El Hijo Ilegítimo Del Poderoso

Durante todo el trayecto, Kevin permaneció en silencio la mayor parte del tiempo. El joven aún sentía curiosidad por saber por qué lo habían llevado a la empresa de su nueva familia. Preguntarle al hombre que lo había invitado fue inútil, Harvez solo le daba respuestas que lo hacían sentir aún más curioso.

"¿Ya conociste a la gran señora?" Por enésima vez, el hombre que conducía el auto le hizo una pregunta al joven que estaba sentado a su lado.

"Sí, tío", respondió Kevin. Al principio, Kevin seguía llamando a Harvez "señor", pero Harvez se lo prohibió. "Hoy, cuando iba a desayunar, me encontré con la señora en la cama".

Harvez asintió varias veces con los ojos fijos al frente. "¿Cómo fue el recibimiento? Ella es buena, ¿verdad?"

Kevin sonrió mientras miraba a Harvez por un momento, luego volvió a mirar hacia la carretera. "Es amable y cálida. Una actitud que nunca he sentido de una madre, desde que nací en este mundo".

Harvez se quedó atónito al escuchar las palabras que salían de la boca de Kevin. El hombre incluso se giró y observó a Kevin por un momento.

Esta vez, Harvez optó por guardar silencio, aunque en su corazón había mucho que quería saber sobre Kevin.

Antes de llegar a la oficina de Black Diamond, Harvez llevó primero a Kevin a comprar ropa de trabajo. Al llegar al lugar de destino, fueron recibidos y atendidos de inmediato.

"Oh, sí, desde ayer he notado que no usas tu teléfono, ¿Vin? ¿No tienes teléfono o qué?", preguntó Harvez, después de que terminaron de comprar ropa y continuaron su viaje.

"Dejé mi teléfono a propósito en casa de Dirgantara", respondió Kevin. "Es un teléfono que ellos me compraron, así que no quiero llevarlo".

"Dios mío... entonces, mientras vivías allí, ¿nunca te resististe ni nada?", la curiosidad de Harvez sobre Kevin resurgió.

"Es inútil resistirse", respondió Kevin sin mirar a su interlocutor. "Incluso si estoy en lo correcto, ellos me seguirán culpando".

"Dios mío... Dirgantara es terrible", Harvez se enojó solo. "Pensé que la actitud dura de Dirgantara solo se mostraba hacia sus enemigos. Resulta que también es así con sus hijos".

"Pero eso solo se aplica a mí, tío", respondió Kevin. "Mientras viví allí, casi nunca lo vi reprender a otros niños con exceso de emoción".

"¡Hah! ¡Es realmente excesivo! ¿Cómo puede haber padres tan crueles?", la ira de Harvez era muy clara.

Kevin sonrió levemente. "Y tú, tío, ¿cómo estás? ¿Estás casado?"

"Ya tengo dos hijos", respondió Harvez. "Yo, que ya me esfuerzo por ser justo, a veces me siento culpable si uno de mis hijos se queja de que no soy justo a sus ojos. Pero Dirgantara, ¿cómo puede ser así? Cuando en público, siempre se comporta bien. Incluso a menudo organiza eventos de caridad con niños necesitados".

Kevin volvió a sonreír. Triste, en realidad, pero eso es lo que la gente ve. Una de las razones por las que Dirgantara es famoso es su amabilidad frente a los medios. Incluso Dirgantara no duda en mostrar su afecto a su familia frente a los periodistas y socios comerciales, excepto a Kevin.

"Entonces, ¿por qué no te fuiste antes? Nadira dijo que te sientes más cómodo viviendo en el campo?"

"No lo sé, tío, tampoco sé por qué pude ser tan tonto", dijo Kevin. "Tal vez en ese momento todavía era demasiado ingenuo, esperando que Dirgantara pudiera cambiar. Pero en realidad..." Kevin no continuó hablando, pero logró que él y su interlocutor sonrieran con tristeza.

