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Lo Que Debía Permanecer Oculto

Lo Que Debía Permanecer Oculto

Status: Terminada
Genre:Romance / Época / Fantasía épica / Edad media / Completas
Popularitas:793
Nilai: 5
nombre de autor: MIS HISTORIAS

Kaela Norwyn nunca buscó la verdad. Pero la verdad la encontró a ella.
Tras la muerte de su madre, Kaela inicia un viaje hacia lo desconocido, acompañada por un joven soldado llamado Lioran, comprometido a protegerla… y a proteger lo poco que queda de un apellido que muchos creían extinto. Lo que comienza como un viaje de descubrimiento personal, pronto se transforma en una carrera por la supervivencia: antiguos enemigos han regresado, y no todos respiran.
Perseguidos por seres que alguna vez estuvieron muertos —y no por decisión propia—, Kaela y Lioran desentrañan un legado marcado por pactos silenciosos, invocaciones prohibidas y una familia que hizo lo impensable para mantener a salvo aquello que debía permanecer oculto.
Entre la lealtad feroz de un abuelo que nunca se rindió, el instinto protector de un perro que gruñe antes de que el peligro se acerque, y el amor contenido de un joven

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Capitulo 9

El mercado del Vado Gris vibraba con su energía habitual: aromas a pan recién horneado, frutas de montaña, especias exóticas y telas que bailaban con el viento. Lioran paseaba solo, observando un mapa de distribución en un puesto comercial. Niebla caminaba a su lado, olfateando todo con atención, como si cada rincón de la ciudad fuera terreno por patrullar.

Fue entonces que una joven apareció.

Vestía un sobrio vestido azul, con trenzas recogidas y una sonrisa calculada. No era vulgar, pero su mirada era demasiado directa. Se acercó a Lioran con paso firme y voz suave.

—Disculpa… ¿necesitas ayuda con eso? Podría mostrarte los accesos hacia los sectores de carga. O simplemente… acompañarte.

Lioran levantó la vista, sorprendido, con el mapa aún en las manos.

—Estoy bien. Gracias.

—Eres el prometido de la nieta del patrón, ¿verdad? —sonrió, inclinándose apenas hacia él—. Supongo que eso significa que tienes… influencia.

Antes de que Lioran pudiera dar un paso atrás o responder algo más severo, un ladrido profundo y vibrante retumbó en la plaza. Fue seco. Firme. Autoritario.

Niebla, que hasta ese momento parecía indiferente, se plantó entre Lioran y la joven con el cuerpo tenso y los colmillos apenas descubiertos. Su ladrido siguiente fue aún más fuerte, lo suficiente para hacer que la joven se detuviera en seco.

—¡Oh! ¿Qué… qué le pasa?

—Él tiene buen instinto —dijo Lioran en tono neutral, sin moverse.

Y entonces, una voz aún más firme resonó desde el borde de la plaza.

—¿Qué está pasando aquí?

Eldran apareció entre la multitud, bastón en mano, frunciendo el ceño. Había reconocido el ladrido desde varias calles atrás… y no necesitó ver más para entenderlo todo.

—¿Acaso Niebla tuvo que recordarte que no te acerques a lo que no te corresponde? —dijo el anciano, mirando fijamente a la joven.

—Señor Norwyn, yo solo quería saludar. No fue—

—¿Saludar? —interrumpió con sarcasmo—. A mi futuro yerno, mientras mi nieta no está. Qué oportuna coincidencia. Suerte que no todos se dejan engañar por sonrisas.

La joven, ruborizada, dio un paso atrás.

—No quise…

—No te esfuerces —dijo Eldran con una sonrisa afilada—. Niebla ya juzgó por todos.

Y con eso, la muchacha desapareció entre los puestos.

**

Pocos minutos después, Kaela llegó al mercado con paso tranquilo. Al ver a Lioran desde lejos, aceleró un poco. La luz del sol bajaba fuerte entre los toldos, y la capa que llevaba era muy ligera.

Lioran, sin decir nada, se quitó su capa más gruesa y la colocó sobre sus hombros con cuidado. Luego le ofreció el brazo, que ella tomó sin protestar.

—¿Qué pasa? —preguntó Kaela, sorprendida.

—Sol fuerte —respondió él—. Y… aún había ojos observando.

Kaela entrecerró los suyos, divertida.

—¿Solo el sol?

—En su mayoría —dijo Lioran, mirando hacia otro lado.

Eldran los observaba a unos pasos, de brazos cruzados. Niebla, sentado junto a él, aún vigilaba como si no estuviera del todo convencido de que el peligro se hubiera ido.

—¿Es necesario que le pongas una bandera también? —murmuró Eldran—. Porque entre la capa y el brazo, los estás espantando más que Niebla.

**

Ya de vuelta en la mansión, después de una comida ligera, Kaela estaba sentada junto al ventanal de la sala de estudio. Eldran entró con su bastón y una taza de té en la mano.

—Hoy pasó algo curioso en el mercado —dijo con fingida inocencia.

—¿Ah, sí?

—Una joven intentó ganarse a tu prometido mientras tú elegías cuadernos. Fue Niebla quien ladró primero. Yo solo fui a evitar que el perro la muerda… o que Lioran cometa una estupidez.

