente dormida, con la cabeza inclinada levemente hacia un lado. Sin permiso. Sin planificación. Sin control.
Simplemente, se había quedado dormida.
Maximiliano la observó, sorprendido. Ella nunca bajaba la guardia, no en la oficina, no en los viajes, no. En ningún lugar donde él pudiera verla.
Y sin embargo, allí estaba: vulnerable, agotada, tan humana como él mismo.
Maximiliano sintió un nudo extraño en el pecho.
-- No puedo permitir que sigas así. -- murmuró.
Cuando aterrizaron, Elena despertó sobresaltada.
-- Lo siento. -- Dijo de inmediato. -- No pretendía dormir. --
-- No tienes que disculparte. -- respondió Maximiliano firme. -- Necesitabas descansar. --
-- No debí quedarme dormida... --
-- Elena. -- Maximiliano la miró fijamente. -- Eres humana. puedes estar cansada. --
Elena respiro hondo, bajando un poco la mirada.
-- Prometo que no volverá a ocurrir. --
-- No hagas promesas. -- Le dijo Maximiliano con una seriedad que la dejó quieta. -- Prefiero que duermas antes a que te destruyas por demostrar que no lo necesitas. --
Elena se quedó en silencio. nunca lo había escuchado hablar así.
La tarde del viernes fue un caos administrativo. Reuniones, firmas, aprobaciones, más reuniones. Elena estaba concentrada, pero el cansancio la alcanzaba. En un momento, mientras revisaba contratos, tembló ligeramente su mano.
Maximiliano lo vio.
-- Elena ven conmigo. -- ordenó suavemente.
-- Estoy ocupada. --
-- No te estoy preguntando. --
Elena arqueó una ceja, ofendida. -- ¿Perdón? --
-- Ven. Ahora. --
Maximiliano caminó hacia su despacho sin esperar respuesta. Elena dudó un segundo, molesta pero lo siguió.
Cuando entró, Maximiliano cerró la puerta.
-- Siéntate. --
-- Maximiliano... --
-- Siéntate. -- repitió Maximiliano, esta vez con un tono firme, pero cálido.
Elena se sentó, cruzando las piernas, como si pudiera mantener la dignidad intacta.
-- Estás cansada. -- Le dijo.
-- Estoy bien. --
-- No mientas. --
-- No estoy mintiendo. Solo estoy... --
-- Al límite. -- interrumpió Maximiliano.
Elena abrió la boca para protestar, Maximiliano continúo hablando.
-- He visto a los mejores ejecutivos quebrarse por menos. Tú llevas días cargando con todo. Trabajando, conteniendo emociones, viajando, sosteniéndome a mí, sosteniendo a la empresa. --
-- Es mi responsabilidad. --
-- No. -- La voz de Maximiliano fue más baja, más honesta. -- No deberías cargar con todo tú sola. --
Elena sintió un pequeño golpe emocional en el pecho, uno que la tomó por sorpresa.
-- No quiero perderte. -- Le dijo Maximiliano, y el silencio. Se hizo más profundo.
Elena parpadeó, confundida.
-- ¿Perderme? --
-- Sí. no como la empleada. Cómo... -- Se detuvo, atrapado a sus propias palabras.
-- Como persona. Eres indispensable en mi vida. De formas que no debería admitir. --
Elena inhaló lentamente. Nunca había escuchado a Maximiliano hablar así. Nunca lo había visto tan vulnerable.
-- Maximiliano. --
-- Solo prométeme. Que descansarás este fin de semana. Que te desconectarás. Que te cuidaras. --
Elena lo observó un largo rato. luego sonrió, cansada pero sincera.
-- Está bien. Lo prometo. --
Maximiliano respondió aliviado. -- Gracias. --
Pero lo que ninguno de los dos dijo, lo que quedó flotando entre ellos como una verdad sincera, fue simple.
Esa semana los había cambiado.
Había entrelazado sus vidas más de lo que habían admitido.
Había derribado muros que creían indestructibles.
Y lo peor. O quizás mejor. Era que ambos lo sabían.
La pregunta es. ¿Maximiliano está enamorado de Elena? O su preocupación por ella, es simplemente de jefe a empleada.
no está enamorada ni tampoco necesita esa acuerdo matrimonial 🤔🤨