La Princesa Doma Al Villano

En la novela original.

Capítulo 5.

⟨“...el cuerpo de Mei, azotado, arañado y con quemaduras que aún no habían sanado del todo. Se veía doloroso, pero aun así ella sonrió.

Él siguió tocando su piel desnuda, haciéndola retorcerse, haciéndola jadear.

Cuando él entrelazó sus manos y soltó un lindo quejido, ella anheló ver su rostro, anheló ver su reacción, pero no pudo.

Aunque fuera su esposa, no tenía permitido mirarlo a los ojos o siquiera mirar su rostro, así que la habitación siempre estaba en completa oscuridad.

Pero, se atrevió a mover sus delicadas y pequeñas manos. Tocaba el cuerpo desnudo de él, disfrutándolo. Entonces consiguió tocar sus labios, que aunque no podía verlos, anhelaba poder besarlos al menos una vez.

Trató de alzar su débil cuerpo e intentar besarlo. Pero, la voz fría de Hwan resonó antes de que ella pudiera hacerlo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, aún sintiendo los dedos de Mei en su mandíbula.

Ella jadeó.

—A-Ah y-yo solo quería besar-

—No hagas estupideces, solo quédate quieta.

Hwan nunca se atrevió a besarla. Durante más de veinte años de la vida de Mei sus labios no se tocaron ni siquiera una sola vez. Ni siquiera con su belleza mítica o cuerpo hermosamente esculpido ella consiguió persuadirlo.

“Has vuelto a ser codiciosa”—pensó.”⟩.

Ese fue un capítulo no tan explícito de la novela que solo estaba escrito para describir la relación algo torcida que tenían Hwan y Mei.

¿“Él nunca anheló besarla”? Pero este hombre,

Introdujo sus largos dedos en el cabello de mi nuca con cuidado, y con el pulgar jugueteó con el lóbulo de mi oreja.

Jadeó como si tuviera hipo, pero aun así no paró. Torció aún más su cuerpo alto y grande para estar cómodo. Inclinó más la cabeza y me empujó por la nuca, abriendo aún más la boca como si quisiera tragarme.

La Mei de la novela, incluso fuera hasta matado solo para conseguir un poco de esto.

¿Esto... fue lo que siempre anhelaste?

Mierda. Me estoy pasando.

Entonces, conseguí atrapar uno de sus labios, haciendo que se separara de mí.

Aparte de toda la pintura de labios que finalmente consiguió de los míos, la sangre comenzó a brotar de sus labios.

Hizo una mueca y se pasó la túnica por los labios, manchándola. Volvió sus ojos a mí en cuanto vio la maldita túnica llena de sangre.

—Literalmente, quieres arrancarme los labios.

No es lo único que quiero arrancarte, hijo de-

Ahg.

Su cuerpo aún seguía inclinado al mío, entonces pude alcanzar a agarrale la mandíbula. Él quitó esa mueca molesta.

—Hwan —llamé.

Noté que abrió los ojos aún más.

Quizás estaba un poco desconcertado.

Mei ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos, ¿cómo se atrevería a llamarlo por su nombre? Ni siquiera el emperador tenía permitido hacer algo así.

—¿No pudiste oírme con claridad aquel día? Nosotros, ya no somos amantes.

Una mujer de edad media apareció en el callejón y nos miró.

—Señorita, ¿Está bien? ¿No está siendo abusada?

Ella posiblemente no sabía que se trataba del príncipe heredero de Hwanhuan.

Hwan ignoró por completo a esa mujer y siguió mirándome fijamente.

—No vuelvas a besarme sin mi consentimiento —lo miré —para tus mierdas, busca una perra.

Esbocé una sonrisa después de soltarle la mandíbula bruscamente.

—Considera a la de ojos pintados de color carmesí.

Volví mi cuerpo y le levanté la mano a la señora, quien aún seguía observando desde un poco lejos, para que no se fuera.

Hwan miró la espalda de la mujer que se alejaba. Ni siquiera vaciló al alejarse.

Tocó sus labios, en los que tenía una mordida provocada por ella. Pero además de la sangre, también tenía lápiz labial, no cualquiera, sino el de ella.

Eso lo hizo sonreír solo, colorando ligeramente sus orejas.

—Mierda, me encanta.

...⚘...

Caminé tras la señora, mientras trataba de limpiar el labial corrido por mi boca disimuladamente.

La mujer esquivaba la multitud ágilmente, pero al ver mis fachas, regresó y caminó a mi lado.

—¿Ese desgraciado abusó de ti?

Me miró de reojo. Relentizó su paso cuando notó que estaba renqueando.

—¿Eres danzante esclava de Hwanhuan o alguna concubina del emperador o algo por el estilo? —preguntó cuando vio las ropas que llevaba puesta.

Esa mujer no tenía pelos en la lengua para decir las cosas.

Moví las pupilas rápidamente para examinarla.

Suspiré.

Debería largarme de aquí, solo la he usado para escapar de Hwan (aunque fuera escapado de todas formas). No tengo tiempo para hablar con viejas.

—No me mires así mocosa —me refutó.

Al parecer notó mi semblante lleno de fastidio.

Tengo que aprender a manejar mis muecas.

Paró de caminar y entró en un puesto de comida por el que pasaba la gente.

—Siéntate.

Inconscientemente, hice lo que dijo.

La mujer se puso un delantal un poco viejo pero limpio. Sacó una tabla del mesón y también verduras e ingredientes que nunca había visto en mi vida.

¿Es por la época?

Comenzó a cortar todo hábilmente con el cuchillo. Pasó ahí al menos unos veinte minutos sin decirme una palabra.

Reposé la cabeza en mi mano, perdiendo mi mirada entre toda la gente que iba y venía. Pensé seriamente en algo.

¡Me muero de hambre!

Un golpecito en la frente me hizo volver mi cabeza.

La mujer puso un tazón de comida frente a mí. No pude identificar exactamente lo que era, pero el olor me convenció de comerlo de inmediato.

—Escúchame bien, muchacha. No puedes ser una mierda con todos, ¿lo sabes? —me dijo, mirándome mal.

Bufé.

Quizás solo por esta vez puedo estar equivocada.

Agarré los palillos para comer y miré a la mujer.

—Lo siento.

Lo admití antes de comenzar a comer casi como si fuera un mendigo que llevaba días sin comer.

—No tienes que pagarlo. La verdad es que te ves bastante pobre —admitió —así que tomalo como una obra de caridad.

Escuché como la mujer soltó una risita de orgullo por su trabajo mientras me veía comer.