 
                            Rein Ji Won, la inalcanzable "Reina de Hielo" del Instituto Tae Son, es la heredera de un imperio empresarial, y por lo mismo un blanco constante. Su vida en la élite de Seúl es una jaula de oro, donde la desconfianza es su única aliada.
Cuando su padre Chae Ji Won regresa de un viaje de negocios que terminó en secuestro, trae consigo un inesperado "protegido": Eujin, un joven de su misma edad con una sonrisa encantadora y un aire misterioso que la intriga de inmediato. Rein cree que su padre solo está cumpliendo una promesa de gratitud. Lo que ella no sabe es que Eujin es un mercenario con habilidades letales y un contrato secreto para ser su guardaespaldas.
La misión de Eujin es clara: usar todo su encanto para acercarse a la indomable heredera, infiltrarse en su círculo y mantenerla a salvo.
En el juego del lujo, las mentiras y el peligro, las reglas se rompen.
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Capítulo 11: La Experiencia de la Emperatriz
...La Confrontación en la Oficina...
El silencio en la modesta oficina de Epsilon Security era tan denso que Eujin podía escuchar el latido de su propio corazón. Él, el hombre que había desmantelado redes de hackers internacionales y sobrevivido a un campo de entrenamiento ruso, se sentía como un adolescente sorprendido.
Frente a él, Rein Ji Won era una visión de poder implacable. Su traje, el aroma de su perfume de alta costura, y esa mirada azul profunda, todo gritaba la élite de Seúl. Su presencia empequeñecía el escritorio, la silla y el hardware de alta gama de Eujin.
Eujin tardó un momento en encontrar la voz.
—Rein. No esperaba…
—¿Esperabas una llamada de mi asistente? Necesitaba un pretexto para llegar a ti sin levantar alarmas —dijo Rein, su tono era frío y profesional, pero Eujin sintió la tensión bajo la superficie—. Me parece que tu oficina es más modesta de lo que esperaba, Eujin. Un poco... rural.
Rein hizo un gesto vago hacia las paredes blancas, pero Eujin notó que sus manos se aferraban al borde de su escritorio. Ella estaba nerviosa, y eso lo tranquilizó un poco. Ella estaba en modo de contención, la misma táctica que usaba para mantener a raya a Dae Kim.
—Busan es más honesto que Seúl, Rein. Y esta oficina me da la discreción que necesito. ¿Qué quieres decir con que eres mi socia?
Rein suspiró, el sonido era leve, pero traicionaba su nerviosismo. Se obligó a sentarse en la silla de visitantes, cruzando sus piernas perfectamente.
—Mi padre vendió su parte de la corporación. No se sentía bien después de todos los escándalos del Primer Ministro Kim y Dae. Me dejó la dirección y una participación mayoritaria. Ji Won Global necesita un socio de ciberseguridad que sea implacable y, sobre todo, leal. He investigado tu progreso, Eujin. Tu trabajo en 'Epsilon' es impecable.
—¿Siete años buscándome? —preguntó Eujin, el escepticismo mezclado con la profunda emoción.
—Siete años. No soy una mujer que olvida sus inversiones. O sus promesas.
Ella hizo una pausa. La mención de las amenazas en Seúl era inevitable.
—El Primer Ministro Kim ha sido reemplazado. Y Dae Kim sigue siendo el mismo bufón. Es un político, un mujeriego incorregible. Me pide matrimonio casi cada semana para asegurar su futuro político, aunque nunca hemos tenido alguna relación más allá de sociedad. No es una amenaza. Y tu viejo batallón fue desmantelado. Ya no hay peligro.
Eujin sintió la necesidad de saltar el escritorio y tomarla en sus brazos. Siete años de contención amenazaban con estallar.
—¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes?
—Antes no estaba lista. Antes necesitaba ser más fuerte. Estaba estudiando Finanzas en Harvard y en Wharton. Necesitaba construir mi propia fortaleza para no necesitar la protección de nadie. Y de paso, para asegurarme de que mi futuro socio no se fuera a la quiebra.
Rein sonrió ligeramente. El sarcasmo era un bálsamo.
—Y en cuanto a las viejas heridas, hice las paces con Yuna. Después de que te fuiste, me vio destrozada. Ella no pudo entenderlo, pero me ayudó a recomponerme. Ahora somos... amigas. Una alianza extraña, pero funcional.
—¿Y ahora vienes a mi vida con un contrato?
Rein se levantó, su voz se volvió más firme, el contrato profesional era la única máscara que les quedaba.
—Vengo a Busan por una semana. Quiero un acuerdo. Epsilon se fusiona con Ji Won Global Security. Pero necesito asegurarme de que el hombre que dirige esta empresa es honesto. No hablo de sus habilidades en código, sino de su carácter. Por lo tanto, necesito pasar esta semana contigo. Quiero ver tu vida, tu rutina. Si no me convences, me iré
—¿Quieres auditar mi vida personal, Rein?
