Amandote En Secreto

Francisca narrando...

Estaba pensando que esta boda realmente no se llevaría a cabo debido a la forma en que el Príncipe Hamilton me atendió cada vez que fui al palacio.

Ahora solo queda un día para nuestra boda, así es mañana seré la esposa del futuro rey del reino de Launstone, esposa de Hamilton.

Todos los preparativos ya están hechos, no soy el único que está entusiasmado con la boda, la Reina también lo esta al rey Athur ni siquiera parece importarle.

Hamilton me odia pero estoy seguro de que eso cambiará con el matrimonio y después de dar una hijo para él, como tanto desea la reina.

Advirtió que el reino tiene una tradición, o tal vez una obligación, de que cada vez que un miembro de la realeza se case tiene que ser con una mujer pura. Como prueba de ello después de la noche los novios para consumar su matrimonio, el novio debe extender la sábana con las manchas de sangre de su novia en un lugar a la vista de todos. Lo cual no será un problema para mí ya que nunca me ha tocado ningún hombre.

– Termina esto pronto. (Hablo para ver si la esclava que está cuidando mi vestido se da prisa).

–Ya terminé, señora. (Dice entregándomelo).

– ¿Por qué tanto tiempo? (Hablo). Ayúdame a ponérmelo.

Termino de ponerme mi vestido azul, me pongo mis joyas y me dirijo a la sala donde encuentro a mi futura suegra esperando.

­Cariño mío. (Habla la Reina poniéndose de pie y recibiéndome con un beso en cada mejilla).

–Buenas noches, madre. (La trato como me pidió). ¿Qué quieres en un momento como este? No pasó nada malo, ¿verdad?

–Puedes tranquilizarte, vine a traerte tu vestido de novia para que te lo pruebes y le hagas los últimos ajustes.

(La Reina habla y fuerzo una sonrisa para complacerla, es la cuarta vez que hacemos esto y parece que la boda será de ella).

–¿No crees que ya hicimos los ajustes necesarios, mamá? (Hablo y viene una esclava con un vestido que es enorme).

–Los ajustes nunca son demasiados. (Él habla). Ahora estaré esperando.

Hago lo que me pidió y me pongo el vestido, lo único que tiene que hacer es pedirme que me maquille y use tacones también.

¡Vieja aburrida!

Nicolas narrando...

Mi madre está realmente decidida a seguir adelante con esta boda, y Hamilton parece haber aceptado, conociendo a mi hermano estoy seguro de que está pensando en algo estúpido.

­Hermano. (Digo cogiendo el arco y la flecha).

­¿Qué deseas? ¿Tu padre te dijo que me quitaras el arco? (Hamilton habla e intenta dar en el blanco pero falla).

–No, el rey está ocupado y no sabe que estás aquí. (Digo apuntando al objetivo y golpeo). Necesitas practicar más.

–¿Estás aquí para presumir de ser mejor que yo? (Hamilton habla enojado intentando volver a dar en el blanco pero no lo consigue).

–Mira, no tengo ninguna relación con la idea de la reina de casarte, así que deja de tratarme así, estoy de tu lado. (Hablo y le doy al blanco una vez más).

–Tienes razón, he estado descargando mi enojo con todo y con todos, incluida Alma. (Hamilton suspira y habla).

–Debe estar muy enojada. (Digo bajando el arco).

­Así es. (Él habla).

–Feliz cumpleaños, hermano. (Digo sacando la espada que le pedí). Como no hay fiesta, decidí hacerte esta espada.

–Gracias hermano. (Hamilton habla y me abraza).

–Eso es un poco extraño. (Hablo y él aleja su cuerpo del mío).

­Estoy de acuerdo. (dice Hamilton riendo). ¿Qué deseas? Es espionaje.

–Lo siento, Alteza. (Dice Esmeralda mirando a Hamilton y luego a mí). El rey quiere hablar con el príncipe Nicolás.

­Ya voy. (digo sonriendo). Hermano aprovecha que Esmeralda está aquí y le pedí que te enseñara a usar el arco correctamente.

Después de lo que dije, Hamilton menospreció a Esmeralda y estoy seguro de que ella se siente incómoda con eso.

–¿Y por qué iba a preguntar? (Hamilton habla con arrogancia).

–Porque ella es mejor que tú, incluso en la lucha con espadas. (Hablo y Hamilton levanta las cejas). Me he batido en duelo con ella varias veces en los últimos meses y es muy buena, no es mejor que yo pero es buena. (Hablo y Esmeralda sonríe levemente).

En los últimos dos meses solo ha sido castigada unas cuantas veces, todas ellas en mi ausencia, por más que lo intento no puedo protegerla, incluso parece que la Reina tiene algún problema específico con ella.

–No necesito la ayuda de una criada para mejorar. (Hamilton habla y le hago una reverencia a Esmeralda).

–A ver, Esmeralda da en el blanco. (Hablo y Esmeralda duda, debe tenerle miedo a Hamilton).

­Ir. (Hamilton habla y Esmeralda apunta al objetivo, sin mucha ceremonia y aceptación).

–Creo que ya tienes tu prueba, ahora tengo que irme antes de que el rey se enfade. (Hablo y me voy).

Hamilton narrando...

–Fue suerte. (Hablo sin creer). Lo intentaré otra vez.

–Está bien, mi señor. (Esmeralda habla y sin dificultad da en el blanco, es muy buena).

—¿Dónde aprendiste?

