El Oscuro Corazón De La Emperatriz

En su oficina. Teresa había llegado antes, era importante tener puntualidad, y sin querer, siempre llegaba antes de la hora en su vida pasada, está vez, no era la excepción. El reloj sonó y fue entonces que era la hora que debía encontrarse con la marquesa.

No paso ni un minuto cuándo Constantine tocó la puerta anunciado su llegada, la abrió y con ello presentó a la marquesa Marlene.

— le presento a Marlene Western. Marquesa de la casa Western.

Con una sonrisa de oreja a oreja, la joven aristócrata hace una reverencia.

— es un placer ver a la emperatriz en persona.

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Realmente está chica radiaba alegría hasta por los codos. Constantine solo se queda observarla seriamente.

“¿Fue buena idea de su excelencia? Se ve una chica rara. He oído que es muy imperativa."

— gracias Constantine. Puede retirarte.

— a sus órdenes.

Una última observada a la marquesa y el fiel sirviente se va dejándola solas.

— cuando recibí su aceptación, me emocioné mucho. Llevaba meses insistiendo, y pido disculpas por ello.

— descuida. Fue mi culpa por no darte una respuesta con atención.

— se que ésto es una presentación para mostrarle mis trabajos. Así que me encargué de traerle lo mejor que he creado.

Marlene saca una carpeta y se lo entrega a la emperatriz. En su regazo descansa la carpeta repleta de diseños de vestidos y vestimentas, cada uno más deslumbrante que el anterior. Con una mirada atenta, Teresa revisa los bocetos, admirando la creatividad y la atención al detalle.

— estos diseños son únicos y originales. Veo que eres muy creativa.— afirma con una sonrisa, su voz resonando con una mezcla de autoridad y calidez.

Marlene, la diseñadora talentosa que ha entregado la carpeta, observa a la emperatriz con un brillo de emoción en sus ojos.

— ¿Cuál le gustaría, majestad?— pregunta, casi conteniendo la respiración.

— me encantan la mayoría de ellos.— responde Teresa con entusiasmo.— Pero hay un conjunto que me llamó especialmente la atención. Me gustaría que hiciera tres piezas, una para el emperador, el príncipe y para mí.

Marlene siente una oleada de alegría al escuchar la aprobación de la emperatriz.

— ¡Comenzaré a trabajar en ello de inmediato! Gracias, majestad, por su confianza en mi trabajo.— dice, su voz llena de gratitud.

La emperatriz asiente, sintiéndose satisfecha de poder inspirar y apoyar el talento de Marlene. Durante un par de horas recibiendo detalles de los diseños, Teresa sentía una extraña conexión con ella. No obstante, Constantine interrumpe dándole el siguiente anuncio; el almuerzo estaba listo. En ese entonces, Teresa dejó que él entrará a la habitación.

— Constantine, ¿Podrías dirigir a la marquesa a su espacio de trabajo?

La marquesa observó extrañada y habló.

— ¿Eh?... Majestad, una habitación... ¿Puedo preguntar por que?

— vives más allá de la capital, en la región del Claro de lirio. Me gustó el trabajo que presentaste. Y como entenderás, trabajaras para esta familia temporalmente. Tener tu propio despacho aquí facilitaría tu esfuerzo. Claro está que es tu decisión en rechazar esta opinión.

— ¡Oh, no, no, no! ¡Por supuesto que me gusta la idea! De hecho, estaba pensando como agilizar el trabajo. Pero su apoyo será de gran ayuda. Será un honor trabajar para usted.

Teresa le hizo un gesto asintiendo con seguridad. Ambos se marcha, más Marlene con una emoción desbordante.

La emperatriz llegó al comedor. En ella solo el pequeño príncipe estaba ahí. El emperador no se hace presente debido a que esta en la reunión con los alcaldes y superiores de las regiones cercanas.

— madre... Pensé que no vendrías.

— me desocupé para comer contigo.— sonrió suavemente causando un brillo en su rostro.

No era natural que ella mostrará algún tipo de gesto. Y mucho menos reí de esa manera tan suave. Así que inspiró a Gael en hablar en su día.

— hice... Hice toda mi tarea. Los maestros me felicitaron y hasta me dijeron que podía subir de nivel. Quise contárselo a ambos, pero... Padre no está.

Mencionó lo último con tristeza. Aunque entiende más o menos el trabajo de un emperador, aveces decaía por la ausencia de ambos. Teresa nota aquella inquietud y le explica.

— puedo fingir que no me has dicho nada... Y así, hacer que nos cuentes a ambos con la misma emoción. ¿Te parece? será nuestro secreto temporal.

— ¿Harías eso por mi? ¡Gracias madre!

Agregando a eso, Teresa sabía que a un niño le gustaba los premios o elogios de manera que a ellos le interese. Así que pensó y lo mencionó en alto.

— Gael. Quizás... Te gustaría ir conmigo a la capital.

— ¡¿En serio?!

En estos momentos no estaba Tania. Ella salió un momento para traerle el postre al príncipe. Teresa no lo sabía, así que al ver que el joven príncipe que terminó de almorzar, quiere llevarlo a pasear un rato.

La idea le gustó tanto al príncipe que no esperó más y se levantó de la silla. Él le hace el gesto para tomarle la mano, al principio él dudo, pero luego Teresa se lo toma asegurándole que todo estaría bien.

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En el pasillo, se encontró con Constantine. Se le veía agotado. No por le trabajo, sino por la marquesa.

— su majestad. Jamás la cuestionaría pero...

— ¿Sucedió algo con la marquesa?

— no... Realmente no. Es que ella es muy imperativa. Tenía que vigilarla de que no se cayera de la emoción. Ya se fue. Dijo que vendría tan pronto tuviera las cosas empacada.— después de masajear su frente, observa que el príncipe esta con ella.

— iremos a la capital. Te quería preguntar si puedes acompañarnos.

— su excelencia... Nunca ha salido del palacio al menos de que sea urgente.

— en esta ocasión, es urgente. Gael necesita divertirse un poco...

— b-bien... Prepararé el carruaje.

Constantine no podía negarse. De todas formas era su trabajo hacer lo que los emperadores dijeran, pero como está vez Howard está encerrado en una reunión, acompañar a su majestad es la única opción.

En cambio, cuando Tania regresa al comedor con algunas galletas recién hechas para el príncipe, detalla que no había nadie. Los sirvientes recogía los platos y limpiaba el restante.

— ¿Donde está el príncipe?

— oh, Tania. Su majestad se lo llevó.

— ¡¿Que?! ¡¿Cómo permitieron eso?!

— tranquilízate. No podemos intervenir. Ella es su madre. Además, estaba tranquila y serena. Sin intención de nada malo... Oye ¡Tania!

La mujer salió rápido para alcanzar a su majestad y al príncipe. Pero no lo logró, al ver el carruaje va más allá de las rejas del palacio, corre sería inútil, así que su última opción sería él.

No confía en ella en absoluto, aunque diga lo que diga, los recuerdos del pasado siendo una mala madre y maltratadora, no la dejarán cambiar de opinión.

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Muchas gracias por leer. No olviden dejar su preciado me gusta en el capítulo.💕