—Quiero asegurarme de que mi futuro socio es digno de mi confianza, Eujin. Y que no volverá a huir.
La acusación no era un golpe, sino una herida emocional. Eujin lo entendió. Ella no quería un socio. Quería una confirmación de que él también estaba listo.
—De acuerdo, Ji Won. Trato hecho. Una semana. Mañana te recojo en tu hotel. Pero te lo advierto, mi vida no es la sala de juntas. Es trabajo duro y tierra.
—Me parece perfecto. Y por cierto —Rein lo miró, y la frialdad se rompió por un instante de puro anhelo—. Búscame en tu camioneta. Quiero sentir la experiencia completa de tu vida.
...La Rutina y la Tensión Silenciosa...
A la mañana siguiente, Eujin se presentó en el hotel de Rein en su camioneta pick-up, limpia pero sin pulir. Rein salió del hotel, vestida con jeans ajustados y una camisa de algodón, con unas botas de trabajo elegantes. Era ropa cómoda, pero no barata.
Subió al asiento del pasajero con la naturalidad de alguien que estaba destinado a ese lugar.
—Buenos días, socio —dijo Rein, su voz era un murmullo suave.
—Buenos días, Ji Won.
La tensión entre ellos era palpable, pero la química era innegable. Sus manos se rozaron accidentalmente al encender la radio. Eujin sintió el choque eléctrico. Se sentaron en silencio mientras él conducía hacia las colinas.
—¿A dónde vamos primero? —preguntó cansada de la calma del camino Rein.
—A la granja. El primer día es la distribución y el trabajo manual. Quiero que conozcas a mis abuelos. Son mi vida, Rein.
Rein se quedó en silencio nuevamente por un momento, mirando por la ventana.
—Quiero conocerlos. Gracias.
# La Granja, el Corazón de Eujin
La llegada a la granja fue un choque para Rein. Ella, acostumbrada a la mansión de Seúl, vio la pequeña casa de hanok como un nido de paz. El huerto era vibrante, el aire olía a tierra y a mar.
El Abuelo Min, alertado por Eujin, salió a recibirlos. Rein ejecutó una reverencia profunda y respetuosa, la misma reverencia que reservaba a los políticos más poderosos.
—Abuelo. Ella es Rein Ji Won. Mi... socia.
—¡Qué chica tan hermosa! —exclamó el abuelo, su rostro arrugado de bondad, tomando la mano de Rein—. Eres tan elegante. Eujin nos habló mucho de ti hace años. Me alegra que lo hayas encontrado.
Rein se sonrojó ligeramente. El abuelo Min no tenía filtros.
Entraron en la casa, donde la Abuela Min estaba acostada en la cama. El abuelo se acercó a ella con una ternura infinita.
—Mi amor. Mira quién ha venido a vernos.
La abuela miró a Rein. Por un momento, su mirada se aclaró, como si el pasado se superpusiera con el presente.
—Oh, ¡eres la mujer más hermosa que he visto jamás! —dijo la abuela, con una lucidez impresionante.
Rein, la Reina de Hielo, se acercó a la cama y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Gracias, abuela. Usted también es muy hermosa.
—Mi Eujin-ah... —dijo la abuela, tomando la mano de Rein y luego la de Eujin, uniéndolas—. El apuesto joven me cuida y me lee todos los días. Te leerá a ti también. Él es un buen hombre, cuídalo por favor.
La conexión emocional era abrumadora. Rein se dio cuenta del hombre en que Eujin se había convertido: noble, tierno y dedicado. Se le rompió el corazón ante la dulzura de la escena.
...La Fricción en el Supermercado...
El ambiente se tensó considerablemente cuando Eujin y Rein llegaron al Supermercado Lim para entregar las verduras.
Seo-Yeon Lim estaba allí, y su rostro se congeló al ver a Rein Ji Won bajando de la camioneta de Eujin con una naturalidad alarmante. Su ropa cómoda, lejos de suavizarla, la hacía parecer una guerrera lista para la batalla.
—Eujin, ¿Quién es esta? —preguntó Seo-Yeon, con un tono más frío que un congelador.
—Seo-Yeon, ella es Rein Ji Won, mi nueva socia de negocios. Rein, ella es Seo-Yeon Lim, nuestra mejor cliente.
Las dos mujeres se miraron. El aire se cargó con el choque de las rivalidades.
—La socia de Seúl. Esperaba a alguien más... de negocios —dijo Seo-Yeon, con un tono venenoso.
—Y yo esperaba que una 'mejor cliente' tuviera un servicio más rápido —respondió Rein, con su sarcasmo de élite activado.