–Con mi padre, antes de morir fue un gran caballero del reino y me enseñó algunas cosas que sabía. (Habla con orgullo de su padre).

Han pasado 6 años desde que su padre murió dejándola sola. Por lo que sé, la madre de Esmeralda murió cuando ella tenía solo 4 años, unos hombres entraron al pueblo de esclavos, lastimaron y abusaron de la madre de Esmeralda, ella no pudo resistir y terminó muriendo tres días después.

–Aun así no necesito que me enseñes, prefiero esperar a mi hermano. (Hablo y ella asiente con la cabeza).

–Vuelvo a mi puesto. (Dice que quiere ir).

—­Espera. (Hablo y ella me mira).

A la mañana siguiente.

La reina Eliza narrando...

La última visita que hice a Francisca fue hace dos días y todo va como quería. En unas horas mi hijo se casará con la mejor mujer que encontré.

El palacio ya está decorado y el altar listo, espero que hoy no haya ningún problema.

Y ya van llegando los invitados, ya está aquí el cura.

–Quiero más rosas aquí y allá. (digo señalando los lugares que quiero).

–Necesitas descansar, dentro de poco llegará Francisca con su familia. (Habla mi marido).

–Todo tiene que ser perfecto, nada puede arruinar este día. ¿Dónde está Hamilton? (No lo he visto desde esta mañana).

–Su Majestad, tenemos un problema. (El mayordomo me susurra al oído, ¿problema?).

­¿Qué pasó? No me pongas nervioso. (Hablo).

–Nadie ha visto al Príncipe Hamilton desde anoche. (Habla Mayordomo). Simplemente desapareció.

—­¿Desapareció? ¿Cómo desapareció? (Hablo en voz alta y todos los presentes me miran).

Hamilton no podría haber hecho eso, no pudo.

–Nicolás. (Mi marido habla y Nicolás se acerca).

–Sí, Su Majestad. (Nicolás habla vestido con su traje negro).

–No te di instrucciones para controlar a Hamilton. (Arthur habla enojado).

–Cuando vuelvo a donde estaba con Hamilton él no está, supuse que ya estaba dormido. (Habla Nicolás).

–Encontre él (hablo y escuchamos la marcha nupcial anunciando la llegada de la novia al altar).

–No, no puedes. (Hamilton estará desheredado y vivirás para siempre como un plebeyo).

Francisca camina hacia el altar con el espectacular vestido que le había preparado, está sencillamente magnífica. Ella camina con una sonrisa y su padre también parece feliz mientras camina detrás de ella.

Creo que Francisca notó la ausencia de Hamilton porque su sonrisa va desapareciendo y sigue mirando con los ojos a todos lados.

–Mamá, ¿dónde está mi futuro marido? (Dice Francisca con una sonrisa forzada).

–Ya viene. (Miento para tranquilizarla). Es sólo un retraso.

–Espero que no tarde mucho. (Francisca habla, sonando más tranquila).

Después de casi diez minutos empezamos a escuchar susurros de las personas presentes y Francisca parecía a punto de llorar.

–¿Me dejó parada? (Dice Francisca mirándome con los ojos llorosos). ¿No mientas más?

–Lo siento, llego tarde a mi boda. (Escuchamos la voz de Hamilton y todos nos volvemos a mirarlo, que está vestido con su traje de boda blanco).

¿Pero qué tontería es esta?

¿Qué hace Hamilton caminando hacia el altar con esta mujer y por qué está vestida de novia?

Después de que Hamilton se acercó completamente a la mujer, pude ver su rostro.

–¿Qué estás haciendo, Hamilton? (Arthur habla con incredulidad).

–Llegué a mi boda, llegué tarde porque estaba decidiendo qué zapatos serían los mejores. (Hamilton habla, sonriendo tranquilamente).

–¿Qué haces con esta mujer vestida así en nuestra boda? (Habla Francisca).

­¿Nuestro? Hasta donde yo sé, no me casaré contigo. (Hamilton habla y las lágrimas ruedan por el rostro de Francisca). Aquí está mi novia.

–Esmeralda, ¿qué estás haciendo? (Nicolás le habla a la inmunda plebeya que tiene la cabeza gacha).

"¿El príncipe tiene otra novia?"

"¿Qué pequeña vergüenza es esta?"

"¿Cómo permitieron esto el rey y la reina?"

"¿La pobre fue cambiada por otra?"

Empezamos a oír a la gente hablar y eso me empieza a poner cada vez más nervioso.

­¿Qué estás diciendo? (Arthur habla enojado).

–¿Qué falta de respeto es ésta? No te casarás con esa esclava plebeya sin mi ¡autorización! (Grita enojada).

–No necesitamos autorización, mamá. (Habla Hamilton). Nos casamos anoche.

—­¡Mentira! (Francisca grita mientras llora).

–No, no lo es. (Hamilton saca unos papis del bolsillo y Nicolas los recibe).

–Estos son documentos oficiales, realmente se casaron. (dice Nicolás incrédulo).

–Creo que ya todo el mundo es consciente de esto. (dice Hamilton, pareciendo divertirse con esto).

–¡Te juro que pagarás por esta humillación, te lo juro! (Francisco grita y sale corriendo mientras medida).

–Olvídense de todas nuestras alianzas y asociaciones, destruiré este reino por esta humillación que el mi hija esta pasando (El rey Baltazar habla furioso y va tras su hija).

–No lo creo, no pudiste haber hecho eso. ¿No...? (Siento que mi cuerpo se cansa y se cansa

De repente todo se vuelve oscuro. .

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