"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
NovelToon tiene autorización de Mandarino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Fuego en el amanecer
El amanecer apenas despuntaba cuando un grito desgarró la calma de la mansión Valemont.
—¡Aelinaaaa! —era la voz de una de las sirvientas, aguda y rota por el pánico.
Aelina se incorporó de golpe, el corazón martillando. No perdió tiempo en buscar zapatos; corrió hacia la puerta y la abrió. Un aire cargado de humo le golpeó el rostro.
El ala este ardía. Las llamas devoraban paredes y cortinas, y el crepitar del fuego se mezclaba con gritos y órdenes.
"Han atacado."
Se lanzó descalza por los pasillos. Entre la confusión, vio a Lucas en plena acción, espada en mano, la armadura mal ajustada, como si la hubiera ceñido mientras corría.
—Mi lady, retiraos al refugio, no es seguro aquí —dijo sin dejar de vigilar el pasillo.
Aelina lo agarró con fuerza del brazo.
—¿Mis padres?
—A salvo. Los hemos sacado. Pero… los atacantes buscan algo. O a alguien.
Aelina sintió el frío de la certeza.
—Me buscan a mí.
Lucas quiso replicar, pero un mensajero irrumpió jadeando.
—¡Mensaje urgente del duque Dravenhart! Pide refuerzos… ¡ahora!
Lucas soltó un bufido, casi un gruñido.
—Por los cielos… ¿también quiere jugar al héroe?
Aelina no contestó. En el fondo, sabía que Kael no actuaba solo por deber.
---
Pocos minutos después, los cascos de un corcel negro retumbaron frente a la mansión. Kael desmontó antes de que el animal se detuviera por completo y avanzó hacia ella con pasos decididos.
—¿Estáis bien? —preguntó, su voz sonando más afectada de lo que él mismo querría.
—Lo estoy… pero esta es solo la primera señal. Darius no se detendrá.
Kael tomó su mano, como si no pudiera evitarlo.
—Si toca a uno de los míos… no dejaré piedra sobre piedra —prometió, con un brillo acerado en los ojos.
Lucas apareció entonces. Al ver sus manos unidas, su semblante se ensombreció.
—Mi lady, debemos asegurar el ala norte.
Kael sostuvo un segundo más su mano antes de soltarla.
—Nos veremos pronto.
"Demasiado pronto", pensó Lucas, sintiendo la amargura en la garganta.
---
Cuando el fuego fue sofocado, Aelina se reunió con Aurelian en su estudio. Él parecía tan sereno que el contraste con el caos reciente era casi inquietante.
—Darius está perdiendo la sutileza —dijo con una media sonrisa—. Esto fue un movimiento desesperado… o una advertencia.
Desplegó un mapa sobre la mesa.
—Tengo información: planea mover un cargamento de armas para reforzar a sus hombres leales. Si lo interceptamos… su fuerza se resquebrajará.
Aelina lo observó, evaluando.
—¿Me ayudarás a hacerlo?
Aurelian sostuvo su mirada, y sus ojos brillaron con algo más que ambición política.
—Haré mucho más que eso, mi lady. A estas alturas… no permitiré que nadie os toque.
Se acercó un paso, bajando el tono.
—No sabéis cuántas noches he esperado que me pidáis algo más que consejos.
Aelina sintió un vértigo súbito.
"Aurelian… también tú…"
Pero la puerta se abrió de golpe. Lucas entró, sin molestarse en disimular su urgencia.
—¡Lady Aelina! El duque Dravenhart ha enviado una escolta personal para protegeros. Insiste en que paséis la noche en sus terrenos.
Aelina arqueó una ceja.
—¿Ordena… o solicita?
—Dice que si le niego protección, vendrá él mismo a buscaros —respondió Lucas, apretando la mandíbula.
Aurelian rió con suavidad.
—El duque empieza a perder su frialdad.
Lucas le lanzó una mirada que podría cortar acero.
—Y vos dejad de sonreír como si el corazón de mi lady fuera un trofeo.
Los dos hombres se tensaron, un duelo mudo en la mirada.
—¡Basta! —intervino Aelina, con la voz firme—. No seré motivo de vuestra disputa.
Se volvió hacia ambos.
—Iré a la Torre de Ébano. No por sumisión… sino porque será más seguro. Pero os quiero a los dos allí. Y con la espada en la mano, no con el ego en el pecho.
Lucas asintió, serio.
—Como ordenéis.
Aurelian sonrió ladeado.
—Será un placer.
---
Esa noche, Aelina llegó a la Torre de Ébano escoltada por Kael y sus mejores hombres. El salón privado estaba iluminado por el fuego, que proyectaba sombras danzantes en las paredes.
Kael la observó en silencio unos segundos, antes de hablar.
—Sé que os acercáis a todos nosotros con un propósito. Y que no debería importarme… pero me importa. Cada día más.
Se acercó lentamente.
—No os pido nada… solo que no me mintáis.
Aelina sostuvo su mirada.
—Nunca te mentiré, Kael. Pero no puedo ofrecerte mi corazón… aún.
Él alzó la mano y le acarició la mejilla con suavidad.
—Esperaré. Y si algún día decides entregarlo… no dejaré que nadie lo rompa.
Antes de que pudiera decir más, un grito resonó desde el exterior:
—¡Atentado! ¡Vienen por la lady!
Kael desenvainó su espada en un solo movimiento.
—Quedaos detrás de mí.
Pero Aelina ya tenía una daga oculta en la mano.
—No me esconderé.
---
El estruendo de madera rota llenó el salón. Hombres encapuchados irrumpieron, forzando las puertas.
Lucas apareció primero, la espada aún manchada de sangre.
—¡Lady Aelina! —se colocó delante de ella—. Por los dioses… no permitiré que os toquen.
Entre el humo, Aurelian avanzó, invocando hechizos que chisporroteaban en el aire.
—Que ardan en su propia codicia —murmuró.
Kael, Aurelian y Lucas se colocaron como un muro frente a ella, sus sombras proyectándose gigantes sobre las paredes.
Aelina, jadeante, los miró.
"Mi red… mi fuerza. Y tal vez… algo más."
---
El ataque fue repelido, pero no sin costo. Entre los cuerpos, un pergamino cayó de la mano de un atacante moribundo.
Aelina lo tomó y leyó:
"Si queréis salvar a vuestra familia, acudid sola mañana al Bosque Negro.
Sin aliados. Sin protección. O vuestra sangre pagará su precio."
El frío le recorrió la espalda.
"Han empezado a jugar con lo que más temo."
Lucas, al leerlo, explotó.
—No iréis sola. Os lo prohíbo.
Aurelian asintió con dureza.
—Si dais un paso fuera de esta torre sin nosotros… os seguiré hasta el infierno.
Kael habló al fin, la voz baja, peligrosa:
—Si vais… yo iré contigo. Aunque eso signifique enfrentar a todo el reino.
Aelina los miró, el corazón palpitando con fuerza.
"¿Hasta dónde estáis dispuestos a llegar… por mí?"
si ya se que hay muchas incoherencias en ciertos capitulos y lo estoy arreglando de a poco.
la verdad que no es muy buena idea hacer varias novelas al mismo tiempo.