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Alana

Alana

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Diferencia de edad
Popularitas:3.6k
Nilai: 5
nombre de autor: NELSI BLANCO

Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de

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capítulo 10

Alana tomó una fotografía rápida de esa página con su teléfono, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. No solo sostenía la evidencia del adulterio y la traición, sino también la confirmación de la existencia de su hermana y los detalles del plan de divorcio.

De repente, una voz resonó en el pasillo, justo detrás de ella.

“¿Qué crees que estás haciendo, Alana?”

Fernando estaba allí, mirándola con una furia que parecía amenazar con estallar en cualquier momento. La había seguido. La había acorralado sin dejarle margen de maniobra.

Alana cerró el archivador de manera abrupta, haciendo que el sonido resonara en la habitación. Luego, se dio la vuelta con determinación para enfrentarlo, asegurándose de que la agenda de cuero quedara parcialmente oculta bajo la tela de su suéter. Su mirada era intensa, reflejando tanto frustración como una necesidad urgente de expresar lo que sentía.

La sombra de Fernando cubrió a Alana. Su rostro, normalmente arrogante, se había contorsionado en una máscara de rabia helada.

​"Devuélveme eso, Alana," siseó, dando un paso adelante. Sus ojos se clavaron en el bulto sospechoso bajo el suéter de ella. "Sabía que eras una rata. Siempre la niña del orfanato, husmeando donde no debe."

​Alana sintió que el miedo la inundaba, pero lo usó para darle filo a su voz. Ya no era la esposa asustada; era el peón que había descubierto cómo jaquear al rey.

​"¿Rata? No. Soy la pieza de ajedrez que acaba de darse cuenta de que vale más que un voto en la junta directiva," respondió Alana, manteniendo el cuerpo tenso entre él y el Archivador Secreto.

​La expresión de Fernando se congeló. La mención del voto le quitó el aire. Era el secreto que solo él, su tía, y sus padres conocían.

​"¿De qué demonios hablas?" Intentó sonar convincente, pero la duda se reflejó en sus ojos.

​"Hablo de mi valor real," dijo Alana, sintiendo cómo el poder la invadía. "Me casaste porque soy la hija de los Alvarado. El Contrato Matrimonial aseguraba que tus padres obtuvieran un voto más en la junta para la próxima elección. Lo escuché, Fernando. Escuché a tu tía Helena. Todo mi matrimonio fue un puto negocio corporativo."

​Fernando, completamente desarmado por la precisión de la información, intentó una distracción violenta. Se abalanzó hacia ella.

​"¡No te atrevas a tocarme!" Alana retrocedió un paso rápido, pero no para huir.

​Sacó la agenda de cuero, abriéndola en la página de las anotaciones y mostrándosela brevemente antes de volver a guardarla.

​"Y no solo sé que soy un voto, Fernando. Sé que tienes las Cláusulas de Divorcio listas en el Anexo A de la agenda, y sé que ya estás negociando mi salida. Pero hay algo más que no esperabas."

​Alana tomó aire, clavándole la mirada. Esta era su bomba final.

​"Sé de mi hermana," declaró. "Catalina Alvarado. Sé que la conoces y que tienes su número de teléfono aquí. Ella también está involucrada en la jugada, ¿no? Si yo soy un voto, ¿qué es ella? Mi hermana, a quien me prohibiste buscar, es la única familia que tengo, y tú la estás usando."

​El color abandonó el rostro de Fernando. El adulterio, el divorcio, todo era secundario. El secreto de Catalina era el que protegían con más celo.

​"Tú no sabes lo que dices. Catalina no tiene nada que ver..." balbuceó, su voz perdiendo toda su autoridad.

​"Sí, lo sé," interrumpió Alana, sintiendo el triunfo amargo en la boca. "Y ahora que tengo la verdad, la única opción que te queda es que yo salga de este edificio ahora mismo con esta agenda, sin que nadie me toque. Si me detienes, si me tocas, o si la agenda desaparece, la llamaré a ella, a Catalina, y le contaré cada detalle de tu farsa. Luego se lo enviaré a tus padres y a la prensa."

​Alana se acercó a la puerta del pasillo, sintiendo que el aire se liberaba.

​"¿Qué quieres?" preguntó Fernando, sus manos temblando de rabia contenida.

​"Quiero que me dejes ir. Y luego, quiero que esta farsa termine. Nos vemos en casa. Vamos a tener una conversación final sobre el Anexo A y el precio de mi silencio."

​Alana se dio la vuelta y salió corriendo, sin mirar atrás. Tenía la agenda. Tenía la verdad. Lo más importante, tenía a Catalina.

​Había entrado a la empresa como la esposa asustada, y salía como una guerrera, lista para el combate final en el campo de batalla que era su propio hogar.

Alana condujo de vuelta a la mansión de los Fuente, no como un refugio, sino como la guarida del león donde iba a celebrar su reunión. Sabía que Fernando llegaría pronto, furioso y listo para la batalla.

​Se encerró en el vestidor, el único lugar con una cerradura efectiva. Sacó la agenda de cuero y su teléfono. No podía esperar. Necesitaba saber si Catalina era real, si era una víctima como ella, o si era otro señuelo de la familia Fuente.

Abrió la agenda en la página final y marcó el número con dedos temblorosos. Era la decisión más arriesgada que había tomado.

​El teléfono sonó tres veces antes de que una voz respondiera, una voz clara, con un acento que sugería que había vivido fuera del país.

​"¿Diga?"

​Alana tuvo que tomar aire para hablar, sintiendo un nudo en la garganta.

​"Hola. Mi nombre es Alana Alvarado Blanco. Te llamo por un número que encontré en una agenda de alguien llamado Fernando Fuente."

​Hubo un silencio profundo en la otra línea.

​"¿Quién eres tú?" La voz se hizo instantáneamente cautelosa.

​"Soy... soy tu hermana," dijo Alana, la palabra se sintió extraña y poderosa. "Nuestros padres nos abandonaron a las dos, pero a mí me dejaron en un orfanato cuando tenía cinco años. Mi madre era Ana Blanco y mi padre era Vicente Alvarado. Soy la hermana mayor que no conociste."

Otro momento de silencio, más tenso. Entonces, la voz al otro lado se quebró.

​"¿Alana? ¡Dios mío! Eres real. Pensé que Fernando me estaba mintiendo. Soy Catalina Alvarado." Un sollozo reprimido se escuchó. "Fernando me dijo que me pusiera en contacto con él si volvía al país, porque... porque era la única forma de que yo pudiera conseguir mi pasaporte y mis documentos de vuelta. Me dijo que te habías casado con él y que estabas bien."

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Omis Mendoza
está muy buena La novela no demore mucho los capítulos quiero ver La cara del aristócratico sin celebró dé Fernando
Omis Mendoza
que maldito ojalá ella sea más inteligente y sé largue de ese infeliz y sé haga una mujer fuerte y empoderada
Omis Mendoza
era dé esperarse ésa situacion todo lo que brilla no es oro
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