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BAJO EL MISMO CIELO

BAJO EL MISMO CIELO

Status: Terminada
Genre:Romance / Yaoi / Completas
Popularitas:4.3k
Nilai: 5
nombre de autor: D.Winters

Sinopsis:
En una ciudad donde los sueños y los secretos se entrelazan, dos hombres se encuentran en un camino lleno de amor, traición y autodescubrimiento. Tras un encuentro inesperado, Alex, un fotógrafo con miedo a vincularse, y Javier, un apasionado activista, son arrastrados a una intensa relación que desafía sus creencias, sus pasados y su propia identidad. Rodeados de amigos leales pero con problemas propios, y la presión de una sociedad que a menudo no entiende su amor, ambos deberán enfrentarse a sus demonios internos y decidir si están dispuestos a luchar por lo que realmente quieren.

NovelToon tiene autorización de D.Winters para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 8: Corazones Rotos

La tarde se tornó oscura y fría, reflejando el tumulto emocional que acechaba en el corazón de Javier. Después de la discusión, la atmósfera en su hogar estaba cargada de un silencio incómodo, como si cada objeto en la sala fuera un testigo mudo de su dolor. Alex, visiblemente afectado, había decidido alejarse, y la ausencia de su presencia se sentía como un hueco insuperable en el pecho de Javier.

Fue un viernes por la noche cuando Alex, con un nudo en la garganta, empacó una bolsa pequeña. “Necesito tiempo. Necesito pensar,” había dicho, y aunque sus palabras eran suaves, resonaban con una firmeza que le atravesó el alma a Javier. La decisión de Alex lo dejó sintiéndose atrapado en un laberinto de desesperación. Rebatir su necesidad de espacio parecía un acto egoísta, y sin embargo, la idea de perderlo lo perseguía con una ferocidad incontrolable.

Mientras la puerta se cerraba detrás de Alex, un frío helado se instaló en el hogar. Javier se sentó en el sofá, la vista perdida en el vacío que había dejado su pareja. La conversación que habían mantenido antes aún resonaba en su cabeza. Las palabras hirientes, los deslices de inseguridad y las punzadas de celos se repetían una y otra vez, como un eco de su tormento interno.

“¿Por qué no supe manejarlo mejor?” se preguntó, su mente queriendo encontrar respuestas mientras luchaba contra el torrente de emociones que lo invadía. Había querido mostrarle a Alex que su amor era real, que no había espacio en su corazón para nadie más, pero las sombras del pasado se habían interpuesto en su camino. La inminente partida de Alex se sentía como una traición a todo lo que habían trabajado, todo lo que habían construido juntos.

El teléfono vibró en la esquina de la mesa, rompiendo el silencio. Era un mensaje de Marco. Javier lo ignoró, cerrando los ojos con fuerza. Sabía que permitir que la presencia de Marco interferiera en su relación con Alex estaba mal. Pero al mismo tiempo, las dudas que Alex había expresado lo golpeaban con la fuerza de un huracán. ¿Y si tenía razón? ¿Podría Marco regresar y reclamar lo que alguna vez fue suyo? ¿Estaba el amor que compartía con Alex destinado a sucumbir ante sombras inciertas?

Las horas se convirtieron en días, y Javier no pudo evitar sentirse desolado. Se levantaba solo para comer o atender lo necesario, su mente incesantemente volviendo a Alex. Las risas compartidas, los momentos de ternura, las pequeñas tonterías que habían construido su historia juntos, cada recuerdo era un puñal que atravesaba su pecho.

El domingo por la tarde, Javier tomó una decisión. Se vistió con lo que había considerado su mejor camisa y, dejando su inseguridad a un lado, se dirigió al café donde solían ir. Si Alex necesitaba tiempo para pensar, entonces él también debía aprovechar ese tiempo. No podía perderlo sin luchar; había que arriesgarse aunque eso significara poner su propio corazón en la balanza.

El café tenía el mismo ambiente acogedor de siempre, pero para Javier, cada rincón se sentía diferente sin la sonrisa de Alex iluminándolo todo. Se sentó en una mesa junto a la ventana, mirando cómo las hojas caían de los árboles, un símbolo de lo que podría perder. Su mente se llenó de pensamientos, cada uno más oscuro que el anterior. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo podían dos personas que se amaban tanto permitir que el pasado interfiriera en su presente?

Vio pasar a algunas parejas, y cada una de ellas le recordaba lo que él también había tenido. Casi sintió que el aire se le anudaba en la garganta. Sin embargo, una chispa de determinación emergió de entre sus dudas. “No puedo dejar que el miedo gobierne mi corazón. Si debo luchar, lo haré,” murmuró para sí mismo. Quería que Alex supiera que siempre estaría allí para él, que su amor era un refugio seguro, no un campo de batalla.

Encendió su teléfono, decidido a enviar un mensaje a Alex. Con manos temblorosas y un corazón incrédulo, escribió: “Estoy aquí en el café. Solo quiero hablar. Por favor, ven.” Esas palabras fueron como una promesa, una invitación urgente a la reconciliación, pero también una súplica desesperada. Después de unos eternos minutos, el teléfono volvió a vibrar.

Un mensaje de Alex llegó, y su corazón se detuvo por un instante: “Lo siento, Javier. Necesito más tiempo.”

