Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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Odio
El joven que cantaba tan feliz, que ni él sabía el porqué, se asustó al sentir que alguien lo tomaba del hombro, pues fue tomado desprevenido.
—¿Quién es usted?— su sorpresa era real
—Me disculpo— hizo una reverencia —mi nombre es Dagny Devier, princesa elfa— la sonrisa que mostraba, era simplemente deslumbrante, maravillosa, claramente estaba feliz, sus pensamientos habían logrado aquello.
—Mucho gusto, alteza. Soy Nick Solemberg, embajador de las hadas oscuras— respondió igualmente con una reverencia. —Si me disculpa, tengo asuntos que tratar con su majestad—
A paso veloz, se retiró de aquel bello jardín, sabía que ya había visto a la joven, pero jamás creyó volverla a ver y mucho menos imaginó que se trataba de una elfa, seres a quienes su familia odian a muerte. Era decepcionante para él, pues Dagny de verdad le había gustado.
—Pero, espera… yo solo quiero saber si eres él— aquella felicidad se esfumó en un segundo.
Al parecer, Dagny se dio cuenta del cambio de actitud al ser vista por Nick, sus ojos revelaron rencor, pero no entendió el porqué, si aún no se conocían.
—»No debe de ser él, Nolan jamás podría odiarme, no… él jamás lo haría«— se limpió las lágrimas que ya recorrían su rostro.
—Princesa, su majestad la busca para que tome la comida con ella— Kari había llegado para avisarle.
—Vamos—
Caminaron hasta el comedor y su sorpresa fue, encontrarse con el mismo joven ahí.
—Querida, me alegro que hayas llegado. Quiero presentarte a alguien, en realidad son dos personas— se acercó a Dagny y la tomó con cuidado del brazo. La dirigió hasta donde estaban dos hombres, a uno ya lo conocía y uno más era un desconocido.
—El de la derecha es Yafar Tudor, mi hermano menor, el único que tengo— el joven rubio, hizo una reverencia. —El de la izquierda es Nick Solemberg, embajador de Talian, reino de las hadas oscuras. Además de trabajar como secretario de mi querido hermano cuando están de viaje— igualmente hizo una reverencia, haciendo de cuenta que no se habían conocido anteriormente.
—Es un verdadero honor estar en su presencia, mi nombre es Dagny Devier— reverenció a ambos.
—Majestad, creo que trataremos los asuntos que me han traído aquí, cuando usted esté libre— habló el pelinegro, tratando de evitar la comida.
—No hace falta lord Solemberg, si hay alguien que debe irse, esa debo ser yo, si me disculpan— hizo una reverencia y se retiró.
La reina asumió que Dagny se sentía fuera de lugar y por esa razón prefirió no compartir mesa con extraños.
Los tres pasaron a tomar asiento y comenzaron a degustar la comida.
—Por cierto majestad, mis padres me pidieron que le informara sobre su decisión a la propuesta que les hizo—
—Si embajador, dígame, ¿aceptarán mi oferta?—
—Lo haremos, siempre y cuando sea una de sangre pura, yo seré quien se case con ella, como acto de tratado de paz—
—Estupendo, comenzaré la búsqueda y ya que está aquí, usted será quien la elija— sonrió la mujer.
—¿No te cansas hermanita?, debe ser tedioso el estar emparejando a personas de manera forzada, ellos no se aman y no sabes si al final se amarán— claramente Yafar no estaba de acuerdo con las decisiones que estaba tomando su hermana.
—Es cierto y quizás me equivoco al hacer esto, por esa razón, firmaré el tratado de paz con Talian, incluso si no hay boda, pero ya que está aquí el embajador, no perdemos nada en intentar encontrarle una esposa— continúo comiendo sin dejar que los comentarios de Yafar le afectaran.
Dagny estaba atenta, escuchando la conversación de aquellos tres, pues algo en su interior le incitaba a querer saber más sobre ese embajador.
—»Así que sangre pura«— suspiró amargamente.
Después de todo, Dagny siempre fue buena en los negocios, pero nunca en el amor, de ningún tipo, ahora tiene la ferviente tarea de ser todo lo contrario en ese aspecto, debe saber si realmente es su esposo quien habita ese cuerpo, de ser así, no puede dejarlo escapar. Aunque duela el pensar que su querido esposo murió, sin saber de qué forma, no soportaba la idea de que fuera de otra mujer, así que investigaría para corroborar sus sospechas.
La noche llegó y nuevamente, Dagny decidió no salir a cenar, prefirió hacerlo en su habitación, todo estaba a cargo de Kari, la doncella que había servido por años a la reina y era de su entera confianza.
—Disculpe madame Kari, ¿sabe algo de las hadas oscuras?— aunque encontró varios libros ninguno explicaba algo sobre el odio hacia los elfos.
—Son seres muy hermosos y buenos, a pesar de como les describen los humanos. Son quienes más los han ayudado, siempre piensan que son seres malos, pero contrario a eso, ellos son los que acaban con los bandidos que se atreven a pasar por sus bosques, además también ayudan con ciertos medicamentos y disfrazándose, los llevan a los humanos, así deja de morir tanta gente. Son capaces de curarse ellos mismos, siempre ven por el bien ajeno, aunque de vez en cuando les gusta divertirse haciendo travesuras, claro sin dañar de muerte a nadie— explicó.
—Algo parecido a los elfos, somos muy parecidos— sonrió, pensando que tal vez no era tan malo ser un elfo al final.
—Eso no es verdad, ellos no matan a inocentes para que alguien más reconozca sus logros, ellos no esclavizan para utilizar la sangre de la gente, ellos si son buenos, no como los…— se había dado cuenta que estaba dirigiéndose a una elfa, una que pronto sería su reina. No podía creer que su boca hubiera hablado demás. —Me disculpo alteza, con permiso— hizo una reverencia y salió.