"Está bien, olvida tu pasado. A partir de ahora, debes levantarte. Más aún ahora que tienes el título de la familia Hernández. Demuéstrale a tu familia que puedes vivir y tener éxito sin ellos".

Kevin volvió a sonreír y su corazón se sintió cálido. Kevin estaba feliz de recibir ese apoyo.

Como hombre adulto, por supuesto, Kevin también había pensado en lo que quería hacer para enfrentar su futuro.

Como estaban tan absortos en la conversación, sin darse cuenta, el auto que conducía Harvez había llegado al área de estacionamiento especial del edificio Black Diamond.

Kevin parecía torpe y nervioso, porque era la primera vez que ponía un pie en el rascacielos que estaba lleno de gente genial.

La llegada de Kevin atrajo de inmediato la atención de todos los que estaban dentro del edificio. Los susurros comenzaron a escucharse y se hacían conjeturas y preguntas entre ellos sobre quién era el joven que había venido con una de las personas más influyentes del edificio.

"Bienvenido, joven", dijo Hernández tan pronto como Kevin entró en su oficina. "Ven, hijo", el hombre le hizo señas a Kevin para que se sentara a su lado.

Además de Hernández, también había otros dos hombres que miraban la llegada de Kevin. Sus miradas parecían investigar mientras Kevin caminaba y se acercaba hasta estar listo para sentarse junto a Hernández.

"Espera un momento, señor", dijo Kevin de repente. La actitud del joven, por supuesto, llamó la atención de todos los ojos que estaban allí. Kevin incluso renunció a su intención de sentarse y avanzó lentamente con el ceño fruncido y una mirada muy enfocada.

"¿Qué pasa...?", la voz de Harvez se detuvo de inmediato cuando Kevin hizo una señal para que se callara.

Todos los ojos siguieron observando los movimientos de Kevin hasta que la mano de Kevin agarró algo y se lo mostró a todos, Hernández y los demás se sorprendieron al mismo tiempo.

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En otro lugar, precisamente dentro de otro rascacielos, parecía que un hombre estaba ocupado con su trabajo.

La pila de documentos sobre la mesa hizo que los ojos del hombre estuvieran muy enfocados hasta que no se dio cuenta de que la persona que trabajaba como su secretaria se acercaba a él.

"Disculpe, señor Dirgantara", saludó la secretaria. "Hay alguien que quiere reunirse con usted".

Dirgantara levantó la vista de inmediato. "¿Hay alguien que quiera reunirse conmigo?" La secretaria asintió. "¿Acaso hoy no hay reuniones ni encuentros con nadie?"

"Lo entiendo, señor, pero esa persona insiste en reunirse con usted".

"¡No!", respondió Dirgantara con firmeza. "Dile que si quiere visitarme y hablar de negocios, primero debe hacer una cita. Y también debes asegurarte de que la empresa que propone para la cooperación sea pequeña o grande".

"¿Y si se trata de una cooperación para destruir Black Diamond, no le interesa?", de repente, otra voz resonó e interrumpió los oídos de Dirgantara y su secretaria.

Dirgantara inmediatamente lanzó una mirada hacia la fuente de la voz. "¿Destruir Black Diamond? ¿Qué quieres decir?"

La figura dueña de la voz sonrió con cinismo mientras se acercaba. "¿Acaso no desea estar por encima de Black Diamond y convertirse en la empresa número uno? Si quiere que todo eso se haga realidad, puedo ayudarle y podemos trabajar juntos para destruir a Hernández, ¿qué le parece? Es una buena oferta, ¿no?"

Dirgantara no respondió de inmediato. El hombre guardó silencio y sus ojos miraron a su visitante, que aún estaba riendo.

"Primero dime, ¿cuál es tu plan?", dijo Dirgantara con cinismo. "El plan que muestres debe ser realmente brillante y tener una gran posibilidad de éxito, solo entonces podré considerarlo".

"Tranquilo", el hombre sonrió. "Después de que lo escuche, seguramente estará muy interesado".