Danara, una adolescente de 16 años, se siente atrapada entre sus inseguridades y la presión de encajar en la sociedad. Su vida da un giro cuando conoce a Luca, el nuevo vecino de 18 años, extrovertido y lleno de energía, pero con sus propias inseguridades sobre su futuro. A pesar de sus diferencias, entre ellos surge una conexión especial, pero Danara lucha con sus miedos y la diferencia de edad, mientras que Luca teme no ser suficiente para ella.
A lo largo del verano, ambos enfrentan sus temores, aprenden a confiar el uno en el otro y a comprender sus sentimientos. Sin embargo, con el fin de las vacaciones, deben hacer frente a nuevas responsabilidades: Luca se prepara para la universidad y Danara comienza la secundaria. A pesar de los desafíos del futuro, su relación se fortalece, y juntos prometen seguir adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor.
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capitulo 10
Luca
No lo voy a negar. Danara tiene algo que me intriga, algo que no puedo dejar de pensar desde que la conocí. Pero, honestamente, al principio no tenía ni idea de qué hacer con esos sentimientos. Ella no es como las chicas que usualmente me llaman la atención, y eso me confunde un poco. Soy el tipo de chico que generalmente va tras chicas extrovertidas, seguras de sí mismas, esas que no tienen miedo de hablar y de ser el centro de atención. Esas que se visten como si supieran exactamente lo que quieren, como si no tuvieran dudas sobre quiénes son o lo que buscan. Pero Danara... ella es diferente. Su estilo es más sencillo, más introvertido, y a veces me parece que ni siquiera está tan segura de lo que siente o de quién quiere ser.
Y, sin embargo, algo en ella me atrapa. Quizás es esa mezcla extraña de fragilidad y fuerza que tiene. En su silencio, hay algo que me llama, algo que no puedo explicar. Quizás es su forma de pensar, su capacidad de estar completamente dentro de su propio mundo, pero sin cerrarse a los demás. Ella no se deja influenciar por lo que los demás piensan, y eso, de alguna manera, me gusta.
Pero, aún así, no puedo evitar sentirme un poco raro. Estoy acostumbrado a la atención, a la confianza de las chicas con las que suelo salir. Chicas que, aunque tal vez no sean perfectas, tienen una cierta seguridad en ellas mismas que Danara, por alguna razón, no parece tener. No me malinterpretes, no me estoy quejando. Es solo que no es lo que esperaba cuando empecé a pasar más tiempo con ella. Me di cuenta de que no importa si no es como las demás, si no encaja con la idea que tenía de “la chica perfecta”.
El problema es que, a veces, me siento un poco perdido. ¿Es suficiente que me guste ella tal como es? ¿O estoy intentando que encaje en un molde que, en el fondo, no tiene sentido? Cuando la veo, sé que quiero estar cerca de ella, pero también me sorprendo por los pensamientos contradictorios que surgen en mi cabeza. Porque, por mucho que me atraiga su forma de ser, a veces siento que no tengo nada en común con ella. Ella es más reservada, más reflexiva, mientras que yo... bueno, soy todo lo contrario.
Hoy, cuando nos encontramos para salir, todo esto estaba rondando en mi mente. Danara no era como las chicas con las que normalmente me llevo, pero eso no significaba que no me importara. De hecho, creo que me atrae precisamente por lo que es, aunque no encaje en mi concepto de “chica perfecta”. Y eso, honestamente, me desconcierta un poco.
—¿Vamos? —me preguntó Danara con su voz suave, mirándome de esa manera que solo ella sabe hacerlo, como si realmente le importara lo que pensaba.
Miré su rostro, el brillo en sus ojos. Ella no era como las otras, pero era... especial. Y todo lo que había pensado antes sobre lo que "debería" sentir por una chica parecía desaparecer cuando estaba cerca de ella.
—Claro, vamos. —respondí, tratando de parecer tranquilo, aunque mi mente no dejaba de dar vueltas.
Durante el paseo, no hablábamos mucho, pero había algo en su silencio que me hacía sentir más cómodo. Ella no tenía esa necesidad de llenar el espacio con palabras, y eso me gustaba. A veces, las personas se sienten obligadas a hablar solo para evitar los silencios incómodos, pero con Danara, no había esa presión. Podíamos estar en silencio, y aún así, algo dentro de mí se sentía en paz.
Me di cuenta de que a medida que avanzaba la tarde, mis pensamientos sobre lo que quería o esperaba de ella empezaban a cambiar. Ya no estaba tan preocupado por lo que no tenía en común con ella. De hecho, me parecía que esas diferencias solo hacían que todo fuera más interesante.
—¿Sabes? —le dije mientras caminábamos juntos, rompiendo el silencio—. Me he estado pensando en algo últimamente.
Ella levantó la vista, mirándome con curiosidad.
—¿Qué? —preguntó, como si fuera lo más natural del mundo que yo le hablara sobre mis pensamientos.
—No sé... Tal vez antes pensaba que necesitaba a alguien con más… energía. Como, alguien más extrovertido, ¿sabes? —dije, sin saber si realmente quería decir esas palabras en voz alta.
Danara me miró fijamente, pero no parecía sorprendida. Al contrario, parecía como si ya hubiera percibido lo que estaba pasando en mi cabeza.
—No te preocupes por eso —dijo ella, con una sonrisa pequeña pero sincera. —Creo que a veces es mejor dejar que las cosas fluyan, ¿no?
Esas palabras me hicieron pensar. Ella tenía razón. Tal vez no debía preocuparme por lo que me había gustado antes, por lo que pensaba que quería en una chica. Tal vez no se trataba de que ella fuera como las otras, sino de que ella era simplemente *ella*. Y, por alguna razón, eso era lo único que importaba ahora.
Seguimos caminando, y a medida que el sol comenzaba a ponerse, todo se sentía más claro. Danara me había hecho cuestionar lo que pensaba que debía ser una relación, lo que pensaba que debía esperar de alguien con quien me sentía atraído. Ya no importaba si era diferente de lo que esperaba. Lo único que importaba era cómo me sentía a su lado.
Y, aunque no lo dijera en voz alta, ya no tenía dudas de lo que sentía por ella.