*Actualizaré diariamente*
Noah, es un cirujano cardíaco, que vive su vida sin preocupaciones, tomando el sexo como una herramienta para disfrutar en lugar de una muestra de afecto. Es entonces que conoce a alguien que le hace cambiar su forma de ver el amor y la vida.
*Atención, está es una historia "Yaoi" ”Ga1s" si no te gusta este género, por favor, no sigas adelante y no hagas comentarios agresivos sobre este género, gracias ❤️
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Capitulo 9— El accidente
— Nunca he creído realmente en el amor. Ante mis ojos, luce como algo que te vuelve idiota. Para mí, es una idea bastante inútil y así permanecerá. Todos los que se han involucrado conmigo lo entienden.
Gael observaba esos ojos fríos, pero aun así sentía que lo único que Noah estaba pidiendo era ayuda. "¿Quién pudo haberte lastimado de esta manera?", pensaba mientras lo miraba fijamente a los ojos y sonreía.
— Entonces... ¿Qué tal si apostamos?
— ¿Eh?
— Me quedan dos años para que necesite el trasplante, quizás incluso menos. Si dentro de esos dos años logro que te enamores de mí... tendrás que aceptar ser quien me opere. ¿Trato?
Noah tardó unos segundos en procesar lo que Gael acababa de decirle. Luego, sonrió por lo bajo, metió las manos en los bolsillos de sus pantalones y, mirándolo a los ojos, preguntó:
— ¿Y qué gano yo?
— Lo hago para probar un punto, doctor. No tienes nada que perder, ¿qué dices?
— Ja, ja, ja. ¿Jugarás a ser héroe? No creo que sepas en lo que te estás metiendo —dijo, dando un paso adelante, acercándose al rostro de Gael, quien estaba visiblemente sorprendido por la cercanía—. Déjame adivinar: ¿"amor" por sexo? Te lo advierto, no por nada se dice que, si juegas con fuego, te quemas. Pero vale... si realmente quieres que participe en tu "jueguecito", jugaré con mis reglas. Yo solo te ofrezco "sexo", nada más.
Justo cuando terminó de hablar, se escuchó un estruendo. Había ocurrido un choque, y la gente comenzó a gritar histéricamente.
— ¡Ha ocurrido un accidente!
— ¡Que alguien llame a una ambulancia!
Noah corrió hacia el choque. Unos paramédicos que estaban cerca ya se habían acercado. Mientras unos intentaban alejar a los civiles del accidente, otros corrían en dirección al choque para ayudar a los heridos.
— Por favor, mi esposo —gritó una mujer de no más de 30 años—, ¡sigue atrapado allí! ¡Por favor, tienen que salvarlo!
— Disculpe, déjeme pasar —decía Noah a la multitud. Al acercarse al hombre que intentaba contener a los civiles, dijo—: ¿Hay alguna víctima?
— No puede acercarse...
— Soy doctor —dijo Noah, mostrando su carnet—. ¿Hay alguien herido? Estoy capacitado para brindar atención médica de emergencia.
— Sí, los paramédicos están intentando liberarlo de los restos en este momento. Hay una gran probabilidad de que el carro explote, así que es mejor que mantenga su distancia.
Noah dejó de escuchar al hombre. Había fijado su mirada en los paramédicos. El hombre atrapado tenía algo incrustado en el pecho, parecía metralla. Noah abrió los ojos como platos y gritó:
— ¡No, no lo...!
Pero ya era demasiado tarde. Los paramédicos habían jalado el metal fuera de su cuerpo, provocando que comenzara a derramar mucha sangre.
— ¡Maldición! —Noah corrió rápidamente—. ¡Mierda! ¡Acuéstenlo! —Noah colocó su mano en la herida, que estaba sangrando a chorros—. ¡La metralla probablemente cortó una arteria principal! ¡Necesito paños, muchos paños!