Las palabras lo atravesaron como un relámpago. Una mezcla de tristeza y desesperación lo envolvió casi al instante. ¿Cómo podía alguien amar y aún así sentirse tan perdido? Se quedó un tiempo inmóvil, esperando que Alex cambiara de idea, que decidiera acercarse y hacer los últimos esfuerzos para reparar lo que se había roto. Pero cuando los minutos pasaron sin señal de él, Javier sintió que una parte de su esperanza se desvanecía.

“¿Qué estoy haciendo?” se preguntó Javier, sintiendo que la pesadez de su mundo lo aplastaba. “No puedo quedarme parado aquí. Debo hacer algo.” Se levantó, decidido a no permitir que el destino le robara a Alex. Fue a su departamento, decidido a hablarlo todo.

Al llegar, el edificio parecía un monstruo imponente, pero su determinación lo llevó a subir los escalones uno por uno. El clamor del silencio en el pasillo lo acompañaba, y cada paso se sentía más pesado que el anterior. Cuando llegó frente a la puerta de Alex, pudo ver la luz tenue del interior, como un faro que le guiaba a casa.

Con un nudo en la garganta, llamó suavemente a la puerta. El silencio se instaló nuevamente, pero no se rindió. Golpeó nuevamente, un poco más fuerte esta vez. “Alex, soy yo,” dijo, sintiendo que las palabras eran un eco de su propia desesperación. “Por favor, abre la puerta. Necesito hablar contigo.”

Después de lo que pareció una eternidad, escuchó pasos acercándose desde el otro lado. El sonido del cerrojo girando en la puerta resonó como un tambor en su pecho. Cuando la puerta se abrió, se encontró frente a Alex, cuya expresión oscilaba entre la sorpresa y la tristeza. Había lágrimas en sus ojos, y ese simple gesto hizo que el corazón de Javier se rompiera un poco más.

“Javier…” murmuro Alex, sin saber si avanzar o retroceder.

“Sólo déjame hablar,” comenzó Javier, tratando de contener su emoción. “Sé que he fallado, que he permitido que las dudas y los celos nublaran nuestra relación. Pero no puedo dejar que un hombre del pasado interrumpa nuestra vida. Tú eres mi presente. Eres lo más real que tengo, y perderte no es una opción.”

Las palabras salieron de Javier como una corriente de agua represada. El dolor de la separación había hecho brotar su sinceridad, y esa luz que había creído perdida comenzó a reemerger en su interior.

“Pero, ¿y si no soy suficiente?” Alex finalmente preguntó. “Siento que siempre habrá un pedazo de ti que mirará hacia atrás, hacia Marco. La inseguridad me consume, y no sé si puedo con eso.”

“No tienes que competir con nadie,” insistió Javier con fervor. “No quiero que sientas que debes ser alguien diferente. Te elijo a ti, Alex. Cada día, cada instante. No soy perfecto y nunca lo seré. Pero no quiero que al mirar hacia atrás, también mires con pesar. Vamos a reconstruir esto juntos.”

Las lágrimas de Alex comenzaron a fluir, su guardia ya no podía mantenerse frente a la convicción ardiente de Javier. La incertidumbre que los había separado parecía derrumbarse bajo el peso de su sincera entrega. Con cada palabra que intercambiaron, sus corazones empezaron a sanar, al menos un poco.

“¿Tú realmente crees eso?” Alex preguntó, sus ojos buscando la verdad en el rostro de Javier.

“Lo creo con cada parte de mi ser. Anunciaré mis miedos y dudas si eso significa que te tendré a mi lado. No solo hoy, sino cada día por venir,” dijo Javier.

Y así, en el umbral de una nueva oportunidad, ambos supieron que el amor no era solo una elección; era un compromiso de enfrentar los demonios juntos. Se dieron la mano y, en ese instante, fue como si ambos corazones se inflamaran de fe. Javier y Alex sonrieron antes de besarse, y aunque el camino hacia la sanación sería difícil, en sus almas había comenzado a brillar un nuevo amanecer.

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Eloisa Ramírez
Esta historia es la vida de muchos seres que no han encontrado su lugar en el mundo.
El Amor entre personas del mismo sexo, sean hombres o mujeres, siempre ha sido muy criticado y mal visto,. Pero también hay quienes como ALEX Y JAVIER a pesar de sus miedos y certeza de que su Amor, no sería fácil de entender, tanto para sus familias como para amigos.
La vulnerabilidad de ambos, fue su centro y en base a eso lograron aceptar que lo más importante era estar juntos en todo y para todo.
AUTOR@ te FELICITO, he leído historias como esta pero en ninguna sea hablado de la aceptación personal. Gracias por compartir tu talento, inspiración y trabajo,, creo que es la primera historia de tu creación qué he encontrado, espero poder leer mas de tu inspirado talento!!!
Mia Dalinger
Hola
D.Winters: Hola 👋🏻
total 1 replies
Marie Beleño
que pasa con las imágenes
D.Winters: Oh, lo siento 😅 no sabía que se podía colocar imágenes.
total 1 replies
Sena Kobayakawa
Me encanta tu forma de escribir
Its_PurpleColor
¡Tienes un fan aquí!
Graziela Lima
🥰🥰🤗🤗🤗🥰🤗 saludo
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