Eujin intervino, sintiendo el desastre inminente.
—¡Bien! Dejemos las hostilidades. Seo-Yeon, tengo los huevos de gallina feliz. Rein, ven a ayudarme con las cajas.
Mientras Eujin se alejaba, Seo-Yeon se acercó a Rein.
—No sé qué haces aquí, mujer de Seúl. Pero Eujin es de este pueblo ahora y no necesita que lo secuestre una heredera.
—No lo estoy secuestrando, él ya me pertenece. Y te sugiero que te concentres en los vegetales o no te pagarán por cotillear tanto.
Rein estaba celosa. La familiaridad de Seo-Yeon con Eujin la picó, y el hecho de que Seo-Yeon fuera tan parte de la vida cotidiana de Eujin la sintió como una amenaza.
...La Distracción Culinaria...
Para el final del día, Eujin llevó a Rein al local de Joon Sou-min. El local era pequeño, acogedor y olía gloriosamente a especias y salsa de gochujang.
Joon, el cocinero bromista, se presentó inmediatamente.
—¡Eujin-hyung! ¡Y esta debe ser la socia de la que tanto hablaste! —Joon sonaba alegre, mirando a Rein —¡Bienvenida! Mi restaurante es el único lugar donde Eujin se pone nervioso por la comida.
El hombre ex mercenario sonreía para su invitada.
—Es la mejor comida que he probado, Rein. Te va a encantar.
Rein, por primera vez en un tiempo, se relajó. El gimbap y el tteokbokki de Joon eran realmente espectaculares.
—Es delicioso, Joon. Tienes que abrir en Seúl. Yo puedo invertir.
—¡Me gusta esta mujer, Eujin-hyung! —dijo Joon, dándole un codazo a Eujin—. Finalmente alguien que aprecia mis talentos. No como Eujin, que solo me cuenta sus problemas de servidores.
La cena se convirtió en un festival de bromas y complicidad. Joon, con su encanto natural, no tardó en contar historias vergonzosas de Eujin en la universidad, su obsesión con el café y su incapacidad para bailar.
—Una vez, en una fiesta de la universidad, intentó bailar... ¡y se movía como un robot de seguridad! ¡Tuvimos que sacarlo de la pista! —se burló Joon.
Rein se rió con ganas, una risa que Eujin casi había olvidado. El sonido era puro.
—¿El granjero que baila como un robot? Me lo tienes que mostrar.
Eujin estaba avergonzado, pero la visión de Rein disfrutando del momento era un tesoro invaluable para él.
—¡Ya basta, Joon! Eres un traidor.
El ambiente se había vuelto cálido, íntimo. La máscara de "socios" se había agrietado.
...El Reclamo de la Noche...
Eran cerca de la medianoche cuando Eujin llevó a Rein de vuelta a su hotel. La camioneta se detuvo, y el silencio de la noche era una invitación.
Rein se giró en su asiento. Sus ojos oscuros estaban cargados de emoción.
—Tu vida es hermosa, Eujin. Tienes amor, tienes un hogar. Te has convertido en un hombre increíble.
—Lo hice por ti —dijo Eujin, la verdad era un nudo en su garganta.
—Yo también lo hice por ti. Me volví imparable, para que nadie pudiera volver a usar mi debilidad contra ti.
La distancia se rompió. Eujin se inclinó sobre la consola central, y la besó. El beso fue salvaje, desesperado, lleno de siete años de anhelo y sueños rotos. Sus manos se aferraron al cabello y al rostro del otro.
—Te extrañé —murmuró Eujin, su corazón martilleando contra sus costillas.
—Te extrañé mucho, Eujin. Cada día. Cada noche —respondió Rein, su voz ronca por la emoción.
Rein se separó ligeramente. Sus ojos se encontraron, y la pregunta no necesitaba palabras.
—Sube conmigo —pidió Rein, su tono era firme, pero la vulnerabilidad era evidente.
Eujin no dudó. La moralidad, el contrato, el miedo, todo se disipó ante la necesidad de ella.
—Tú mandas, Ji Won.
Subieron a la lujosa suite de Rein. La vista de Busan de noche era espectacular, pero solo había una cosa que importaba.
La ropa cayó al suelo con rapidez. No hubo profesionalismo. Solo la urgencia de dos personas que se habían esperado por una eternidad. El amor y la pasión se desataron. El sexo fue una reconexión de almas, un pacto sellado en la oscuridad. Eujin sintió que regresaba a casa, no a Busan, sino a los brazos de Rein.
Esa noche, bajo las sábanas de seda, no eran la heredera y el mercenario, ni la CEO y el socio. Eran solo Rein y Eujin, dos almas que habían luchado por su amor y que, finalmente, lo estaban reclamado.
El pacto se había renovado: él se había reconstruido. Y ella lo había encontrado.