La joven, cuyo corazón había sido destrozado por la crueldad de aquellos que una vez habían sido sus seres queridos, ahora caminaba por un sendero de venganza. Había perdido todo: su hogar, su familia, su inocencia. La amargura y el dolor habían dado paso a una sed de justicia, que la impulsaba a buscar a aquellos que le habían arrebatado todo. Sin embargo, el destino, que parecía tener un plan propio para ella, nuevamente la pondría a prueba. La joven se encontraría cara a cara con su pasado, y debería enfrentar las sombras que la habían perseguido durante tanto tiempo. ¿Podría encontrar la fuerza para perdonar y seguir adelante, o la venganza la consumiría por completo? Eso solo el tiempo lo diría.
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capítulo 10
Elizabeth se despertó temprano, ansiosa por la llegada de Henry. Bajó a la sala, su padre estaba sentado en su silla, con una copa de vino en la mano. Su mirada era oscura y perdida, Elizabeth sintió un escalofrío recorrer su espalda.
"Buen día, padre", dijo Elizabeth con una voz baja, tratando de no perturbarlo.
Su padre la miró con desinterés y no respondió. Elizabeth se sintió un poco más tranquila, pensando que tal vez no estaba tan ebrio como parecía.
"¿Puedo hablar con usted?" preguntó, tratando de mantener la calma.
Su padre se encogió de hombros y apoyó la copa en la mesa. "¿Qué es lo que quieres?" preguntó con un tono de molestia.
Elizabeth se sintió un poco más nerviosa, pero trató de mantener la calma. "Padre, hoy vendrá una visita muy importante para mí y necesita hablar con usted. Le pido por favor que lo escuche".
Su padre se rió, una risa seca y burlona. "¿En serio? Lo espero con ansias".
Elizabeth se sintió confundida por su reacción, pensando que tal vez su padre no estaba tan enojado como parecía. Pero cuando se dio la vuelta para salir, escuchó la voz de su padre detrás de ella.
"¿Sabes, Elizabeth? Me alegra que tengas visitas. Me alegra que alguien se interese en perder el tiempo con alguien como tú".
Elizabeth sintió un escalofrío recorrer su espalda. La voz de su padre era como un cuchillo afilado, cortando su autoestima y su confianza. Se sintió pequeña y vulnerable, como si no fuera digna de amor o respeto. La mirada de satisfacción de su padre la hizo sentirse aún peor. Era como si él se alegrara de su sufrimiento, como si disfrutara viéndola así.
Pero Elizabeth no se rindió. Se dio la vuelta y miró a su padre con una mirada firme. "Gracias, padre", dijo con una voz clara. "Estoy segura de que será una visita muy agradable". Y con eso, Elizabeth salió de la sala, dejando a su padre solo con sus pensamientos oscuros y su vino
Llegó la hora, se arregló lo mejor que pudo, no cuenta con muchas cosas la mayoría son vestidos de su madre que atesoraba ya que su padre no gastaría ni una moneda por ella.
Miró el viejo reloj de pared y la hora pasaba, pero Henry aún no llegaba y la preocupación empezó a alterarla. "¿Por qué no llegas?”
Se puso inquieta e iba de un lado al otro mientras mordía sus uñas , cada vez que miraba el reloj era un martirio y se preguntaba una y otra vez "¿ Le habrá sucedido algo?¿Se arrepintió?”
Pasaron las horas y nunca llegó. Elizabeth con el alma destrozada se recuesta en su cama y abraza su almohada, ya sin poder sostener dejo salir la tristeza que la invade, las lágrimas brotaban de sus ojos y se tapó la boca para contener el llanto.
“No viniste ¿por qué? Estoy segura de que pasó algo malo, no serías capaz de romper la promesa.”
La voz escalofriante aparece desde la puerta.
“¿No vino verdad? ya lo sabía." Su padre se apoya en el marco de la puerta con una mirada de satisfacción. “Eres más lamentable de lo que creía.”
El reencuentro con su amado está muy próximo