La gente que estaba alrededor comenzó a ofrecer todo lo que tenía a su alcance. Luego de detener un poco el derrame de sangre, Noah sacó su teléfono y como pudo llamó:
— Es Noah Prada. En este momento estoy atendiendo a una víctima de un grave accidente de tránsito. Hombre, parece tener unos 30 años. Está en condición crítica y perdiendo sangre muy rápido. Necesito una ambulancia lo antes posible.
Noah no se movía. Mantenía la presión firme para evitar que el hombre siguiera perdiendo sangre. Después de unos minutos, que parecieron eternos, llegó la ambulancia. Los paramédicos ayudaron a subirlo a la camilla mientras Noah intentaba no mover demasiado la presión.
— ¡Está pasando la camilla! —gritó uno de los paramédicos—. ¡Por favor, salgan del camino!
— Vamos al hospital universitario —le dijo Noah a uno de los paramédicos—. Está a solo 15 minutos como máximo. Ya he informado a traumatología de la situación.
— ¡Entendido!
Noah subió a la ambulancia. Antes de que cerraran las puertas, miró a Gael.
— Espera, ese chico viene conmigo. Gael, ¿la sangre te asusta?
Gael negó con la cabeza, y Noah le dijo:
— ¡Entonces súbete!
La ambulancia arrancó rumbo al hospital universitario. Se escuchaba la sirena, pero más que eso, el constante "Bip..." "Bip..." de la máquina que monitoreaba los signos vitales del paciente.
— Lamento todo esto —dijo Noah de repente, mirando a Gael, quien había permanecido en silencio hasta ese momento—. Lamento que nuestro pequeño paseo de hoy haya terminado así. Y por arrastrarte conmigo.
— Ja, ja, ja. Bueno, ¿qué se le va a hacer? Vine a pasar tiempo contigo.
— En serio, lo lamento. No podía simplemente abandonarte y hacer que volvieras por tu cuenta. Te lo compensaré la próxima vez, ¿vale? Puede que sea un problema, pero no te preocupes, te llevaré a casa.
— No creo que todo esto sea malo —exclamó Gael con una sonrisa—. Al contrario, pienso que esta es la mejor cita que he tenido.
Noah no comprendía a Gael. Cada vez que pensaba que lo entendía, Gael demostraba lo contrario. Su peculiar personalidad llamaba demasiado la atención.
La ambulancia se detuvo frente al hospital. Con el rostro serio y la mente llena de determinación, Noah se preparó rápidamente para llevar a cabo la difícil tarea de salvar al hombre gravemente herido.
El ambiente en el hospital era frenético. Las enfermeras y los médicos corrían de un lado a otro, cumpliendo con sus responsabilidades para asegurar que todo estuviera listo para la operación. Noah, después de colocarse su uniforme azul oscuro y sus guantes de látex, se dirigió al quirófano, consciente de la importancia de cada segundo.
El equipo médico estaba listo para comenzar la operación. Noah se dirigió a todos en la sala mientras las enfermeras se ponían los guantes estériles y se preparaban mentalmente para lo que estaba por venir. La tensión en el ambiente era palpable.
Con precisión y destreza, el equipo médico empezó a trabajar. Noah estaba concentrado en cada movimiento que realizaba, y las enfermeras presentes hacían todo lo que él ordenaba. El tiempo parecía detenerse mientras luchaban por salvar la vida del hombre herido.
La operación fue larga y complicada. Hubo momentos de incertidumbre y tensión, pero Noah se mantuvo enfocado en su objetivo: salvar la vida del paciente. A medida que avanzaban, lograron estabilizar al hombre y reparar las lesiones internas que amenazaban su vida. Cada sutura y cada decisión tomada eran cruciales.
Finalmente, la operación llegó a su fin. Noah miró a las enfermeras con una mezcla de alivio y gratitud. Juntos habían logrado lo impensable. El hombre herido había superado la situación crítica y estaba en camino hacia una recuperación completa.
Noah se quitó los guantes y se alejó del quirófano, sintiéndose agotado pero satisfecho. Sabía que había cumplido con su labor de manera excepcional y había logrado salvar una vida.