Kaela alzó una ceja. Justo en ese momento, Lioran entró, con Niebla detrás.

—¿Me acusaron de algo?

—De haber aceptado flores invisibles —replicó Eldran—. Pero Niebla lo evitó. Y tú, claro, marcaste territorio como buen muchacho, arropando a mi nieta con una capa ante los ojos de media ciudad.

Lioran se aclaró la garganta.

—Lo de la capa fue por el sol. Y porque la joven aún estaba cerca.

—¡Ja! —resopló Eldran—. No fue por la muchacha. Fue por los cinco chicos que estaban mirándola como si fuera la última estrella del firmamento.

Kaela se rió a carcajadas.

—Así que ¿me arropaste por celos?

Lioran intentó no sonrojarse, pero falló miserablemente.

—Fue… estrategia preventiva.

Eldran se apoyó en su bastón, sonriendo con orgullo burlón.

—Estrategia de un ladrón enamorado, eso fue.

**

Y mientras la tarde se llenaba de luz dorada, entre bromas, ladridos y miradas cruzadas, la familia Norwyn seguía creciendo.

Porque a veces, proteger a los que amamos no requiere espadas…

solo una capa,

un brazo extendido,

y un perro que siempre, siempre, ladra en el momento justo.

**

La noche había caído sobre el Vado Gris con una tranquilidad inusual. El viento soplaba suave entre los cipreses, y la gran casa permanecía en silencio, a excepción del crujido ocasional de la madera antigua y del murmullo suave del fuego ardiendo en la chimenea del salón principal.

Kaela, Lioran y Eldran estaban allí, sentados frente al fuego, rodeados de cajas antiguas rescatadas del compartimento secreto que habían descubierto semanas atrás. Algunos documentos estaban ya clasificados, otros aún sin revisar, pero esa noche ninguno tenía prisa. Solo el deseo de entender.

Niebla dormía frente al hogar, la cabeza sobre las patas, en ese duermevela vigilante que solo él dominaba.

—Estas pertenecían a Aelira —dijo Eldran, acariciando con una mano la tapa de una caja de madera vieja—. Las guardó durante la guerra. Muchas de estas cosas ni yo las había vuelto a ver.

Kaela abrió con cuidado una caja más pequeña, reforzada con tiras de cuero. Dentro había frascos sellados, un diario con candado oxidado… y un objeto envuelto en una tela de lino azul.

Lo sacó con cuidado.

Era… una especie de pandero. Circular, de madera tallada con filigranas delicadas en forma de hojas y estrellas. No tenía campanillas, y no producía ningún sonido al agitarlo. En uno de los costados, había un pequeño hueco con forma hexagonal, como si algo encajara allí perfectamente.

Eldran frunció el ceño.

—Eso… no lo había visto en mi vida.

Lioran se inclinó para verlo mejor.

—¿Un instrumento sin sonido?

—No —dijo Kaela, con los ojos fijos en el hueco tallado—. Esto no es para sonar. Es… una cerradura.

Los dos hombres la miraron.

Kaela se puso de pie y fue a su habitación. Regresó al cabo de un minuto, con una pequeña cadena colgando de su cuello. De ella pendía una llave de plata, con el mismo diseño hexagonal que el hueco del objeto.

—Mi madre me la dio antes de morir —explicó, con voz suave—. Nunca me dijo para qué servía. Solo que debía guardarla… hasta que encontrara algo que “me respondiera sin palabras”.

Eldran se inclinó hacia adelante, muy despacio.

—Ella… nunca me habló de eso. Pero ese símbolo —señaló una pequeña estrella tallada en el borde— era el sello de su madre, tu abuela. Esto no es un instrumento. Es… un mecanismo.

Kaela, con el pulso acelerado, insertó la llave en la ranura.

Encajó.

Y con un clic profundo, el círculo de madera se abrió en dos mitades, revelando un interior hueco… donde descansaba un pergamino enrollado.

Lioran lo tomó con sumo cuidado y lo extendió sobre la mesa.

Era un mapa.

Pero no un mapa común.

El dibujo mostraba montañas, caminos, símbolos antiguos… y una estrella rodeada por un anillo de lágrimas negras. En el reverso, una inscripción en caligrafía fina decía:

“Cuando la sangre se reencuentre con su origen, el guardián dormido señalará la puerta.

No es poder lo que aguarda… sino verdad.”

Kaela se sentó lentamente, sin apartar los ojos del pergamino.

—Esto no era solo una herencia… —susurró—. Era una búsqueda.

Eldran exhaló hondo.

—Y la llave estaba contigo todo el tiempo.

Lioran observó el mapa con gesto concentrado.

—Esto podría ser un sitio antiguo. Algo olvidado a propósito. Tal vez la razón de todo el silencio.

Kaela asintió, mientras acariciaba la llave que aún colgaba de su cuello.

—Y ahora… nos está llamando a encontrarlo.

Niebla se levantó en ese momento y caminó hasta el mapa. Lo olfateó, luego se tumbó junto a Kaela, con los ojos clavados en el fuego.

Como si también entendiera que lo que habían abierto no era solo un objeto… sino un camino.

Un camino que la sangre, los símbolos… y un secreto no revelado desde hace una generación, acababan de poner nuevamente en marcha.

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